jueves, 31 de octubre de 2013

Las Dolomitas (1ª Parte)


Marta, se encontraba sentada en el sofá de su salón, mirando fijamente el tablero de ajedrez que se encontraba encima de una mesita auxiliar, donde cada noche, y desde que contrajo matrimonio y, como si nada más importante hubiera que hacer en el mundo, su esposo, junto con su hermano, jugaban cada noche y sin pestañear una partida que, en algunas ocasiones, se encadenaban una tras otra, aquellas jugadas podían  llegar a prolongarse hasta muy entrada la noche. Ella, siempre esperaba hasta el término de la partida, para prepararles un café con unos dulces, para que se les aliviara el desgaste producido por la partida.
A Marta, lo que más le irritaba y, que cada día le era más imposible de soportar, era la cara de estúpidos que ponían al término de esta. Eran tan engreídos y vanidosos, que en realidad ni  tan siquiera se jugaban nada para así poder hacer más interesante la partida.
Eran los dos tan anodinos, que a veces desde el silencio y, cuando ella levantaba la mirada del libro que estaba leyendo para dirigirla hacia el tablero; observaba, que, a ninguno de los dos ellos que se creían tan listos y tan inteligentes, nunca se les había ocurrido, que, ante una buena jugada, nunca se debe despreciar al peón, sobre todo, si, lo que pretendes, es vencer a tu contrincante; el jugador, no puede olvidar jamás durante la partida, que un peón, bien colocado, puede llegar a tener más poder que un rey.
Una mañana al levantarse, y después de desayunar, sintió una extraña sensación de vacío y debilidad en las piernas; nunca hasta ese momento se había puesto a pensar tan detenidamente en cómo estaba transcurriendo su vida, esa clase de vida que desde años le estaba asfixiando.
De repente se dirige al cuarto de baño, se mira al espejo, y el espejo le devuelve una imagen que le desconcierta, pues allí, reflejada estaba la cara de una mujer joven, demacrada, que en torno a sus hermosos ojos; unos ojos que siempre fueron objeto de admiración, ahora, se mostraban con una aureola de un horrible color grisáceo.
En unos momentos reacciona; coge una barra de labios y, se da un toque en aquellos pómulos que lucían níveos como la misma muerte; pero que al instante con la ayuda de un lápiz labial, se tornaron de un color sonrosado. Se dirige al armario, toda la ropa que tenía estaba pasada de moda, elige la que le parece la más adecuada; en unos momentos, hace el equipaje, ya lo tenía decidido: Desde ese momento, su vida sería otra.
Con la maleta en la mano empezó a abordarle ese sentimiento absurdo de remordimiento que le hace retroceder unos pasos, pero reacciona y, sale de aquella casa que nunca supo el por qué, pensó si en realidad había sido alguna vez suya. Por qué siempre que regresaba de la calle y, cuando se encontraba en el vestíbulo, le entraba un intenso dolor de cabeza. Pero aquella mañana, cuando abrió la puerta para salir, quedaba tras ella, un silencio que tan solo fue roto por el aullido lastimero de un perro que el viento parecía arrastrar hacia el olvido.
Cuando aquella mañana bajaba los cinco peldaños que la introducían hacia un destino desconocido,--se dijo,--Soy tan insignificante, que si desaparezco de la faz de la tierra, nadie preguntará por mí, y el mundo seguirá girando igual y, no pasará nada.
En el trayecto Cáceres—Madrid, ya no le atormentó, ninguna duda. Cuando llegó a Barajas, saca un pasaje en las  aerolíneas  italianas. Era una necesidad para ella el poder pasear con la mente despejada por aquellos prados que tanto soñó, tapizados de bosques y, también poder admirar vertientes salvajes y sentir al mismo tiempo cómo te crujen las cervicales cuando haces el esfuerzo de querer alcanzar con la vista, las afiladas crestas de los grupos rocosos que, un día, no supo cómo se enteró que existían en los Alpes italianos, donde al atardecer en  las montañas rocosas llamadas Dolomitas, éstas se tiñen de color rosa casi transparente, y otras veces como si fueran hechizadas quizás , influenciadas por él sol, se tiñen de color rojo.
Marta, cuando llega a Italia, desde el aeropuerto se traslada en autocar hacia la región de Trentino, desde allí, en un taxi se dirige a Alto Adagio, donde se hospedaría en una cabaña de estilo tirolés,  según  decía  la publicidad y, que se hallaba situada en mitad de un prado de belleza inigualable, donde ella,  previamente desde el aeropuerto de Fiumicino, había contratado una habitación para alojarse.
Cuando llega a su destino, ante sus ojos se  extiende un gran valle salpicado de típicas cabañas tirolesas; tal como decía  la información que leyó en el folleto. Cuando llega a la cabaña que había contratado, se instala en una confortable habitación, al cerrar pudo ver que grabado en metal en la puerta se encontraba el número trece. Una vez dentro de la habitación, al cerrar la puerta, no supo cómo, pero creyó oír, una suave melodía de Verdi, al mismo tiempo, un olor se extendió por la habitación arropándola como un manto suave y perfumado, que la envolvió, mientras, creía ser transportada hacia uno de los picos más alto de las Dolomitas, donde su cuerpo, por unos instantes creyó, se había fundido con aquella maravillosa marmolada.

