Sinfonía de colores

Podréis comenzar a disfrutar de mi primer libro que escribí en el año 1992 y que ahora os ofrezco aquí en el blog, en pequeños capítulos.
La temática es diferente a la que ya conocéis de mí (el misterio y la intriga). Es un libro que cuenta la historia de mi querida Extremadura.
Espero que os guste queridos lectores.



CAPÍTULO 1. EL ORÍGEN

    Era un domingo lluvioso, José sentado frente a la ventana, ve caer la lluvia fina y persistente que baña la sedienta tierra extremeña. Sus pensamientos lo llevan muy lejos. Sus dos hijas le interrumpen, papá  - pregunta Sandra- ¿Qué piensas, estas muy callado?, en ese momento interrumpe Teresita, por favor papá ¿me puedes ayudar?, estoy haciendo un trabajo para el colegio, dime ¿de donde venimos los  extremeños? ¿qué somos?

    José se retiró de la ventana y encendiendo su pipa de roble se sentó cómodamente en un sillón al lado de las niñas.

    Recuerdo cuando yo iba al colegio como vosotras, está tal lejos … pero aún tengo presente en mi memoria las cosas que más hondo calaron en mi corazón, fueron éstas tan importantes que desde entonces forman parte de mi mismo.

    Un día en el colegio el profesor explicaba una lección de historia. Ese día el sol lucía radiante, y el día tan transparente…, tanto que la vista podía alcanzar hasta ver el horizonte. Por eso, aquel día, todos los niños que nos encontrábamos en la clase estábamos inquietos esperando con ansiedad el momento en que sonara el timbre salvador que llamara para ir al recreo, en el alféizar de la ventana dos golondrinas picoteaban curiosas el cristal, llamando así la atención de todos nosotros. Cuando el profesor intenta alzar la voz para pedir por favor un poquito más de atención, suena estrepitosamente el tan esperado timbre. Al instante te oye un martilleo de pupitres que se cierran, libros que se caen al suelo y que son pisados sin piedad por los que salen atropelladamente para disputarse el mejor puesto en el partido de baloncesto.

    Cuando el recreo terminó, el profesor con voz grave y ceño fruncido, nos comunicó que en vista de que la clase de historia había sido un fracaso la dejaría par el día siguiente, pero que había una novedad, estudiaríamos en el mismo escenario de la Historia. Así espero, dijo, comprendáis mejor que es importante saber de donde venimos y cuales fueron los primeros pobladores de la tierra en la que habéis tenido el privilegio de nacer. Así se despidió hasta el día siguiente, nadie le dio importancia y nos fuimos tan tranquilos a nuestras casas.

    Espera papá que voy a coger un bolígrafo para apuntar, a lo mejor dices alguna cosa interesante, y la pongo en el ejercicio que tengo entregar mañana, dijo Sandra.

Recuerdo que a la mañana siguiente nos montaron en un autobús. Aquello era un acontecimiento, locos de contentos fuimos todo el trayecto cantando. Cuando no bajamos del autobús, el profesor nos pide que miremos a nuestro alrededor. Todos empezamos a mirar con curiosidad por todas partes y ninguno vio nada especial, el profesor nos observó a todos analíticamente y dijo:
- ¡ No veis nada especial !, bien, pues todo esto hasta donde nos alcanza la vista era hace 25.000 años, un hermoso bosque, lleno de ciervos y jabalíes, con abundante agua que discurría por doquier, yendo a parar a una vaguada donde hoy día se encuentra el manantial de - El Marco -, aquí las corrientes y manantiales aseguraban la caza y la supervivencia de aquellos hombres prehistóricos.

Aquí mismo, hace aproximadamente los 25.000 años que antes os mencioné, en plena edad de piedra cuando el hombre utilizaba instrumentos de piedra, tallados a golpe, surge un poblado, en este mismo sitio donde nos encontramos ahora denominado - El Calerizo -, falla ocupada por calizas devónicas. Pues bien, aquí fue donde se asentaron los primeros pobladores de Cáceres, dejándonos indiscutibles testimonios de su existencia. Ahora entraremos en la llamada - Cueva de Maltravieso-, descubierta en 1951 por unos obreros que trabajaban en las canteras de caliza, llamándoles la atención la aparición de algunos restos humanos, luego fueron apareciendo según fueron excavando, más huesos fósiles de animales. Al principio no se le dio la importancia que aquél hallazgo se merecía, apareciendo posteriormente algunos materiales arqueológicos de la época de bronce (vasos toscos, una muñequera de arquero) en un recodo de la cueva.

