sábado, 16 de diciembre de 2017

sahara

La verdad es que desde que Anna se jubiló, se encontraba tediosa, casi insoportable al no
conseguir adaptarse a la rutina de la casa, porque ella siempre estuvo trabajando en la administración, por lo cual tuvo que convivir mucho tiempo rodeada de compañeros en una oficina cara al público. Pero desde que se casó comenzó a soñar con hacer viajes para quitarse por unos días, ese agobio que sentía desde su casamiento, al tener que permanecer tantas horas en los quehaceres de su casa.
Aunque este tedio que  ella sentía,  no se lo aplicaba su esposo, porque cuando ella le comentaba que le parecía sobre la idea de realizar un viaje para romper la rutina, él le contestaba, (lo que tú digas cariño) Pero un día y bajo el imperioso mandato de Anna, (Fiti) como ella le llamaba en la intimidad, ante tanta presión aceptó realizar aquel viaje evitando con ello  una discusión, por lo tanto no molestó en preguntar cuál iba a ser el destino. Mientras tanto la vida de (Fiti) transcurría plácidamente cada mañana porque después de acicalarse, salía a la calle demostrando con ello su “jubilosa” jubilación al tener por costumbre sentarse cada día en la terraza del renovado café La Victoria y, que mientras charla y charla con sus amigos se tomaba el aperitivo regado con una fresca jarra de cerveza.
Que por supuesto al llegar a casa su apetito se encontraba mermado, diciéndole a Anna, por favor, no llenes el plato, estoy notando que el estómago me está dando la lata.
Anna airada y en silencio solía recoger la mesa, poco después se sentaba en el sofá, y se enfrascaba en la lectura, aquel libro, que no sabía cómo  terminar, después de haber leído casi la mitad, descubrió que era interesante pues le dio la idea de a dónde ir a romper esa rutina, pues disponían de un tiempo ilimitado, el libro en cuestión nombraba una ciudad al norte de África llamada Tombuctú, que supuso debía ser diferente a cualquier otro destino que eligiesen, pues  en el libro se hablaba de que era conocida por sus 333 santos…
Poco después y decidido el itinerario a seguir, Anna se dispuso a preparar la documentación necesaria, aún a pesar del desagrado de su esposo.
Un martes del mes de Mayo, con la documentación en regla se presenciaron en el Aeropuerto Madrid-Barajas- Adolfo Suarez, se embarcaron en una nave  de poca envergadura y menos seguridad, que los llevaba a Tombuctú, que según el folleto, fue fundada por los nómadas Tuaregs, Tifi, al pisar tierra africana, se le demudó el rostro, al  creer que estaban cometiendo un error con este viaje.
Mira,--le comenta Anna-- esta nota de sugerencias me la han dado en la agencia, él no hizo ademán de mirar, pero ella siguió erre, que, erre, es curioso aquí dice, que los tuaregs eran famosos  por sus ropajes azules, ante este comentario de Anna Tifi, se rasca la cabeza sin atreverse a hablar, simulando con ello que su entusiasmo bloqueaba cualquier respuesta que él pudiera darle, aquí también dice que el eje del Imperio Malí lo llevaban los Tuaregs; pues fíjate este tema parece interesante, me gustaría ver alguno de ellos por el desierto, Anna seguía y seguía hablando cómo si le hubieran dado cuerda.
ÓH, exclamó, que  programa más completo, creo que le caí bien a la de la agencia de viajes, aquí se dice que, Tombuctú, era llamada la (Atenas de África), entonces visiblemente emocionada le dijo tenemos que visitarla, porque aquí también se cuenta que atesora  los 30.000 manuscritos escritos en árabe y, otras lenguas antiguas africanas, todas ellas datan del siglo XIII.
Cuando llegaron al aeropuerto, Anna se quedó desilusionada al apreciar la estructura que detectaba  su estado de deterioro, que  podía ser la causa de que fuera desconocida en Europa, tal vez pensó Anna, estaba siendo infrautilizada  por sus gobernantes, guardando un importante patrimonio de las culturas africanas, al ser esta cultura exclusivamente oral. Los excusó Anna.
Una vez en el suelo, se encontraron con la inmensurable arena sahariana, al día siguiente de su llegada  se hallaban ante el legendario llamado -Fin del Mundo-Poco después los dos se encontraban a lomos de unos  camellos recibiendo el calor sofocante que desprende la arena ardiente.  
Anna comenta al camellero guía ¿Es cierta la historia que se cuenta de que éste era el paso de los legendarios hombres azules llamados también del desierto? El hombre la mira con escepticismo, poco después y como pensando la respuesta-le contesta—estos hombres a los que está aludiendo, eran y,-- tal vez sigan siéndolo—hombres valientes, tuaregs y  nómadas.
De pronto, ante los ojos atónito de Anna ve cómo el camello que montaba su esposo se desboca, pareció enloquecer, la carrera que emprendió era tan frenética que daba la sensación de ser guiada por una mano experta, cuando Anna reacciona su esposo había desaparecido de entre las dunas, el camillero, al ver a Anna nerviosa, mirándola sonríe y, sin más, siguieron  su camino hasta llegar a una Jaime, donde estaba previsto tenían que descansar y pasarla noche, Anna mira antes de entrar, era una tienda que estaba cubierta con la piel de cabra curtida, tintada con argila oscurecida la sostenía palos de leña de bambú, Anna mira a lo más alto y la cúpula de aquella jaima se encontraba cubierta de esteras, al entrar se sorprende al verla decorada con  preciosos tapices, sin percatarse de que allí le esperaba su esposo.
Anna al verlo sentado en la jaima tras una mesita de té, creyó que era un espejismo, pues tenía la sensación de que había sido raptado por algún ladrón del desierto; pasaron la noche allí, al día siguiente llegan al Delta del río Níger, el paisaje despertó la fantasía de Anna, aquel río guardaba mucha historia siendo abalado por haber tenido una de las paradas más significativas y principales de caravanas que transportaban mercancías como oro y sal, desde allí salían preparadas para atravesar el desierto, y todo bajo la tutela de los llamados hombres azules que con su historia hicieron de esta ruta una zona mágica.
Pero más tarde calló en desuso, convirtiéndose en una encrucijada de caminos intransitables para la seguridad desde que dejaron de proteger aquel territorio los tuaregs. Entonces todo aquel imperio se convirtió en un lugar perdido a causa de que  la ruta del desierto fue anulada para poner en vigencia la ruta  por el Mediterráneo.
Después de escuchar esta historia, por boca de una beduina que preparaba unas tortas para cenar, Anna creyó estar viviendo un espejismo, pues llegó a suponer, que aquello que había desaparecido y relegado al olvido se encontraba cubierto con la arena  del desierto. Pero Anna necesitaba ir a donde le dijeron se encontraban los manuscritos sagrados, pues estaba informada de que estaban escritos  en corteza de árbol, piel de cordero, y algunas en piel de gacela, tal vez—pensó Anna por ese motivo eran reverenciadas—también supo que estas joyas se encontraban en el norte de África, por lo tanto debían estar cerca de donde ellos se encontraban, estos importantes manuscritos, eran llamados Manuscritos de la Paz.
Ya había anochecido cuando llegan a la ciudad de Tombuctú, esta ciudad se hallaba guardada por una muralla gris  y misteriosa, su esposo y ella se encontraban caminando por calles estrechas, claustrofóbicas y tortuosas que se cruzaban y, se mezclaban, haciéndote dudar el camino correcto a seguir y poder salir indemne de aquel laberinto.
Anna, no se percató de que su esposo no se encontraba junto a ella al estar tan involucrada en aquella aventura que incluso en la decepción que le causó aquella ciudad donde esperaba encontrarse con algún que otro misterio, que le informaron podía encontrarse encerrado en cualquier recodo de cualquier calle, mientras tanto seguía ignorando que tras ella unos pasos amortiguados por la arena la seguían.
Cuando mira hacia tras, lo hizo sólo por comentar a “Tifi” qué le parecía todo aquello por donde estaban pasando, entonces descubrió que se encontraba sola, tan sólo dos hombres con la cabeza cubierta con turbantes y el rostro cubierto por un velo la miraban, entonces sin saber qué decir, se dirigió a los hombres, se excusa, ¿Dónde está mi esposo? los hombres haciendo un gesto y sin palabras le invitan a que les siga, se mira, no entendía nada, pues iba vestida con el Hyab tapándole cómo exigen las reglas de la indumentaria de la mujer en aquel país, entonces inmediatamente se da cuenta de que el velo no le cubría el pecho, inmediatamente subsanó el error, mientras los hombres insisten en que los siga, Anna inquieta se pregunta, no entendía nada, pues se había vestido de esas guisas para pasar desapercibida, lo mismo que su esposo, pero Anna ignoraba que sin pretenderlo se habían delatado y alertado a la policía precisamente por llevar esa vestimenta, al no lucirla correctamente, este detalle—pensó—que debió ser  el que  alimentó las sospechas de la policía militar.
¿Pero dónde se encontraba su esposo?
Desde ese mismo instante en que cruzaba aquellas calles laberínticas, calles, cómo auténticas encrucijadas escoltada por la policía, Anna comenzó a rodearse de problemas que creyó eran fantasmales, pues no podía dilucidar si lo que tenía ante sus ojos eran sombras o realidades, pues se movían constantemente a su alrededor.

