martes, 10 de abril de 2018

La pensión 2ª Parte

Ante esta observación parece aumentar su nerviosismo, entonces el que parecía más calmado y seguro de sí mismo  –dijo—sea cómo fuera esto, hay que hacerlo cuanto antes, en todo caso había que llamar a Francia para decir que parte de la mercancía que se transporta  es perecedera, por lo tanto debe tener prioridad en su entrega ante cualquier otra que  tenga previsto su llegada a Marsella. Uno de los hombres cambió de voz, parecía que se había tragado algo pues hacía que su voz fuera ronca y entrecortada, mientras el otro interlocutor, levanta el tono de voz para decir, creo que sería una locura llevarla a Francia, entre los dos se hizo un silencio, que se rompe cuando  uno de ellos dijo; pero tampoco podemos hacer lo de siempre, las pisadas de los hombres por la habitación parecían agitadas y al mismo tiempo  vacilantes, pues Anna, podía sentir desde el salón cómo vibraban las vidrieras antiguas y emplomadas  de la puerta.
El que parecía haberse tragado algo—dijo—alguien de la empresa de transporte puede sospechar de nosotros al ver que nos movemos mucho por allí, creo que debemos buscar una segunda alternativa, pero, ¿Cuál? Perdiendo por momentos la compostura ante el que creyó Anna era el compinche, lo mandó callar, aquella orden le pareció a Anna que resonó en aquella habitación como un trueno. Y con voz sumisa se atrevió decir, otra opción sería tirarla al río Manzanares, por ahora no se me ocurre otra cosa que sea más segura para nosotros, la mayor parte del río está canalizado y, seguro que tardarían unos días en encontrarlo, y esto sería añadir un factor favorable para nosotros, pues cómo el ambiente en estos momentos se encuentra un poco convulso, puede que los de la criminal quieran resolver cuanto antes este asunto alegando que ha sido el consabido ajuste de cuentas entre un narco y una prostituta deslenguada.
Anna no puede creer lo que estaba escuchando, mientras los hombres siguen inventando estrategias para salir airosos de aquel trance, en  unos minutos,  uno de ellos dijo convencido, no creo que lo de tirarla al río sea la solución más acertada, pero el de la voz atragantada insiste, creo que es la mejor alternativa, también tenemos que tener en cuenta, que en el caso que lo hiciéramos y encontrasen el cadáver, si esto sucediera antes de que pudiéramos   arreglar nuestra huida, si claro, y escabullirnos de lo que tenemos encima, que es un buen tufo,  aunque esto que estamos pensando puede ser  sólo  hipotético, porque, hay que pensar también que forzosamente tiene que haber una investigación.
Ante esta reflexión, entre los dos hubo un silencio que a Anna la puso aún más nerviosa.
¿Has pensado si esta descerebrada ha limpiado bien y no ha dejado ninguna huella que nos pueda identificar? Yo por mi parte, no la toqué, entonces no hay de qué preocuparse, yo tampoco, ni siquiera la rocé.
Entonces, -dijo-el de la voz atragantada, no tenemos otra solución que la de sacarla de España cuanto antes. Anna cada vez más asustada no se atreve ni a mover un dedo, pues estaba segura de que se trataba de una mujer que había sido asesinada. Una de las voces parecía lamentarse, cuando dijo, ahora como siempre nosotros tendremos que limpiar la mierda que sus caprichos de millonaria va dejando.
Minutos después aquellos hombres entran en el salón, no sabían que hubiera alguien en el salón y, miran a Anna con desconfianza, pero ella, seguía con las dos manos aferrada al asa de su maleta, mientras disimulaba estar con la mirada perdida  clavada en el televisor, los dos hombres se sientan frente a ella, parecían seguir una conversación ficticia, que no parecía ser coherente, pero sus caras parecían desprender satisfacción delante de ella, Anna sacó la conclusión de que ante el dilema que habían discutido se bastaban ellos solos para resolverlo, pues  parecía que ya habían decidido cómo deshacerse de aquel  problema.
Pero Anna de lo que estaba segura era de que permanecería el tiempo justo en aquella pensión hasta recuperar su carnet de identidad, una vez fuera ya buscaría la manera de analizar aquella conversación, que escucho desde el salón, más tarde podría aclarar con quien correspondiera lo que escuchó, toda su narración  estaba segura daría una pista a la policía en el caso de que hubiera alguna desaparición extraña…un grito se ahogó en su garganta, ¿y si la víctima era Rebeca? Y, ¿si era el cadáver que vio bajar por las escaleras?
En esos momentos la patrona interrumpe con su voz impertinente su elucubración, cuando  dice desde la puerta, que ya se encontraba su habitación disponible. Anna  sube las escaleras tirando de su trole, cuando de repente como una aparición, pudo ver en el fondo del pasillo la silueta de una mujer, vestida elegantemente con un traje largo de noche desentonando en aquel ambiente, que al verla le saluda con la mano haciendo resonar las múltiples pulseras doradas como campanillas, Anna, se inquieta al no  poder distinguir su rostro.
Aquella noche Anna presa de inquietud  no se acostó, se encontraba demasiado excitada,  sentada encima de la cama comenzó a  repasar  mentalmente  todo lo que había escuchado y ocurrido desde que había llegado a Madrid
 ¿Por qué el taxista hizo ese gesto extraño cuando ella le dio la dirección de aquella pensión?
Serían las cuatro de la madrugada cuando Anna en su desvelo oye unos pasos por el pasillo, parecían pasos vacilantes, de repente nota que se paran ante su puerta, Anna se queda sin respiración, poco después oye una voz que parecía venir de  detrás del tabique de la habitación contigua, que le dijo en susurros, no abras  la puerta bajo ningún concepto, no temas estamos cerca de ti.

 Anna entra en el lavabo, se lava la cara, quería estar segura de que todo era un sueño, de repente pudo oír el chirrido que hace el pomo de la puerta al ser girado, el pomo estaba cediendo pues giraba lenta muy lentamente hasta abrir la puerta.





No hay comentarios :

Publicar un comentario