viernes, 22 de noviembre de 2013

¿POR QUÉ AQUEL PLANTÓN? ....(2ª parte y final)



Pero no pudo salir de su asombro, cuando ve cómo ese animal, salta desde la campana, para ponerse junto a su brazo, que en esos momentos temblaba. El terror que siente, no le deja pensar, de pronto, se pudo oír un ruido estremecedor, el suelo, empezó a temblar, los apliques de los lucernarios empezaron a caer estrepitosamente al suelo. Ante tanto desatino, seguía pensando Inés que se encontraba en medio de una pesadilla. Pero aquel bicho, no parecía haberse conformado con bajar de la chimenea, ahora se encontraba tan cerca de ella que le rozaba el brazo con sus fuertes y pequeñas garras. Inés creyó que parecía decirle algo, pero en esos momentos su mente no estaba dispuesta, ni en condiciones de entender nada.
El horror, parecía crecer dentro de ella, llegando a conseguir que pensara que se estaba portando cómo una estúpida. Desorientada mira hacia la calle; asombrada pudo ver que las farolas de la calle se encontraban encendidas, los peatones, circulaban por ella indiferente,  ignorando lo que allí dentro estaba pasando.
De un salto, Inés se pone ante la puerta, intenta pulsar el timbre que mueve el resorte manual para abrir la puerta en el caso de una emergencia. Pero al acercar su mano, al pulsador, su brazo se paralizó, en medio de aquel botón se encontraba el escarabajo impidiéndola salir. Ya no sabe qué más puede hacer, aquel botón era su última oportunidad de poder salir de allí.
Con desesperación empezó a golpear los cristales de la puerta con sus manos cómo único recurso, pero nadie, miraba hacia dentro, más tarde, lo intenta gritando con todas sus fuerzas, pero de nuevo nadie parece escucharla. 
En esos momentos, pudo oír una voz que parecía venir de ultratumba. ¿Te gusta este ambiente en el que ahora te encuentras inmersa? Inés, cada vez más confusa, no puede creer lo que le está sucediendo, en esos momentos creyó que había perdido la conciencia. De nuevo pudo oír aquella voz; que le decía, ¿De veras te gusta todo esto?. No temas solo quiero que sientas, nada más que un poquito de lo que me estás haciendo pasar a mí. Dime, ¿Por qué ese celo en tus investigaciones, que has llegado hasta el extremo de perturbar mi paz?. Nadie en esta Era había tenido noticias de que yo hubiera existido; claro que muchos de los de mi especie han sido y son muy famosos, pero yo ¿Qué fue lo que visteis en mí?.
Pero creo que tú tienes mucha culpa por tener un celo enfermizo, que ahora se le llama profesionalidad, ¿ó tal vez se llame ahora también ambición? Te empeñaste con esa absurda investigación, el ser quizás la primera mujer que osaba estudiar una fase olvidad del Antiguo Egipto, haciéndome volver a la vida, cuando en aquellos tiempos en los que viví, en estos tiempos solo es historia,  como se dice ahora, es “agua pasada”.
Te digo que era muy feliz antes de que me devolvieras a la vida; me encontraba muy a gusto en mi morada en un reino de inframundo protegiendo a mi Faraón en su pirámide. Y ahora, ¿puedes decirme que va a pasar conmigo? Porque aunque no lo merezcas, te voy a contar mi vida a breves rasgos: Primero, fui para mi gran jefe Nefer llamado el Silencioso; un deseado talismán, después y, a su muerte, le acompañé como un fiel servidor de viaje para el más allá.
Pero apareciste tú con tu cabeza llena de ilusorias glorias; el día que me enteré de cual era tú trabajo, pensé, que esas investigaciones estaban un poco trasnochadas, pues ya se sabía casi de todo, sobre la función que desarrollábamos en aquellos tiempos, los ahora llamados insectos.
¿Acaso olvidaste lo más importante de esta historia?
¿Sabías tal vez que nosotros los escarabajos teníamos un poder divino tan grande que hasta los mismos Faraones llegaron a temernos?
¿Acaso ignoras que yo, con el poder que me otorga la divinidad, puedo, si me apetece convertir este mundo en el que tú vives, en un infierno aún peor de cómo en estos momentos está?
