viernes, 15 de noviembre de 2013

¿POR QUÉ AQUEL PLANTÓN? - 1º Parte




Hacía tan solo tres años que Inés entró a formar parte de un grupo que investigaba todo lo relacionado con los últimos hallazgos arqueológicos de la ciudad de Menfis.
Aquella noche, cuando se encontraba trabajando en su despacho; el teléfono sonó, lo descuelga airada y, al otro lado del hilo, una voz conocida le invita a salir para tomar una copa; cuando cuelga el teléfono, sonríe al pensar que, aquella llamada había sido de lo más oportuna, estaba necesitando desde hacía días olvidar por unas horas, su adicción al trabajo.
Esa noche precisamente había terminado de reunir toda la documentación que necesitaba para  ultimar una tesina que le había pedido que hiciera la Universidad, sobre uno de los nuevos hallazgos, en este caso se trataba de un espécimen, que en el dosier era llamado  el “escarabajo marrón”, una especie extinguida hacía 2.000 años.
Desde que empezó a trabajar en esa investigación, había dedicado muchas horas de trabajo y, grandes dosis de concentración y meticulosidad.
Antes de salir a la calle, se mira al espejo para retocar su maquillaje, y se da cuenta que sus ojos denunciaban el cansancio que sentía y, que había amortiguado su habitual luminosidad. Entonces creyó conveniente salir cuanto antes de allí, tenía que cambiar de ambiente y perder de vista aquellas cuatro paredes del despacho.
A pesar, de haber cumplido los treinta, desde hacía tiempo, no frecuentaba los lugares de moda entre la juventud, donde cualquier joven de su edad disfrutaba cada fin de semana.
Aquella noche, puntual llegó ilusionada al punto de encuentro: Habían pasado al menos tres cuarto de la hora prevista y, aún no había llegado ninguno de sus amigos. Después de pasar un tiempo que ella llamó prudencial, decide salir de allí, pues le estaba molestando el saberse observada por un chico que se encontraba apoyado en la barra. Inés, lo mira detenidamente, desafiante y, pudo ver unos ojos negros de mirada profunda que destacaban en su tez morena, poco habitual en Cáceres para el mes de Noviembre; llegando a pensar que quizás fuera uno de esos jóvenes ociosos que les gustan jugar al golf cuando más calienta el sol.
Estos pensamientos son rotos cuando aquel joven se acerca a ella en actitud amistosa. Inés reacciona al mirarlo de una manera que le dio a entender que estaba midiendo las distancias; por eso su voz al dirigirse a él, sonó hueca cuando le dijo. No tengo el gusto de conocerte. Aquel joven sin mover un solo músculo de su cara, le contesta con voz calmada; ¡parece que no ha tenido mucha suerte esta noche con su cita!.
Una ira contenida, casi le hace explotar, pues creía estar pasando por una estúpida experiencia y, tuvo que hacer un esfuerzo para convencerse de que aquella situación por la que estaba pasando, no era para tanto.
Él, se disculpa, pues tan solo quería ser amable, para que le fuera más relajada la espera, hasta que apareciera la persona que le había citado.
Inés, se sonroja al pensar que aquél plantón que le habían dado sus amigos había sido en toda regla. Cuando se serenó, llama al camarero para pedirle la cuenta, mientras miraba, al joven para pedirle disculpas, por  la forma en que le había hablado.
De repente y, antes de que el camarero pudiera coger el dinero de su consumición; el local se queda a oscuras, después de unos minutos a oscuras aquella situación parecía prolongarse, los clientes que llenaban el local empezaron a ponerse nerviosos. Cuando y, sin saber cómo en su brazo notó una presión, tan fuerte como si lo hubiera metido él brazo en una cabina la cual se lo comprimía, no le dio tiempo a gritar, porque inmediatamente después de mover el brazo aquella presión cedió de repente y, al tocárselo sintió un dolor agudo, que iba acompañado de un intenso calor. Se encuentra tremendamente asustada, no podía entender lo que allí estaba sucediendo.
Pero al mirar para atrás no vio nada, tampoco había posibilidad alguna de poder ver algo en aquella agobiante oscuridad; pero, alguien a su espalda, habló y, creyó oír que le decía algo, pero le pareció ininteligible a consecuencia de aquel desorden; sus nervios a cada momento que pasaba aumentan; ese ser desconocido, de nuevo había vuelto a hablarle, ahora, sintió que le había rozado la oreja con su boca. La gente cada vez se sentía más desesperada y, no dejaba de vociferar demandando que fuera encendida al menos una luz de emergencia.
En aquellos momentos, y en medio de aquella oscuridad, Inés pudo ver la figura de un escarabajo que desprendía destellos de luz, se encontraba posado en la campana de aquella cafetería; asustada, mira a su lado para decirle a aquel joven si veía lo que ella estaba viendo. Pero él no podía contestarle, pues de repente cayó al suelo desplomado junto a sus pies. Asustada al oír aquel  golpe, se inclina hacia el suelo no sabiendo qué hacer en aquellas circunstancias, pues seguía sin poder ver nada, con el instinto de ayudar a su prójimo, se agacha hasta casi a ras de suelo, con su mano intenta palpar el rostro de aquel joven, cuando cree que lo ha encontrado intenta reanimarlo, pero retira su mano precipitadamente aquella cara que acababa de tocar se encontraba fría cómo el mármol.
Lagrimas de terror empezaron a inundar sus ojos. Desconcertada de nuevo dirige su mirada hacia la campana; allí, estático, se encontraba el escarabajo…Ante aquella nueva visión, sintió un pálpito tremendo que no solo estremeció su corazón si no también su cuerpo, en este estado de absoluta excitación, creyó que iba a caer al suelo desmayada.
De pronto, en aquella cafetería se hizo un silencio, que llegó a ser mucho peor que el murmullo de las voces. De nuevo mira obsesionada hacia aquella maldita campana convencida de que todo lo que estaba viviendo eran alucinaciones por el exceso de trabajo. Aquel insecto parecía haber crecido, se podía apreciar que era mucho más grande: Sumida en el terror, creyó ver que la miraba, dio un paso atrás, su cuerpo se tambaleó y,  entonces creyó que había tropezado con un cuerpo que se encontraba tendido en el suelo.
Se tapa la boca antes de proferir un grito de espanto, aquella cafetería se le antojó un cementerio, donde todos parecían estar muertos tumbados en aquel suelo. ¿Pero porqué ella no?. Sin fuerzas para sostenerse en pie, y sin ganas de pensar, apoya un brazo en aquel mostrador siniestro, queriendo convencerse de que todo lo que allí estaba pasando sólo podía ser fruto del agotamiento.

........ continuará .....

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