Cuando Anna llegó al puesto policial, sin más fue metida en una celda lúgubre, oscura, para Anna hasta tenebrosa, nada más llegar preguntó por su esposo, pero no tuvo ninguna respuesta, pero a media noche creyó ver, o quizás soñó, que su esposo la miraba tras las rejas de la prisión vestido con un turbante azul, se remueve inquieta en el jergón de paja en el que se encontraba echada.





jueves, 7 de diciembre de 2017

Castillo de Naipes (2ª Parte)

¿Acaso estaba sufriendo alucinaciones?
Anna olvidándose de la visita que esperaba, se metió en la casa precipitadamente, cerró con llave ( Que nunca antes había hecho) y se dirigió a su alcoba, mientras subía las escaleras, iba mascullando, Señor, Señor, con los brazos cruzados sobre el pecho, era como si estuviera a punto  de enfrentarse a una ardua contienda, entonces y, por primera vez sintió miedo, nunca se percató de que necesitara luz, pero en esos momentos al ver cómo la luz de las velas oscilaban haciendo figuras dantescas en la desnuda pared, entonces la casa le pareció más fría y, angosta que nunca, entonces descubrió  que se encontraba perdida ante un mar de confusiones, pero no tenía otra opción que la de seguir adelante, ya no podía retroceder ni siquiera un paso.
Y en ese mismo momento intentó recomponer sin resultado, las piezas del puzle que en su mente no parecían encajar desde que descubrió aquel castillo
 ¿Por qué, antes le había pasado desapercibido?
Sin dudas algo se encontraba fuera de lugar, pues sabía que su mente se encontraba lúcida como siempre, pero si supo que ella sola no podría enfrentarse a algo que evidentemente había aparecido mágicamente.
Ante aquellas dudas sobre, qué era lo que estaba pasando, su cuerpo pareció flaquear, ya ni sus convicciones eran firmes cómo ella siempre creyó que lo eran.
Cuando entró en su alcoba y antes de llegar a la cama tuvo que apoyarse en la butaca que hacía de descalzadora, pues se encontraba desfallecida. Nunca sabría si aquella noche se acostó en su cama. Pero tampoco sabría si aquella noche lo que soñó  fue verdad, o un sueño lo que vio cuando se encontraba asomada al balcón, ni tampoco podía recordar  que miró con ansiedad desmedida la bruma que produce la tierra después de la lluvia, que no la dejaba ver con claridad cómo el campo empezó a iluminarse, entre las sombras pudo ver, luces intermitentes de fondo, mientras se hacía oír una letanía mortuoria que parecía formar parte de un   cortejo fúnebre.
Al día siguiente y, al alba, se encontró sentada como siempre ante el ventanuco, estaba desorientada, se levanta para buscar un catalejos que sabía tenía en alguna parte, al encontrarlo, otea la montaña con minuciosidad, era cierto allí se encontraba aquel castillo o fortaleza, entonces observa que alrededor del edificio había mucho movimiento, esta situación le asusta, algo estaba pasando, su finca ocupaba una parte importante de aquel valle, esto le hizo pensar de que ella también podía encontrarse en peligro.
Aquella noche,  tras el ventanuco estuvo de vigilia  continuada, pero no pasó nada; después del desayuno volvió a su puesto tras el ventanuco, entonces oyó rumores de voces mezcladas con el relincho de caballos ante la puerta de la finca, parecían estar fraguándose algo muy pero que muy peligroso para ella.
Sin pensar lo que hacía, salió de la casa, adelanta unos pasos hasta ponerse frente al que parecía ser el cabecilla de aquello que parecía una insurrección, pero al tener cerca a este personaje, tuvo una extraña impresión, sobre todo al escuchar el tono de su voz. De  pronto se sintió muy agotada, arrastrando los pies llegó hasta la casa, se sentó de nuevo ante aquel ventanuco, entonces,  perdió la noción del tiempo mientras le venía a la memoria una vieja leyenda que venía des tiempos olvidados, una mujer solitaria vivía en oculta en el campo, los árboles  eran tan verdes y gigantescos que en su interior guardaban incontables secretos del mundo, que la mujer solitaria dominaba. También se contaba que en estos campos solitarios y perdidos eran habitados por sociedades desconocidas  que se hallaban diseminadas bajo la eterna sombra verde de las copas de los árboles.
Anna parecía en su indolencia estar viviendo lo que su mente le estaba dictando que recordara, su cuerpo parecía estremecer cuando creyó que atravesaba un río donde sus aguas ardían perpetuamente desprendiendo un intenso vapor que quemaba. 
En unos instantes comenzó a removerse en la silla, tanto que estuvo a punto de caer al suelo, se encontraba (Según su subconsciente) en el centro de aquel río burbujeante, espantada presenció cómo los animales que caían en esa agua eran cocinados con tanta rapidez que sus cuerpos, con sólo acercarse para beber se cocinaban por dentro, sin duda pensó que era una muerte cruel; pero, por más que quiso, no lo fue posible reconocer  al culpable que había  perpetrado aquella horrible aberración, pues, estaba segura que era el jefe de aquella insurrección, por lo tanto, aún vivía, y se encontraba en su puerta, esperando que ella callera en sus garras.
De pronto un escalofrío le hizo despertar, inconscientemente mira con ansiedad por ventanuco, allí parado en  la vereda, se encontraba el siniestro personaje  junto con sus sicarios que  hicieron que ella se exiliase en aquel inhóspito paraje. Y entonces supo la razón del porqué había sido beneficiada en aquella heredad, había sido necesaria para que los  fines de aquel despiadado pudieran hacerse realidad, pero olvidó que después de aquel encierro que creyó era  voluntario y, que ella sufrió no era la mujer que todos creyeron podía ser, aquella soledad le hizo fuerte, y al recordar al hombre que capitaneaba aquel ejército, supo que su huida había terminado.   
Al despertar de aquel letargo, subió precipitadamente las escaleras, se dirigió al balcón, y abriéndolo de par en par, se asomó  y, con los brazos abiertos, le pidió al Altísimo, que le dejara entrar en ese mundo de paz, diferente, intangible al ojo humano, que, antes  se le había prometido.
Poco después la magia destructora de aquel entorno había desaparecido, no quedando nada ni de aquel castillo ni de la casa donde ella creyó había encontrado la paz, en su lugar quedaba una tierra rojiza por la sangre derramada de los inocentes, pues ese lugar había sido la guarida de unos seres que no debieron habitarla, seres, que nunca debieron salir de ese submundo, pues con su aparición malvada  sólo arrastraron maldad y desolación.
Pero aquel campo que creyó Anna  podía ser su salvación, era un campo que nadie podía dominarlo a su antojo, pues siempre fue hostil, para los que no cumplieron las leyes,  aunque ella lo viera bajo un prisma diferente, tampoco podía esperar nada, pues todo se le había dado por añadidura, pero la fuerza de la naturaleza, le hizo pagar con creces su individualidad.
Aquel campo desde entonces permanecería yermo, como siempre lo es, y fue el campo eterno. Todo   era como  advertencia  a los  que creen que con su poder, sea el poder que ostenten,  pueden hacer lo que les place, olvidan que aquí estamos solo de paso y, que si se desaprovechan el amor y la fraternidad, estos jamás encontraran  la barca que les cruce el río de aguas transparentes que los conduzcan a la luz eterna.
Poco después un grupo de arqueólogos  hizo una excavación, en aquella finca por motivos que ni ellos mismos supieron, después de una ardua inspección del terreno, descubrieron algo que fue un gran  hallazgo, en aquel paraje encontraron un sorprendente edificio subterráneo, allí  se encontraba enterrada una embarcación del año 3.800, A de C, Este hallazgo tenía una llamativa peculiaridad que guardaba gravados de más de un centenar de barcos egipcios, desde  donde se podía leer en sus epígrafes que eran los destinados a   emprender el largo viaje a la eternidad.
Poco después de que desapareciera todo junto con Anna, se desveló que un grupo de saqueadores, penetró en aquella finca, contaminando el entorno, no pudiendo encontrar huella alguna que pudiera esclarecer el por qué en aquella finca cacereña se había encontrado un barco faraónico sepultado y, en aquel terreno árido. Todo parecía encajar, aquellos seres no debieron salir nunca del submundo, pues allí en aquella aridez nunca hubieran podido   encontrar esos  ríos que son  imposibles de poder navegar.
Acaso Anna estaba encarnando a una de  las reinas egipcias. Y que fue capaz de hacer in nexo de comunicación con los vivos, y por esa razón le gustaba la soledad para que no fuera descubierto su misterio.
¿Tendría algo que ver en esta historia la reina HATSHEPSUT?
¿Tan sabios habían sido los egipcios?