Por eso te pido, por favor, no consientas que me posean manos que no sean dignas, porque te aseguro que si llego a estar en manos de algún político, éste no dudaría en usarme para obtener más poder, pero sólo y exclusivamente para su  beneficio, y, hasta llegaría a destruir sin ningún pudor todo aquello que le estorbarse, si con ello supiera que podía reencarnar en un dios. Pero, todos estos poderes adquiridos con maldad son arma de dos filos y, tarde o temprano  terminan ardiendo en el averno, no sin antes hacer sufrir a seres inocentes; como….sí aquel impresentable llamado Hitler, ó acaso creías que en el más allá no estamos enterados de lo que sucede aquí.
Pero tú, como si nada, me has devuelto a la vida, ¿para meterme en una urna de cristal en cualquier museo que ponga Egiptología, para que todos me miren como  si fuera una distracción de feria. ¿No crees que yo valgo más que eso? Te pido encarecidamente que no cometas esa equivocación. ¿Acaso llegaste a pensar, ó tal vez analizaste cuando te encontrabas inmersa en tú investigación, las consecuencias que un hecho cómo éste puede acarrear al mundo? ¿Ó tal vez acaso, fue un error al no saber interpretar con exactitud los papiros, que tuviste en tus manos? En este caso te perdono, porque la verdad es que nuestra forma de escritura, suele confundir a muchos egiptólogos, porque en muchos casos algunos jeroglíficos aunque parezcan fáciles de interpretar, no lo son en absoluto, pues se podían cometer diversas variaciones de tal manera que el que los escribía pudiera tener privacidad, sobre todo en aquellos que guardaban grandes secretos, bueno es una temática que ha sido practicada desde todos los siglos,¿ pues quién no se ha llevado algún secreto a la tumba?.
Ahora solo te pido por mi bien y por el de la humanidad, que me devuelvas a mi antiguo estado; pues tan solo necesito descansar, pues no me gustaría tener que volver precisamente en esta Era, aunque pensándolo bien no es tan diferente a la que yo viví.
Inés después de escuchar todo aquel relato, que parecía salir de la boca de aquel escarabajo, se dio la vuelta, y tras ella se encontraba aquel joven de tez tostada, pero supe que no era por ser un golfista, si no por el sol implacable del desierto del Antiguo Egipto.
Entonces pudo ver que en sus manos sostenía una pequeña caja de terracota. El joven acercándose a ella le dijo: Aún no te he dicho mi nombre, y tendiéndole la mano, mi nombre es Ramosis y, este joven siguió hablando bajo la atenta mirada del escarabajo. Yo sabía que esto algún día podía ocurrir.
Ahora te voy a contar mi historia. Yo ese día disfrutaba de un agradable paseo, por él jardín y, para contemplar el paisaje me senté a la sombra de una palmera, allí con el frescor que desprendían sus hojas, me puse a contemplar los azufaifos, tamariscos y un viejo sauce que inclinado parecía buscar agua en aquella seca tierra.
Yo me levanté al observar que el sauce escondía parcialmente entre sus raíces, un recipiente, me agacho para ver que secreto escondía aquel sediento sauce, y sorprendido pude coger y, sin apenas escarbar un recipiente, cuando lo tengo en mis manos, vi que asomaba el filo de un papiro por aquella cantarilla desportilladla de barro.
Me la llevé consigo, hasta saber qué poder hacer con ella, después de descifrar aquel escrito que se mostraba cómo jeroglífico. Entonces tuve noticias de tú investigación, acto seguido me vine en tu busca para que no cometieras ninguna equivocación. Por ese motivo te cité en nombre de un amigo, porque este escarabajo en su vida pasada hacía profecías, y aquí está escrita una de ellas.
Las piernas de Inés empezaron a temblar. ¿Qué podía pasar si este escarabajo o talismán de Nefer el Silencioso, llegara a caer en manos de un ambicioso desaprensivo?.
Ante esos pensamientos de Inés, le pidió a Ramosis que le acompañara a Egipto, para depositar aquel valioso escarabajo donde debía estar. Días después remontaron el río Nilo, hasta llegar a Menfis, para más tarde llegar a la región de Saqqara  donde dejaron descansar en su pirámide, a uno de los talismanes más poderosos que jamás existieron.
Una vez depositado en su lugar, Inés suspira aliviada, pues si hubiera caído en manos inapropiadas, este hecho hubiera cambiado él sólo, el rumbo del mundo al encontrarnos en un momento álgido de corrupción.

