miércoles, 30 de mayo de 2018

El Escorial Final

Anna después de haber vivido aquel aquella insólita situación, se encontraba de nuevo en la calle, aquella explanada con su amplitud parecía querer asfixiarla, y creyó pensando en  aquel cuadro que éste  poseía el poder de  desnudar las almas, lo supo,  cuando minutos antes y mientras  fijó su mirada, a la derecha de la tabla, recuerda que en ese instante sintió un estremecimiento al descubrir una de las figuras pictóricas a un ser que devoraba hombres, Anna se horroriza, al ver que lo comida lo expulsaba por el ano, esa escena fue para Anna repugnante. ¿Pero qué quería decir con esta  representación en la tabla,  ¿que   tal vez fuese un aviso para  que la humanidad para que no caiga en las redes  de la lujuria y, de la avaricia,? querría persuadir a que los viejos  y contemporáneos  trogloditas, supieran que  no es bueno la impaciencia cuando se trata de   satisfacer el ego?
El Bosco cómo el gran pintor que era, en su excentricidad nos quiso manifestar en El Jardín De Las Delicias que quería plasmar las tribulaciones de las almas hasta llegar a lo más hondo del ser. Pidiendo  que entre los escépticos se acepte el reconocimiento de que existe un cielo y un infierno, “según se mire”.
Anna desolada reconoce de donde le venía esa aprehensión que le acuciaba siempre y ante cualquier situación que le pudiera depararle la vida.
 ¿Era tal vez un miedo atroz a la muerte?
¿A ser feliz?
Nunca lo sabría si no dejaba de asomarse a la ventana para contemplar  la mole de piedra que sólo ella veía ¿Estaba tal vez todo aquello sólo en su subconsciente? Y porqué creía que El Bosco estuvo junto a aquellos que la construyeron y, que ese pudo ser el motivo por la cual  pintó sus experiencias especialmente  ubicándolo allí, en la boca del infierno, en ese monumento llamado El Escorial.
Aquella noche Anna, supo que bailó cómo nunca en una de las discotecas más marchosas del pueblo Del Escorial.
Una voz tras ella le dijo quedo, señora, es la hora de cerrar, este museo—ante este susurro ella lo miro como si hubiera visto un fantasma--- sí, despierte, se encuentra en el  Museo Nacional Del  Prado, mañana si le apetece puede volver,  si es que  desea seguir admirando este gran tríptico, el cual lleva horas contemplando, es, si me permite decirlo una pintura un tanto psicodélica, pero  parece que usted admira mucho a este pintor, desde luego es digno de ser contemplado. Pero le sugiero, que salga  porque por ahora no creo que el cuadro se mueva de su sitio.
Anna mira al conserje, ¿Qué hora es?
 Es, la hora de cerrar.
¿Se encuentra bien? Preguntó un tanto preocupado por su actitud de despiste.
Anna sin responder se levanta del banco donde se encontraba sentada lentamente, sus piernas no parecían querer obedecerla, de pronto  sintió cómo se apagaban las luces quedando sólo una tenue y minúscula luz.
Más tarde una luz blanca le hace despertar. Una enfermera, le sonríe  diciéndole que había pasado la noche rozando el infierno, pero ya estaba segura de que había conseguido resurgir y deshacerse de esas cadenas que la habían tenido prisionera. La mira asombrada mientras su figura desaparecía de la habitación donde ella se encontraba.
 Ya no temía a la muerte, pero tampoco a la vida, pues había vuelto para ser feliz, pues el tiempo pasado para ella había sido  borrado.

¿Pero qué sabía de ella aquella enfermera? Más tarde otra enfermera, le sujetaba el brazo para  ponerle  una vía para inyectarle suero.