............. (continuará....)

viernes, 25 de octubre de 2013

ANTAGONISMO (2ª Parte y final)



Una vez tumbadas en las blancas hamacas, ven a  un hombre que subido en lo alto de un trampolín, parecía mirarlas, cuando se  dan cuenta de que son observadas por aquel individuo,  desde aquella altura no podían verle los ojos, pero su cuerpo desprendía insolencia y un orgullo que les hizo temblar, las dos se miran, en ese instante una ráfaga de aire les atravesó el cuerpo, aquel hombre desde lo alto no supieron cómo las hizo volver a entrar de nuevo en el infierno. Salen de la piscina, no se piden explicaciones. En la habitación se visten para salir a cenar como si no hubiera pasado nada. Cenan en el Cheny Garden, más tarde y cuando la cuidad bullía a la luz de las farolas, toman una copa en una terraza con vistas a una bahía. Aquella terraza era la más concurrida por turistas, por ser uno de los escasos espacios que se permitía fumar, teniendo en cuenta que, es el país que más persigue al fumador.
Se acomodan frente al mar, recibiendo la fresca brisa, un camarero les ofrece en una bandeja  diversas marcas de tabaco, las dos eligen un cigarrillo bajo en nicotina; pues tan solo, querían disfrutar del ambiente. A la salida, el portero del local les pide un taxi, en la corta espera, ven pasar casi rozándolas un hombre extrañamente alto, que percibieron al mirarlas, que, en aquellos ojos rasgados de color almendra había algo raro, Blanca, dice, para disipar el desasosiego,--- creo decididamente que este no es mi tipo---
Al llegar de nuevo al hotel ya estaba apuntando el alba, de uno de los salones a la derecha del Hall, sale una melodía que invade el espacio, para borrarse el mal sabor de boca,  entran, todo aquello era como un sueño, Marta, se dirige a Blanca, aquí me gustaría encontrar el amor; Blanca sonríe, pero, la sonrisa se le hiela cuando, ve en una esquina de la barra a aquel hombre raro, era el mismo hombre que vieron a la salida de la terraza de fumadores, pero…Blanca se queda sin aliento, antes no lo había reconocido. Era también, el hombre del trampolín. Las dos tiemblan ante aquella mirada, tanto, como si hubieran visto al mismo “demonio”. Salen precipitadamente de allí, van derechas a la habitación; una vez dentro, ni la suntuosidad, ni la belleza de la estancia, les mermó el desasosiego que sentían…aquella mirada, no se dijeron nada, pero las dos sabían que estaban huyendo de un hombre parecido, del que habían estado presas. Aquellos  ojos, eran los mismos que tenía aquel hombre,  que con engaños de amor las hizo asomarse al infierno. ¿pero… acaso no estaban allí para enterrar el pasado? ¿Qué motivos había para que emergieran?.
Por la mañana deciden recorrer la ciudad del León, como es llamada etimológicamente, por encontrarse entre Malasia e Indonesia, todo era majestuoso, siendo digna la ciudad de su emblema, todo parecía estar regido por un rey, un rey poderoso como el de la jungla, en este caso era urbana, donde las razas se mezclan por las grandes avenidas en convivencia pacífica.
Recorren las aceras interminables, con las fachadas de los grandes almacenes adornados de  banderas multicolores con su emblema, grandes luminosos anunciando mercancías. En aquella avenida, descubren un inmenso jardín vertical, de árboles y edificaciones imponentes donde descubren que se encuentra el mayor centro financiero de Malasia.
Se sientan en la terraza de una cafetería para reponer fuerzas, un camarero las acoge con amabilidad, les dice que dentro  hay  una salita de té muy cómoda. Cuando hacen intención de levantarse para entrar en la sale que amablemente les ofrece el camarero. Marta da un respingo, de repente creyó ver reflejado en un espejo retrovisor de un coche, a  aquel hombre de mirada dulce y ojos color esmeralda, que un día le salvo de un  infierno cruel, pero, cuando da un paso para acercarse al coche, confusa, de nuevo da un paso atrás, pues creyó haber tenido alucinaciones.
