Un silencio sepulcral empezó a reinar y ella pensó
que sin duda alguna, todo tenía que tener algún significado relacionado con la
astrología, parecían estar esperando ese instante concreto.
Alguien alza entre sus manos un triángulo, Anna ya
no necesitaba pensar que se trataba era uno de los elementos de más
trascendencia cósmica…pronuncia el nombre de Hermes, el iniciado que guardaba
más secretos y sabiduría. De pronto el nombre de Anna es pronunciado por todos los
allí presentes. Sorprendida se encoge como si un gran peso le aplastara el
cuerpo, la imagen sorprendente de un triángulo con un ojo que todo lo ve le
dice que ella es la elegida para llevar las finanzas del mundo. Le hicieron
recordar momentos de cuando era estudiante, cuando uno de los profesores le
dijo: “Tú serás la poseedora del Gran
Sello” y ella quiso entender de que
debía tratarse de una distinción especial por sus inmejorables notas.
Un trueno irrumpe en el castillo y un rayo cae en
una de las torres que se desmorona como un terrón de azúcar. Los caballeros,
sin que ella pudiera hacer nada, van desapareciendo hasta quedarla sola entre
aquellas ruinas. Anna corre despavorida hacia la puerta por donde había entrado
pero un ruido infernal la paraliza, en uno de los rincones del oscuro pasillo
se encontraban amontonadas cientos de serpientes que luchaban entre ellas por
la supervivencia. No sabe qué hacer y como si le hubiera impulsado una mano
poderosa, da un salto y poco después de nuevo se encuentra en aquel patio, va
hacia la puerta de hierro, se abre con gran facilidad, sale presurosa, se
encuentra en medio de un campo que ella no conoce, se pone a caminar llena de
incertidumbre. Un muchacho se acerca a ella, se asusta, no sabe quien lo manda,
pero el muchacho le ofrece el cartapacio que aquellos caballeros le habían
dado.
Lo coge y con él en la mano se pone a caminar cuando
se encuentra un labriego que tira de un carro lleno de heno, el hombre la mira
y le invita a subir a su carro, no pregunta nada, pero Anna vio en su mirada
una cierta comprensión al ver el aspecto que tenia.
No supo cómo en aquel pueblo perdido de Extremadura
pudo encontrar un taxi para que la llevara a su casa. Aquella noche tardó en
conciliar el sueño a pesar del cansancio que sentía, pues desde que salió de
aquel castillo no dejo de martillearle la cabeza.
Por la mañana, después de lavarse la cara, se mira
al espejo, no quiere pensar en nada, se viste de prisa, tiene que ir a trabajar, coge el bolso, baja las escaleras
de dos en dos hasta alcanzar la calle, necesita respirar para creer que lo que
ha vivido ha sido sólo un sueño.
Entra en el banco y un empleado le dice que la
esperan en su despacho, empuja la puerta con decisión, allí no había nadie,
Anna repara en un paquete que estaba encima de la mesa, su mano tiembla, no se
atreve a abrirlo, después de estar un rato mirándolo, coge la tijera y corta la
cuerda que asegura su envoltorio. Allí se encontraba un fajo de billetes de un
dólar con el símbolo masónico y una nota, que decía:
“Ya
hemos atrapado a los que querían hacerte
chantaje. Estamos muy contentos con tu trabajo, esperamos que siempre
siga así…”
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