domingo, 26 de noviembre de 2017

Castillo de Naipes (1ª parte)

Anna cómo tenía por costumbre y, cada día desde que decidió instalarse en la casa de campo que heredó, según ella de forma  casual, por un pariente de su padre que nunca conoció, cada mañana y después del desayuno se sentaba a contemplar …en realidad no sabía el qué, tras un ventanuco estrecho que tenía la planta baja de la casa, este ventanuco era muy particular por los anchos muros que la configuraban y, por el enrejado de hierro corrosivo en forma de cruz que la guardaba, aquel pequeño otero, no parecía precisamente adecuado para mirar, sobre todo y teniendo en cuenta que en el primer piso y, presidiendo la fachada principal se hallaba un espléndido balcón desde donde se podía divisar más allá del infinito.
Aquella mañana al levantarse todo le pareció especial, tal vez maravilloso, pues el cielo se encontraba techado de color gris, impregnando el ambiente de una especial melancolía que Anna  se dispuso a disfrutar por primera vez desde  que ocupaba aquella casa, también se deleitó en su disfrute en algo muy especial, que era el ver llover reposadamente para regar los olivos ,en su observación, también pudo apreciar cómo las ramas de los árboles al contacto con la lluvia se mecían de placer ante la ducha divina.
También a veces se inquietaba al no poder recordar cómo había escogido aquella forma de vida tan diferente a lo que ella creyó haber vivido. Nunca se preocupó de nada que no fuera el de mirar, por mirar, el infinito, era como si estuviera esperando algo que no parecía llegar, a veces, con la mirada perdida, parecía escrudiñar su entorno como queriendo descubrir los misterios que guardaba, a veces tenía el pálpito de que muy cerca de ella se escondía un secreto importante, también intuía  de que había algo extraño en aquel insólito paraje, que ella paradójicamente supo adecuarse a él.
Aquella mañana al ser lluviosa, los trinos de los pájaros se encontraban ausentes, Anna echó de menos la alegre algarabía cuando saltan de rama en rama, pero y, a pesar de la ausencia de los pájaros, le pareció un día alegre ante el espectáculo de la lluvia, no sintiendo nostalgia alguna, esa de la que se cuenta imprime el día lluvioso, de pronto sus ojos se iluminaron  al contemplar el jardín que hace de antesala a la casa, las flores parecían despertar de un largo letargo, pues comenzaron a mover sus tallos , mientras los pétalos saciaban su sed con el agua generosa de la lluvia samaritana.
Nadie que la observara día tras día sentada tras aquel ventanuco con la mirada perdida, podía comprender cómo podía despreciar el hermoso balcón que le ofrecía una panorámica infinita, por un pequeño  ventanuco; pero Anna quizás era fiel a sus convicciones al preferir aquella lúgubre oquedad para observar…
Aquella mañana por primera vez un labriego se acercó a la casa, para darle la noticia  de que en breve recibiría una visita, su cuerpo tiembla ante esta noticia inesperada, no preguntó de quien se trataba y, se levantó de su observatorio airada, aquella visita inesperada era una manera de interrupción en su forma de vida, pues era obvio que era feliz con su soledad.
Mientras desconcertada piensa ¿A qué se debía aquella visita?
¿Acaso alguien había olvidado que ella necesitaba soledad?
Pues nadie sabía que para ella era vital el poder oler cada mañana al despertar el día poder oler el aroma de la tierra y ver cómo se despereza de su letargo mientras la luna da paso al sol.
Un ladrido de un perro le sobresalta, interrumpiendo sus elucubraciones, haciéndole pensar que alguien había entrado en la finca. ¿Acaso el mundo se había propuesto que no tuviera descanso?. Pronto salió de dudas, al ver pasar veloz frente a su ventana una liebre que estaba siendo perseguida por un enfurecido perro.
Anna se sienta de nuevo tras su otero, entonces le empezaron a venir a su memoria cosas que ni siquiera recordaba haber vivido, cómo tampoco recordaba el día en que se hizo cargo de la finca, se inquieta, pues tampoco podía dibujar en su memoria el rostro de quién podía ser ese tío, o pariente de su padre.
Pero, a veces necesitaba recordar cual fue el motivo por el que había escogido  aquella forma de vida y, en la soledad del campo, después de reflexionar, piensa que debía haber alguna razón poderosa que le incitase cada día a mirar por mirar sin apenas interrupción el infinito.
Anna a veces tenía la convicción de que estaba esperando algo que apareciera, que estaba por  llegar pero que no llegaba, Anna con ese gesto diario  parecía querer descubrir los misterios que su entorno encerraba, a pesar de que su intuición le dijera que se encontraba en un lugar extraño, insólito para ella.
Serían las ocho de la tarde y, el cielo seguía encapotado con el mismo color gris de duelo, mientras seguía sentada ensimismada en su contemplación, era cómo si lo único importante  fuera para ella, esperar, mirando por aquella pequeña oquedad.
Frente al ventanuco se podía divisar un promontorio en cuya cima y, marcando el filo del horizonte se encontraba una larga fila de olivos que hacían una muralla que impedía ver el horizonte, a veces ante esta visión Anna sentía la necesidad de dar rienda suelta a su fantasía, pues se le antojaba  que aquellos olivos impertérritos podían ser los guardianes que cortaban el paso para que no se pudiera ver más allá de lo que conllevaba su autoridad.
Llegó al fin el temido día de la llegada de aquella visita, al medio día, y por primera vez desde su llegada se encontraba paseando por la vereda de pizarra que cómo una alfombra gris  conduce a la entrada de la casa, se hallaba cerca de la verja de entrada a la finca, cuando un temblor hace que se alerte, de repente y ante ella aparecieron unos treinta camellos que subían azuzados por los látigos de sus jinetes acercándose a ella peligrosamente, el relincho de los animales denotaban el esfuerzo que tenían que hacer al hundirse sus pezuñas en el barro del camino, Anna cierra los ojos ante este espectáculo, cuando los abrió, vio  como esta desenfrenada galopada los llevaba hacia un precipicio.

Poco después decide entrar en la casa, intrigada por lo que acababa de ver, antes de entrar volvió la cara, y atónita descubrió algo que antes no había visto, en lo alto del promontorio, la silueta de los olivos habían desaparecido, en su lugar se encontraba  un tétrico castillo  que enmarcaba desafiante la montaña, sin duda pensó, era una fortaleza, porque desde donde ella se encontraba parecía ser inexpugnable, era como si aquel olivar al desaparecer, hubiera tomado el cuerpo visible de un castillo; desde lo alto  parecía un vigía, un halcón que desde lo alto de su nido divisa sus posesiones






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lunes, 13 de noviembre de 2017

catedral, final.

