martes, 28 de marzo de 2017

¿Es acaso ciencia ficción? Primera parte.

La Ciudad Monumental de Cáceres, es un recinto totalmente delimitado por una muralla, dentro de este recinto, nos cuenta mucho más que su pasado, pues al caminar por sus estrechas y recoletas plazuelas, se siente que algo intangible subyace muy en el fondo de esta ciudad que aún se siente su latir, pues de sus piedras rezume una historia muy antigua que si al pasar las rozas con tú brazo, suelen decir muy quedo, espera, no tengas prisas en este caminar, porque quiero contarte una historia que pasó y, que me gustaría que se supiera. Aquí vivieron muchas familias con blasones apellidos que fueron ilustres que lucharon por obtener el poder de un señorío pues todos querían gobernar la Ciudad, que fue fundada por los comerciantes como tránsito de norte a sur de la Hispania, estos comerciantes eran ricos pues solían transportar plata, también cobre y la casiterita que eran los componentes del bronce, la consecuencia de este trasiego hizo surgir la que hoy es llamada vía de la plata, que se dirigía hacia el valle del Guadalquivir pasando por Cáceres. Siendo esta la consecuencia de que hubiera muchas y muy enconadas disputas entre los avaros comerciantes por hacerse con la plaza. Desde entonces en esta pedanía se fue forjando la ciudad, que fue y sigue siendo un misterio, que solo sus muros saben muy bien guardar, nadie supo el motivo de sus disputas constantes, pues había negocio para todos, pero en medio de tanta rencilla entre vecinos, sí que se realizó el milagro del entendimiento entre las diferentes culturas que pasaron y que quedaron testimonialmente en la ciudad, por esa razón, entre sus grises paredes escondieron sus tentativas de traiciones, logrando con ello que estos primitivos moradores con su gran temple todos convivieran en paz. Entonces yo como narradora de esta muy antigua pero actual leyenda pienso que al lector se le puede antojar algo rara, pero tal como lo cuento aconteció. Las pétreas paredes, saben de muchas cosas que pasaron y, que guardan para sí hasta que llegue el momento de que salga a la luz. Por esa razón al pasar junto ellas sientes la sensación que estas palpitan al ritmo de tu corazón a cada paso que das. Esas mismas paredes, un día, mientras caminaba pensando en cómo sería la vida en aquellos tiempos, donde todos(como siempre ha sido y será) todo ser humano, necesita quedar sus huellas de su paso por la vida. Aquel día cómo ya he dicho, caminaba por una de las claustrofóbicas callejuelas, cuando pude oír un siseo, vuelvo la cara, pero no vi a nadie, entonces intrigada dirijo mis pasos hacia la puerta de uno de los palacios que tanto se prodigan por este entorno, al encontrarme con su puerta abierta asomo mi cabeza para contemplar aquel palacio por dentro, y también averiguar si ese siseo había salido de aquel zaguán, aquella tarde era luminosa, aún lucía el sol, pero aquel zaguán parecía no querer saber nada ni con el sol, ni con la claridad del día, pues se encontraba en penumbra, al fondo del zaguán, pude ver una puerta enrejada que daba paso a un precioso patio que se encontraba rodeado por diez columnas dé estilo Jónico en el centro un pozo con el brocal tapado con un enrejado de hierro. No pude por menos de sorprenderme al comprobar que la puerta que daba acceso al patio se encontrara abierto, entro con sigilo por si estuviera cerca el guardián de la casa, pero no vi a nadie, entonces me vi convertida en uno de esos turistas que lo curiosean todo para después poder contar lo que han visto en sus viajes y, me adentré hasta acercarme al pozo, en ese momento volví a oír el mismo siseo que había escuchado en la calle, en esta ocasión venía del fondo del pozo, intrigada me acerque al brocal, y sorprendida pude ver una mano que asomaba por el enrejado que me indicaba que me dirigiera hacia una pequeña puerta ojival, cuando llego a ella, ésta se abre, entro, ante mí un pasadizo estrecho de techo abovedado en forma de cañón, todo era oscuridad, hasta que vislumbré una pequeña tea en el fondo del pasadizo, camino hacia ella, allí de súbito me encontré con un etrusco salón donde parecía haber una asamblea, espero dudosa unos instantes antes de posicionarme para no ser vista por los que parecían caballeros, en aquel escenario, en esos momentos uno de los caballeros que tenía la palabra se encontraba diciendo, nadie debe saber que existimos, y mucho menos que salga a la luz nuestras intenciones ocultas. Yo escuchaba incrédula, pero ante las palabras del ponente todos parecían estar de acuerdo, hasta que uno de ellos, en un impulso, se puso en pie, dio dos pasos hasta ponerse en el centro del salón ante el asombro de los reunidos, con soltura se quitó la armadura, y ante ellos apareció una figura de mujer, la asamblea enmudeció ante aquella insólita presencia, habían sido burlados por una mujer, entonces y, antes de que pudieran los allí reunidos reaccionar por la sorpresa, la mujer comenzó a hablar, pero nadie la escuchaba, sólo se oían comentarios morbosos hacia aquella mujer que osaba pisar el terreno de los hombres, uno de los caballeros con voz potente hizo llamar a uno de sus lacayos que la sacó de la sala sin miramientos, dejándola así en manos de un desalmado rufián que la amordazó.








