miércoles, 26 de febrero de 2014

La huida (2ª parte)



Sube al avión y al otro lado de su asiento, una mujer morena y de mediana edad, rechoncha que apoya sus brazos en sus enormes pechos parece mirarla insistentemente. Una azafata le ofrece un quiosco de internet y la mira extrañada al rechazar Anna el servicio pero le informa de que puede mandar desde el aire todos los correos electrónicos a cualquier país que desee. Anna cuando está a punto de sucumbir a la tentación  y mandar alguno pero recuerda lo que le dijo el comisario, que no debía ponerse en contacto con nadie, era absolutamente necesario no ser descubierta.
Durante el vuelo, piensa en el diseño de la joya que había creado y cree que pocas señoras se atreverían a lucir; abre el bolso de mano y saca el dibujo que contempla por unos momentos.  Aquel dibujo parece incitarla para que fuera algo más que un boceto.
Anna por unos momentos centra su atención en los orígenes de aquella joya ¿Por qué aquel joyero le encargó el diseño de tan compleja y de tan dificultosa realización? ¿Para qué mujer sería?
Ya se encuentra en Kuala  Lumpur cuando recoge su escueto equipaje de la cinta transportadora, mira en todas las direcciones, tiene miedo y desconoce el motivo. Cuando sale del aeropuerto de Klia toma un taxi para que la lleve al Hotel Majestic, que según le dijeron se encontraba a tan sólo 15 Km del aeropuerto, después de rodar dos kilómetros aproximadamente, el taxi se para y Anna pregunta qué sucede pero el taxista no parece escuchar su pregunta, el hombre ante los aterrados ojos de Anna ha salido del vehículo y baila rodeando el coche cómo si se tratara de un ritual, Anna intenta salir pero las puertas parecían estar atascadas, entonces se da cuenta de que la ventanilla del conductor se encuentra abierta. Con agilidad salta hasta ponerse ante el volante e intenta arrancarlo para salir de allí, mientras el taxista, no deja de danzar. Anna se baja y llama al primer taxi que ve pasar por allí, con la respiración agitada le dice que la lleve a toda prisa al Hotel Majestic. Cuando entra en el Hall, es una estancia amplía, a la derecha se encuentra un bar salón  bajo una cúpula dorada en la que parpadean como estrellas en la noche pequeños puntos de luz y donde  un pianista anima cada tarde a los clientes del hotel.

  

Cuando llega a su habitación, con extrañeza ve que todas las ventanas se encuentran abiertas de par en par, las cortinas blancas vuelan a su antojo cómo si fueran fantasmas. Anna  ya sabía que allí el clima es cálido con la humedad que da el trópico, no entendía el motivo por el cual se encontraban las ventanas abiertas. Llama a recepción y poco después el director se presenta ante ella, era un hombre alto excesivamente delgado, parecía nervioso, enseguida supo Anna el porqué de su nerviosismo, era musulmán, y parecía tener mucha prisa para llegar a tiempo a la oración. Segundos después se puede oír cómo los altavoces que parecían estar difuminados por la ciudad, resuenan los hipnóticos cantos de la Al-Adhan, la llamada a la oración a los musulmanes.
El hombre sale corriendo hasta llegar al ascensor y puede ver cómo otros fieles se precipitan hacia él. La voz de una mujer que está detrás de ella le hace reaccionar y acercándose le dice:
-           ¿Puedo atenderla en algo?, soy la gobernanta de esta planta.
Anna la mira perpleja, entre los musulmanes no era habitual tener a mujeres trabajando en las plantas de los hoteles. No obstante se alegra de que sea una mujer, seguro que entendería mejor su reclamación. Anna le comenta lo de las ventanas que se había encontrado abiertas. La mujer sin más explicaciones le dice que la siga y cuando entra en su nueva habitación, ve complacida al asomarse a la ventana las dos majestuosas torres Petronas, símbolo de la ciudad.
 De pronto fija la mirada en la famosa pasarela que une a los dos colosos, recordando haberlas visto en una película e intenta averiguar en qué película había sido, cuando al mirarlas aterrada se fija en un hombre que se encuentra en la pasarela que enlaza a los dos edificios, colgado de la barrera de seguridad. De repente lo ve caer al vacío, asustada busca con la mirada a la gobernanta para comentarle lo que acababa de ver y que segundos antes se encontraba pasando revista a la habitación. La llama con voz trémula pero la gobernanta ha desaparecido. Una vez se serena se asoma de nuevo y mira hacia donde había caído ese hombre pero allí no hay indicios de que hubiera pasado ninguna tragedia.