sábado, 26 de mayo de 2018

Soy Española

Anna sabía que no tenía más Patria que donde había nacido, ella y toda su generación, Las  televisiones, en algunas de ellas  en sus programas que son llamados “progres”con sus comentarios a veces jocosos no parecían querer aceptar esta nacionalidad.
Yo que he nacido en una ciudad no muy grande pero hermosa por tener en sus entrañas aún, a una madre latente llamada Ciudad Monumental, esa, a la cual respetamos y queremos y de la que todos los cacereños nos sentimos tan orgullosos, cómo al igual de ser españoles.
Todo comenzó un día de tantos que aburrida del tejemaneje que se traen los políticos de ahora, dejó de interesarse por las noticias que a veces le soliviantaban,  con tanto político con ansias de medrar a cualquier precio, cómo si esta Nación fuera una parra cuajada de jugosas  uvas, y apostaran, cuál de ellos se comía el mejor racimo.
Pero Anna, en esta ocasión osó, en poner el televisor, para saber qué estaba pasando, pero pensó que hubiera sido mejor no saber nada, pues lloró ante semejantes perspectivas, haciendo que de sus enormes ojos claros, brotara una furtiva lágrima de desaliento.
Lo que estaban comunicando, no era algo sin importancia, era algo mucho más,  se trababa de nuestra enseña Nacional que estaba siendo denostada por unos imberbes llamados periodistas, que reían la gracia a unos cuantos políticos del tres al cuarto, con un desconocimiento y despego total  a lo que es el amor a este pedazo de tierra que nos vio nacer que es, nuestra Patria.
Hastiada, pone la radio, y un aluvión de noticias invadían los diales que inundan su cerebro, todas estas noticias se encontraban camufladas pues estaban en boca de unos hombres llamados tertulianos, llevando cada el ascua a su sardina, poco después y aún más desolada, Anna no podía imaginar que hubiera españoles que tuvieran tan poco entusiasmo por su propia Nación, no sabiendo donde ubicar todo este desatino para aplacar su desazón, sí desazón, pues antes de apagar el transistor una noticia le paraliza el dedo que iba destinado a desconectarlo.
Uno de los políticos anunciaba que estaba preparando  una moción de censura, para derrocar al dirigente que se encuentra en funciones, y mandar según él en este caos, pero le apenó enormemente al saber que el que denunciaba esta irregularidad, sus intenciones parecen poco fiables, pues para hacer efectivo este mandato tenía que aliarse con políticos que quieren deshacer España.
Anna se encontraba asustada, ella tenía parientes y amigos en el Sur, Norte Este y Oeste, se espanta, siempre estuvieron unidos todos los españoles de bien como una piña fresca y jugosa que por el bien de los interesas de todos, España debe permanecer  entera,  no fraccionada como un puzle, porque si se llegara a fraccionar, este puzle, puede que en su fracción pierda algunas de sus piezas, entonces sería muy difícil de recomponerlo.
Se levanta y se dirige al pasillo mascullando algo, que hubiera sido mejor que no hubiera sido  entendible.
No puede ser nadie puede sentarse así, como así, en la Moncloa sin haber convocado antes unas elecciones.
El pueblo, es el soberano y, el que tiene el deber de elegir a su representante. También ningún dirigente puede permitir que esta nación llamada  España se reparta  cómo se reparten caramelos en un cumpleaños infantil, sabiendo que muchos de estos caramelos van poco después a la basura después de una barrida.
España tampoco es, como algunos iluminados quieren hacernos ver un cementerio, poniendo en nuestras playas mezcladas con los bañistas, cruces de caídos. Pero, si serán lerdos, que aún no se han enterado de que aquel fatídico episodio ya pasó, y que pasó cómo en muchas otras naciones que tuvieron sus conflictos.
España es, y será, a pesar de algunos, es una gran Nación, con una bandera roja cómo el buen  vino, y amarilla que es el color de nuestro trigo y, del sol que nos baña.

España es de todos los españoles, no de unos cuantos iluminados, pues se tenga el dialecto que se tenga (Que no es malo)  Idioma sólo tenemos uno, el castellano, por el cual todos nos entendemos.