Blanca hace una señal con los ojos a su amiga. Marta le sigue la mirada, frente a ellas dos jóvenes las miran, se acercan…somos españoles, las dos callan, los chicos siguen hablando mitad castellano, mitad ingles. Cuando las chicas rompen el silencio, la alegría del grupo se hizo patente cuando uno de ellos, dice, somos cacereños. Después de recordar la tierra, alaban aquella isla de contrastes, que al disponer de poco terreno, lo suplen con la arquitectura vertical, no  olvidando hacer edificios hermosos.
¿Lleváis mucho tiempo aquí?
Contestando Álvaro, lo suficiente para saber que en esta parte del mundo se exhala belleza por los cuatro costados. Trabajamos los dos en una financiera, aunque nos queda poco tiempo, se nos termina el contrato.
¿Os vais porque no sois felices aquí? Sí, dijo Gonzalo con una sonrisa de oreja a oreja, dejando en el aire un halo de misterio. La verdad es, que no solo vinimos a trabajar, sino también para  buscar lo que parecía negarnos nuestra tierra. Los dos amigos se miran, Álvaro el que parecía el más tímido de los dos, de repente le cambia la expresión de la cara, frente a ellos, en mitad de la acera vestido de etiqueta, se encontraba aquel hombre siniestro.
Un viento racheado empezó a rugir por la avenida, se refugian en unos grandes almacenes, ninguno habla, pero los cuatro se encuentran inquietos, corriendo suben por las escaleras mecánicas y, cuando Álvaro da el último paso para adentrarse en el rellano de la  segunda planta, un rayo atravesó la vidriera de la claraboya, para caer en las escaleras por donde subía aquel hombre vestido de etiqueta y con ojos de infierno que parecía perseguirlos y  que estuvo a punto de alcanzarlos.
Ningún cliente de los que se encontraban allí supieron de aquel rayo que cayó en las escaleras y, fulminó a aquel ser despreciable. Para calmar sus ansiedades, compran impulsivamente, salen de nuevo a la calle, el día se les antojó más placentero que unas horas antes. De repente, ven cómo se acerca a ellos el hombre de ojos verdes , Gonzalo y Álvaro les tienden la mano, se saludan, las dos amigas no salen de su asombro.¿Quien era aquel hombre? ¿De qué lo conocían?
De repente se desata un huracán que hace temblar la chimenea en el tejado de aquella casona de campo que, habían alquilado junto  con los amigos para aquel fin de semana.
Ya se encontraban todos en el salón de la casa, súbitamente alguien entra, en aquel momento el aire cesó, el salón se iluminó con la claridad del amanecer, allí en medio de ellos se encontraba aquel hombre de mirada dulce. En ese momento el ruido de un motor irrumpe, perdiéndose en la lejanía. Este, movió la cabeza mientras sonreía. Todos estaban en aquel salón, menos aquel chico nuevo llamado Fausto, que nadie sabía quién lo había invitado y, que desde que llegó, rompió la convivencia del grupo con tan solo su presencia. En su ausencia, de nuevo reinó la armonía entre aquel grupo de amigos.
Alguien, dijo desde el fondo del salón, ha sido un alivio para mí el perder de vista esos ojos…el silencio se hizo patente, mientras todos recordaban aquella mirada, que parecía diabólica. No hubo dudas, desde ese momento supieron quien era, pues había desaparecido al verse descubierto. Siendo por todos,  sabido que, las ratas siempre huyen por las alcantarillas.
Nunca dejarían de asombrarse al recordar aquella mirada oscura y penetrante, que les hizo tener pesadillas. No podía ser otro que la encarnación del “Averno”.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Entrevista para El Rincón Extremeño de la emisora Radio Unión Cataluña

Queridos lectores:
El pasado sábado día 19 de octubre fui invitada al programa de radio de El Rincón Extremeño.
El Rincón Extremeño se hace para disfrutar de esta tierra que es Extremadura y poder invitar a través de las ondas y la ilusión de la gente a un viaje a los largo de su tierra extremeña, visitando sus pueblos, comarcas, valles, senderos, gastronomía, personajes...
Un programa para todos los Extremeños y no Extremeños que quieren conocer lo relacionado con la cultura extremeña.
Gracias a Fernando Montes, Jesús Baños, Dionisio González, Verónica Vicente y Rosa Perona (que presenta un poemario este sábado día 26 en la Biblioteca Pública de Cáceres a las 12 de la mañana) por hacer tan agradable el encuentro en el Palacio de Oquendo (Plaza de San Juan de Cáceres).

