lunes, 27 de enero de 2014

Dos amigas (1ª parte)



Las gafas ahumadas de Anna trataban de atenuar la luz mientras arrugaba los ojos para calmar la tensión solar que la cegaba y hacía que se sintiese incomoda, pero aquel día necesitaba dar un paseo que la despejara. Al pasar por el parque miró el hermoso reloj de sol que le hizo recordar su tierra gaditana. Se encontraba sentada en uno de los bancos del parque del Retiro madrileño cuando oyó que la llama su amiga Sonia. Después de no verse en dos meses, comenzaron a hablar de mil cosas sin importancia y de pronto, Anna cambió la expresión de su cara al ver atónita cómo  las flores del jardín que estaban frente a ella, esas flores, una a una, se estaban  marchitando y sus tallos se empezaban a desnudar ante sus ojos. Su amiga parecía no ver lo que ella estaba viendo y los que por allí paseaban parecían ignorar lo que en ese jardín estaba pasando.
Su amiga Sonia ajena a lo que a Anna  le estaba sucediendo en esos momentos siguió hablando y al ver a Anna tan callada y distraída la miró y se sorprendió de cómo su cara tenía una mueca extraña que estaba delatando lo que ocupaba sus pensamientos, que no parecía ser nada bueno.
Sonia le preguntó a Anna:
-¿Te sucede algo?
Anna respondió con una mueca que simulaba una tenue sonrisa.  Mientras parecía seguir en un estado de hipnotismo preocupante miraba con insistencia las agujas de aquel reloj que parecía haberse vuelto loco, en unos segundos una nube oscura y espesa tapó el sol. Entonces fue cuando Sonia pudo ver cómo aquel parque empezaba a llenarse con una ingente  muchedumbre que lo invadía para mirar los jardines de manera especial. Sonia no supo entender en esos momentos aquel despliegue de gente que parecían sentir  admiración hacia aquellas flores que a ella, al contrario de su amiga, le parecía que derrochaban olores y colores, como sucede en primavera.
 Entonces,  ¿qué era lo que aquella gente miraba con tanto interés?
 Cuando Sonia  miró de nuevo a Anna un terrible escalofrío recorrió su cuerpo, Anna se encontraba con los ojos abiertos de tal manera que parecía que el globo ocular se le iba a salir de las órbitas de un momento a otro.
Sonia, preocupada le zarandeó el cuerpo esperando que reaccionara pero cuando Anna abrió la boca, fue para decirle a su amiga:
-          Sí, estoy así  porque estoy concienciada,  y creo que si el mundo sigue así, nos pasará como a estas flores que en plena primavera se están marchitando.
           Sonia dirigió inmediatamente su mirada hacia el jardín, se levantó pero la gente le impedía ver lo que estaba sucediendo. Después de hacerse un hueco para que le dejaran ver lo que allí estaba pasando, al acercarse al jardín pudo ver a un hombre inerte con la cara nívea, cuyo cuerpo exhibía una  extraña figura, que en unos momentos se ocultó entre los tallos de las flores y de los pétalos que se encontraban marchitos cubriendo el lecho del jardín. Horrorizada, apartó sus ojos del jardín y se  sentó de nuevo junto a su amiga, las piernas  le temblaban.
Anna parecía seguir hipnotizada y cuando decidió hablar de nuevo, parecía hacerlo en susurros como si estuviera hablando para sí. Ante la insistencia de Sonia, que le pareció que hablaba conmocionada, le dice a su amiga:
-          Si seguimos así, dentro de poco, quizás mucho antes  de lo que pensemos, los seres humanos que no posean fortuna tendrán que emigrar por necesidad hacia algún planeta desconocido, porque se está comprobando que en éste  tan sólo, van a poder vivir los codiciosos y poderosos, que, no contentos con ser los dueños de todo y tener  privilegios también nos arrebatan con gran cinismo, lo único que tiene el ser humano, la dignidad por el trabajo, por la voracidad que existe en las clases políticas de todo el mundo.
Sonia, se acercó a ella y de nuevo la zarandeó con casi con violencia. Esto hizo que Anna volviera a la realidad, pareciendo haber despertado de un mal sueño.
Sonia, con los nervios a flor de piel, miró a su amiga y a su mente le vino la figura de aquel hombre tendido en el jardín, a dos pasos de ellas, con la cara pálida cómo si la sangre de sus venas se hubiera vaporizado. Recordaba también cómo una extraña mujer vestida de gris lo miraba de una forma especial,  que parecía adivinar el motivo de su muerte.  
Continuará...