lunes, 21 de mayo de 2018

El Escorial 2º Parte

¿Qué hacía aquel cuadro allí?
¿Pues no se encontraba expuesto en el Museo Nacional Del Prado?
Anna se inquieta al no estar segura de lo que estaba viendo, pero, si, estaba segura porque   lo estaba contemplando,  ante ella se encontraba el tríptico Del Bosco.
La  tabla representaba  el tercer día de la creación como el mismo artista imaginó ¿Serían tal vez dos almas gemelas Felipe II Y ÉL? Porque al parecer  parecían encontrarse  unidos por un débil cordón que no era otra cosa que la del deseo de encontrar algo que no se pudiera ver ni tocar, para que los liberara de la muerte.  Entonces dedujo, que El Bosco antes de pintar el cuadro que le daría su mayor fama, debió  cambiar repentinamente su forma de ver las cosas y,  como un poseso, comenzó de manera convulsiva a adquirir reliquias de Santos llegando a acaparar todas las que estaban a su alcance, este hecho le hizo aún más especial, tanto, que cuando comenzó a pintar el cuadro de El Jardín de Las Delicias, no solo siente que se recrea en la pintura, si, no, que vuelca en estas  tablas toda su imaginación de hombre insatisfecho y,  de anhelos frustrados que al mezclarlos con los sentimientos encontrados que le hacían sufrir enormemente, entonces le invadía un miedo que  le hace adentrarse en los demonios de la noche llegándole a producirle un gran temor ante la vida y, también ante la muerte, no dejándolo sosegar  ni por un momento este  atormento que le producía  este terror, pero, a pesar de tanto desasosiego continuó investigando en lo más profundo de su ser y, no dudó en cuanto tuvo la oportunidad de introducirse en el oscuro y misterioso mundo de la alquimia.
Anna ya no creía estar viendo aquel cuadro igual  que cualquier turista, lo que veía era lo que  estaba analizando en su mente, haciéndose participe de la vida que vivió aquel pintor, pues  era semejante a la suya, hasta qué un día amargo decidió vivir en aquella casa, desde entonces su vida comenzó a  encontrarse aún más llena de contradicciones.
El Bosco—sigue Anna con sus elucubraciones—era un ser raro donde los haya, se hizo construir un laboratorio destinado a  fabricar oro con productos químicos que nunca se llegó a saber si lo pudo conseguir.
Mientras pintaba en la soledad de su estudio, solía dar rienda suelta a su fantástica imaginación, hasta tal punto que cuando llegaba a lo más álgido de su creación pensaba en el Monasterio del Escorial, también en su construcción que para el ese enclave  pertenecía a otra dimensión, solo por encontrarse enclavada en una tierra de secretos geográficos, en el cual después de haber hecho algunas investigaciones junto con  algunas que otras  cábalas sobre  esta parcela, sacó la conclusión de que ese Monasterio se había ubicado en la misma puerta del infierno. Significándolo de manera especial en su cuadro mostrando con su pintura que aquel lugar guardaba en sus entrañas el fuego eterno del infierno donde las almas pecadoras arden para toda la eternidad.
El pintor, según imaginaba Anna, no parecía dejar de hacer sus elucubraciones sobre este enigmático y grandioso monumento arquitectónico, pues  después de hacer  muchas y especiales pesquisas, llegó a saber  que esta construcción  había coincidido “casualmente” justo con la destrucción del Templo de Salomón, el Templo más sagrado de la cristiandad.
En esos momentos  el grupo de turistas, en el cual se incluía ella,  es guiado hacia otra galería, de repente el ambiente en aquella parte del Monasterio se estaba haciendo insoportable, se notaba algo enrarecido, intranquilizante, pero, era solo para Anna, y para algunos de los turistas más sensibles  como ella.