Podéis escuchar la entrevista en el siguiente enlace:
entrevista el rincón del extremeño

Todos los sábados se puede escuchar el programa en:
www.radiounióncatalunya.com
90.8 de FM Barcelona


Os dejo con unas fotos:

                                         Foto de grupo con mi marido en la entrada del palacio.


Con Jesús Baños y Rosa Perona.

 
Con la poeta Rosa Perona.






                                                                Con Franquete en primer plano.

viernes, 18 de octubre de 2013

ANTAGONISMO (1ª Parte)



No sabía o quizás, no quería pensar en los motivos por el cual había dejado a su novio: hombre atractivo, de porte distinguido, que se adornaba con unos ojos de un negro intenso, misteriosos. Era un bello atardecer de otoño cuando paseaba con él como era habitual desde hacía un año por una recóndita alameda de un parque de la ciudad catalana: No supo cómo sucedió, pero aterrada vio aquella tarde al mirarlo cómo la cara de su novio en unos instantes se transformaba; aquella belleza y, mansedumbre que le enamoró, desapareció en unos segundos y, entonces pudo  ver aterrada que aquella cara  pertenecía a otra persona; la careta de aquella belleza que la cautivó, se había caído al suelo, la magia del amor, había desaparecido de aquellos ojos negros, como el azabache que ella tantas veces había mirado extasiada cuando, en soledad,  eran arrullados por el suave murmullo que hacen las hojas de los álamos cuando son mecidas por la brisa: No quería recordar, porque ahora  sus ojos parecían desprender rojizos fogonazos de fuego y terror. Sus manos se convirtieron en dos garfios de hierro que se aferraron opresores en sus brazos, haciéndole dar un gemido de dolor, el, con ira contenida, trataba de detenerla ante su oposición.
Alguien en esos momentos aparece se pone ante ellos, era un hombre, alto, atlético, su cara desprendía bondad, en aquella penumbra destacaban en él unos ojos de color verde claro que radiaban destellos como dos ágatas pulidas. El novio de Marta ante la mirada de aquel hombre se arrugó como un globo recién des hinchado.
Marta, después de una semana de insomnio y desasosiego, no conseguía arrancar de su pensamiento la visión de aquellos ojos negros, llameantes, que habían dejado en lo más recóndito de su ser una extraña sensación antagónica, por un lado, terror, por otro lado, le hacía sentir una dulce sensación de alivio. El cobarde, desapareció al ver ante él a aquel hombre salvador. En esos momentos al ver que aquel ser extraño se alejaba de ella;  tuvo una reacción de euforia, se sentía como un pájaro que cuando le abren la puerta de la jaula, en su alegría  y, precipitada salida, no encuentra el camino de la libertad.
Una mañana, sale de su casa sin rumbo fijo acompañada, como hacía unas semanas, de sus apesadumbrados pensamientos.  A pesar del bullicio que se vive por las calles en la ciudad, a la hora punta. Ella, se sentía, totalmente sola, aislada del mundo real, deambulando  sin tener ningún objetivo. No supo cómo, se paró ante un escaparate de una agencia de viajes, donde  un poster anunciaba a todo color tras el escaparate, “Viajes a  Singapur”; escudriña desde fuera la oficina, dentro, se encontraba aquel hombre esbelto y de mirada dulce, sus ojos se cruzan, él sonríe, Marta, como si fuera empujada por una fuerza invisible, entra en la agencia, no supo el motivo que le impulsó a entrar, pero de pronto, se vio pidiendo un folleto sobre la ciudad de Singapur. Cuando tiene los folletos en las manos, mira hacia atrás, necesitaba ver a aquel hombre  para darle las gracias y, ve cómo salía por la puerta saludando con la mano en alto a los componentes de la oficina.
