lunes, 21 de agosto de 2017

La Licenciada en arte. Final

Una vez en soledad, Anna comenzó a repasar mentalmente todo  el contenido del apartamento, pero no se le había ocurrido mirar, sólo pensó en el mal gusto que tenía su amiga, entonces el corazón le dio un vuelco, cuando recordó  aquellos horrendos collares jaguayanos que se encontraban colgados en el perchero, aquellos collares no le parecieron que fueran flexibles como era lo lógico que lo fueran, su base era la de un cilindro rígido, ante este pensamiento tembló como si en esos momentos estuviera recibiendo una descarga eléctrica.
Había sido engañada, había servido de señuelo, y ahora se encontraba prisionera.
De pronto, una voz le hace volver a la realidad, Anna ¿me oyes? Anna se encontraba en esos momentos buscando afanosamente la forma de poder salir de allí; pero aquella habitación parecía hermética, mientras  la voz de su amiga seguía insistiendo, busca, tiene que haber algo para que podamos salir de aquí, algún resorte, piensa  debe haber alguna cosa en alguna parte, yo,  me encuentro encerrada en un lugar que parece un zulo, sácame de aquí y las dos una vez fuera de estos zulos ya se nos ocurrirá algo para salir a la calle.
¿Pero qué quieres que haga si yo también estoy encerrada? Si logramos salir de esta, te explicaré lo que nos está pasando. Anna recuerda que antes de que la señora le hiciera entrar en aquella galería particular recordó que donde se encontraba parecía una copia en miniatura  de donde se encontraban los cuadros, entonces comenzó a palpar las paredes buscando algún resorte que pudiera encontrarse oculto para pulsarlo, con todas sus fuerzas empujó las cuatro paredes, pero nada se movía desesperada, da una patada en el suelo al mismo tiempo que la voz de su amiga casi desvanecida pedía ayuda, Anna cree estar mareada, pues sintió cómo el suelo comenzó a girar bajo sus pies, cuando reacciona, se ve en otra habitación donde se encontraban su amiga, la señora y los dos gorilas que la escoltaron desde el apartamento.
Su amiga, se acerca a ella sonriendo; gracias, nos has servido de mucha ayuda, ya sabemos cuál es  el cuadro que es  falso, no sabes lo que he tenido que hacer para que aceptaras  vivir en mi apartamento y lo que hemos tenido que inventar cuando comenzamos a recorrer las galerías de arte para que no te aceptaran en ninguna de ellas como analista, por supuesto también hablamos con los marchantes a quienes  les contamos que no eras de fiar. Al principio nos pareció difícil poder conseguirlo, porque tu no cejabas en seguir buscando y a nosotras se nos estaban acabando la, inventiva; pero sabes, te necesitábamos para que nos dijeras cuál de los  cuadros de nuestra colección era el falso.
Ahora sólo nos queda que nos hagas un último favor, Anna espera mientras sospecha que le iban a encargar algo turbio, después de un silencio habló su amiga: tienes que llevar este cuadro falso a esta dirección, Anna extiende la mano para coger el pequeño papel que le entregaba su amiga, que Anna no se molesta en leer. Cuando llegues a esta dirección haces la entrega, y a cambio  tú recibirás otro  cilindro que nos entregarás inmediatamente, pues te estaremos esperando dos manzanas más abajo, desde el momento que lo tengamos en nuestro poder, considérate libre de ir a donde quieras, por supuesto después de este trabajito que nos has hecho ningún galerista confiará en ti pues pusimos en tu currículo que eras más que pésima en tu trabajo, te aconsejo que busques en otra ciudad y procura que sea lo más lejos de Nueva York.
Poco después llega a la dirección  escrita en aquel papel, se trataba de un hangar que hacía la función de almacén de muebles. Pregunta por Arthur, ante ella se presenta un hombre bien parecido, Anna le hace entrega del cilindro, en unos segundos aparecen tres policías que obstruyen la puerta de salida, uno de los policías  invita a Anna a subir al coche de patrulla.
Cuando Anna llega a la comisaría es requerida por el inspector de guardia para que acuda a su despacho. Gracias Anna has hecho un excelente trabajo, ya están a buen recaudo todos los cuadros que se encontraban en aquella bella casa adosada, pues la mayoría de ellos habían sido sustraídos de los sótanos del New Museum.
En esos momentos entra uno de los comisarios en el despacho dónde se encontraba Anna, que dirigiéndose a ella le dice ¿Qué tal ha ido el proceso? La verdad comisario, creo que ha sido todo muy fácil,  en mi opinión en demasía, creo que todo lo facilitó  al subestimarme  tan a la ligera mi amiga  la azafata y, sobre todo  al creer que era una “panolis”, eso hizo despertar una confianza ciega en mí.
El comisario le dice, ¿Traes lo que esperábamos? Sí, todo está dispuesto como se acordó. Entonces hemos terminado con esta operación,  nos vemos la semana que viene en París; bien, de acuerdo—dijo Anna.
 En esos momentos una furgoneta blindada con matrícula falsa salía del garaje de la comisaría.
Poco después Anna se montaba en un Mustang metalizado de alta gama con dirección a un aeropuerto privado, con esta operación se había consumado uno de los mayores robos de obras de arte.
Anna experta en arte y, policía al servicio del espionaje neoyorkino, se había hecho  ella misma desaparecer en un accidente provocado, al respecto hubo algunas  conjeturas mal intencionadas de las que salió huyendo porque ella podía haber sido   la artífice de aquella trama que tuvo una  repercusión  extraordinaria en los ámbitos de la cultura.
Tardando unos días en encontrar el Mustang de Anna en un barranco a la salida de Nueva York  de inaccesible rescate.
 Mientras tanto seguía la búsqueda y paradero de aquel robo de importantes  cuadros de distintos autores. El servicio de rescate del aire encontró en el fondo del barranco  un cadáver calcinado, no se pudo averiguar si era hombre o mujer por encontrarse el cadáver en muy mal estado.
Después de la repercusión que tuvo el robo de los cuadros, a la policía científica se le planteó cómo resolver este enigma, pues minutos después de que Anna saliera de la comisaría, los dos comisarios  que habían llevado esa investigación con Anna aparecieron muertos mientras fumaban un cigarrillo.
Los comentarios que circularon eran que habían sido envenenados, pues en los dos cadáveres se podía apreciar, en la comisura de sus bocas, que había  una cantidad de saliva blanquecina que sin duda era a consecuencia de haber tocado directamente con la boca los dos comisarios el mismo veneno.
Un misterio que tenía indicios de no poder ser resuelto, por hallarse muertos  los dos comisarios encargados de la misma investigación y, coincidiendo con el accidente de tráfico donde se suponía que ese cadáver calcinado era de la tercera policía que  llevaba el trabajo de campo.
Con estos datos iba a ser muy difícil para la investigación resolver este enigma.   
Días después, Anna desde la Riviera francesa lee con escepticismo en un periódico Neoyorkino que le había sido concedida una condecoración póstuma por sus servicios prestados.
Anna dobla el periódico, y pide al camarero del hotel un Daikiri, cuando se lo sirve le lleva un teléfono, señora, tiene una llamada de Nueva York. 







    





No hay comentarios :

Publicar un comentario