Tenía pensado en ir a comer a algún restaurante típico, pero se le había quitado el apetito. Se sienta indolente encima de la cama, acababa de presenciar, aunque fuera desde lejos un suicidio o tal vez fuera un homicidio. El bolso de viaje se resbala por su falda, hasta caer al suelo, lo recoge y  por la embocadura asoma el boceto de aquella joya que con tanta ilusión dibujó para aquel joyero. Al cerrar el bolso le pareció oír un ruido, era como si la polvera chocara con algo duro, mete la mano y encuentra una piedra pequeña de color negro.
¿Quien le había puesto en el bolso esa piedra?, la mira intrigada pero como no parece tener valor alguno, la guarda en el bolsillo de la chaqueta para pensar más tarde que hacer con ella.  Mira de nuevo el bolso y puede ver un folio en blanco, se inquieta al pensar de que alguien podía haber hurgado en su bolso, después de mirar aquel folio que no le decía nada, pero sí que le intrigaba, lo mira de diferentes manera,  cuando está a punto de tirarlo a la papelera, ve que hay unas letras grabadas, ahora lo mira con detenimiento, E-B-K-L-M-A. Anna no tiene ni idea de lo pueden significar aquellas siglas.
Intenta despreocuparse de ese tema, centrándose en qué puede hacer en ese país exótico y tan lejano de España. Saca el billetero y mira perpleja que la tarjeta de crédito que le había entregado el comisario para su uso personal, no tiene límite de gastos, todo parecía sacado de una película de ficción. ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Por qué tanta generosidad? ¿Quién estaba detrás de todo aquello? Pensó en el comisario, tenía que hablar con él, pero por su seguridad se lo tenían prohibido, Ahora se sentía más perdida que nunca.
Sale a la calle, necesitaba distraer su mente para poder pensar con claridad. En la calle Anna puede pasear por una combinación de rascacielos y selva; aquí en esta ciudad a diferencia de Madrid se puede ir caminando a cualquier parte,  las distancias son cortas si se miden en línea recta, pero Anna empezaba a tener un inconveniente, hacía mucho sol y demasiada humedad. No entiende que puede hacer ella allí sola, en una ciudad que está rodeada por la selva más antigua del mundo, mientras camina, se encuentra gente de variadas culturas y religiones, piensa que por eso es una de las ciudades modernas más cosmopolitas del planeta, que era igual que vivir en una selva pero rodeada de los mejores y más modernos adelantos tecnológicos que hacen la vida más placentera.
Se sorprende al ver cómo las mujeres musulmanas a diferencia de otros países musulmanes, visten de color y cubren sus cabezas con pañuelos de colores vivos que las hacen parecer más exóticas, puede apreciar que las chinas son las que derrochan más glamur.
 Después de caminar un gran trecho, se da cuenta de que se encuentra en la ciudad más elegante del mundo. Entra en un centro comercial llamado Star Hill, que una vez dentro le pareció el más elegante y sofisticado que jamás había visto. Las malayas salían del establecimiento cargadas de paquetes y Anna decide comprarse ropa adecuada para aquel clima tropical pero se acerca a la caja para pagar después de hacer sus compras, la encargada de la caja la mira cómo si hubiera visto un espectro, Anna sigue con la vista la mano de la cajera que la lleva hacia un lado y atónita puede ver que pulsa un botón. Anna ante este gesto, corre despavorida.
¡La habían encontrado!
 ¿Pero quién sabía que se encontraba en Malasia?