lunes, 20 de enero de 2014

Siempre se debe mantener la lucidez (final)



 En esos momentos supo que aquel chico nunca le atrajo, sentía que la cabeza le iba a estallar, cada vez entendía menos porqué estaba saliendo con él. Cuando sus ojos se cruzaron Anna dio un paso atrás, ya estaba segura de lo que estaba viendo, aquel cuadro…tenía grabada su cara y entonces empezó a recordar toda  la manipulación que urdió para que olvidara al chico que ella admiró desde que empezó la carrera.
Siempre le decía cuando salían que tenía que olvidar que existían más hombres que él. Pero hasta este momento no supo, que lo único que pretendía con su actitud, era que también se olvidara de todo lo vivido y lo estudiado. Ahora, ante aquel cuadro delatador sabía que  aquel hombre lo que deseaba con su actitud era alejarla de su círculo de amistades y así apoderarse de su sabiduría. Ella ahora aterrada estaba descubriendo que Carlos la manipulaba para poder penetrar en la magia de su cabeza. Pero ya era tarde, se había dado cuenta y  nunca lo lograría, por mucho que aquellos ojos de aquel cuadro siniestro tuvieran la influencia del poder maligno.
El murmullo seguía en el patio de la casa, no quería hacerse ilusiones de que pueda haber más gente y que no estaba sola. Se serenó unos segundos, tenía que canalizar, todos sus sentimientos y mirando a Carlos que aún insistía para que se acercara al cuadro, se dirigió a él con voz fuerte que no creyó que poseía y le dijo:
- El saber es como una anguila que se escapa de las manos no respetando las reglas del juego.
 Carlos ante estas palabras, rojo de ira, se abalanzó sobre ella, en esos momentos, aquel murmullo que venía del patio entró en aquel salón.
 Carlos desapareció absorbido por el cuadro.
Aquel chico que siempre le gustó estaba allí con sus amigos de siempre, todos se acercó a ella, una de las chicas le dijo:
- ¿Cómo has podido elegir esta casa para nuestra fiesta de fin de curso?
Anna no sabía qué decir, ella nunca tuvo en su pensamiento hacer allí ninguna fiesta. ¿Quién había dado la voz de alarma para que todos fueran allí?
Mientras, alguien decía:
-          Fijaos, ese cuadro parece echar humo, debíamos salir de aquí cuanto antes,  esta casa no parece dar buenas vibraciones.
Cuando salieron todos de aquella casa, Alfonso le dijo:
-          Este tipo casi estuvo a punto de apoderarse de ti pero para Dios nada es imposible. Tú no podías caer en esas manos.  
Una vez en la calle, Anna miró hacia atrás  y vio tres cuervos graznando en el alero del tejado. Aquel ruido de picoteo en el zinc del canalón componía,  junto al graznido, una sinfonía perfecta que se ajustaba al ambiente de aquella casa.
Dos días después y cuando el grupo partía hacia la playa después de saber los resultados de los exámenes, la prensa daba la noticia de que una casona abandonada en un barrio medieval había sido devorada por un incendio, sin poder salvar nada del antiguo mobiliario que allí se encontraba.
Alfonso que se encontraba sentado en aquel autobús al lado de Anna, la toma de la mano y con cariño le dijo:
- No vuelvas a tener más equivocaciones como ésta porque quizás yo no pueda ayudarte.
El resultado de aquella experiencia le enseñó que la vida es mucho más que estar dotada de inteligencia, porque si no está bien canalizada se convierte en un hilo muy delgado y débil. En cualquier momento una persona que desee lo que tú posees  lo puede cortar aunque no obtenga más que el beneficio de saber que vales tan poco como él.