Todos los niños escuchábamos con interés y deseosos que el profesor nos diera la oportunidad de entrar en la cueva, pues a todos nos parecía que íbamos a vivir una aventura interesante, pensando inclusive en hacer exploraciones, era todo tan excitante.

El profesor entró primero en la cueva seguido por el grupo de alumnos y en voz alta empezó a explicar:
Esta cueva mide 130 metros, así que con mucho cuidado pasaremos por un estrecho pasadizo que como veréis se va ensanchando irregularmente debido a fenómeno de la erosión, estos ensanchamientos como podéis observar van formando salas irregulares, en una de las cuales aparecieron los restos que os he mencionado antes. Todos seguimos en absoluto silencio, yo cada vez me iba poniendo más nervioso, me causaba un extraño desasosiego el estar metido en esa cueva, el profesor seguía hablando:
- Aquí estuvieron prestigiosos arqueólogos removiendo tierras y en una tarea ardua limpiaron con mimo las piedras calizas hasta llegar a lo que ahora estáis viendo, es algo que tenemos que agradecer todos los que en esta tierra hemos nacido. Después de un recorrido penoso y largo, llegamos a un ensanchamiento que es llamado - La sala de las columnas - en cuya pared se podía tratarse de una cabeza de caballo, o quizás de interpretarse también como un pie humano puesto de perfil en su posición normal y pintado de color rojo. A su lado se ve claramente pintada en negativo una mano humana,
- ¿Qué es negativo?-, pregunta Sandra.
- Pues que sólo se refleja el contorno de la figura.
- Si queréis podemos dejarlo para mañana.
- No por favor un ratito más, me interesa lo que estás contando, dijo Teresita.
- Bien, ceca de aquél pie humano, había una representación de la mano derecha de una mujer, se supone que debía ser así, por su pequeño tamaño, pero yo me fije que le faltaba el dedo meñique y casi también el pulgar; esta mano mutilada se supone que debía estar apoyada en la pared y aplicándose alrededor de ella la pintura, soplada con una caña de tal forma que quedara reflejada en la pared, tal y como se hace en la actualidad con un soplete metálico.

Así fuimos viendo salas y más salas y en casa todas ellas predominaban las manos impregnadas en la pared; la visión de tantas manos me agobiaba cada vez más y en mi cabeza solo se repetía la misma pregunta, ¿Cuándo saldremos de aquí?. El pasadizo estrecho que nos llevaba a la sala de la llamada sala de las pinturas me hizo volver a sentirme mal, yo pensaba que una cueva antigua sería otra cosa, (más tarde comprendí mejor todo aquello). En esta sala nada más entrar todo el muro está lleno de puntos en negro que forman alineaciones diversas, unas verticales y otras irregulares. Miré hacia otro muro y de nuevo aparecieron más manos, algunas de ellas con dedos mutilados y mezclados con más signos (según el profesor nos explicó que eran importantes arqueológicamente), estos nuevos signos tienen forma triangulifome y de un color rojo vivo; esto se podía interpretar de diversas maneras:
- Por su forma podía ser una tienda de campaña.
- También podía comparase con el pubis de una mujer.
En ese momento un susurro de risas entrecortadas surgió de entre nosotros, el profesor siguió como si no hubiera oído nada:
- Esta pintura, alzando la voz y señalando el supuesto pubis femenino, pudiera ser algún rito que le ofrecieran a la vida por ser este el instrumento por donde la mujer trae a sus hijos al mundo.

La angustia de salir de allí se generalizó y el profesor dio por terminada la crítica, no sin antes recordarnos que para el día siguiente quería un ejercicio de redacción en toda regla, de aquello que habíamos visto.