Continuará....

jueves, 20 de febrero de 2014

La huida (1ª parte)



Anna había llegado a sus treinta años a vivir un momento dulce que hacía completar su vida cómo diseñadora de joyas. Aquella mañana, se levantó de la cama con una alegría que sobrepasaba su carácter de chica seria y reflexiva. Después del desayuno se dirige a una de las joyerías de más prestigio de Madrid donde desde hacía poco tiempo era colaboradora en los diseños que allí se vendían.
Al entrar en la tienda se sorprende de no ver a la dependienta y con paso seguro se dirige a la trastienda  pero  desde la puerta y antes de asir el pomo puede ver al dueño de la joyería sentado tras su mesa que al verla le hace un gesto extraño con su mirada.
           Anna en esos momentos intuye de que algo no va bien y sorprendida  observa a través de la ranura de la puerta que alguien tiene en sus manos un tubo plateado que parece apuntar hacia la mesa donde se encontraba sentado el dueño del establecimiento.
Anna enseguida se da cuenta de la situación y da un paso atrás con todo el sigilo que permite un estado extremo de excitación pero su zapato choca con la peana de una preciosa lámpara de bronce que se hallaba justo al lado del despacho. El ruido se hace perceptible para los que se encontraban dentro del despacho, que salen precipitadamente para ir detrás  de Anna que ya se encontraba en la calle mezclada entre los viandantes que abarrotaban la céntrica calle.
Llega a su casa presa del pánico, no acierta  qué pensar de lo que acaba de vivir. No se atreve a ir a la policía hasta no saber por el noticiario del mediodía lo que había pasado.
Se sienta ante el televisor y espera con ansiedad que llegara la hora de las noticias. Poco después sobresaltada escucha de que un joyero había sido asesinado en su joyería; lo habían encontrado muerto sentado ante la mesa de su despacho y el cuerpo tenía signos de haber sido sometido a tortura.
Anna aunque esperaba la noticia con ansiedad, no imagina para nada que aquella situación pudiera tener tan cruel desenlace y de su garganta sale un grito desgarrador, ¡lo habían asesinado! Se encuentra tan inquieta que no sabe que pensar, también ignora si el atracador la ha visto y si en ese caso la puede reconocer…
Poco después la policía llama a su puerta y tarda en abrir,  se encuentra muy nerviosa, una voz autoritaria le dice:
-          Sabemos que está usted ahí, abra la puerta o nos veremos obligados a tirarla abajo, somos de la policía.
Mientras, uno de ellos enseña su placa de identificación y minutos después Anna abre la puerta no sin antes pedir su número de placa. Al flanquear los agentes la puerta de la entrada, se encontró tan vulnerable que por su aspecto parece que ha sido pillada desprevenida. Ya en el salón los policías le hacen algunas preguntas a Anna, escuetas y contundentes, adornadas con un halo de solemnidad, dando a entender que toda precaución era poca ante lo que le tenían que comunicarle.
            El policía que parece llevar la  iniciativa vacila ante la pregunta que tenía que formular, pero al mirarla a los ojos sólo pudo decirle que se habían encontrado indicios de que ella había estado en el lugar del crimen.
