miércoles, 15 de abril de 2015

Lo que jamás se atrevió a contar (2ª parte)

Es obligada a bajar unos peldaños desiguales, dándole la sensación que la estaban metiendo en un lúgubre sótano, al entrar su cabeza se cubrió con las telarañas que reinaban en aquella estancia, aquel lugar se encontraba sumido en la más estricta oscuridad; palpa las paredes buscando un hipotético amparo en su ya incipiente desesperación, poco después pudo comprobar que se encontraba en un sótano y que debía estar olvidado hacía mucho tiempo, pues por allí pululaban todas clases de insectos que viven en la oscuridad. Ya no es tan optimista, pues lo que estaba viviendo no era para nada halagüeño, pues empezaba a emerger un sentimiento de miedo que no creyó poseer. Entonces cree que sería un descalabro, si llegara a estar mucho tiempo encerrada, pues en esas circunstancias no podía escribir, sin luz, ni tan siquiera tenía un trozo de papel… Desilusionada apoya su cuerpo tembloroso en la pared, poco después camina vacilante como son los primeros pasos de un bebé, necesitaba pensar en algo que aliviara su desamparo, buscar cualquier resquicio de luz que le diera algo de seguridad en una estancia insegura. Su espanto se acrecienta cuando algo choca con su cabeza, lo toca, era algo frío y duro cómo una piedra, espera unos segundaos hasta serenarse, ya empezaban sus ojos a adaptarse a la oscuridad, pero de nuevo ese algo vuelve a rozar su cabeza…también la cara, aquello lo que fuera la estaba asustando, pues se balanceaba, entonces quiso adivinar que se trataba de un cadáver que se hallaba colgado de una viga del techo. Aquella situación imprevista hizo en ella el efecto contrario al terror, enseguida imaginó que entre aquellas tinieblas podía habitar una fuerza invisible que le podían ser un excelente argumente para su novela, entonces, despertó su imaginación, empezando a forjar sin dificultad todas las posibilidades y combinaciones que peligrosamente le empezaron a aflorar hasta hacer emerger en ella sus más bajas pasiones. Se asusta ante estos pensamientos que le pareció no eran adecuados en esos momentos, se apoya indolente en la pared, cuando siente que se mueve acompañada de un chirrido de hierro oxidado, más que asustarse, despertó en ella una esperanza, que era dominada por una insaciable ansiedad por lo desconocido, de nuevo y, sin razón, volvieron a dominarla los más turbios y anhelos oscuros. Se introduce por aquella oquedad, reinaba la misma oscuridad, sigue caminando, de repente un olor a humedad le inunda las fosas nasales que se va acrecentando a cada paso que daba, poco después descubre un pequeño punto de luz, se dirige hacia él como una mariposa acude a la luz. No sin dificultad, se acerca donde creyó estaba aquel punto de luz, esperanzada sabe que se encuentra en el fondo de un pozo seco ¿acaso era el mismo que ella vio en aquel patio porticado? Busca la soga que pendía de una polea, logra asirse a ella, con los pies apoyados en la estrecha pared escala con la intención de llegar hasta el brocal agarrada a la cuerda. Oye voces, pero cuando abre la boca pata pedir auxilio, sus músculos se tensan más de la cuenta al oír que hablaban emitiendo aullidos coléricos y entonces supo que estaban hablando de ella. Anna ya no podía resistir por más tiempo el esfuerzo al que tenía sometida a sus piernas y brazos, estaba segura que se había metido en un avispero con una difícil salida, entonces decidió esperar a que oscureciera, sabía que no había otra alternativa. Poco después pudo oír la vos de aquella mujer menuda que decía: - No hay de qué preocuparse, la tengo a buen recaudo, aunque anoche cenó poco, lo que le puse en el vaso del agua fue lo suficiente para que perdiera el sentido de la realidad. Entonces Anna recuerda, que antes de subirse a la cama vomitó al sentir molestias en el estómago. Ya había anochecido cuando en el silencio decide salir del pozo, con un impulso que le sorprendió al no encontrar ninguna dificultad. Una vez en el patio su cabeza empezó una sofisticada estrategia, pero antes de ejecutarla, debía poner orden el aglomerado de sensaciones, pues éstas podían impedirle lo que se suponía debía hacer, pues recordó que unos meses antes en uno de sus sueños vivió que la situación en la que se encontraba ¿Y si hubiera estado de ante mano todo planificado?. Claro siempre creyó que todo era un sueño literario. La despierta inteligencia de Anna se encontraba en plena confusión; algo le impedía razonar con claridad, entonces decide buscar por la casa a los que se hicieron pasar por posaderos, era evidente que tramaban algo peligroso, pues habían demostrado que eran de la más baja ralea. Anna oye unos pasos, su corazón se desboca, se esconde tras una columna, el hombre no la ve pero, cuando llega a su altura incomprensiblemente Anna se pone ante él, éste al verla tan decidida, sonríe complacido, ella también sonríe, el hombre amenazante se acercaba a ella cada vez más peligrosamente, y en un alarde de valentía Anna se desprende del pasador que sujetaba su pelo, el hombre vuelve a sonreír confiado, entonces Anna con sutil coquetería se abraza a su cuello clavándole el pincho del pasador en la vena carótida; el hombre seguía mirándola con cara de idiota, mientras se desangraba vaciando sus venas lo lleva dócil cómo si fuera un muñeco de guiñol hasta el brocal del pozo, segundos después caía al fondo. Continuará...

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