Entonces Anna se rezagó del grupo para observar por unos momentos  los muchos vanos que se prodigan en las paredes del recinto, uno de ellos al paso de Anna y de improviso se abre, Anna se queda varada ante esta visión, algunos turistas se acercan a ella, de pronto por aquel hueco que  interrumpía  con brusquedad el muro, se abre una oquedad que da paso a un túnel oscuro y lúgubre por donde salían unos escalofriantes ladridos  de un perro, que paulatinamente  iban convirtiendo en aullidos lastimosos.
 Ante  estos sonidos los turistas corren espantados refugiándose en una de las estancias que también se encontraba en penumbra, de pronto de las paredes de aquella estancia comenzó a emanar un hedor intenso a cianuro, todos aterrados retroceden, no querían permanecer ni un minuto más en aquel lugar, pero de repente la sala se convirtió en un pasadizo por donde los aullidos de aquel perro se hacían más y más audibles.
Alguien con una voz que parecía salir de ultratumba, dijo en voz alta, salgamos de aquí, mientras su cuerpo se agitaba, de su boca empezaron a salir sonidos que intentaba parecieran palabras.
En medio de aquella delirante situación, se pudo oír una voz ronca cómo un trueno que-informó-- el ruido que estamos escuchando no es casual es el que hace el Cancerbero; el monstruo maldito que protege el Averno.
Entonces un enorme animal peludo asomó por uno de los vados cabeceando su testuz, mientras enseñaba los colmillos grandes y afilados.
De repente ante los asustados turistas  apareció un hombre que con su enorme cuerpo tapa la puerta de salida, estaba vestido de negro, tan solo miraba sin decir  nada.
Sin duda, los que allí se encontraban pensaron que estaban viviendo una pesadilla, entonces Anna quiso creer que quizás El Bosco el propio Bosco vivió en sus propias carnes  un suplicio similar, el cual le inspiró a que pintara en el cuadro algo de sus inquietudes haciendo impregnar en él   situaciones de terror que supo unir magistralmente con su magnetismo a las imágenes desinhibidas que pintó  con respecto al sexo.
¿Qué hacía aquel cuadro allí?
¿Pues no se encontraba expuesto en el Museo Nacional Del Prado?
Anna se inquieta al no estar segura de lo que estaba viendo, pero, si, estaba segura porque   lo estaba contemplando,  ante ella se encontraba el tríptico Del Bosco.
La  tabla representaba  el tercer día de la creación como el mismo artista imaginó ¿Serían tal vez dos almas gemelas Felipe II Y ÉL? Porque al parecer  parecían encontrarse  unidos por un débil cordón que no era otra cosa que la del deseo de encontrar algo que no se pudiera ver ni tocar, para que los liberara de la muerte.  Entonces dedujo, que El Bosco antes de pintar el cuadro que le daría su mayor fama, debió  cambiar repentinamente su forma de ver las cosas y,  como un poseso, comenzó de manera convulsiva a adquirir reliquias de Santos llegando a acaparar todas las que estaban a su alcance, este hecho le hizo aún más especial, tanto, que cuando comenzó a pintar el cuadro de El Jardín de Las Delicias, no solo siente que se recrea en la pintura, si, no, que vuelca en estas  tablas toda su imaginación de hombre insatisfecho y,  de anhelos frustrados que al mezclarlos con los sentimientos encontrados que le hacían sufrir enormemente, entonces le invadía un miedo que  le hace adentrarse en los demonios de la noche llegándole a producirle un gran temor ante la vida y, también ante la muerte, no dejándolo sosegar  ni por un momento este  atormento que le producía  este terror, pero, a pesar de tanto desasosiego continuó investigando en lo más profundo de su ser y, no dudó en cuanto tuvo la oportunidad de introducirse en el oscuro y misterioso mundo de la alquimia.
Anna ya no creía estar viendo aquel cuadro igual  que cualquier turista, lo que veía era lo que  estaba analizando en su mente, haciéndose participe de la vida que vivió aquel pintor, pues  era semejante a la suya, hasta qué un día amargo decidió vivir en aquella casa, desde entonces su vida comenzó a  encontrarse aún más llena de contradicciones.