  Mi protector dice que la sociedad a la que  pertenecemos, posee los conocimientos de Pitágoras, también me dice de la sabiduría  que poseemos parte de ella la hemos heredado de los Atlantas, Anna no sale de su asombro ¿Quién era aquel niño? ¿Estaría hablando con uno de los llamados herederos de Egipto?
Síguenos—dijo el hombre contundente pero con voz amable-- entonces Anna pudo ver como los dos se descalzaban, con una mirada le piden que también se descalce, Anna obedece, sin saber de qué se encontraban, y  pisa inconscientemente  uno de los símbolos del esoterismo, la estrella de cinco puntas la llamada Pentateuco.
Las vidrieras de los ventanales, dejaron de irradiar rayos de luz, ante la oscuridad reinante se veían tristes, mortecinas, sin vida y sin nada que alumbrar, aun así, aquella oscuridad no le asustaba, pues creyó estar siendo guiada por una mano invisible, y sin saber cómo mientras pisaba esa estrella se iba informando de que la catedral había sido construida de forma irregular, pues la ejecución empezó por los pies hacia la cabecera, siendo lo contrario de lo acostumbrado.
Se acercan al altar mayor, atraída por algo muy extraño que percibió, intrigada se acercó  hasta tocar el retablo, entonces asombrada pudo apreciar que aquella configuración de la que estaba compuesto el altar cambiaba según ella se iba acercando ¿Y si aquellos que la construyeron fueron castigados por no seguir las normas que eran establecidas en la construcción, haciendo por ese motivo que se quedasen allí parados en el tiempo por haber cometido ese grave error, no permitiendo que nadie osara casarse en aquel altar bajo pena de…?
Anna duda de lo que en su mente parece percibir, allí se habían casado algunos personajes destacados, pero…se horroriza, prefiere pasar por alto ese capítulo, y pensó que, qué motivo tan poderoso les prohibía según la leyenda que no dejasen ningún plano en las obras que acometían ¿Sería verdad que Felipe II los quería preservar de miradas ajenas y por lo tanto se los llevó a Madrid, haciendo  que todos los planos de las catedral que se encontraban en España, haciendo de este modo que todos los planos  perecieran bajo el incendio del Alcázar de Madrid?
La  catedral de Sevilla, escondía en su interior almacenada gran cantidad de misterios, que sin duda pensó Anna se encontraban escritos en el lenguaje de los signos, donde el misterio y el hermetismo son expuestos en forma de símbolos y figuras geométricas junto con relaciones numéricas, como le informó el pequeño pupilo,  Anna entonces sintió miedo, se encontraba descubriendo algo que  era exclusivamente destinado para un selecto grupo que eran los iniciados que solo se encontraban en distintas sociedades llamadas secretas, a la cual ella no pertenecía.
¿Quién era ella? Se preguntaba,  para qué, aquella extraña pareja le invito a recorrer con ellos los secretos de la Catedral ¿Dónde se habían escondido el hombre y el niño? No los veía, un ruido, le hace alertarse, no obstante con sigilo se acerca lentamente hacia el patio de los Naranjos, entonces ve cómo un cocodrilo arrastraba su vientre que parecía de madera, sintiéndose complacido en su paseo.
Anna dejó de tener miedo, solo sentía estupefacción, colgado del techo se encontraba  un bastón de mando que parecía poner en orden al cocodrilo, a su lado y también colgado del techo unos colmillos de elefantes en posición  de atacar al visitante, de repente se dejó oír una galopada, parecía que alguien se encontraba en apuros pues el jinete parecía clavar las espuelas al animal que relinchaba presa del dolor, Anna mira y también colgado de la pared se hallaba un bocado de caballo.
Anna a toda prisa sale como pudo sorteando las columnas de la catedral en la oscuridad. Cuando sale a la calle se sorprende al pensar de cómo pudo salir por uno de los agujeros que momentos antes había visto en la fachada; una vez fuera, miró con el corazón encogido al monumento, y entonces sus ojos descubrieron cómo las gárgolas pétreas de figuras humanas parecían mirarla cómo  invitándola a que entrara de nuevo, pero Anna supo en aquel momento  que ella no podía formar parte de ese esoterismo, sólo tuvo curiosidad, porque la  ignorancia sin  estar  preparada puede llevarte a vivir situaciones en la  que te puedes encontrar, cosas nada agradables que pueden llegar a  quedarse gravadas en tu vida sin tener modo alguno de que ese trauma desaparezca.
Una vez en la calle de pronto un murmullo se hizo notar, una cantidad ingente de personas se acercaban corriendo hacia el río Guadalquivir para observar como una balsa hecha con troncos de madera flotaba en medio del rio llevando consigo un gran bloque de granito sin nadie que lo guiara, Anna se acerca para saber qué producía tanto alboroto, pero al ver el bloque de granito encima de la balsa, se queda atónita; corre de nuevo hacia la Catedral y entonces pudo presenciar que por aquel hueco que había dejado aquel bloque, comenzaba a salir un pequeño ejército de seres extraños vestidos con túnicas egipcias ¿ Pero que estaba viendo? se pellizca un brazo, aquel ejército estaba encabezado por aquel niño y su tutor, Anna los sigue, se dirigían hacia el río, cuando llegan a la orilla de éste, el bloque de piedra como si se tratara de una catapulta, salta de la balsa sobrevolando las cabezas de los curiosos hasta tapar el hueco que antes había ocupado, pero  mientras la piedra volaba seguida por la vista de  los curiosos, la balsa era ocupada  por ese pequeño ejército de constructores, surcando río abajo hasta perderse en el infinito.
Al día siguiente, nadie de los presentes recordaba lo acaecido en el río sevillano.

 No intentes sacar a la luz lo que se encuentra oculto, pues siempre hay  alguna razón poderosa











lunes, 30 de octubre de 2017

Catedrales Primera Parte

 Anna se encontraba en Sevilla por trabajo, siempre sintió una atracción especial por esta ciudad por su alegría y luminosidad, era según ella, perfecta para sentarse en una terraza bajo la sombra de un naranjo mientras se saborea un refresco de limón; nunca antes había sentido la curiosidad de visitar la Catedral, pero, un muchacho que cerca de ella pasaba  pareció leer sus pensamientos y, le puso en la mano un folleto explicativo de la Catedral, Anna sigue al muchacho con la mirada mientras este vociferaba los encantos que se podían encontrar al visitar la catedral,  pues es sabido  que muchas Catedrales esconden enigmas en su interior, que para cualquier profano son inexplicables, esta peculiaridad es la que hace que estas edificaciones llamadas monumentos por su grandiosidad, sean por su especial construcción en su totalidad mágicos,  porque cada piedra  que los conforman fueron exclusivamente elegidas  por unos obreros constructores llamados iniciados, pertenecientes a una especial agrupación que se dedicaban a construir palacios llenos de misterios  que junto a las Catedrales en su ejecución les sabían impregnar un saber hermético que sólo era transmitido por las llamadas sociedades secretas  que siempre fueron  consideradas cómo los depositarios de los primigenios secretos de la esotérica de Pitágoras.
Acababa de terminar la feria, por lo tanto principio del mes de Mayo del 2017, aquel día el sol se mostraba implacable aplastando los cráneos de los turistas que osaban deambular por las calles a las tres del mediodía; el olor a azahar  no era apreciable, sólo el bochorno se hacía notar con fuerzas.
Se encamina hacia la Catedral y se pone ante una de las siete puertas que al mirarla con detenimiento Anna siente cómo su cuerpo se estremece  con unos  escalofríos que estaban en total desacuerdo con el bochorno que hacía. En el frontal de la puerta pudo apreciar siete agujeros, Anna se queda por unos momentos pensativa ¿Seria casualidad que se repitiera el número de las puertas de la Catedral?
Mira exhaustivamente, no quería confundirse pero, de nuevo  se queda pensativa, esos  agujeros parecían  coincidir con los orificios que el hombre tiene en la cabeza, ( dos ojos, dos oídos, dos fosas nasales y una boca) Anna ante lo  que cree es una revelación, comenzó a pensar inmediatamente en el significado que estos sietes orificios podían tener, llegando a una conclusión tan simple, cómo que todos estaban conectados entre sí  cómo la parte del cuerpo humano  que tienen por techo el cerebro, Anna no parecía encontrarse preparada para descifrar este lenguaje y, sin tener conciencia de ello, también piensa que ese número que parece mágico es obvio que también se encuentra en los días de la semana que son  siete, por unos momentos se queda pensativa, mira al cielo, y entonces recuerda que los ciclos lunares también son siete, su mente se convirtió de pronto en un torbellino de coincidencias, siete eran las etapas del hombre, siete las peticiones del padre nuestro, siete los pasos que según los alquimistas son los necesarios para alcanzar las Chakra del cuerpo.
Anna se inquieta ante la pregunta que se hace así misma, de qué, de dónde le venían esas cosas, pronto salió de dudas, pues un hombre vestido con una túnica a rayas y cabeza cubierta al estilo egipcio, llevaba a un niño  de la mano dando a entender que era su tutor, pues  iba dándole explicaciones de todo lo que veían a su paso. ¿Quién era aquel hombre para que tuviera tanta información con respecto a la catedral? Porque,  por su forma de expresarse  parecía tener mucha sapiencia con respecto al monumento, Anna, sin pensarlo se pega a su costado literalmente, pues  no quería perder ni una sola sílaba de aquel que parecía saber muchas cosas de la catedral.
Fíjate bien, le dijo el hombre al niño que parecía complacido con él relato, nos encontramos en la puerta de San Cristóbal que es según los Evangelios es el que trae la luz al mundo, no tengas miedo, porque ahora los dos juntos vamos a recorrer el camino de la sabiduría. Una vez el hombre y el niño se adentran en la catedral, Anna sigue pegada a aquella extraña pareja, pues aquel niño visto desde cerca  no parecía tal, y entonces quiso  saber algo más de ellos, no sabiendo definir por su color a que raza pertenecían. De pronto, dijo el informador, apuntando con su dedo índice una de las columnas, aquí el lenguaje se encuentra escrito  con  números cabalísticos que, si te has dado cuenta comenzó  a demostrárnoslo desde  la puerta por donde hemos entrado. Aquel hombre parecía un predicador, tal vez un sabio, pues parecía estar allí para testimoniar algo que aún no se encontraba al alcance de ningún profano, la mente de Anna no parecía encontrarse en su mejor momento, mira hacia fuera, y un coche de caballos con forma de carroza fúnebre de estilo gótica  pasaba veloz por delante de la puerta de San Cristóbal, la carroza a pesar de su velocidad y el chirreo de las ruedas al chocar con el empedrado de la calle, Anna pudo apreciar que en su decoración mostraba en relieve símbolos relacionados con la muerte.
Entonces y antes de adentrarse en la Catedral, se percata que no sabía nada de las cadenas que parecían proteger la puerta de San Cristóbal. Un guía en esos momentos les decía a unos turistas que,  representaban los límites de la jurisprudencia civil, y que allí era donde acudían los ciudadanos que pedían acogerse  al derecho de asilo, frente a la dura justicia que se impartía en el siglo XVI  y que este acogimiento fue llamado “Retraimiento” por lo tanto y dependiendo de los delitos cometidos podían permanecer inmunes dentro de aquel recinto sagrado.
El guía seguía hablando, se dice y, es por supuesto verdad que esta Catedral respira y, tiene una sola razón y, es,  porque la estructura de sus bóvedas están hechas para que se dilaten según los cambios de temperatura, permitiendo que la piedra no se agriete haciendo por lo tanto que su estructura sea más segura.
Anna no entiende el por qué aquel  hombre de la túnica a rayas parecía esperarla, pues se encontraba en el mismo sitio donde los dejó, mirando los jeroglíficos que se encontraban esculpidos en las columnas ¿Habría perdido ella la noción del tiempo?, entonces y cuando aún se encontraba confusa ante lo que creyó, estaba siendo sin dudas esperada por aquel desconocido, inquieta se queda rezagada, pero entonces creyó oír una voz que le hizo temblar “Entra las puertas están abiertas para ti”
Entonces duda si seguir al guía o a aquel hombre de la túnica. El guía informaba  que tras el fallecimiento de don Gonzalo de Mena, esta sede quedó vacante, entonces uno de los cabildos que se quedó con la presidencia, llamado don Pedro Manuel, después de tener un intrincado debate de lo que se debía hacer con el dinero que tenía la archidiócesis y, después de un largo debate, se decidió que debían construir una catedral, y se propuso, que en la construcción se incluyera el llamado corral de los Olmos que había pertenecido a una antigua mezquita; pero antes de dar por aceptado dicho proyecto y, a pesar de no estar definido  cómo tenía que ser, el cabildo dijo en voz alta, acallando las voces de los allí presentes por unos minutos. “Hagamos una iglesia tan grande que aquellos que la vieren acabada  nos tengan por locos” Anna le pareció interesante lo que contaba aquel que parecía un bien informado guía, esta catedral se consagró en 1506 siendo Arzobispo de Sevilla don Diego de Leza. Al término de su construcción ya, la archidiócesis poseía uno de los templos de mayor superficie, siendo en su totalidad de 23.457, rematado y rodeado por 157 columnas, con sus respectivas cadenas, el guía hablaba y hablaba, Anna escuchaba, pero cuando se dio cuenta se encontraba sola en aquel recinto que aunque sagrado le inspiró pánico, en su cabeza solo le quedó el eco  de la voz del guía turístico que contundente dijo, que aquella mole era de un gótico decadente.

