domingo, 22 de abril de 2018

El tridente (1ª Parte)

Aquel día me encontraba cabizbaja, paseando mi melancolía me llevó hasta la playa, cuando indolente me encontraba mirando al mar, de pronto despertó mi curiosidad cuando ante mi  pude divisar una nave que me pareció por su magnitud  era impresionante, se encontraba  arboleada en toda su superficie cerca de la playa, pero a pesar de todo  desde donde me encontraba me pareció difícil precisar la envergadura de aquel barco.
Yo desde la orilla calculé que al ser tan grande debía tener al menos unos veintidós remeros para moverla. Después de hacer un somero análisis, me hizo creer por su aspecto exterior que parecía moderna, pues desde la supuesta lejanía se podía apreciar que disponía de una peculiaridad muy especial en esa clase de embarcaciones, cómo era, la de disponer de un timón lateral que se encontraba situado a la derecha de la marcha.
Me asusto, al pensar, en qué me basaba al hacer  esa descripción tan exacta y con tantos detalles si nunca fui marino, ¿Estaría acaso viviendo un fenómeno complejo de los que suelen llamarse mundos paralelos?
Intento despejar mi cabeza, cuando…
En unos minutos creí percibir que el barco clavara el ancla en la arena,  me puse nerviosa y, pensé, pronto toda aquella tripulación invadiría la playa y no me dejaría disfrutar de mi soledad.
De pronto inesperadamente, se levantó una terrible tempestad, las olas llegaron a alcanzar hasta los nueve metros, esta virulencia me lleno de  asombro pues este fenómeno no llegaba a la orilla,  sólo estaba ocurriendo dentro del mar, haciendo con aquel repentino  tifón acuático zozobrara la nave, en mi observación vacilante tampoco acababa de entender, como me llamó la atención ver al capitán moverse con soltura por la cubierta ante este imprevisto cambio de tiempo, porque dirigiéndose a la cabina de mando con gran destreza hizo un viraje de timón, que al ser tan brusco en su balanceo casi se da de bruces con otra de las  embarcaciones que se encontraba parada  con los motores a medio gas muy cerca de ella.
Todo me pareció irreal pues esta nave me sorprendió por haber surgido de la nada en mi horizonte, después de superada la sorpresa de su aparición, me gustó, pues poseía  un aspecto sencillo y, a mi parecer elegante, sus velas parecían darle la autonomía suficiente como para poder alcanzar gran velocidad en el caso de que fuera atacada por algún barco corsario.
De pronto en la cubierta de uno de los barcos hizo su aparición una figura de mujer frágil pero  ágil, que dando un salto desde la borda, se sumergió en las aguas hasta llegar a cubrirle la cabeza, yo desde la orilla, sigo cada vez con  más interés y escepticismo  todo lo que pasaba en aquellos dos barcos.
Entonces y sin saber que estaba sucediendo aumento mi curiosidad, pues me estaba viendo envuelta en una especie de locura que supuse debía ser transitorio, porque, de nuevo ante mis ojos asombrados, las aguas del mar se volvieron transparentes, tanto, que  hasta se podía  ver el fondo del mar con sus peces nadando con total nitidez.

Los marineros del barco de la gran vela, ante este fenómeno, comenzaron a correr despavoridos por la cubierta. Y cuando implorante levanté mis ojos al cielo pidiendo una explicación de lo que estaba sucediendo, bajé la vista hacia la arena y, al levantarla pues me encontraba desorientada, de nuevo atónita, presencié como del fondo del mar, empezó a emerger una legión que más que piratas de mar parecían fantasmas, pues se encontraban pertrechados con una vestimenta extraña, pegado a sus costados tenían alas de acero, que al recibir los rayos del sol relucían desprendiendo destellos tan brillantes que, cegó a los marineros que se encontraban en la cubierta de la nave, obligándole con su claridad cegadora a quedar  pegados en la cubierta cómo si fueran estatuas.






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