En esos
momentos supo que aquel chico nunca le atrajo, sentía que la cabeza le iba a
estallar, cada vez entendía menos porqué estaba saliendo con él. Cuando sus
ojos se cruzaron Anna dio un paso atrás, ya estaba segura de lo que estaba
viendo, aquel cuadro…tenía grabada su cara y entonces empezó a recordar toda la manipulación que urdió para que olvidara al
chico que ella admiró desde que empezó la carrera.
Siempre le decía cuando salían que tenía que olvidar
que existían más hombres que él. Pero hasta este momento no supo, que lo único
que pretendía con su actitud, era que también se olvidara de todo lo vivido y
lo estudiado. Ahora, ante aquel cuadro delatador sabía que aquel hombre lo que deseaba con su actitud
era alejarla de su círculo de amistades y así apoderarse de su sabiduría. Ella ahora
aterrada estaba descubriendo que Carlos la manipulaba para poder penetrar en la
magia de su cabeza. Pero ya era tarde, se había dado cuenta y nunca lo lograría, por mucho que aquellos ojos
de aquel cuadro siniestro tuvieran la influencia del poder maligno.
El murmullo seguía en el patio de la casa, no quería
hacerse ilusiones de que pueda haber más gente y que no estaba sola. Se serenó
unos segundos, tenía que canalizar, todos sus sentimientos y mirando a Carlos
que aún insistía para que se acercara al cuadro, se dirigió a él con voz fuerte
que no creyó que poseía y le dijo:
- El saber es como una anguila que se escapa de las
manos no respetando las reglas del juego.
Carlos ante
estas palabras, rojo de ira, se abalanzó sobre ella, en esos momentos, aquel
murmullo que venía del patio entró en aquel salón.
Carlos
desapareció absorbido por el cuadro.
Aquel chico que siempre le gustó estaba allí con sus
amigos de siempre, todos se acercó a ella, una de las chicas le dijo:
- ¿Cómo has podido elegir esta casa para nuestra
fiesta de fin de curso?
Anna no sabía qué decir, ella nunca tuvo en su
pensamiento hacer allí ninguna fiesta. ¿Quién había dado la voz de alarma para
que todos fueran allí?
Mientras, alguien decía:
-
Fijaos, ese cuadro
parece echar humo, debíamos salir de aquí cuanto antes, esta casa no parece dar buenas vibraciones.
Cuando salieron todos de aquella casa, Alfonso le
dijo:
-
Este tipo casi estuvo a
punto de apoderarse de ti pero para Dios nada es imposible. Tú no podías caer
en esas manos.
Una vez en la calle, Anna miró hacia atrás y vio tres cuervos graznando en el alero del
tejado. Aquel ruido de picoteo en el zinc del canalón componía, junto al graznido, una sinfonía perfecta que
se ajustaba al ambiente de aquella casa.
Dos días después y cuando el grupo partía hacia la
playa después de saber los resultados de los exámenes, la prensa daba la
noticia de que una casona abandonada en un barrio medieval había sido devorada
por un incendio, sin poder salvar nada del antiguo mobiliario que allí se
encontraba.
Alfonso que se encontraba sentado en aquel autobús
al lado de Anna, la toma de la mano y con cariño le dijo:
- No vuelvas a tener más equivocaciones como ésta
porque quizás yo no pueda ayudarte.
El resultado de aquella experiencia le enseñó que la
vida es mucho más que estar dotada de inteligencia, porque si no está bien
canalizada se convierte en un hilo muy delgado y débil. En cualquier momento una
persona que desee lo que tú posees lo
puede cortar aunque no obtenga más que el beneficio de saber que vales tan poco
como él.
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