lunes, 24 de marzo de 2014

SUÁREZ, EL PRESIDENTE QUE AMÓ A ESPAÑA





Silencio, que nadie hable ahora que ya no oye
Que nadie diga nada, hay que dejarlo soñar
Por favor, no despertarlo, que está soñando con una España mejor
Donde las batallas políticas por llegar al poder
Sea sólo por amor a España, no para ocupar cargos, que sea sólo personal
En esta clase de política, nunca puede haber vencedores ni vencidos
Dejadlo soñar, que nadie lo despierte
En su cara se refleja la placidez del trabajo bien hecho
No consintió en sus filas corruptos, ni maleantes dispuestos a lo que sea para llenar sus carteras
No sólo de buen talante
Que no lo despierte nadie, sus sueños son gratos y enervantes.
Que nadie lo despierte, está soñando cómo cuando reunió a todos para que fuera una nación unida
Por favor dejadlo que siga soñando con la hermandad de este pueblo
No lo despertéis hasta que todos estemos convencidos de que somos todos una sola nación
Dejadlo, dejadlo, dejadlo soñar, que cuando despierte, aunque fue largo su olvido dejó una huella de honradez y humildad que no se puede borrar
Dejadlo, dejadlo soñar.
  



Amnesia (final)



Anna cuando se retira de la ventana se mira al espejo de su tocador, se toca la cara… ¿Estaría sufriendo alucinaciones? Todo lo que había visto aquella mañana, ahora en su cabeza le parecía que estaba quizás demasiado difuso; allí frente a ella y en el momentos en que de nuevo se asoma a la ventana, alucinada, ve que todo sigue igual, entonces mira con detenimiento aquel árbol famélico y seco  que seguía en su sitio…ya ni siquiera puede creer que los jardineros pudieran haber estado hurgando en aquel trozo de jardín, tan sólo habían dejado  (que para ella era una evidencia) que era aquel recuadro de tierra negruzca y entonces, en un impulso piensa “quizás esta tierra pueda aclararme lo que creí ver”, pues empieza a dudar que fuera cierto lo que había visto aquella misma mañana.
Mientras, se hace una taza de tila para calmar sus nervios, pone la radio, todo parece encontrarse en la más absoluta normalidad, todo está igual que siempre, noticias, cotilleos, tertulias que sólo saben enardecer al oyente con sus opiniones encontradas.  De repente oye algo en una emisora, detiene el dial, alguien acababa de hacer un comentario que no parece gustar al moderador, pone toda su atención, escucha unos segundos más pero el habla acelerado del tertuliano no hace posible que le entienda, aún así estaba segura de que  algo debía de haber ocurrido porque al instante la radio empezó a emitir música clásica.
¿Qué es lo que estaba ocurriendo? Era tan grave como para después de hacerse un comentario, la radio dejara inmediatamente de emitir. Sale a la calle, necesita saber, aunque no estaba segura  de qué era lo que buscaba; se encuentra en las escaleras con algunos de sus vecinos, necesitaba hablar con alguien, no le importaba del qué piso fuera o tuviera más o menos amistad con ellos, tan sólo quería preguntarles si alguno de ellos había visto algo sobre lo sucedido; pero nadie parecía haber visto nada que no fuera lo cotidiano de cada día.
Anna se encuentra desconcertada ¿Y si había sido una de esas maniobras de absoluto secretismo que se preparan dentro de los gobiernos?  Pero,  en este caso está segura de que se trata de desenterrar algo que se halla allí escondido? ¿Y si habían encontrado algo que fuera peligroso? Anna está dispuesta a desentrañar que era lo que había pasado, y además está segura de haber visto movimientos extraños desde su ventana aquella misma mañana. Minutos después, con paso firme, se adentra por el parque, se acerca al socavón que estaba recién tapado por una capa de arena negruzca, pero cuando se agacha para recoger con su mano un puñado de tierra, una mano  fuerte acompañada de una voz grave y potente se lo impide,  vuelve su cuerpo para mirar a la persona que le está impidiendo su investigación, los dos al mirarse cara a cara se quedan inmóviles, sus miradas se entrelazan de manera hipnótica, poco después Anna sin saber el motivo, baja la cabeza, se le ha hecho inesperadamente un nudo en el estómago, en ese momento empieza a recordar que ella hacía tiempo fue la jefa de la unidad y ella fue la que mandó instalar allí aquella cisterna que era altamente peligrosa; siente un escalofrío, ella tan sólo obedecía órdenes y no le dio el alto mando margen para pensar cuando estaba cumpliendo esa misión, porque en el hipotético caso de que se pudiera  producir algún escape… Anna en esos momentos estaba segura de que ese accidente nunca se produciría.