Poco después se encontraba en la comisaría y el comisario al verla entrar, la mira con una seriedad que rayaba a la tragedia. La invita a tomar asiento después de unos segundos que a Anna le parecieron eternos y le dice:
- ¿Vio algo o a alguien cuando se encontraba dentro de la joyería?
Anna con los nervios a flor de piel narra lo sucedido. De nuevo el comisario calla y cuando abre la boca le dice:
-          Qué suerte tuvo usted al no a entrar en ese despacho.
            Ella no sabe que pensar de todo aquello pues siente que no entiende nada. ¿Pero…quién les dijo que ella no llegó a entrar en aquel despacho? Ante la cara de perplejidad de Anna el comisario le dice:
-         No se preocupe, tenemos una cinta que se encontraba oculta en un cajón en la cual está grabado todo lo que ocurrió aquel día en ese despacho. Por este motivo debe saber que después de haber sido sometido a tortura, el joyero dijo su nombre, aún no sabemos si fueron uno o dos los atracadores pero si pudimos ver encima de la mesa una ficha con todos sus datos y la hora en la que iba a ser recibida por el joyero.
           Anna temblaba, pero aún no era consciente de que aquello podía tener algún sentido. El comisario le dice que hasta no averiguar lo sucedido es mejor que desaparezca de España pues era un caso muy extraño al no faltar ninguna de las valiosas  joyas allí expuestas.
Antes de salir de la comisaría, le vuelve a sugerir que debe ir lo más lejos posible, ahora la mirada del comisario parece cambiar y con voz indulgente le dice:
-          Yo me atrevería sugerirle que se fuera a Asia, mis hombres la pueden escoltar hasta que salga de Madrid.  Me he permitido sacarle un pasaje para mañana, hará escala en el aeropuerto de Ataturk de Estambul y una vez allí tomará el vuelo que le llevará a Kuala Lumpur.
            Anna lo mira perpleja y el comisario al verla tan perdida la anima diciéndole:
-          Sólo será una temporada hasta que se aclare todo.
Anna le contesta:
-          Pero… y mi vida, mi trabajo…
            El comisario con una voz monótona dice:
-          Esto es lo que hay Anna, le guste o no le guste lo tendrá que aceptar, por ahora necesitamos vía libre para la investigación y es importante que se encuentre desaparecida.
No obstante, antes de salir le dio una advertencia:
No puedes llamar a nadie por teléfono, ni mandar correos electrónicos, este gesto puede llevarte a la muerte.
Al día siguiente y sin despedirse de nadie Anna sale inmediatamente de su apartamento sin apenas equipaje y se dirige hacia el aeropuerto de Barajas, para  tomar el vuelo que le haría hacer escala en  el aeropuerto de Atakurk en Estambul.  Una vez en Estambul, espera la llamada de su vuelo. Se entretiene mirando las exóticas tiendas del aeropuerto turco.
Allí y mientras esperaba en aquel aeropuerto de Estambul, empezó a pensar  cómo iba a ser su vida desde el momento que llegara a su destino. Parada ante una tienda de ropa, puede ver en el reflejo del escaparate una cara que parece mirarla con  insistencia. Camina unos pasos, intenta tranquilizarse, ella era rubia de ojos azules, seguro que si la miraban era por resultarle exótica.