El Bosco—sigue Anna con sus elucubraciones—era un ser raro donde los haya, se hizo construir un laboratorio destinado a  fabricar oro con productos químicos que nunca se llegó a saber si lo pudo conseguir.
Mientras pintaba en la soledad de su estudio, solía dar rienda suelta a su fantástica imaginación, hasta tal punto que cuando llegaba a lo más álgido de su creación pensaba en el Monasterio del Escorial, también en su construcción que para el ese enclave  pertenecía a otra dimensión, solo por encontrarse enclavada en una tierra de secretos geográficos, en el cual después de haber hecho algunas investigaciones junto con  algunas que otras  cábalas sobre  esta parcela, sacó la conclusión de que ese Monasterio se había ubicado en la misma puerta del infierno. Significándolo de manera especial en su cuadro mostrando con su pintura que aquel lugar guardaba en sus entrañas el fuego eterno del infierno donde las almas pecadoras arden para toda la eternidad.
El pintor, según imaginaba Anna, no parecía dejar de hacer sus elucubraciones sobre este enigmático y grandioso monumento arquitectónico, pues  después de hacer  muchas y especiales pesquisas, llegó a saber  que esta construcción  había coincidido “casualmente” justo con la destrucción del Templo de Salomón, el Templo más sagrado de la cristiandad.
En esos momentos  el grupo de turistas, en el cual se incluía ella,  es guiado hacia otra galería, de repente el ambiente en aquella parte del Monasterio se estaba haciendo insoportable, se notaba algo enrarecido, intranquilizante, pero, era solo para Anna, y para algunos de los turistas más sensibles  como ella.
Entonces Anna se rezagó del grupo para observar por unos momentos  los muchos vanos que se prodigan en las paredes del recinto, uno de ellos al paso de Anna y de improviso se abre, Anna se queda varada ante esta visión, algunos turistas se acercan a ella, de pronto por aquel hueco que  interrumpía  con brusquedad el muro, se abre una oquedad que da paso a un túnel oscuro y lúgubre por donde salían unos escalofriantes ladridos  de un perro, que paulatinamente  iban convirtiendo en aullidos lastimosos.
 Ante  estos sonidos los turistas corren espantados refugiándose en una de las estancias que también se encontraba en penumbra, de pronto de las paredes de aquella estancia comenzó a emanar un hedor intenso a cianuro, todos aterrados retroceden, no querían permanecer ni un minuto más en aquel lugar, pero de repente la sala se convirtió en un pasadizo por donde los aullidos de aquel perro se hacían más y más audibles.
Alguien con una voz que parecía salir de ultratumba, dijo en voz alta, salgamos de aquí, mientras su cuerpo se agitaba, de su boca empezaron a salir sonidos que intentaba parecieran palabras.
En medio de aquella delirante situación, se pudo oír una voz ronca cómo un trueno que-informó-- el ruido que estamos escuchando no es casual es el que hace el Cancerbero; el monstruo maldito que protege el Averno.
Entonces un enorme animal peludo asomó por uno de los vados cabeceando su testuz, mientras enseñaba los colmillos grandes y afilados.
De repente ante los asustados turistas  apareció un hombre que con su enorme cuerpo tapa la puerta de salida, estaba vestido de negro, tan solo miraba sin decir  nada.
Sin duda, los que allí se encontraban pensaron que estaban viviendo una pesadilla, entonces Anna quiso creer que quizás El Bosco el propio Bosco vivió en sus propias carnes  un suplicio similar, el cual le inspiró a que pintara en el cuadro algo de sus inquietudes haciendo impregnar en él   situaciones de terror que supo unir magistralmente con su magnetismo a las imágenes desinhibidas que pintó  con respecto al sexo.
 ¿Acaso estaba mandando un mensaje donde el desenfreno no lleva a nada bueno?
 ¿Y por qué esa obsesión con el infierno?