Cuando salimos de la cueva recuerdo que empezamos a salar como si fuéramos potrillos salvajes, y mirábamos el cielo azul y respirábamos con avidez el oxígeno que nos regalaba la naturaleza.

El autobús nos esperaba en la esquina donde terminaba la Avenida de Medellín, subimos todos como siempre, atropelladamente y nos sentamos en nuestros correspondientes sitios. Una vez que el autobús se puso en marcha, parecía que no había nadie dentro del vehículo, nadie habló durante el trayecto, habíamos quedados todos muy impresionados.

Cuando llegamos de nuevo al colegio el profesor dijo que las clases habían terminado por ese día y nos podíamos ir a casa a descansar. Como era temprano, unos cuantos amigos nos fuimos al parque a jugar y al llegar a casa estaba tan cansado que no quise cenar, me bebí un vaso de leche y me acosté; pero cuando cerré los ojos la visión de las manos impregnadas en la pared me obsesionó, de tal forma que no pude conciliar el sueño hasta que al fin me dormí y tuve una pesadilla horrible.

- ¡Cuenta papá, no te pares, queremos saber el sueño que tuviste!, dijeron al unísono las niñas que embobadas escuchaban a su padre. Este se reclinó en su cómodo sillón y comenzó.


CAPÍTULO 2. EL SUEÑO 

-  Recuerdo que aquella noche soñé que era uno de esos niños que vivían en la cueva y que un día nos fuimos todos del campamento junto con nuestras madres a  bañarnos al río. Los más mayores se pusieron en la orilla para pescar mientras las mujeres se bañaban en un recodo del río que tapaba los  matorrales y los más jóvenes jugaban en las cristalinas aguas.
     Animados por las risas de las muchachas, nos metimos todos en el agua chapoteando entre risas y bromas, los más pequeños estaban envueltos en suaves pieles y reposaban en la orilla. Las chicas al salir del agua buscaron flores silvestres para adornar sus largas melenas de color azabache, sus ojos eran de color verde esmeralda que relampagueaban al mirarlas como estrellas en una noche clara.
Sus cuerpos eran fuertes pero de silueta casi perfecta, cintura estrecha y caderas redondas que hacía de ellas  unas mujeres deseadas por el enemigo que acechaba invisible en el momento de atacarnos. Pero éramos todos tan felices que aquel día no nos dimos cuenta que éramos observados con más interés que nunca entre los frondosos alcornoques donde se encontraban agazapados un grupo de numerosos guerreros invasores.
Aquel día no pasó nada pero llego el día de la fiesta del poblado. Los niños ayudaban adornando la explanada donde se iba a celebrar el ritual de las flores silvestres y el suelo era alfombrado con las mejores pieles que poseían, pues el miembro del poblado que diera caza a la mayor pieza sería elegido rey por un periodo de tiempo determinado.
Tan afanados estábamos en terminar la decoración que no nos dimos cuenta hasta que se oyó un griterío que salía de los matorrales y árboles.
De pronto apareció una gran cantidad de hombres armados con flechas y con la rapidez del rayo se abalanzaron sobre todos nosotros, masacrando aquello que se ponía por delante, matando a mujeres y a niños sin discriminación alguna. Cuando salí de mi estupor trepe con rapidez a la copa de un árbol y me escondí entre sus ramas.