                                                          Foto: orangesmile.com
Continuará...

martes, 11 de febrero de 2014

Dos amigas (final)



-          Lo que oyes; ellos siempre estarán protegidos. Pero quizás ignoren, al estar tan metidos en el poder, que la historia no puede parar, tiene que seguir su curso hasta llegar al infinito.
-          No estoy de acuerdo contigo, esos Señores de los que tú hablas no pueden ,por mucho que sea el poder que ostenten, cambiar el rumbo del destino.
-          ¡Sí que pueden! Quizás no nos demos cuenta pero esto es un acelerón de lo que llaman el final de un ciclo para comenzar otro nuevo.
Sonia se removía en la silla mientras se aferraba a la creencia de que todo puede tener solución cuando le dice de nuevo:
-           Pero ¿acaso sabemos que si esto sucediera,  todo fuera para mejor?
Anna la miró y el silencio se apoderó de las dos.
Dos días después, Sonia tenía que desplazarse a Bruselas por trabajo; una vez sentada en el avión cuando aún no habían salido del espacio aéreo español, Sonia, miraba por el ojo de buey, se encontraba muy nerviosa desde que tuvo aquella conversación con Anna.  Miró y hacia arriba no había nada más que una inmensa masa azul compacta que le cegó los ojos y abajo, un suelo de nubes tan tupidas que no dejaban ver la tierra. Sonia se sintió aislada como si fuera a ser engullida por aquellas dos masas, arriba azul y abajo blanca.
De repente, un intenso olor a incienso invadió la nave y unos segundos después dos enormes pájaros aplastados como si fueran dos peces manta aparecieron relucientes invadiendo el espacio, aterrando a todos los pasajeros de aquel avión.  Uno de ellos pasó rozando la nave y la hizo tambalearse, las azafatas eficientes intentaban calmar al pasaje ofreciendo refrescos y toda clase de comida de entretenimiento. De pronto el avión se paró en medio de aquel cielo que Sonia lo veía más infinito que nunca. Una plataforma en forma de recogedor, se situó bajo el avión y como por arte de magia se lo  llevó  flotando, provocando un conflicto de incertidumbre entre los pasajeros, que se quedaron  mudos por no saber qué les estaba pasando.
Sonia miró curiosa y llena de terror por aquella ventanilla y pudo apreciar como se acercaban a una tormenta solar, pero Sonia asustada notó que en el avión no hacía calor, sus piernas empezaron a temblar cuando notó un terrible frio, se acurrucó en el rincón de su asiento y entonces observó como debajo de los asientos empezaba a salir  un gas helador que invadió todo la nave. Mientras fuera la erupción solar parecía hacer mella en los satélites, pues todo en el avión dejó de funcionar.
Todo esto estaba sucediendo ante sus ojos en el comienzo del siglo XXI. Entonces se le ocurrió que lo que estába pasando pudiera ser simple y llanamente, era una matanza de inocentes orquestada ¿pero… por quién?
 Quizás la causa pudiera ser lo confuso que está el mundo, en estas circunstancias podría pasar cualquier cosa. Aunque los Señores del Poder intentaran revertir lo sucedido con diferentes excusas ¿era necesario hacer todo esto?
 Sonia se tapó la cara porque no quería ver nada más y entonces supo que la muerte se encontraba a su lado, callada, parecía esperar el momento….
Asustada pensó que para todo ésto debía haber una explicación, ¿tal vez científica?
El sol parecía explosionar y…¿no sería uno de esos casos extraños en los que el avión no se desintegrase por el intenso calor?
 De pronto divisó como aparecióuna escuadra de naves extrañas para  escoltar al avión, desapareció  todo ruido y quedó el más absoluto silencio. Cerró los ojos, ya estaba preparada para lo que estuviera destinado para ella.
Años más tarde y después haber pasado  un largo periodo de tiempo fuera de  la tierra, Anna y Sonia se encontraron casualmente en una tienda de modas. Sonia, más bella que nunca pues parecían no haber pasado los años por ella, Anna, en cambio, se encontraba envejecida y la reconoció porque aún conservaba la luminosidad de sus ojos. Las dos se miraron frente a frente y sin más palabras que las justas, como si estuvieran enteradas de todo lo que le había sucedido, Anna le dijo a Sonia:
- ¿Has encontrado algo mejor en otra galaxia?
Sonia no supo qué responder y se abrazaron. Sonia  le dijo a Anna:
-          Tu sueño no era sólo un sueño, lo que sí  es cierto es que este caos que existe, también existe en cualquier otro planeta. Por esta razón y - bajó la cabeza apesadumbrada- nunca habrá una solución hasta que el hombre se convenza de que todo lo que poseemos en esta vida no nos pertenece, tan sólo es un préstamo que a algunos privilegiados les ofrece la vida. Éste préstamo puede llegar a ser más o menos grande según sea la responsabilidad que obstente el individuo para con los demás pero, ¿qué pasará  si ese privilegio que poseen no lo saben administrar?
Anna le contestó:
-          Es muy sencillo, los acreedores les tendrán que pedir un alto interés por su mala gestión y más tarde lo pagarán con creces.
-          Anna ¿crees que podrán estos Señores  poderosos acabar con las ilusiones del universo?
-          Oh, no, hasta ahí nunca podrán llegar- dijo mientras se le escapaba de sus labios una sonrisa- todo esto puede llegar a ser verdad pero como aún no ha ocurrido…el humor y la esperanza siempre acompañará a los hombres que tienen buena voluntad.
Sonia dió un suspiro de tranquilidad y Anna le dijo con sabiduría:
-          No te dejes atrapar por los sueños, porque a veces puede que no te dejen “soñar”.


Foto:www.2012elfindelmundo.es