viernes, 15 de noviembre de 2013

¿POR QUÉ AQUEL PLANTÓN? - 1º Parte




Hacía tan solo tres años que Inés entró a formar parte de un grupo que investigaba todo lo relacionado con los últimos hallazgos arqueológicos de la ciudad de Menfis.
Aquella noche, cuando se encontraba trabajando en su despacho; el teléfono sonó, lo descuelga airada y, al otro lado del hilo, una voz conocida le invita a salir para tomar una copa; cuando cuelga el teléfono, sonríe al pensar que, aquella llamada había sido de lo más oportuna, estaba necesitando desde hacía días olvidar por unas horas, su adicción al trabajo.
Esa noche precisamente había terminado de reunir toda la documentación que necesitaba para  ultimar una tesina que le había pedido que hiciera la Universidad, sobre uno de los nuevos hallazgos, en este caso se trataba de un espécimen, que en el dosier era llamado  el “escarabajo marrón”, una especie extinguida hacía 2.000 años.
Desde que empezó a trabajar en esa investigación, había dedicado muchas horas de trabajo y, grandes dosis de concentración y meticulosidad.
Antes de salir a la calle, se mira al espejo para retocar su maquillaje, y se da cuenta que sus ojos denunciaban el cansancio que sentía y, que había amortiguado su habitual luminosidad. Entonces creyó conveniente salir cuanto antes de allí, tenía que cambiar de ambiente y perder de vista aquellas cuatro paredes del despacho.
A pesar, de haber cumplido los treinta, desde hacía tiempo, no frecuentaba los lugares de moda entre la juventud, donde cualquier joven de su edad disfrutaba cada fin de semana.
Aquella noche, puntual llegó ilusionada al punto de encuentro: Habían pasado al menos tres cuarto de la hora prevista y, aún no había llegado ninguno de sus amigos. Después de pasar un tiempo que ella llamó prudencial, decide salir de allí, pues le estaba molestando el saberse observada por un chico que se encontraba apoyado en la barra. Inés, lo mira detenidamente, desafiante y, pudo ver unos ojos negros de mirada profunda que destacaban en su tez morena, poco habitual en Cáceres para el mes de Noviembre; llegando a pensar que quizás fuera uno de esos jóvenes ociosos que les gustan jugar al golf cuando más calienta el sol.
Estos pensamientos son rotos cuando aquel joven se acerca a ella en actitud amistosa. Inés reacciona al mirarlo de una manera que le dio a entender que estaba midiendo las distancias; por eso su voz al dirigirse a él, sonó hueca cuando le dijo. No tengo el gusto de conocerte. Aquel joven sin mover un solo músculo de su cara, le contesta con voz calmada; ¡parece que no ha tenido mucha suerte esta noche con su cita!.
Una ira contenida, casi le hace explotar, pues creía estar pasando por una estúpida experiencia y, tuvo que hacer un esfuerzo para convencerse de que aquella situación por la que estaba pasando, no era para tanto.
Él, se disculpa, pues tan solo quería ser amable, para que le fuera más relajada la espera, hasta que apareciera la persona que le había citado.
Inés, se sonroja al pensar que aquél plantón que le habían dado sus amigos había sido en toda regla. Cuando se serenó, llama al camarero para pedirle la cuenta, mientras miraba, al joven para pedirle disculpas, por  la forma en que le había hablado.