Los del poblado salieron de sus cuevas y enloquecidos por lo acontecido fueron armados al bosque en busca  de los que  les habían atacado, logrando capturar a un gran número de ellos.
Una vez llegó la noche, aterrorizado bajé del árbol y conté  todo aquello que mis ojos asustados habían presenciado.
Al día siguiente, hubo una reunión de sabios y después de un juicio severísimo se condenó a pena de muerte  a los prisioneros, no sin antes mutilarlos  según los delitos que habían confesado y untando sus manos con sangre de su propio cuerpo las grabaron en las paredes de la cueva para que así perdurara para ejemplo de su castigo.
En aquel momento me despertó mi madre, era la hora de levantarse para ir al colegio, ese sueño aún no se me ha olvidado, creo que lo recordaré  mientras viva.
Y al día siguiente José retomó de nuevo su relato:
… Al finalizar aquellas guerras salvajes, terminó con ellas la edad de Bronce, encontrándose años más tarde monumentos del neolítico como los Dólmenes (monumentos funerarios capaces de albergar centenares de cadáveres)…
-          Entonces, papá ¿esos eran los cementerios antiguos?
-    Sí, estaban hechos por tres o más piedras plantadas  verticalmente en el suelo y cubiertas por una sola piedra  que hacía de techo. Sus dimensiones medias eran de tres metros por dos  con medio  metro de espesor y un peso aproximado de siete toneladas, algunas incluso llegaban a ser gigantescas,  pesando desde 50 hasta 300 toneladas.
- Entonces, esas tan grandes serían para familias muy numerosas ¿no? -dijo Teresita.
- También podrían ser para las familias de más alto linaje -dijo Sandra con rapidez
José  sonríe y cada día se siente más entusiasmado por la atención que le prodigan sus hijas y en ese mismo momento decide enseñarles todo lo que él estudio, oyó y vivió en esta Extremadura mágica, señorial y universal.
Aquella misma noche, cuando sus hijas se retiraron para descansar hasta el día siguiente, José llama a su esposa para que le ayude a subirse a una escalera. Elige de su pequeña  biblioteca los libros que le van pareciendo más interesantes y se los da a su esposa para que ella los deposite encima de la pequeña mesa auxiliar, donde reposaba  una lámpara.
Su esposa lee los enunciados y espera, en el fondo de su corazón, que le  pidan participar también a ella aunque sólo fuera de bibliotecaria.
A la mañana siguiente, su esposa Alejandra decide hacer algo por cuenta propia y entra en la habitación contigua a la cocina para decorarla y poder utilizarla como aula. Con ayuda de la asistenta, una mujer fornida y de carácter alegre retiran los sillones que en su día dieron cómodas siestas a los dueños de la casa y que ahora reposan en aquella habitación a la que nadie solía entrar. La mesa redonda se convierte, como por arte de magia, en rectangular adaptando un tablero encima de esta y ajustándolo con tornillos a las patas. Cuando llevan los muebles sobrantes al cuarto trastero, ven una vieja pero todavía servible estantería, la limpian,  la suben a la casa y al coger el mueble sale de su interior un tubo cilíndrico del que asoma una lámina. Alejandra tira de ella y al desenroscarla aparece un magnífico mapa de España que enseguida decide ponerlo en la pared y lo pincha mediante unas chinchetas sobre la pared.