lunes, 13 de enero de 2014

Siempre se debe mantener la lucidez (2ª parte)



Anna empezó a pensar cómo pudo llegar hasta allí. Tan sólo era una joven estudiante, eso sí era brillante, que estaba terminando la carrera de antropología, ella sólo se dedicaba a los estudios de los orígenes del hombre.
Y de nuevo, como le estaba sucediendo, se sumió en un cansancio infinito.
A cada minuto que pasaba se encontraba más confundida. Quizás allí hubiera algo que estuviera conectado con los orígenes del hombre…
Anna se sentó de nuevo en el banco para pensar en la forma de salir de allí pero atónita descubrió que las escaleras habían desaparecido. Entonces pensó que para nada necesitaba saber los orígenes de aquella casa extraña porque el saber es tan volátil que si no se cultiva se puede perder y eso que algunos eruditos llaman sabiduría, no puede permanecer para siempre en un mismo individuo ¿acaso se acuerda el hombre cuando le llega la vejez de todo lo que ha aprendido en la vida?
Fuera el viento mudaba las nubes de sitio y empujaba la puerta, que se resistía a ser derribada dando crujidos a modo de protesta. Ella siempre supo, desde que tuvo consciencia que su cerebro era especial y que quizás ese era el motivo por el cual siempre fue la más galardonada de su curso en la universidad.
 Anna  empieza a hacer reflexiones aunque su cabeza estuviera metida en un caos, ¿pero acaso alguien está capacitado para guardar en su cerebro todo aquello que ha aprendido, o lo que ha vivido al milímetro?
Anna no se reconoce, pasea por aquel ancho pasillo y entra sin pensar en uno de los salones. Le dio la impresión de que estaba decorado para rodar una escena, de esas películas que sentado ante la pantalla, ves como el terror se transforma hasta el punto de hacerte reír.  A Anna le pareció aquel salón patético porque cuando miró el artesonado del techo estaba pintado de negro, imitando el estilo rococó pero de un pésimo gusto. De algunas de las vigas y en forma de círculo, colgaban gárgolas de figuras extrañas que parecían por su posición estar dispuestas para lesionar las cabezas de sus visitantes. Siguió adelante, y a lo largo de las paredes se exponían grandes cuadros pintados sobre madera donde destacaban imágenes bíblicas y apocalípticas. Anna se quedó clavada al suelo, sin ser capaz de dar un paso…en una de aquellas tablas estaba representado un ángel que huía del cielo seguido por un rayo.
Pero, esa cara…
 Anna creyó reconocer en aquella madera pintada en blanco y negro que era…ante aquella visión del ángel  caído se sintió atemorizada, cerró los ojos y al abrirlos se encontró cara a cara con el chico con el  que hacía semanas estaba saliendo. Carlos la miraba de una manera extraña y al acercarse a ella le dio un beso en la frente mientras le dijo:
-          Sabía que tenías que venir aquí.
 Anna sintió cómo aquel beso le helaba la sangre. Y por primera vez en su vida se encontraba en una situación límite en la cual dudaba ante lo que estaba viendo, pues hasta entonces el mundo siempre se le había presentado para ella cómo algo maravilloso que había que disfrutar. Aquel chico se acercó al cuadro, por un instante Anna creyó que se fundiría con la pintura; un murmullo de voces parecían acercarse, Anna no tenía fuerzas para moverse, Carlos la cogió de la mano mientras le lanzaba una mirada de odio, cómo si presintiera que aquella jugada le estaba saliendo mal. Intentó acercarla al cuadro tirando fuertemente de su brazo,  ella se resistía.

Continuará...