De repente y, antes de que el camarero pudiera coger el dinero de su consumición; el local se queda a oscuras, después de unos minutos a oscuras aquella situación parecía prolongarse, los clientes que llenaban el local empezaron a ponerse nerviosos. Cuando y, sin saber cómo en su brazo notó una presión, tan fuerte como si lo hubiera metido él brazo en una cabina la cual se lo comprimía, no le dio tiempo a gritar, porque inmediatamente después de mover el brazo aquella presión cedió de repente y, al tocárselo sintió un dolor agudo, que iba acompañado de un intenso calor. Se encuentra tremendamente asustada, no podía entender lo que allí estaba sucediendo.
Pero al mirar para atrás no vio nada, tampoco había posibilidad alguna de poder ver algo en aquella agobiante oscuridad; pero, alguien a su espalda, habló y, creyó oír que le decía algo, pero le pareció ininteligible a consecuencia de aquel desorden; sus nervios a cada momento que pasaba aumentan; ese ser desconocido, de nuevo había vuelto a hablarle, ahora, sintió que le había rozado la oreja con su boca. La gente cada vez se sentía más desesperada y, no dejaba de vociferar demandando que fuera encendida al menos una luz de emergencia.
En aquellos momentos, y en medio de aquella oscuridad, Inés pudo ver la figura de un escarabajo que desprendía destellos de luz, se encontraba posado en la campana de aquella cafetería; asustada, mira a su lado para decirle a aquel joven si veía lo que ella estaba viendo. Pero él no podía contestarle, pues de repente cayó al suelo desplomado junto a sus pies. Asustada al oír aquel  golpe, se inclina hacia el suelo no sabiendo qué hacer en aquellas circunstancias, pues seguía sin poder ver nada, con el instinto de ayudar a su prójimo, se agacha hasta casi a ras de suelo, con su mano intenta palpar el rostro de aquel joven, cuando cree que lo ha encontrado intenta reanimarlo, pero retira su mano precipitadamente aquella cara que acababa de tocar se encontraba fría cómo el mármol.
Lagrimas de terror empezaron a inundar sus ojos. Desconcertada de nuevo dirige su mirada hacia la campana; allí, estático, se encontraba el escarabajo…Ante aquella nueva visión, sintió un pálpito tremendo que no solo estremeció su corazón si no también su cuerpo, en este estado de absoluta excitación, creyó que iba a caer al suelo desmayada.
De pronto, en aquella cafetería se hizo un silencio, que llegó a ser mucho peor que el murmullo de las voces. De nuevo mira obsesionada hacia aquella maldita campana convencida de que todo lo que estaba viviendo eran alucinaciones por el exceso de trabajo. Aquel insecto parecía haber crecido, se podía apreciar que era mucho más grande: Sumida en el terror, creyó ver que la miraba, dio un paso atrás, su cuerpo se tambaleó y,  entonces creyó que había tropezado con un cuerpo que se encontraba tendido en el suelo.
Se tapa la boca antes de proferir un grito de espanto, aquella cafetería se le antojó un cementerio, donde todos parecían estar muertos tumbados en aquel suelo. ¿Pero porqué ella no?. Sin fuerzas para sostenerse en pie, y sin ganas de pensar, apoya un brazo en aquel mostrador siniestro, queriendo convencerse de que todo lo que allí estaba pasando sólo podía ser fruto del agotamiento.