CAPÍTULO 3. "EXTREMA-DURI"



Cuando Alejandra les enseña  orgullosa su pequeña contribución, fue gratamente acogida por los tres personajes más importantes de su vida.
Al día siguiente… José prosigue:
-          Creo que la lección la dejamos en la terminación de la edad de Bronce y de hierro.
 Las dos niñas ya están dispuestas con bolígrafo en mano para anotar todo aquello que les pareciese más importante.
-          En el fin de este  periodo surgen las construcciones fortificadas que se llaman castros buscando así la defensa  frente a los invasores y al mismo tiempo dominaban las tierras ocupadas. Según los casos, estas fortificaciones eran levantadas sobre los puntos más altos de las tierras a dominar. Éstas empezaron a  proliferar tanto, que da pie a la Edad Media e hizo que los pobladores de las cuevas de Maltravieso y Conejar se vieran obligados a abandonar su ancestral hábitat para desplazarse las tierras más elevadas y próximas. Aún quedan algunos vestigios del Castro Cacereño.
Por otro lado, Cáceres quedó en los tiempos prehistóricos en medio de una serie de pueblos que le hicieron llegar de forma sucesiva su influencia (Celticos, Turdétanos, Tartáricos, y más tarde los Letones).
- Sigue papá, que aún no he terminado el bocadillo de la merienda.
- De acuerdo chicas, sólo media hora más de charla y os vais a estudiar, pues tengo entendido que mañana tenéis un examen de matemáticas. Por entonces, las tierras donde hoy se asienta Cáceres serían testigos del paso de las tropas lusitanas y vetonas que bajaban en son de guerra hacia el valle del Guadalquivir, aquí se libraron grandes batallas por el poder y la posesión de las tierras.
Un tiempo de mezcla de razas y sangre, un periodo  fabuloso en el que predominaban el cobre y la casiterita que eran componentes del bronce y que iban  a parar  a Cádiz y Huelva pasando por Cáceres.
En esos momentos, se está mezclando lo fabuloso con lo histórico, cuando Extremadura tuvo la primera filtración judía, prueba de ello fue el tesoro encontrado en Aliseda (Cáceres). Estos habitantes se  dedicaban a la agricultura y al pastoreo pero sin olvidar el manejo de las armas pues tenían un temperamento muy belicoso.
José ya empieza a estar cansado y decide dar sólo cuarto de hora más a la historia:
-          Los romanos también nos dejaron plenitud histórica a Extremadura que se funda en el año 25 a.c. surgiendo inmediatamente Emérita Augusta, fundada para residencia de los Eméritos o veteranos de las legiones V y X bajo el imperio de Augusto.  Enseguida se convirtió en una urbe populosa y rica, embellecida por los más suntuosos monumentos con rango e importancia excepcional. Esta ciudad fue mandada construir por Agripa, yerno de Augusto.
Los poetas de la época cantaban sonetos así:
“Emérita Ilustre, cuidad que un río baño, corriendo al mar y ante la cual toda España humilla sus fauces. Córdoba no puede disputarse tu rango, ni Tarragona Ni Braga. Tan orgullosa de los tesoros que arrojas al fondo del mar”.
Por eso a Mérida se la denominó la Roma Española. La gran metrópolis inició sobre Extremadura su luz civilizadora, el arte y la cultura prestigiaron las tierras extremeñas por las que se extendieron numerosas y cómodas calzadas cuyo trazado han seguido, en su mayor parte las actuales carreteras. De ellas surge la vía llamada De la Plata que va de norte a sur entrando en Extremadura por el Puerto de Béjar y cruzando el Tajo por Alcántara sigue hacia Mérida y se prolonga hasta Sevilla y Huelva. Por aquel entonces, surgen las importantes ciudades de Cáceres, Trujillo y Medellín.
José con los ojos cansados se quita las lentes y apoyando la cara sobre la palma de su mano derecha se queda pensativo y su cara se ilumina cuando coge el libro abierto que descansa sobre la mesa y ojea la última página.
Su esposa lo llama, era la hora de la cena. La Historia había hecho de José un hombre diferente.
Al día siguiente José siguió narrando todo aquello que leyó y aconteció en la Alta Extremadura como si de un compromiso se tratara:
-          Los bárbaros después de muchas luchas y escaramuzas salen victoriosos de las tropas visigodas barriendo con ello todo el esplendor de Extremadura. Ésta sufre un colapso, su vida queda paralizada y sus ciudades arruinadas.
Estos pueblos volvieron a tomar vida pero ya no eran centro de actividades y quedaron como fortalezas guerreras construyendo castillos y haciendo de ésta una tierra de tránsito. Hubo incursiones cristianas y moras quedando como testimonio el aljibe cacereño para prevenir futuros asedios. Pronto empezaron los intentos reconquistadores.
Los triunfadores fueron Fernando II de León y Alfonso IX, quien rebasó la zanja del Tajo en 1299. Más tarde, su hijo Fernando III el Santo, rey de León y Castilla puso fin al rescate de toda Extremadura.
Fue en tiempos de la reconquista cuando la región nació con su nombre cuya etimología se ha prestado a interpretaciones como “extremo” o “avanzada”, pero no fue así, éste nombre surgió como circunstancia al nombre de zonas fronterizas. Así hay un dicho que cuenta:”Soria pura, cabeza de Extremadura”. Y entonces “extrema-duri” tomó arraigo definitivo por ser éste el extremo al que venía el ganado merino trashumante desde el Duero.
Esta Extremadura recién nacida vivió en unidad hasta que en 1822 se dividió en dos mitades, siendo desde entonces Cáceres y Badajoz.