Marta tarda en reaccionar; cuando lo hace, aquel hombre había desaparecido.
Marta había salido de Cáceres hacía tan solo un año hacia Barcelona por motivos de trabajo: Aquel día cuando llega a su apartamento, lee detenidamente aquel folleto, no supo el porqué se extrañó tanto al saber que allí ponía que tan solo había 14 h de vuelo desde Barcelona  a Singapur y, en tan solo 14h de vuelo desde el aeropuerto del Prat al de Changí en Singapur, también, le pareció excepcional, de que hubiera cuatro vuelos directos semanales desde Barcelona.
Y sin saber cómo se vio llamando a su amiga Blanca; tenía tiempo suficiente para organizar el viaje, que extrañamente le había fascinado, ante este pensamiento, su rostro se entristece, desde que llegó a Barcelona, y después de un año, que fué el que duró su noviazgo con aquel hombre, que tan solo recordaba su mirada siniestra, no había vuelto a tener contacto con ella. El nunca le permitió fomentar la amistad con nadie pero, ¿ qué fue lo que vio en aquel hombre para llegar a olvidar a una gran amiga?. Después de unos minutos de reflexión, llama a Cáceres, una voz inconfundible contesta y, sin que le diera tiempo a  disculparse, al otro lado del hilo una voz inconfundible para ella, le dice. Sabía que me llamarías algún día. Marta siente ante aquellas palabras de amistad sin reproches, cómo su corazón se encoge y, tan solo le dice: Blanca he proyectado  un viaje ¿te gustaría acompañarme?
Una semana después las dos amigas juntas emprenden el camino hacia el aeropuerto del Prat, allí sacan un pasaje de clase Business. Una hora después son llamadas para el embarque, habían elegido la aerolínea con la tripulación más moderna y mejor preparada del mundo, llamada  las—Singapores  Guerls---estas líneas estaban creadas para viajes especiales que consistía en tener la más alta técnica del lujo. Las dos ilusionadas se olvidan de los problemas pensando que aquella travesía de altos vuelos les proporcionaría sorpresas agradables.
Al entrar en la nave, las dos miran deslumbradas, dentro, los asientos de color verde mar invitaban al relajamiento, eran tan grandes que se podían utilizar como camas, aquella nave les aseguraba poder soñar durante el vuelo, al encontrarse cerca del cielo.
  Llegan a la ciudad, un coche del hotel donde se van a hospedar las recoge en el aeropuerto que las conduce al Mandarín Singapore. Aquel hotel fue elegido por ser diferente, de todos los que vieron en él folleto. Ya, en la puerta y antes de entrar admiran su arquitectura que luce esplendorosa en forma de un gran abanico, en el exterior un precioso jardín se mostraba imponente custodiando el edificio, todo parecía que incitaba a dejarse mimar.
Cuando recorren la habitación de una decoración indescriptible de belleza y buen gusto, deciden ir a la piscina para mitigar el calor, aún quedaba tiempo hasta la hora de la cena. Una camarera las conduce, hacia las piscinas, se acomodan en sendas hamacas, siendo obsequiadas con toallas, cremas solares, refrescos y hasta, la prensa en español…sin duda si existiera el paraíso, estaban seguras estaba allí.