 ¿Pero de eso ya había pasado mucho tiempo? Por aquel entonces era una mujer curtida en el ejército, por lo tanto se debía encontrar llena de energía y valor- sigue recordando- su mente le cuenta su pasado en pequeños retazos, entonces cree saber con exactitud lo sucedido aquella mañana. Esta parte de la ciudad en aquella época se encontraba deshabitada, todo era campo árido, sin cultivar, por esa razón ella no puso ninguna objeción cuando se le pidió su opinión para realizar el enterramiento, pero ahora todo era diferente, el área estaba poblada.
 Anna por primera vez desde hacía muchos años se encuentra en aquel lugar donde se supuso mandó enterrar la cisterna cargada de agentes contaminantes ¿Pero cómo no pudo recordar en todo este tiempo? ¿Acaso manipularon su mente después de ejecutar aquel acto para que no sintiera escrúpulos? ¿Acaso se estaba volviendo vieja?, se mira las manos y entonces comprende muchas cosas, las tenía plagadas de pecas y además, aquel hombre  no le parecía un desconocido pero ignoraba de quién se trataba, habla de nuevo, ahora al verla desorientada le habla con dulzura y le dice que él tampoco recordaba nada de aquellos años en los que estuvo bajo sus órdenes de la A.O. C.
El hombre se disculpa cuando le dice que sólo sabe que le han ordenado que no se acerque nadie a esta parte del parque porque puede que aún se conserve en rescoldo contaminante en la tierra  al haber sido movido.
Anna lo mira de nuevo, necesita echar la culpa a alguien pero al mirarlo de nuevo sólo le supo decir casi en susurros:
- ¿Cómo habéis consentido que casi media ciudad estuviera en peligro al tener este artefacto tan cerca?
 Él dice rotundamente:
- Sólo se pretendía que se mantuviera aquí enterrado hasta cumplir el plazo estipulado para poder trasladarlo, con la mayor seguridad y eso es todo lo que puedo decir.
Anna entra en su casa y va directamente a su alcoba, en sus movimientos parece ser una autómata, abre el armario y saca de una trampilla una caja de latón que no recordaba  hasta ese momento que la tenía, la abre y allí había unos documentos que acreditaban que era la doctora Anna especialista en agentes contaminantes y que ella debía estar allí, en todas aquellas áreas donde se pudieran encontrar bacterias infecciosas y neutralizarlas para que no se produjeran pandemias en el caso de que se pudieran filtrar en pozos de subestación.
Anna sigue con aquella caja en las manos, una foto le hace temblar. El hombre que le prohibió coger un poco de tierra era su esposo, ¿pero porqué están separados?
Sentada en su alcoba Anna llora amargamente, a veces los sacrificios que se hacen a favor de los demás, la única recompensa que tienen es la soledad.
Alguien llama a la puerta, la abre, era aquel hombre que cuando intentó coger un puñado de tierra negra se lo impidió y que con tan sólo mirarlo a los ojos le hizo recordar  y sin palabras se funden en un largo y tierno abrazo. Anna sonríe, al abrir aquella puerta le había llegado la recompensa por los sacrificios pasados, de nuevo se habían encontrado dos corazones que habían estado separados por un trabajo que en su día les impidió recordar quienes eran, ahora Anna  se encontraba de nuevo junto a su esposo, que mucho tiempo estuvo borrado de su mente.
Ya no necesitaba recordar, sólo le daba esperanzas el presente, un presente que  su trabajo ignoró que existiera.
       