lunes, 14 de mayo de 2018

el escorial 1º parte

Anna es una de esas jóvenes de mundo adentro, esquiva, daba la sensación al mirarla que era de las que parecía feliz con su aislamiento. En la habitación de su casa donde vivía  no hacía mucho tiempo, en ella  parecía encontrarse feliz, a pesar de ser una casa muy singular pues cada noche en la oscuridad, Anna escuchaba pasos lentos y ladridos de un Can, ella  ignoraba si allí anidaba una maldición o no, pero lo cierto es que en esta parecían morar seres de otra dimensión, que hacía que  todos sus  recuerdos nefastos  parecían diluirse.
 Cuando decidió vivir en aquella casa en soledad, fue con la intención de ir en busca de un sueño, un sueño tan extraño que supo nunca había soñado, pero que hizo cambiar sus esquemas, todo  sucedió después de leer una crónica que hablaba del pintor llamado El Bosco. Un pintor que desde el primer momento que supo de su existencia le fascinó. Las paredes de la casa  que eligió Anna  para vivir las habitaciones eran oscuras debido a esa humedad perenne que se encuentra en sus deterioradas paredes, haciendo que el encalado parezca de un color  grisáceo lo cual con su opacidad puede servir hábilmente para esconder la historia  de  un pasado que no le interesa revelar. Tal vez fuera porque en ella se encontraba un misterio tenebroso.
Anna desde que decidió instalarse allí, dejó de tener contacto con las amistades que solía frecuentar, pero eso no parecía importarle, pues no quería saber nada de lo que estuviera unido a la relación con personas.
 Aquel paraje  era ideal  para su aislamiento. Se encontraba situada en las afueras de la capital madrileña y en medio de la soledad del campo, no era precisamente un lujoso Cigarral dónde los más pudientes suelen retirarse los fines de semana para descansar de su ajetreada vida en sociedad, no, no era un lugar idílico, pero sí podía presumir de un privilegiado enclave que para ella tenía una peculiaridad muy especial,  y, es que, desde su ventana se podía contemplar el majestuoso Monasterio San Lorenzo Del Escorial, dónde desde cada lunes y, desde el día en que se instaló en aquella casa,  cómo si se hubiera marcado un ritual, a las diez de la mañana acudía  a visitar el Escorial .
  Antes de entrar en el Monasterio, contemplaba por unos minutos la oscura fachada del edificio, intrigándole el motivo de su atracción; a veces, y en un acto de rebeldía, burlaba a los vigilantes para  entrar a horas intempestivas que era lo que más le atraía, pero, lo normal era de que tenía que conformarse con visitarlo por la mañana, jugando cada día a no ser sorprendida por los porteros, cuando al entrar como cualquier turista  se adentraba por otros  pasillos diferentes al recorrido habitual, entonces se adentraba por estrechos y laberínticos pasillos que se encontraban poco transitados hasta llegar a uno de los claustros, dónde sin comprender el motivo una vez se encontraba dentro de aquellos muros sentía sensaciones especiales. ¿Sería por encontrarse en aquel mágico lugar? O, que al tener contacto con aquella atmósfera creía verse envuelto en un microcosmos que le hacía olvidar hasta su nombre.
Sabía que cuando se encontraba dentro de aquel edificio, a cada paso que daba por los pasillos era como si algo sobrenatural le guiase, quizás   un guía invisible que le quisiera demostrar que dentro de aquel recinto se encontraba oculto, algo especial  embutido dentro de esas paredes. Para ella  solo era un magnetismo que no sabía cómo explicar
 ¿Sería acaso ese  el  lugar llamado Ciudad de Dios?
 Pues sin dudas  era notorio, y por todos conocidos de que la ubicación del Monasterio,  era un lugar especial por encontrarse el centro del conocimiento, no solo de libros pinturas y reliquias que allí se guardan, si, no, en el diseño especial de una arquitectura que sin duda, para los creyentes  era sagrada.
Anna, sabía  que cada vez que hacía esa visita, intuía más que  imaginarse que algo extraño pasaba en ese grandioso edificio, pues supo que antes de su construcción alguien poderoso fue el que hizo la  sugerencia de que éste debía ser su  enclave, siendo desde siempre un  oculto proyecto soñado, por lo tanto  tenía que ser  ubicado sin remisión en aquella parcela, la cual era muy curioso –según Anna--pues desde siempre este terreno había sido clasificado “No acto para la construcción” guardándose este detalle con total secretismo, hasta que un día de repente se empezó la construcción, interviniendo   en aquel  el proceso prestigiosos magos y cabalistas de la época, incorporando logias secretas donde se podría practicar—una vez terminado el edificio, entre otras muchas, la filosofía hermética, dando así  por sentado que eran ciertos los rumores de que era un punto  geográfico  especial para el  enclave de un edificio singular.
Anna con su costumbre de cada día y, después de unos momentos de reflexión abandonaba del claustro de sus desvelos, y se unía a un grupo de turistas que, cómo un rebaño de ovejas arrastraban sus pies por las galerías con las orejas bien abiertas, para escuchar sin llegar al alcance de que el suelo que se encontraban pisando podía ser sagrado.
La mayor atracción e interés  que suscitaba era el de que allí se ocultan símbolos de  misterios, que se pueden encontrar  ocultas en sus pétreas paredes y,  que, al mismo tiempo, en su inmovilidad  parecen palpitar. Los turistas que lo visitaban, quieren  saberlo todo, pues es sin duda  uno de los requerimientos de sus visitantes.
 Para Anna sin embargo, sus visitas tenían otra intención, que era el de quitarse de la cabeza una obsesión que necesitaba   para  reconciliarse con la vida cotidiana.
Era un grupo de turistas en el que uno de esos días de visita habituales de Anna ella  se incluyó, a requerimiento del guía, hacen una parada ante un tríptico, Anna mira la tabla, de repente su semblante cambió. Ante ella cómo una alucinación apareció El Jardín de las Delicias, ante esta inesperada aparición, se queda muda, siempre supo que le atrajo su obra  por ser un pintor extraño. Pero Anna llegó a dudar, era raro, de que ese cuadro se encontrase en un sitio sagrado. A sabiendas de que este pintor era  contrario a la religión católica, hasta donde pudo saber Anna, El Bosco había pertenecido a una sociedad secreta llamados (Los Adomitas) los cuales, tenían la peculiaridad de rezar desnudos  mientras creían esperar el fin del mundo.