.... continuará

viernes, 11 de octubre de 2013

Las Flores de tu casa nunca se marchitan (II parte)



Se apoya en la pared, se encuentra confusa, todo es irreal, (se decía una y otra vez) entra en una de las muchas  habitaciones que componen el piso, asombrada mira los muebles, no cree reconocer los mismos que ella vio de pequeña, estos que estaba mirando estaban relucientes, y eran de un refinado y antiguo diseño de extraordinaria calidad, y si eran los mismos muebles que ella no entendía el  porqué no recordaba ¿pero cómo podían estar así de nuevos después de tanto tiempo trascurrido envueltos en el olvido?. Sigue su deambular por la casa, se para en seco, otro de los cuadros allí colgados parece salir una voz que la llama, pero en su confusión no está segura que  hubiera pronunciado su nombre con exactitud, mira el cuadro detenidamente  no encuentra nada que pudiera llamarle una especial atención, tan solo era un paisaje de Vladimir, antigua ciudad por la que se accede por unas majestuosas  puertas de oro…mirándolo recuerda pequeños retazos de la historia, y recordó que los habitantes de “RUS “fueron los que impidieron a los tártaros la invasión de la ciudad, también en aquella tabla se encontraba pintada la Catedral de La Asunción de la Santísima Virgen, que se podía apreciar con nitidez y maestría la piedra blanca con la que fue construida; antes de proseguir, se queda unos minutos pensativa…
Llega al final del ancho pasillo, y coronando el montante de la puerta, allí impertérrito con una mirada poderosa, estaba el retrato de Iván El Terrible… ¿pero que hace en su casa aquel retrato? las piernas le empezaron a temblar, esa mirada…nunca supo el motivo por el cual ese nombre le dio connotaciones extrañas, a pesar de haber dado a Rusia la mayor prosperidad de la historia en unos territorios que se estaban unificando para que surgiera esta nación.
No sabe que pensar de todos estos personajes que no tenían nada que ver con ella, pero se asustó al reconocer que todos y todo lo que había allí  pintado en aquellos cuadros les eran familiares; no sabe qué hacer se encontraba en medio de nuevas experiencias que no sabía controlar, y por mucho que buscara en su cerebro no encontrando la formula de salir indemne de todo aquello, se dirige a la puerta de salida en un estado de excitación, mientras murmura…esto no puede ser cierto, estoy segura que todo es un mal sueño.
Al pasar por el salón ve a la señora del cuadro departir amigablemente con su bisabuelo; los dos parecen sentirse felices juntos, degustando sendos “blinis” con caviar. Las palpitaciones se le aceleran, las piernas le empezaron a doler como si las tuviera aprisionadas en un cepo  de caza.
De pronto su bisabuelo pronuncia su nombre…ella responde a esa llamada, pero…¿si ese no es su nombre? Siempre supo que se llamaba Tatiana, de eso estaba segura, y… ¿Por qué la llaman ahora así? Entra querida, te presento, aunque creo que ya os conocéis de más a …Odigitria, Tatiana antes de saludarla la mira fijamente. Después de unos segundos de confusión y silencio solo pudo decir, ¿Por qué ostentas el mismo nombre que el de la virgen que pintó el Evangelista Lucas?’. La mujer la mira con la misma fuerza que minutos antes había percibido ella cuando creyó ver por primera vez aquel cuadro. Su cuerpo empezó a temblar cuando la mujer se inclina para levantar parcialmente la falda de su vestido hasta dejar al descubierto el tobillo, dejando al descubierto una señal roja en forma de cruz que solo podían llevar los hijos ilegítimos de los primeros Zares. Su cuerpo empezó a tambalearse hasta caer al suelo, cuando se repuso del síncope supo por intuición, que aquella mujer era la misma niña que fue retratada en el bosque de abedules, pero… esa señal era igual que la que ella lucía en su tobillo.
Una sonora carcajada se oye al compás de unas fuertes pisadas que hacían retumbar la tarima del pasillo…¿estas bien querida? ¿Te lo estás pasando bien? Yo he disfrutado como nunca viendo cómo casi te vuelves loca, (era la voz de su marido) y eso querida solo ha sido el principio de las sorpresas que te tengo preparadas.
Tatiana mira a su marido igual que se mira a un ser extraño, el sonríe, Tatiana se acerca a una de las vitrinas donde se guardan las antiguas armas de fuego, coge una de ellas lo apunta para intimidarlo, pero aquel desalmado ríe cada vez más fuerte, estaba seguro que aquellas armas eran inofensivas al estar en desuso, pero de repente, un sonido seco de un tiro inundó el salón mientras un cuerpo sin vida cae al suelo. Después silencio…en unos segundos toda la casa estaba igual que ella la había conocido. ¿Pero dónde estaba el cadáver de su marido? Unas gotas de sangre en el suelo de madera denunciaban que allí había estado un herido.
Su mente se quedó en blanco, sus presentimientos se desvanecieron, ahora sabía de dónde venía…¿pero sabía acaso adónde iba?
Se acerca al balcón, lo abre y deja que se inunden sus pulmones con el frescor de la nieve; cuando entra de nuevo con energías renovadas, ve encima de la mesa del salón, un trozo de Ámbar transparente… indolente deja caer su cuerpo en el sofá, ella creyó haber resuelto el enigma de su vida, ese que tantos desasosiegos le había causado pero …¿qué significado podía tener esa gema para ella?
Y recuerda… ¿cómo nunca la llevaron de pequeña a visitar aquel palacio de San Petersburgo que tanto llamaba la atención de sus visitantes aquella sala especial llamada Ámbar?.
La gema en sus manos parecía cobrar vida. Mientras en su transparencia se reflejaba su rostro de adolescente.