lunes, 17 de marzo de 2014

Amnesia (1ª parte)



Aquella mañana de primavera incipiente, Anna se levanta de la cama con un desasosiego y un amargo sabor en su boca desconocido para ella, el sueño que aquella noche ha tenido hace que sintiera en su pecho  un grito de alarma. Con la mano en la boca y aún confusa abre la ventana de su alcoba, su cara se relaja al recibir los primeros rayos de sol, y como siempre solía hacer cada mañana, mira el gran parque que tenía ante su casa, el verdor de la hierba aún parecía dormir soñando con un día espléndido.
De repente y desconociendo el motivo, se inquieta cuando ve a cinco hombres armados con palas que empiezan a peinar aquella parte del parque que se encuentra justo frente a su ventana. Anna se queda mirándolos y su cuerpo se estremece cuando recuerda que aquella misma noche había soñado con aquellos hombres, se queda pensativa mientras los ve levantar y clavar con ahínco una y otra vez las palas en la hierba crecida y húmeda, aquellos hombres parecían estar buscando algo que estuviera allí enterrado.
Anna intrigada no se aparta de la ventana, necesita saber qué es lo que buscan aquellos hombres. Uno de ellos señala un árbol que parece estar maltratado por los orines de los perros, nada más clavar uno de ellos la pala, el árbol cae al suelo y se ve seco.  Con un silbido del que parecía el jefe, enseguida acuden los cuatro hombres a su llamada; Anna supuso que eran los componentes de una cuadrilla, cuando se acercan, todos juntos parecen  hablar algo entre ellos y poco después los cuatro siguen con la inspección de la zona dando al terreno palazos como posesos.
El que Anna cree que puede ser el jefe, habla por teléfono mientras parece estudiar con detenimiento aquel esqueleto de árbol. Los perros que por allí pasean, se deshacen de las correas que los encadenan a sus amos y salen corriendo hacia el lugar donde se encontraba aquel hombre y el árbol caído.  El hombre levanta la vista del suelo y se asusta ante la invasión canina, intenta azuzarlos para que se vayan de su lado y  al no ser obedecido, empieza a dar con furia palazos al aire pero en la tierra algo debía detectar con su olfato porque los perros empiezan a ladrar con suma agresividad, el jefe llama al resto de los hombres para que acudan en su ayuda.
Anna desde su ventana ve atónita  cómo aparecen corriendo hacia el jefe cientos de gatos como un ejército en posición de ataque. Anna no se mueve de la ventana, todo lo que está viviendo le parece un sueño de muy mal gusto; una sirena a todo gas anuncia que se acerca un coche de bomberos que para justo frente a su ventana, entonces puede ver que los bomberos que bajan con movimientos sincronizados, en unos segundos acordonan el área donde se encontraban los perros y los gatos. Poco después aquellos hombres que han estado peinando aquella parte del parque son evacuados en sendas camillas tapados con mantas que parecían desde su otero de amianto.
Otra sirena irrumpe de nuevo en aquella calle curiosamente deshabitada a aquellas horas de la mañana, también aparca frente a su ventana, esta vez todos los que bajan de aquel vehículo están enfundados en monos azules y enmascarados. En unos segundos se diseminan con rapidez por toda la avenida dando órdenes de que se cierren puertas, ventanas y se bajen persianas. Anna, ante esta orden, cierra la ventana pero una vez cerrada, ve con asombro que una de las  de la persiana se encuentra partida, dándole la oportunidad de poder seguir mirando por la ranura.
Algo importante estaba pasando ante tanto movimiento  pero ella sigue vigilando cómo si fuera una espía. Poco después aparece un nuevo coche que a Anna le parece extrañamente familiar  a pesar de tener el techo cubierto de antenas, barras de acero y cables que parecen  irradiar luces verdes transparentes.  De ese vehículo se bajan tres hombres vestidos con monos blancos y enormes máscaras que le daban el aspecto de astronautas; segundos después, con una enorme manguera fumigan el área, quedando a los perros y a los gatos inmóviles bajo un anestésico, minutos después con toda precisión son metidos en una furgoneta que desaparece inmediatamente con alarma.
Pero algo sospechoso llama la atención de Anna, el vehículo de las antenas no se había movido desde que lo aparcaron. De repente pudo ver cómo aquellas antenas que se encontraban en el techo de aquel coche empezaron a iluminar la zona con luces de un intenso color verde, que en uno segundos se inundó el parque y la avenida.
Más tarde, no sabe cómo sucedió pero se ve sentada encima de la cama, aún se encuentra en camisón, se mira,  no parece tener consciencia de lo que ha pasado mientras había estado mirando tras la ventana pero en un impulso sube de nuevo la persiana, mira a la calle y tan sólo puede ver que, donde antes había un parterre, ahora sólo hay en ese lugar una capa negruzca de tierra que parece cubrir un socavón. Allí no parecía haber nada sospechoso ni haber sucedido nada especial aquella mañana, tan sólo podía ver unos cuantos metros de tierra removida, pero eso no era suficiente para que Anna se convenciera de que allí había estado, no hacía ni una hora, todo un ejército indagando sobre una pequeña área del parque.