También se sabía que hubo rumores de que este pintor estaba  obsesionado con la muerte al igual que Felipe II.




lunes, 7 de mayo de 2018

El Tridente final

Pero algo sucedió, que no fue obedecido su mandato, pues Anfitrite, mujer astuta, como ninguna, buscó la amistad de las sirenas para apoderarse de sus voluntades, intentando ejercer para ellas el poder de reina consorte, pero antes, quiso hablar con las olas, y de esa manera abortó el mandato de anegar las playas cómo había ordenado Poseidón. Pero para una mujer despreciada como lo era Anfitrite no era suficiente,  necesitaba  algo grandioso para que pudiera hacerse efectiva toda su venganza y, fue en busca  de  las sirenas para contarles su desdicha,  pero las encontró tan  desenfadas que  no la escucharon, diciéndole, que habían decidido no estar bajo el mandato de la esposa de Poseidón. En esos momentos  se encontraban muy  entretenidas tendidas al sol en lo alto de los acantilados entonando sus cánticos para atraer con ellos a los desdichados  marineros que pasaban por allí deseosos de fiesta.
Entonces Anfitrite al no ser escuchada por las sirenas montó en cólera, pues ella también ostentaba  cómo Poseidón el título de reina de los mares y de los ríos. Desesperada y, cómo último recurso, decidió cruzar en una barca el río Styx en solitario, desafiando el poder de Poseidón, salió a plena luz del día  en  busca del cancerbero, el horrible  perro de tres cabezas, que al verla llegar a sus dominios, se relamió, pues era la presa más codiciada que siempre había ambicionado poseer, sabía de antemano qué teniéndola en su poder  hasta podía llegar a tener el dominio de  la grandiosidad de los mares y los ríos. Todo este sueño –pensó-- se podía hacer  realidad desde el primer momento en que Anfitrite se encontrara bajo su poder, pues haría realidad, lo que siempre tuvo en su pensamiento. Enloquecido comenzó a hacer planes, lo primero que haría sería transformar los ríos en trampas mortales, no pudiéndose navegar por ellos, ni siquiera  con pequeñas barcas por su superficie, los ríos a su vez serían poblados con animales carroñeros, cocodrilos…los pescadores al no encontrar peces comestibles tendrían que tirar sus cañas a la basura.
Ante este pensamiento me estremezco. Pero porqué pensaba esas cosas y, sobre todo, sabiendo que el protagonista de su desasosiego solo era un personaje mitológico.
Algo interrumpió mis pensamientos, las patrulleras con sus sirenas se adentraban en la mar a toda velocidad, un barco se estaba hundiendo con sus 200 tripulantes a bordo.
Esta noticia me inquieta, pero al intentar caminar, siento que mis pies y piernas siguen hundidos atrapados hasta las rodillas en la arena. El cosquilleo de una encrespada  ola osa en mojar  mi torso, entonces  siénto que me da la libertad.
En aquellos momentos y, sin motivo aparente, al verme libre, emprendo hacia mi casa una alocada carrera, desconocía qué era lo que me inquietaba, antes de llegar al puente de los vientos, que separa el mar de la población hago una pausa en la  carrera, entonces supe de que el río que cruzaba la ciudad se había desbordado, me quedo parada sin saber que pensar, oigo cómo unos jóvenes al pasar por mi lado hacen un comentario estremecedor, el más joven decía con voz alterada, desde luego  ha pasado algo muy extraño, el río se ha desbordado sin que callera una sola gota de agua del cielo.
Entonces  algo que pasó por mi cabeza hizo que me quedara paralizada ¿Qué me estaba pasando?
De repente por el puente comenzó a pasar un ejército de mujeres que enarbolaban banderines, que me hizo pensar, que podían ser  las mismas de la formación que había visto minutos antes emerger del mar, pero, algo no encajaba, habían cambiado las alas de acero por  banderines, no supe qué pensar, necesitaba despejar la cabeza, entonces me dirijo al parque, me siento en un banco porque  una presión muy fuerte me oprime el pecho.
No me confortaba nada, entonces pude oír una voz de mujer que me decía entre susurros.
Ten siempre presente que ningún hombre por poderoso que sea, puede quitar a una mujer la fuerza, ni tampoco interceptar ninguna ejecución de creatividad que pueda haber en ella ni en cualquiera de las obras que desee realizar, sí, no temas soy Anfitrite la legítima mujer de Poseidón, no debes inquietarte, tu casa no ha sido afectada por la riada, tan poco he dañado el resto de la población, tan  sólo ha sido un pulso que le he hecho a mi esposo.
Poco después y, cuando cabizbaja me dispongo a ir a mi casa, lo que vi, hizo que de repente se me quitase la melancolía, allí estaba ante mí el problema que me aquejaba, el que, en unos días se iba a desposar conmigo se besaba con ardor en una esquina con mi jefa de gabinete.
  Entonces supe qué Anfitrite, sintió compasión de mí, uniendo su  venganza a la mía una venganza que anidó en ella cuando se vio despreciada haciéndose participe de la mía, haciéndome sabedora a su manera del peligro que me acechaba al casarme con un hombre que no sentía amor por mí.  Pero para ella no fue del todo afortunada pues su desamor le   convirtió  en un ser como a cualquier  mortal, quedando presa para siempre de su propio odio.
¿Y si lo que viví en la playa sólo fue, la advertencia de una mujer despechada como lo fue Anfitrite?
A veces y, sin darnos cuenta, la mitología nos advierte de los muchos peligros que nos acechan haciéndonos pasar por etapas de experimentación que sin apenas ser perceptible para nosotros los mortales,  nos cuentan con estos relatos que siempre  hemos  estado en contacto con eso que llamamos fenómenos, paranormales que al estar fuera de lo cotidiano los dejamos pasar.