Anna no supo cómo de nuevo se encontró frente  al hombre de la túnica, que le invita amablemente a que se una a ellos, el niño al verla le sonríe y, dirigiéndose a ella ¿Sabes que nos hemos quedado solos? Esta catedral es guay, ¿Mi protector dice que aquí se almacena  una gran cantidad de misterios?, si nos sigues, podrás ver por ti misma que todo lo que está escrito en las paredes está hecho en un lenguaje lleno de misterio y hermetismo al estar representados por símbolos y figuras geométricas  que se relacionan  numéricamente, ¿tú también las ves? el niño, parecía entirse complacido ante la atención que le prestaba  Anna, pero todo esto, --siguió diciendo--, no es para cualquiera, sólo está destinado para un selecto grupo de iniciados. 
¿Tu perteneces a alguna sociedad secreta?. 










domingo, 22 de octubre de 2017

Piedras Segunda Parte

Una vez calmado y después de que aquel hombre ventilara la estancia, se dispuso a pasear por aquel salón, las piedras que aunque nos parezca son inanimadas, saben cómo ocultar por mucho tiempo la impronta de los hombres, sobre todo si estos llegaron a ser salvajes, sanguinarios o  aventureros, quedando impregnado el flujo en las paredes de aquellos que  en su día la habitaron, tal vez estos hombres creyeran que con su poder eran libres de hacer su voluntad  ¿Pero cómo? ¿A qué precio? ¿Matando? Pero, parece ser que, para ellos lo más importante era el ser inmortales siendo su único deseo el de quedar en la historia como leyendas vivas, teniendo como sello el imperecedero refugio de sus castillos donde saben que pueden guarecerse porque con ellos, esas piedras siguen teniendo  su identidad a pesar de los siglos, pero, algo oculto deben tener que nadie los quiere habitar, porque se sabe de antemano que guardan muchas energías, predominando las negativas, a veces estas piedras con su comportamiento pétreo  parece que deseen destruirse y desmoronarse, para formar parte del olvido, pero no pueden, tienen tanta fuerza acumulada que los que allí dejaron gravados los anhelos de sus almas, no quieren sentirse  derrotados, pero aún y a pesar de desearlo algunos de estos ya espectros,  prefieren  mantener sus almas de piedra y acero en reposo hasta que llegue el momento de la lucha para resarcirse de los errores cometidos, por eso, muchos de ellos siguen en pie  vigilando con celo los abominables actos que hicieron sus dueños en los tiempos  que se creyeron poderosos, para que éstos no se repitan.
Armando comenzó a sospechar, de la amabilidad de su anfitrión, pues empezó a creer que las piedras comenzaron a hablar por la boca de aquel hombre, en un momento de confusión dudó dónde se encontraba, pues de nuevo comenzaron a caminar por un largo y estrecho corredor claustrofóbico que no parecía tener fin.
Aquel corredor sentía que lo asfixiaba, pero sus ansias de llegar eran mucho más fuertes
De repente se abre una puerta, tras ella, un suntuoso despacho con paredes cubiertas con madera  de Sequoía, la madera más cara del mundo, allí, sorprendido ve que también había un retrato suyo, esta vez  su pecho lucía una banda de mandatario, la cabeza alta, la mirada altiva, a sus pies un pequeño recipiente de cristal abierto por donde se podía apreciar que derramaba un líquido de color verde bilis, que manchaba una calavera.
Por la expresión de su rostro, se podía apreciar que nada podría haberle suscitado mayor impacto, que aquella foto, le hizo sumirse  en un total desconcierto.
Era él, el que gobernaba, de pronto aparecieron muchos otros retratos de los que anteriormente le precedieron y, en otra de las paredes se encontraban pintados los rostros confusos  de los que deseaban gobernar, Armando, recapacita, tenía que impedir a cualquier precio, que aquellos futuros gobernante fueran del país que fueran  y, de cualquier ideología  que fueran, pudieran pensar que  los  pueblos no son tan ignorantes cómo ellos creen, no pudiendo llamarles con desprecio  los “Parias” pues pude llegar a ser que con esta prepotencia, puede que a algunos,  en cualquier momento sus fechorías les explote en la cara, pues, al ser carentes de ética, no piensan  en nada más que en su posición de privilegios que ellos mismos se adquirieron.
Pero olvidan algo muy esencial que un día nos tenemos que ir, y debemos pensar si atrás quedamos gloria o destrucción, porque por mucho que algunos quieran distorsionar los hechos de la historia, olvidan de que vivimos rodeados  de plantas todas ellas de muy diversos tipos, sin  olvidar, que todas estas plantas poseen unas cualidades en común que es que producen “Polen” por lo tanto y a lo largo de los años ése ”Polen” se va almacenando cómo  sedimentos en las paredes, por lo tanto ante estos depósitos naturales se puede llegar a saber hasta qué clase de individuos hemos llegado a ser, por consiguiente también se puede llegar a saber cuál fue nuestro hábitat.
Cuidado con lo que hacemos.

Por esa razón, las piedras nos pueden hablar  con contundencia de  todos aquellos políticos que sólo piensan en mandar en un futuro, que piensen primero en cómo hacer que un pueblo sea feliz bajo su dirección, sobre todo no privarles del el privilegio del trabajo. Porque tarde o temprano aunque con mentiras distorsionen la historia a su antojo sus incondicionales seguidores, todas las fechorías que hagan con los pueblos en vez de glorias recibirán  un reconocimiento vergonzante que llegarán hasta  las generaciones venideras.  