Continuará...



Foto: Parque del Príncipe en Cáceres
Fuente: elmayortesorodelmundo.blogspot.com


viernes, 7 de marzo de 2014

La huida (final)




Poco después se encuentra en la calle desorientada y sin saber a dónde ir, se da cuenta de que dos guardas jurados del centro comercial la siguen. De pronto ve a un chino que vende bicicletas en un tenderete de la calle y coge una, no se para a elegir, no le importa cómo son, tan sólo quiere salir de aquella situación cuanto antes. Pedalea sin rumbo fijo hasta quedar exhausta, se adentra por la selva ignorando que se encuentra en la selva más antigua del mundo, y tan solo a 13 kilómetros del centro de la ciudad, sigue pedaleando hasta que la gran cantidad de monos que había la hacen caer de la bicicleta, mientras, a su paso acudían más y más monos. Cuando Anna intenta reanudar el camino, se da cuenta de que la cadena de la bici está rota, entonces empieza a caminar sin rumbo fijo y cuando cree que ha llegado a lo más profundo de la selva, se encuentra con un santuario Hindú, se relaja, cree que sus perseguidores la habían perdido la pista.
Anna se ve ante una estatua dorada de unos cuarenta metros de altura,  en aquel paraje, que paradójicamente está desierto, sólo se oyen los gritos de los monos. Unos cuantos se acercan a ella  e intentan quitarle el bolso, Anna intenta alejarlos de un manotazo pero éstos se ponen furiosos e intentan atacarla. Anna no sabe porqué  pero saca la piedra negra de su bolso y todos los monos desaparecen como si hubiera esparcido en el ambiente un repelente. Un trueno parece rasgar la montaña que hace presagiar una gran tormenta, minutos después empieza a caer el diluvio universal.
Anna sube empapada los 272 escalones que llevan al santuario, allí de nuevo siente miedo, todo se encuentra solitario y no se percibe ningún ruido que no sea su respiración pero una voz ronca le saca de sus cavilaciones, tras ella se encuentra el comisario de policía que, sin más dilación, le pide la piedra.
Anna sale del templo y baja las escaleras corriendo, el comisario y dos hombres más van detrás de ella, Anna no sabe por dónde ir y los hombres casi le alcanzan, el suelo está empapado, está descalza pues los zapatos los ha olvidado en la puerta del templo.
De pronto oye gritos que piden socorro, mira hacia atrás, y puede ver cómo los monos atacan a sus perseguidores, sigue corriendo y se pregunta qué puede tener aquella piedra negra que sea tan importante hasta el punto de matar.
Anna se encuentra cerca de un lago llamado Inde, cuando llega a la orilla un pescador la mira compasivo pues su aspecto parece deplorable.  En la orilla deja vagar su mirada, no puede pensar, sólo sabía que se encuentra sola, el pescador le dice que si lo desea la puede llevar a la otra orilla. Sin más dilación, se monta en la barca, mientras el barquero con una de las piernas enroscada en el remo, hace mover la barca para poder  así podía utilizar las dos manos para recoger la red.