Aunque a veces no  creamos en estos fenómenos,  a la mujer siempre nos guste coquetear, jugar a  saber quién puede más...






martes, 1 de mayo de 2018

El Tridente 2º Parte

cabeza parecía dar vueltas, era como si estuviera metida, o más bien viviendo en directo y de lleno  en una historia que se me antojaba rara, casi inimaginable, entonces, sin apenas darme cuenta ante mí y con estupor mis ojos se abrieron desmesuradamente pues apareció de la nada  un ser grande, poderoso, yo encogí mi cuerpo, me encontraba asustada, una ola como una lengua cálida y espumosa lamió mis pies descalzos,  entonces al reaccionar  descubrí que  era Poseidón, el rey del mar, que, emergía de las profundidades buscando a su esposa la bella Anfitrite, parecía furioso, pues decía a voces que  no sabía nada de ella desde que se alejó de su lado, contándole la historia de que debía emerger  hasta  la superficie porque necesitaba jugar  con sus hermanas  las Nereidas en la isla de Naxo.
Yo ni siquiera sabía por qué me encontraba allí admirando aquel insólito espectáculo, ni tampoco como pude saber que era Poseidón el que se encontraba ante mí, siempre supe por la mitología de que estuvo enamorado de su esposa y, que, nada más verla por primera vez, cayó rendido a sus encantos,  de ese modo sin pensarlo se desposó con ella convirtiéndola  en reina del mar y de los ríos.
Mi cabeza seguía girando sin un segundo de tregua imaginando cosas extrañas.
 ¿Sería la consecuencia del estrés vivido durante la última semana?
 Todo era tan absurdo, ¿Desde cuándo y cómo supe yo qué Poseidón  había dejado de amar a su esposa? Pero si pude apreciar por la furia que desprendían los ojos de Poseidón, que no eran de un ser enamorado, la buscaban, eso sí, cómo un esposo que se sabe traicionado y despechado, todo comenzó  desde el momento en que supo  qué  Anfitrite se había alejado de él enterada de su desamor. Más tarde, Anfitrite al saber que estaba siendo perseguida por su esposo, con gran tristeza pero airada se encaminó en pos de una maga, para que pusiera solución a su problema, no tardó mucho en  encontrarla, entonces después de contarle su aflicción le pidió que hiciera algo que fuera efectivo para su propósito y, sin  pensar las consecuencias, se hizo de una hierba  mágica, que, arrojó en el manantial donde cada día solía bañarse la ninfa favorita de Poseidón, que era la causante de su desesperación.
 A la mañana siguiente, al sumergir la Ninfa su cuerpo en el agua de la fuente dónde había echado Anfitrite la hierba mágica; la bella ninfa, se transformó en un horrible monstruo, que al verse reflejada en las aguas de la fuente, hizo que corriera de espanto hacia el mar para quedarse para siempre en el fondo, donde nadie la pudiera encontrar.
Pero el enfado de Poseidón se acrecentó aún más al saber lo que había sido de su Ninfa y,  qué los hijos que tuvo con Anfitrite, se habían confabulado con su madre al inculcarle ésta, un  odio feroz  hacia él. Poseidón, ante esta situación montó en cólera, encontrándose poco después en un estado de frenético delirio, no obstante  entró en el barco para buscarla, no la encontró, la nave se encontraba vacía, entonces y, ante este inesperado desaire del  que creyó había sido objeto por parte  de la que aún era su esposa; dio de nuevo rienda suelta a su  ira que se acentuó, hasta el punto que hizo que se produjera una erupción de agua tan grande utilizando su tridente, que  los vientos empezaron a ulular  creándose  de esa manera  las tempestades.
Yo, ante esta visión increíble no podía moverme, mis piernas y los pies se habían clavado en la arena dejándome inmovilizada, entonces fue cuando descubrí que Poseidón fue el primer dios, según los griegos,  él sólo con su fuerza  podía dominar el mar. Pero con todo el  poder que poseía  no llegó a pensar  que había engendrado dos hijos tan crueles cómo él.
Entonces yo, al contemplarlo sentado en el suelo junto a proa y cómo bañaba  sus pies en el mar, me hizo pensar que aquel gigante se había calmado y, fue cuando vi  tranquilizadora  cómo acariciaba con la punta de sus dedos las apacibles aguas; entonces, y de momento todo cambió pues pasó algo que jamás podré olvidar, del mar empezaron a salir monstruos de todos los tamaños, que Poseidón conforme estos iban saliendo a la superficie cómo si de un niño pequeño sé tratara, comenzó a jugar con su tridente, los  pinchaba uno a uno, para poco después  devolverlos al mar maltrechos.
Horrorizada, seguí mirando desde mi atalaya,  parecía que su ira iba en aumento de nuevo y, que ante su desbordante enojo, confundido, quizás no supo diferenciar a los monstruos cuando estos salían del mar, creándole la dudaba  de, que tal vez, se regocijaba el pensar de que  entre los que había pinchado con su tridente, pudiera encontrarse Anfitrite.

 Entonces ordenó a las olas que anegaran todas las playas hasta no quedar nadie vivo en ellas.