........ continuará .....

sábado, 9 de noviembre de 2013

Queridos lectores:

Ya podéis adquirir un ejemplar de "Misterios al borde del abismo" en la página de Amazon.

Para todos aquellos que no estéis en Cáceres y queráis disfrutar de mis relatos.

http://www.amazon.es/Relatos-Teresa-Misterios-Borde-Abismo/dp/841532152X/ref=sr_1_16?ie=UTF8&qid=1384012503&sr=8-16&keywords=LOS+RELATOS+DE+TERESA

Espero que disfrutéis de él.

Un saludo.
Teresa

Las Dolomitas - 2ª Parte (final)

Al día siguiente, por la mañana, se encontraba relajada y feliz, no dándole importancia  a lo ocurrido, pues tan solo creyó que había sido un sueño. 
Aquella misma mañana y después del desayuno, la dueña de la cabaña, le comenta que cada día pasaban por delante de su casa, pequeños autobuses para llevar a los turistas al mirador panorámico más famoso del entorno llamado Col di Rossi, situado a 2.280 metros de altitud. 
Cuando los turistas incluida ella, llegaron a su destino, Marta, como todos los demás tuvo que coger el funicular que les llevaría a una terraza desde donde el cual se podían admirar las moles y marmoladas, también, desde donde se podía observar aquellas mágicas montaña que, parecía estar mostrando los dedos de una mano. 
Marta ante esta observación, siente que le atrae todo aquello de una manera muy especial y, mirándolas fijamente cree que la llama. Ya estaba empezando a anochecer, cuando vio cómo cambiaba de color, tiñendo su mole en rojo intenso. En el silencio de aquel paraje, pudo oír con claridad que alguien pronunciaba su nombre. En esos momentos uno de aquellos dedos pétreos parecían indicarle el camino dónde debía ir, desde aquella altura no podía precisar el lugar exacto, que estaba indicando aquel dedo, pero  siguió con la mirada la dirección y, tan solo pudo ver excitada por la emoción, un prado maravilloso poblado de granjas. Pero al instante su cuerpo sintió una sensación que le hizo encontrarse cómo en  un continuo vacío, que creyó estaba siendo ocupado por una materia incorpórea que no supo descifrar qué podía ser. 
De nuevo pudo escuchar la maravillosa música de Verdi, en aquel silencio, parecía que era ella sola la que la  percibía, el aire se empezó a impregnarse con los sones de la ópera NABUCCO ¿pero, porqué toda la montaña se inundaba con aquella sinfonía, de Verdi? Porque tanta música de Verdi en aquella  comarca si siempre creyó saber que el genial músico había nacido en el condado de Parma?. ¿No sería algún mensaje relacionado con la conciencia? Pero para qué entender lo que estaba pasando, si ella, tan sólo quería vivir en libertad. 
El mundo ese en el que ahora se encontraba viviendo, parecía tener altibajos, porque desde lo alto de aquella terraza desde donde se podía dominar con la vista hasta el infinito, parecía sentir el influjo que le repetía una y otra vez que,  allí,  era donde se encontraba su destino. 
Estas indicaciones extrasensoriales, que en esos momentos parecía estar percibiendo, no encajaban en su modo de pensar; pero de pronto se acordó de su esposo y cuñado; no estaba muy segura, donde ubicarlos en aquella su nueva vida. Ante este pensamiento, sintió una gran destemplanza. 
No recordaba dónde conoció a aquel personaje extravagante, ni tampoco cómo pudo desposarse con él .Este episodio de su vida, le pareció desconcertante, le hacía recordar que había estado en sus manos como si fuera un juguete  que ahora  por alguna razón del destino se encontraba lejos y, a salvo de aquellos dos hombres que consiguieron arrugar su tersa juventud, con su  actitud. Ahora en la lejanía supo que nunca encajó en la casa de aquellos dos hombres que se creyeron ajedrecista, que ignoraban uno de los puntos más esenciales del juego al humilde y callado Peón . 
No obstante tuvo  la esperanza de que siempre, la verdad  acababa abriéndose camino. 
Aquella misma noche y de regreso a la cabaña. De nuevo escucha los sonidos de la música de Verdi. En esos instantes empezó a sentir fenómenos paranormales bajo la personalidad del compositor. Ante ella y en aquella habitación, se encontraba un  piano, y creyó ver que ante este instrumento se hallaba sentado el gran músico, pues las notas que escuchaba, eran claramente audibles. Marta, ya no sentía miedo, solo escuchaba las notas más bonitas que jamás había oído. Aquella noche, no sintió cansancio, no, cómo cuando esperaba que su esposo y cuñado terminasen aquellas interminables partidas de ajedrez, que esperaba con ansiedad ver terminadas para poder irse a la cama .El músico de repente se acerca a ella y, con suma cortesía  le invita a tocar con él a cuatro manos el piano; ella duda, pero el maestro insiste. Unos momentos después las  cuatro manos empezaron a acariciar el teclado. Ál instante las teclas del piano empezaron a emitir notas que solo ella supo que servían como una especial forma de comunicación, y,  que solo podían ser válidas  para el mundo de los espíritus. 
Aquella noche Marta, supo que aquel lugar para ella era místico, pues ahora se había convertido en conciencia pura…en sustancia pensante, sintiéndose por unos instantes, inmaterial, como si estuviera  suspendida en el vacío de este vasto universo. 
De manera que a pesar  de que  ella  siempre se creyó un ser insignificante, en su interior, supo que la sabiduría siempre estuvo fuera del alcance de quienes no eran dignos de ella. 
Desde entonces no volvió a sentirse sola ni abandonada, pues ahora sabía que  siempre perteneció a esa élite de los elegidos. 
Durante muchas noches al acostarse le arrullaron las notas de las mejores arias que escribió Verdi. Mientras las Dolomitas dormitaban para volver a brillar con su color misterioso al atardecer del día siguiente. 
Marta, desde el instante en que se adentró por aquellos valles y, sin que ella fuera consciente, formó parte de aquellas rocas que fueron las que le dieron fuerzas para encontrar su destino. 
Aquella madrugada en el silencio y, desde lo alto de la montaña, se pudieron oír ladridos lastimosos de perros. Que en su desesperación, parecían añorar, a un insignificante Peón que les supo ganar la partida.