En la otra orilla, la espera un Imán que le habla de la piedra, Anna le da la piedra al Imán y cuando este hombre tiene la piedra en sus manos se da cuenta aterrada de que todo había sido una estratagema perpetrada por aquel falso comisario y del no menos falso joyero, esa piedra sagrada para los musulmanes había sido sustraída de la meca durante un atentado ocurrido en una de las peregrinaciones.
 ¿Pero… por quién?
Anna de nuevo empieza a correr por la selva sin rumbo fijo pero una mano se posa en su hombro y se detiene, su corazón parece dejar de latir, mira asombrada que junto a ella se encuentra una de las personas más queridas para ella, su hermano que desde  su desaparición no cesó de buscarla.
Más tarde los dos juntos y sentados frente a frente, saborean un delicioso arroz aromatizado y coloreado en azul por la flor Bungg Telang. Anna se queda mirando fijamente el arroz y de repente busca los ojos de su hermano que parece rehuirlos mientras distrae la vista mirando al camarero que les llevaba en una bandeja leche de coco y calamares en salsa dulce. Anna espera, sabía esperar, había aprendido quizás demasiado deprisa psicología, su hermano sigue sin levantar los ojos hacia ella, parece esconder algo, Anna da un golpe en la mesa con el mango del tenedor lo suficientemente fuerte como para que su hermano levante la vista hacia ella y entonces Anna le obliga a mantener la mirada y le dice:
-          Sólo quiero que me digas una cosa, ¿Quién diablos te ha dicho a ti que yo me encontraba en Kuala Lumpur? - Anna seguía con su mirada clavada en él-  ¿Y porqué sabias que yo tenía una piedra negra? ¿Acaso estas metido en toda esta trama? ¿Qué sacas en limpio mientras yo, tu hermana, me sentía  perseguida y en peligro ignorando de dónde venía todo?
Anna, después de estas palabras se levanta confundida y entra en uno de los salones de lectura del hotel. Saca del bolsillo aquel folio en blanco y lo mira obsesivamente. Entonces busca en su mente lo que podía significar la letra E, después de tan sólo unos segundos sabe  que se refiere a España, la segunda letra, la B, tenía que tener alguna referencia… era una casa de comidas que el comisario le había recomendado, su nombre era…se quedó perpleja, Baba –Nyanya, y entonces recuerda que al preguntar en el hotel dónde se encontraba aquella casa de comidas, supo que allí era donde se reunían los antiguos pobladores chinos que se habían desposados con mujeres malayas. La K posiblemente es la letra que corresponde a Kuala y ahora Anna coge carrerilla, la L era la sigla de Lumpur ya habían previsto a donde tenía que dirigirme. La M de Malasia pero la A, no acertaba a encajarla en aquel puzle, de repente un escalofrío recorrió su cuerpo, por la A comenzaba el apodo que desde su adolescencia había ostentado su hermano ”Adonis”.
Anna sin decir nada más abandona el salón y a la salida puede ver a dos policías malayos que se llevan a su hermano…


 Cuevats de Batu (Templo Thean Hou)
Fuente: parenelmundoquesubo.blogspot.com