No tenía dudas, en cuanto vio aquella casa que se encontraba medio
derruida donde la entrada majestuosa mantenía intactos tres arcos de medio
punto, Casilda se sube a un pequeño montículo, y entonces ve que lo que quedaba de su cubierta mostraba el
barro oscuro de sus tejas árabes, la fachada se encontraba flanqueada por dos
palmeras que se encontraban a punto de secarse.
Casilda se dirigió a Jerónimo, su
esposo, y le dijo: esta casa es todo lo que siempre quise, ella encierra definida mis ilusiones, por lo tanto, está
decidido, será nuestro refugio definitivo, dijo contundente. Aquí quiero que
vivamos para que podamos proyectar todos nuestros sueños que solo sabemos tu y
yo que vienen de un pasado lejano sin
futuro.
Y, miró de nuevo aquellas ruinas
que se encontraba escondida entre la maleza y, que habían descubierto
fortuitamente cuando paseaban por una estrecha calleja rural que bordeaba la
sierra.
A Casilda le pareció que la casa
era majestuosa aún a pesar de
encontrarse en no muy bien estado de
conservación debido al abandono, como sucede en muchas casa de campo, pero
desde que la vio sumergida entre la maraña de hojas secas y raíces, creyó que
era especial.
Los dos decididos comenzaron a indagar por el entorno sobre
quién podía ser el propietario. Enseguida encontraron a un hombre que acodado en la
barra de una pequeña cantina cercana a
la carretera.
Era un hombre de aspecto
descuidado pero de refinados modales, su mirada profunda delataba su tristeza.
No hizo falta mucha negociación,
el hombre aceptó el precio de venta que Casilda y su esposo le ofrecieron y,
sin más dilación, compraron la pequeña dehesa de cincuenta hectáreas.
El terreno tenía suficiente
espacio para albergar unas cuantas encinas y otros tantos olivos. También
poseía un pequeño jardín que aunque se encontraba muy deteriorado parecía ofrecer muchas posibilidades de
reconstrucción.
Casilda, inmediatamente pensó en
darle un aire silvestre que no perdiera ese toque rural que le sumaría aún más
atractivo.
La casa se rehabilitó con muchas
prisas a pesar de conllevar una laboriosa restauración fiel a su arquitectura.
Una vez instalados, una tarde al
entrar en la casa después de dar un largo paseo por la sierra, a Casilda le dio
al entrar la sensación que el zaguán y al
caminar se alargaba demasiado y, que el techo de bóveda de cañón encalado,
parecía perderse hasta llegar a una nueva y desconocida puerta ojival, la abre, y ante ella había un
amplio patio que había estado oculto a sus ojos, se encontraba ornamentado con numerosas
macetas dispuestas en fila encima de un murete de piedra.
Plantas de romero y la banda se mezclaban con
las hortensias y azaleas, creando un ambiente tan aromático cómo salvaje. En el centro, una vieja fuente
de piedra emitía un relajante murmullo. Este lugar no parecía pertenecer a la
casa, pues sin lugar a dudas no había sido restaurado al ignorar que existiera.
Pes la casa después de la restauración quedó agradable según Casilda la
decoración encajaba con lo que ella creía pensaba era la comodidad, dejó en el
mismo lugar algunos muebles que allí se encontraron que dispuso fueran
restaurados que a Casilda le pareció que los habían limpiado con acierto.
Aquella tarde, y después de haber
supervisado el más mínimo detalle de la casa, decide quedarse a dormir en ella
por primera vez, poco después se retira, era temprano, el sol entraba por las ventanas cómo
haces de luz, pero Casilda necesitaba descansar, se encontraba agotada por las
emociones recibidas en la casa de sus
sueños.
Mientras Jerónimo conduce sus pasos hacia la
pequeña biblioteca repleta de libros de sus autores preferidos.
Llegó la noche y la luna,
esparcía destellos luminosos como un
foco de plató, alumbrando el campo, haciendo de los olivos y encinas enfiladas una centuria dispuesta para la lucha. Un ruido
extraño hace levantar la cabeza a Jerónimo, confuso, se acerca a la puerta,
entonces vio una sombra alargada que dejaba el pasillo que entraba en la alcoba de invitados.
Tras la excitación de la
sorpresa le invade una rara pero suave
calma, cierra el libro, y decide acostarse. Poco después le rinde el sueño y
queda profundamente dormido.
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