lunes, 9 de octubre de 2017

Piedras

Armando llevaba más de una década buscando un lugar donde poder vivir con su familia, una familia que solo tenía en mente crear, porque aún y a pesar de haber cumplido los cuarenta, no había logrado encontrar esa mujer que llenaba sus sueños desde que era adolescente.
El coche descapotable que conducía de color rojo pasión de dos plazas, a lo lejos, a alguien lo asemejó a una mariquita que con su caparazón rojo y manchas negras, ascendía y descendía como cuando un niño juega con ella haciéndola caminar por los dedos de sus manitas a  la velocidad que le permitían sus cortas patitas sobre todo cuando se acercaban a las pronunciadas curvas de los dedos, mientras  este observador al mismo tiempo que lo seguía con la mirada, tenía la opción  de poder admirar las irregulares cumbres de las montañas.
Armando se encontraba desilusionado al no encontrar un lugar adecuado, pero de pronto, sus pensamientos se interrumpen al divisar a lo lejos la torre casi desmochada y caso derruida  de un castillo, aquella enorme mole se hallaba al parecer construida al borde de un acantilado, escarpado y vertiginoso, Armando pone el coche casi a punto muerto, se acerca despacio, en esos momentos sólo le interesaba el grado de deterioro en el que se encontraba aquel castillo que le pareció haber salido de la nada, una vez arriba se acercó por el ala norte, desde esa perspectiva daba la sensación de que aquella mole estuviera pegada al acantilado esperando el momento oportuno para precipitarse al vacío. Ante ésta panorámica, se sintió identificado, pues él siempre estuvo viviendo al borde del abismo.
Aquel castillo parecía estar construido con magia por haber sabido soportar los vientos implacables y la gravedad durante cuanto… Armando no supo precisar el siglo en el que podía haberse construido. Después de merodear llega a la entrada principal después de pisar la enrejada puerta que se hallaba oculta por la hierba, sus pasos lo llevan al llamado patio de armas, que se encontraba lleno de escombros y piedras que fueron  desprendidas de las paredes cuando fueron azotadas por  el viento. Se dirige a las escalinatas que supuestamente dan acceso a la vivienda, dentro del recinto se hallaba un pilón de granito de forma rectangular que, Armando supuso  era usado para lavar los cadáveres antes de ser sepultados, mirándolo siente ansiedad, y entonces mira a lo alto y vio que en el último peldaño de las escaleras destacaba la figura de un hombre que solícito parecía  esperarlo.
Supongo --dijo el caballero que lo esperaba en lo alto de las escaleras—que desea visitar las dependencias del castillo, Armando asintió haciendo una inclinación de cabeza para comentar, espero que no le sea inoportuna mi presencia, pues lo vi desde la carretera, y me pareció interesante al estar buscando una morada para mi familia, y pensé que tal vez ésta se encontrara en venta.
Con voz que parecía atemporal el hombre respondió, espero que podamos ponernos de acuerdo con el precio que me solicite; Armando dejó pasar unos minutos antes de contestar, el hombre bajó los peldaños de las escaleras que los separaban y, le ofreció su huesuda mano.
¿De dónde viene? Pues por aquí no suele acudir gentes que venga a visitarme y mucho menos por temas mercantiles ¿Me confundo? Armando sigue sin saber qué contestar; en aquella ancha escalera azotaba el viento despeinándolo. Después de una larga pausa, contestó a su pregunta aunque esta fuera a destiempo, soy de Cáceres, y por lo tanto acostumbrado a convivir entre castillos y casonas que abundan por la ciudad, pero no he tenido la fortuna de que alguna de ellas se encontrara en venta.
Armando tuvo a su vez que soportar un significativo silencio por parte del que supuso era el dueño del castillo, y ante el silencio a su respuesta—dijo—debo confesar que tiene mejor aspecto por dentro  de lo que se puede apreciar por fuera. Mientras tanto caminaban atravesaban un patio rectangular flanqueado por columnas dóricas, desde cuyas bases surgían hojas puntiagudas que no parecían tener ni siquiera la función de ornamentar el recinto; en uno de los laterales se podía observar un hueco que escondía unas desiguales escaleras por donde supuso Armando podían conducir a un sótano, el hombre advierte su curiosidad sin hacer comentarios.
En su caminar tras aquel hombre, se distrae inspeccionando todo lo que se encontraba a su paso, mientras tanto recordaba algunas palabras que en su día pronunció su madre cuando él sugirió la venta de la casa familiar. Hijo, siempre se ha dicho y, quiero que tú lo tengas presente para que no cometas equivocaciones, que en la casa donde se habita es sin lugar a dudas un espacio esencial de la existencia del ser humano, porque en ella se encuentran implicados diversos aspecto de nuestra vida  como los materiales, sin olvidar los inmateriales, pues la energía de la que estamos hechos, parte de  ella se queda pegada en sus muros, tal vez sea porque se encuentren esperando que llegue el momento de actuar con su nuevo inquilino, según haya sido la forma de vida del individuo, tormentosa, humillante, aquí hay una larga lista  que son las que configuran los linajes y en su conjunto las comunidades.
¿Qué fue lo que quiso decirme mi madre en aquel consejo?
En aquel momento una de las piedras que configuraban la puerta de entrada comenzó a moverse hasta caer al suelo quedando un hueco, Armando con indiferencia la aleja con un puntapié, sin percatarse de que se encontraba manchada de sangre, Mientras, en aquel espacio de la antesala del castillo  se pudo oír una voz de psicofonías que parecía estarle advirtiendo de algo que estaba por llegar. Que para Armando, pasa también  desapercibida, no despertando en él ni asombre ni perplejidad, al encontrarse abstraído en sus pensamientos pues  creyó que lo que acababa de pasar podía ser algo relacionado con la mística de aquel castillo.
Armando seguía en sus trece ¿Por qué tenía que recordar precisamente  en  aquellos momentos en lo que un día le dijo su madre, si casi no la conoció porque murió muy joven? Entonces se le ocurre  poner toda su atención en aquel hombre enjuto y extraño que se estaba comportando como anfitrión al  invitarle a recorrer el castillo, en su ensimismamiento no advierte que el hombre va dejando a su paso unos folletos explicativos donde se podían leer  pequeños retazos de la historia del castillo.
Entonces Armando se sorprende ante la pregunta  que de sopetón le hace aquel hombre ¿Cómo se llama?  Dudó un instante  antes de rescatar su nombre de los pliegues de su memoria ¿Cuál era su verdadero nombre? Poco después  no supo cómo pudo reaccionar de esa manera pero, su voz al pronunciar el nombre de Armando, hizo paralizar los pasos de aquel hombre, Armando al comprobar que su potente voz había sido escuchada con respeto entonces recordó que ese tono de voz la había utilizado con harta frecuencia.
Sin apenas darse cuenta de lo que hacía fija su mirada en cada piedra de aquellas paredes por las que pasaba, pues estaba seguro de que cada una de ellas en sus diversas formas, guardaban la esencia de sus antiguos habitantes incluso se podía llegar a deducir a qué partido político habían pertenecido quedando de esta forma y manera al descubierto todo su pasado, y por qué no, también se podía leer en ellas  un  presente oculto, porque el futuro aunque no se haya escrito siempre queda un hueco  entre sus muros para que quede  impreso en ellos lo que queda por llegar y pueda perdurar la historia completa hasta el derrumbamiento total del edificio, aunque, con los avances de la ciencia, todo  se puede modificar en cualquier momento.
Llegan a la puerta de un gran salón rectangular, donde la chimenea vomitaba  calor y fuego por la combustión de los leños. Armando reacciona de una forma nada usual en él al descubrir un retrato suyo subido en un caballo  en posición de galope, en su mano derecha una bruñida espada de acero.

El calor que se hallaba concentrado en aquel salón  le hizo casi  perder el equilibrio por aspirar  la mala combustión de la chimenea.












domingo, 1 de octubre de 2017

Los Encadenados Segunda Parte y FinaL

A medida que avanzaba el atardecer, unos jirones de luz aparecieron distorsionando, los cuadros que parecían querer esconderse entre las sombras, entonces el sol fijó uno de sus rayos en el cuadro modernista de Picasso, que poco después se escondió entre las sombras, reinando en aquel salón la oscuridad de una noche que presagiaba iba a ser muy larga.
Nadie se percató de que la luna comenzaba a jugar con las sombras de las encinas al escondite, y que los cuadros se iban transformando en horribles paisajes donde la vida se encontraba marchita, mientras las serpientes se posicionaban para enmarcar los cuadros con su cilíndrico cuerpo; de aquel esperpento surgió una figura de mujer, sus brazos se encontraban guardados en  sendos cilindros, que impedía su movilidad, mientras de su boca parecía manar dinero a borbotones, sus ojos  tenían una mirada  abstracta  tanto que parecían dos ventanas  de un almacén destartalado. Anna y su esposo; al fin pudieron saltar por la ventana, emprendiendo una huida hacia la nada, adentrándose en un paraje desolador  donde las tumbas esperaban abiertas esperando su botín.
Juan se despierta de su letargo y, ve como toda su familia se encontraba sentada charlando en el salón, Juan al verlos espera que alguno de ellos le reproche el no haber hecho bien sus encargos, la abuela se levanta, se acerca a él y, dándole un beso en la frente, le dijo, gracias a ti hemos recuperado la libertad que nunca tuvimos, toma, y le ofreció una cerilla, haz el honor hijo,  pues te lo has ganado, asegúrate que todo arda hasta no quedar ni las cenizas, ya nos encargaremos más tarde en que este solar aparezca cómo un hermoso jardín dónde los niños puedan disfrutar jugando.
Algo surgió que todos desaparecieron dejando solo a Juan que asustado por el encargo encendió la cerilla. Poco después  se vio en un receptáculo vacío donde sólo un rayo de sol penetraba como una flecha luminosa.
¿Qué hacía él en aquel lugar extraño?
Entonces una voz amable le dice, no te muevas por favor, Juan se encontraba desnudo sentado en una silla de enea, no, no, ahora no, qué pasa, dijo Juan aún sin comprender donde se encontraba, soy Dalí, mi amigo Picasso y yo estamos intentando crear una nueva técnica  que rompa todos los cánones, establecidos, será algo  innovador, debes  mantenerte inmóvil, queremos que sea algo impactante. Picasso parecía estar fascinado con lo que estaba grabando con su pincel que parecía mágico mientras pintaba el lienzo, Dalí lo miraba, su mirada daba a entender  parecía estar  estrujando su cerebro para demostrar con sus dibujos cuál de los dos era más artista.
Juan nunca tuvo la curiosidad de mirar aquel retrato una vez terminado, porque nadie le pidió permiso  para que su cuerpo fuera  plasmado en ningún lienzo, aún a sabiendas de que viniendo de aquellos dos genios de alguna  manera se haría inmortal, al igual que su familia que habitó aquella solariega mansión que sin ninguna razón y que se supo más tarde que aquella mansión había  desapareció, pero eso sí, dejando una huella invisible pero tangible, que solo podían sentir los sensibles.
¿Por qué él se  hizo visible para la eternidad?
En unas excavaciones que se hicieron en Tanzania, apareció un extraño cuadro donde el cuerpo desnudo de un hombre, parecía estar pintado con tanta realidad, que fue admirado por los indígenas de aquella tribu y cuando el jefe se acercó para poner  su dedo curioso sobre el torso del hombre que estaba pintado en aquel cuadro, dio un grito de espanto, pues aquel cuerpo latía cómo cualquier ser vivo. Asustados, lo volvieron a enterrar tan profundo que nunca más se pudiera admirar, pues pensaron que estaba hecho por el mismo demonio.