lunes, 13 de marzo de 2017

El costurero encantado

Aquella tarde, cuando el grupo de costureras entró en el taller después de haber comido todas juntas para celebrar el cumpleaños de la maestra se encontraron con una sorpresa desagradable. El espectáculo que allí había era muy extraño pues las telas que estaban confeccionando se encontraban revueltas y esparcidas por el suelo pero alguien con voz grave que nadie reconoció dijo:
-         Esto no tiene importancia.
          Y todas como autómatas empezaron a ordenar aquel desbarajuste.
Todo parecía estar solucionado y cada una se sentó en su bajita silla de enea para reanudar su tarea pero cuando una de las costureras necesitó la plancha, ésta no aparecía, se había esfumado y todas se miraron, pero no era ético desconfiar de alguien que trabajaba en el club.
Media hora después el viento empezó a soplar con inusitada virulencia, empujando las ventanas, mientras las costureras protestaban quejándose de su infortunio.
De repente se desató una terrible tormenta acompañada por viento,  agua y una descarga eléctrica. El agua al caer en torrente precipitado por los canalones parecía absorber las energías de las costureras allí reunidas. La tarde se hizo a cada momento más oscura y el viento se alió con el agua haciendo un tándem de terror. Los dos juntos abatieron el poste de la luz que iluminaba el barrio y quedaron todo en la más absoluta oscuridad,  sólo los rayos de luz cegadora se difundían por la negrura del taller dejando a todas aterradas.
Los transeúntes que por allí pasaban, alzaban la mirada hacia la tétrica ventana donde las doce mujeres parecían tener una lucha contra un enemigo difícil de abatir; eran los elementos sobrenaturales.
A oscuras, y cuando todo estaba sumido en tétrico silencio, Juana, dio un grito quejumbroso. Se había pinchado con una aguja de coser.
De nuevo el silencio…
De repente otro quejido salía del fondo del taller; Reme también había sido pinchada por la aguja de la máquina de coser al intentar rescatar la falda que ésta tenía aprisionada en su prensil.
La noche implacable empezaba a caer sobre ellas y ya ni siquiera se podían ver las caras, estaban sumidas en la más absoluta oscuridad. A cada minuto que pasaba parecía crearse una nueva situación. Alguien sale del baño, suena la cisterna, no deja de salir agua, se ha roto inundando el taller.
Los ovillos de hilos de colores junto con el gigante de hilvanar salieron de sus carretes e hicieron con su inmensa largura una maraña de hilos en el suelo que les atrapaba los pies, ya era imposible moverse. Una tijera empezó a cortar las piezas de tela que se encontraban encima de la mesa de corte y todas aterradas escucharon en silencio el rasgueo que producía el roce de la tijera al cortar la tela.
De nuevo otro rayo iluminó la estancia y recreó un panorama del taller patético.
Juana no parecía moverse y Reme, con voz trémula dijo:
-          No se encuentra bien.
-          Con mucho miedo decidieron salir pero la puerta estaba atrancada.
Aquella situación se estaba poniendo insostenible en aquel taller, ya no quedaba títere con cabeza, las prendas que estaban confeccionadas, empezaron a volar como almas perdidas.
Desde fuera, alguien gritó:
-          ¿Se puede saber qué hacéis con la luz apagada?
Al encender la luz se miraron unas a otras. ¿Qué ha pasado?, se preguntaban confusas, todo allí se encontraba en orden. Juana, como siempre medrosa se había acurrucado en un rincón sentada en su silla de enea y Reme se miraba las manos.
 ¡No se había pinchado con la aguja de la máquina!
Cuando Reme llegó a casa y contó lo sucedido el único que la creyó fue su hijo Gonzalo que al término del relato contado por su madre dijo:
-          Mamá, eso es que habéis tomado algún licor manipulado y como no estáis acostumbradas…
En definitiva, hay misterios que subyacen en el cerebro, haciendo creer ilusiones, temores y sueños.
Pero la plancha ¿dónde estaba? y la tijera ¿qué hacía encima de la mesa si siempre estaba metida en un cajón?