domingo, 24 de septiembre de 2017

Los Encadenados

En el cielo una nube lenticular de geometría perfecta,  indicaba un inminente vendaval.
Dentro de una vieja mansión de campo, se oían voces discordantes: No consiento que me eches la culpa de que todo haya salido al revés de lo que tú y tu madre teníais planeado, al fin y al cabo fue tu madre, ella la que te incitó a que cometieras este reprochable acto, que pesándolo mejor no deja de ser una auténtica barbaridad, todo fue injusto, sí, yo no estuve nunca de acuerdo con lo que pensabais hacer, y me vi comprometida a dejarle las llaves de mi coche para que tu descerebrada  madre se pudiera alejar de aquí hasta que se aclaren los hechos.
 Justo en ese momento en que se encontraban discutiendo  por lo acontecido unas horas antes en uno de los salones de la mansión; una voz tras ellos sonó como un bombazo que retumbó  en sus oídos  como una declaración de guerra.
Tras ellos se encontraba Juan con una rodilla ensangrentada, y  cojeaba apoyado con dificultad en una vara de olivo, que no restó para nada su imponente  altura a pesar de encontrarse encorvado a causa del dolor que sentía y, que hizo con tan solo su presencia temblar al matrimonio.
¿Me estabais esperando?
El esposo de Anna dio un respingo al mismo que tiempo que mascullaba entre dientes algo que era ininteligible. Juan con voz potente –dijo--¿De qué demonios estabais hablado no te he entendido? O ¿Es que no te funciona la lengua al igual que tu cerebro?
Anna y su esposo temblaron, Juan con su rudeza  aparente podía ser capaz de hacerles algo mucho peor de lo que había intentado hacerle su madre a él, y sentándose en uno de los sillones se quitó las botas con dificultad.
Jacinto el esposo de Anna  e hijastro de Juan, ve aterrado cómo Juan, sacaba una pequeña daga que escondía en el bolsillo interior de la chaqueta  con lo que desveló una cascada de billetes que se precipitó a sus pies, mientras los obsequiaba con una sonrisa llena de ironía.
¿Qué os parece? Esta simpleza la llevaba tu madre en un ridículo bolso de mercadillo, y que yo, un aparentemente muerto se lo arrebaté.
A lo largo de las paredes de aquel salón de principio del siglo XVIII, colgaban cuadros de muchas épocas entre ellos, imitaciones casi perfectas de  pintores modernistas como de Picasso y del surrealista Dalí. Juan sonríe al mirar aquellos cuadros, pero, donde estaban las tablas que se encontraban encima de la chimenea que representaban imágenes bíblicas y apocalípticas, que contrastaban visiblemente  por su luminosidad a lo que en realidad representaban, al ser pintados al estilo Naif.
Entonces, recuerda que minutos antes de tomar como hacía habitualmente un té con un bizcocho dorado, que no terminó de ingerir porque le llamó la atención ver cómo salía su esposa precipitadamente  de la mansión con dos cilindros bajo el brazo y, que se metía en su coche desapareciendo velozmente enfilando la vereda que conduce atrochando al aeropuerto, se toca la rodilla, le dolía demasiado. ¿Acaso sabéis dónde se encuentra vuestra madre? Sí, esa mujer desdentada, desdentada, hasta que yo le pagué una dentadura nueva con la venta de uno de los cuadros que perteneció a esta familia desde hace muchas generaciones y,  que ella decía odiar, esa mujer, que un día me engañó haciéndose pasar por una buena mujer, y que hace unos momentos quiso quitarme la vida, Juan al ver sus caras de asombro ¿Tanto os asusta el saber que estoy vivo?
A pesar de la fortaleza que Juan demostraba, comenzó a notar que por momentos podía derrumbarse, pues  sentía  una especie de vértigo, era como si estuviera deslizándose hacia una profunda fosa de la que no había salida.
Los ojos de Anna al notar que flaqueaba, se hincharon como dos globos a punto de explotar por la ira. Juan abrió los suyos con dificultad, y entonces supo que aquella partida la tenía perdida, pues frente a él se encontraba el hijo de su esposa desafiante y, dispuesto a todo por quedarse con su patrimonio, mientras Anna al otro extremo del salón vigilaba los movimientos de su esposo, y cuando Juan estuvo a punto de desplomarse, cambió de repente  la escena que  se auguraba podía desarrollarse y, que no parecía predecir nada halagüeño para Juan, al tener tintes de acabar en tragedia.
Pero aquella casa, sólo la conocía Juan por ser miembro en tercera generación de los dueños de aquella mansión, por lo tanto y a pesar de su aturdimiento, supo que algo trágico podía pasar, porque aquella casa siempre estuvo poblada de extrañas presencias y emociones que a veces  parecían surgir del mismísimo infierno, Juan se encontraba difuso, inconexo, para él era como volver a revivir su niñez como cuando vivía con su familia en aquella mansión, donde siempre supo que ningún miembro de la familia quería vivir en ella , pero, por alguna razón poderosa   se vieron abocados, tal vez  empujados por un sentimiento inconcebible haciendo a  todas las generaciones  permanecieran  en ella hasta que morían.

Todo parecía encontrarse a favor de Anna y su esposo, cuando algo inesperado les desbarató sus planes preconcebidos, pues un siseo, proveniente de la embocadura de la chimenea  les alertó, cuando volvieron la cabeza horrorizados pudieron ver que de ella salió un manojo de serpientes tan grandes que se aterrorizaron, estas  se encontraban unidas entre ellas  por un nudo que les hacía moverse frenéticamente al sentirse  aprisionadas, con sus silbidos atronaban sus oídos, al intentar deshacerse de aquella ligadura, en uno de los coletazos de una de ellas hizo caer al suelo el cuadro de Dalí que se hallaba colgado en la pared, en  los ojos de aquella pintura pudo apreciar  Anna que los miraba llenos de odio y, espantada reconoció que aquellos ojos eran los  de la madre de su esposo, Juan seguía inconsciente, mientras Anna y su esposo intentaban salir por la ventana que se encontraba atascada, mientras las serpientes libres de sus ligaduras pululaban a sus anchas por el salón.












lunes, 18 de septiembre de 2017

habitación nº7 final

Alexis  al quedarse solo, piensa por unos segundos que hacer para salir de allí.
Llama a recepción para que le suban algo de comer, poco después un camarero llama a la puerta, Alexis lo esperaba tras la puerta, de improviso, le asesta un golpe en la cabeza con la culata de la pistola, lo queda mareado tendido en el suelo, entonces con la agilidad de un mago coge el mantel que cubre el carrito de servicio, el mantel  era de color azafrán , se viste con él, sale de la habitación en el pasillo se cruza con un individuo que le pareció era un enano en ciernes, lo saluda con un leve movimiento de cabeza, pues con esa indumentaria daba la sensación de ser un santón budista encorvado, porque mientras caminaba hacia el ascensor rezaba en susúrros. Una vez en la calle un coche le esperaba. Aquella voz a Alexis le pareció metálica –le dice—espero que hayas cumplido con cada una de nuestras instrucciones al pie de la letra, si es así, puedes considerarte desde este momento un héroe.
Solo cumplí con lo acordado—respondió  con un tono que denotaba desconfianza—pero ¿de veras creen que esta misión es para un simple detective cómo yo?
Entonces una voz de mujer que se hallaba en el asiento trasero del coche, le dijo, muy pronto sabrás del servicio que has hecho a la humanidad. Alexis escucha  estas palabras con escepticismo.
Mientras una explosión hizo volar la ventana de la habitación número siete.
En esos momentos ya se encontraban diez falsos militares, hombres de los más belicoso he importantes, los cuales  habían reunido un ejército falso para defender unos intereses que sólo eran los suyos, estos delincuentes, sólo le interesaba el dominio y la sumisión bajo un mandato donde sólo podía predominaba el terror.
Una vez en la habitación del hotel, aquellos falsos soldados se disponían a revisar los documentos que se encontraban esparcidos por el suelo de la habitación, pero ignoraban que la documentación que creían haber encontrado era falsa.
Era notorio de que los documentos debían ser secretos, sin ninguna infiltración. Alexis había hecho el trabajo más importante de su carrera, y el solo pudo parar una inminente guerra que estaba dispuesta para que fuera efectuada en el mar.
Un silbido irrumpe en el coche que  atraviesa la puerta trasera del vehículo, donde se encontraba Alexis segundos después, otro silbido pasa cerca de la cara de su cara, el coche se bambolea, el conductor del vehículo cae a plomo sobre el volante, Alexis mira hacia atrás y ve que estaban muertos todos los que ocupaban el coche, el detective con su astucia habitual consigue hacerse con los mandos del volante  hasta conseguir  pararlo, sabía que las dos personas que viajaban con él estaban muertas, les había alcanzado un balazo, ¿Estarían destinado para él?
Antes de que llegaran los curiosos para ver qué pasaba, decide bajar del coche, un ruido inesperado le hace volver la cabeza. ¿Pero acaso no eran dos los que se habían  montado en el coche con él? Entonces sacó la pistola, apretó el gatillo, dando en el blanco, el tiro fue certero pues le penetró en el vientre, cayendo fulminado hacia un lado. El otro salió corriendo.
Y Alexis salió del coche como si no hubiera pasado nada, se mezclándose con los curiosos y en posesión de los documentos, junto con el de color azul que anteriormente había guardado en su bolsillo.
Dos días después un cadáver apareció en la playa, era una mañana de hastío, unos niños jugando encontraron unos papeles mojados de color azul, no pudieron leerlo, las letras al estar mojadas se habían distorsionado.
Desde ese momento, las aguas del Atlántico y del Mediterráneo, podían estar tranquilas pues nada les perturbaría, a excepción de que con certeza seguirían   acunando  entre sus olas  las barcas de los pescadores.











martes, 12 de septiembre de 2017

Habitación nº 7

Después de permanecer una hora en aquella habitación del hotel,  Alexis detective privado no sabía por dónde empezar su ordenador seguía guardado en su estuche acolchado de piel, a su lado y, encima de la mesa una antigua y arcaica máquina de escribir que estaba desfasada. Esparcidos por la pequeña mesa del escritorio del hotel había documentos que debía analizar con premura, pues éstos contenían una especial información que podía modificar el rumbo de la humanidad en el caso de que estos objetivos fueran cumplidos en la fecha indicada.
Aquella tarde  y, después de ojear algunos de los documentos, uno de ellos hablaba de una eficaz idea que debía desarrollarse en un hipotético mar  cuyo  nombre no se mencionaba en el documento, pero sí en una nota tal vez olvidada en uno de los laterales se podía leer Mediterráneo.
Alexis por unos momentos no sabe que pensar de todo aquello, él no era militar, ni tan siquiera había sido aceptado en el ejército motivado por padecer una leve cogerá debida a unas fiebres en su infancia. Aquel encargo le hacía sospechar que no sería para él nada fácil  que  pudiera   llegar a buen término, dado que el caso le era totalmente desconocido.
Suena el teléfono, sí, y esperó expectante unos segundos.
Al otro lado un silencio significativo, cuando decide colgar, una voz femenina le hace paralizarse cuando le dijo, si escarbas demasiado en ese fango en el que te has metido, puede que tengas una sorpresa—por cierto—poco agradable, el clic del teléfono sonó en sus oídos como si le hubieran asestado un bocinazo dentro del tímpano.
Poco después  volvió a la tarea de la clasificación de los folios, entonces inesperadamente uno de ellos cayó al suelo, lo recoge, pero se percató de que era de un color diferente  al resto de los documentos y, lo lee con especial atención, allí en sus anotaciones se podía leer algo parecido a unas galimatías que no lograba descifrar, la luz de la habitación en esos momentos empezó a oscilar a pequeños intervalos viéndose inmerso  entre la luz y las sombras.
Alexis  pone el documento de color diferente bajo todos los demás y, preso de mal humor sale de la habitación para saber qué pasaba con la luz, mira a un lado y a otro pero el pasillo se encontraba con luz y desierto, antes de cerrar la puerta  percibe de que su habitación era la única que se encontraba a oscuras, se sube a una silla  y comprueba que se trataba de que la bombilla estaba floja la enrosca, y poco después, se relaja.
Ya habían pasado dos días desde que comenzó el trabajo y, casi había terminado de leerlos, se fuma un cigarrillo, y mirando las volutas de humo pensó que lo que había sacado en conclusión era que todo parecía estar escrito por un guionista de cine donde la intriga y el enredo era el centro de la trama.
Alexis coge el folio que había metido entre los documentos, lo lee con escepticismo, allí se exponía con todo detalle la identificación y grado de un militar que adjuntaba una foto tamaño carnet de mala calidad, la guerrera lucía cubierta de condecoraciones que no eran aclaratorias, ¿Pero por qué tantas medallas? ¿Estaría la foto trucada?. Se encontraba tan absorto mirando aquella foto para saber a qué ejercito pertenecía aquel militar que no oyó cómo tras el tabique de su habitación había tal trifulca que casi estuvieron a punto de derribar la pared.
Eran las once de la noche y aún no había probado bocado desde el desayuno, sale de la habitación, se dirige a la cafetería del hotel, pide un plato combinado que come con apetito, dos hombres charlan en la barra, por su forma de comportarse  parecían estar acordando algún negocio. Después de comerse un bocadillo sale de la cafetería y se dirige al ascensor, un hombre paticorto y con brazos fuertes parece esperarlo; Alexis duda unos momentos si subir en el ascensor con él, pero acepta pues  no deseaba que ningún temor le dominara, cuando llega a su piso, el hombre paticorto al darle las buenas noches le dice de sopetón ¿Ocupa por casualidad la habitación número siete? Alexis por unos instantes le tiemblan las piernas.
Su reloj de pulsera marcaba las seis de la mañana cuando el sueño le rindió, convencido de haber descifrado algo más de toda aquella trama; pero por su  olfato de investigador seguía dudando de que todos aquellos documentos pudieran ser tan fiables cómo intentaban aparentar serlo. Después de guardar el último folio en la cartera, tuvo miedo de que todo fuera una trama bien urdida la cual  lo habían metido en el juego poniéndolo cómo chivo expiatorio, pues habían puesto en sus manos unos documentos que ignoraba  él en  aquel juego le habían dado  la carta más alta.
Ante estos pensamientos, llegó a la conclusión de que si se supiera de la existencia de todos aquellos documentos y cayeran en las manos de personas poco escrupulosas podía desencadenar algo muy peligroso…Alexis no podía pensar, por primera vez en su profesión se sentía incómodo y,-- pensó por unos segundos—que en sus manos podría estar un futuro que no se podía decir si era incierto pero  para  sí  era  desconocido.
Llaman a la puerta, antes de abrir recoge todos los papeles de la mesa, nervioso busca dónde esconder los documentos, los golpes de la puerta se hacían más insistentes, en un impulso se quita el cinturón, lo introduce por el asa  de la cartera, se sube a una silla la engancha en uno de los laterales del riel  de la cortina que tapaba el balcón que al ser doble le facilitó  la ocultación pasando, así totalmente desapercibida la cartera.
Abre la puerta, mientras se cruza el batin simulando  que acababa de despertarse, frente a él se encontraban los dos hombres que vio en la cafetería, uno de ellos lo empujó haciendo que se precipitara hacia el centro de la habitación, una vez dentro los dos hombres buscan con frenesí algo  por todas partes, pero no parecen estar satisfechos, uno de ellos saca una pistola pero en esos momentos, se fija en la cortina que tenía un pliegue sospechoso, la descorre, y descubre la cartera, sonríe satisfecho, al bajar de la silla se le cae la pistola, mientras tanto su compañero recoge todos los papeles de la papelera, el detective con agilidad se hace con la pistola recogiéndola del suelo, el hombre que se da cuenta intenta arrebatársela pero Alexis con precisión aprieta el gatillo y, el hombre cae al suelo a plomo, mientras tanto su compañero se apresura para coger el ordenador, olvidando la máquina de escribir por creer que se encontraba en desuso.