Pasaron dos días y ya con el
equipaje en la puerta de su casa llama un taxi para que la lleve al aeropuerto
de Barajas. Con lentitud dudosa cierra
la puerta de su casa en la emblemática calle de Caleros. El viaje Cáceres
Madrid, casi se le hizo insoportable. Ya en la terminal de Barajas y después de
dejar el equipaje en el mostrador de facturación, se dirige hacia las tiendas
Duty Free ( tiendas libres de impuestos) donde espera la llamada para embarcar
hacia Moscú, pasea por el recinto, mira curiosa uno de los escaparates, sus
ojos al mirar ese objeto que tenía ante ella, se siente asustada como un pájaro
en una jaula, ese objeto había sido el culpable de su desasosiego…
El altavoz, reclama su atención:
Los pasajeros con el vuelo destino Moscú, se demora por la intensa niebla que
hace en estos momentos imposibles el despegue, contrariada se apoya en las
muletas, se siente indecisa, aquel objeto…
Una hora después, son llamados
los pasajeros destino Moscú, para que se presenten en la puerta de embarque
número 12. Con indecisión se dirige hacia el túnel que le conduce al avión, sus
muletas al chocar con el metálico suelo del túnel parecía formar un eco extraño
que retumbaba en la oquedad como algo siniestro a sus oídos, decide volver
sobre sus pasos, pero una azafata sale de la nave para prestarle ayuda.
Ya no había marcha atrás, era
hora de que afrontara todo lo sucedido.
Sentada y cuando la nave se
encuentra a 1200 metros de altitud, los pies y las manos le empezaron a doler,
era un dolor insoportable, que le anulaba los sentidos. De una pequeña cajita
saca una pastilla, se la toma, esperando el efecto deseado, mira a su alrededor,
y ve un pasaje variopinto agradable. Se
acomoda necesita dormir unos minutos, impidiéndoselo sus recuerdos, como
aquellas cosas que aprendió de esos hombres en aquel poblado que entre todos
habían construido un modelo de sociedad fundamentada en la solidaridad entre
ellos, en aquel inhóspito terreno, en el cual y a pesar de sus extremas
temperaturas eran felices. Y que nunca quiso entrar en los secretos de los dioses .
También recuerda, aquellas cosas
que aprendió en aquel poblado indígena, aquellos hombres solo tenían 1500
palabras para describir su dieta, en ella estaban incluidas las enfermedades,
las partes del cuerpo, y hasta curiosamente el estado de ánimo de sus renos,
que son tan importantes para su supervivencia, llegando a ser imprescindibles
durante todos los meses del año, obteniendo de ellos ropa, alimento, y refugio
en las noches en el caso que se pudieran perder en las inmensas y blancas
llanuras de la tundra.
Desde el avión, y ya volando
sobre Siberia, los paisajes desde el cielo conmueven por su belleza y por el
encanto al mostrar la naturaleza en su estado más puro envuelto en un ambiente
tan hostil para el ser humano. Ya desde las alturas, destaca un punto de color
en la llanura, era Yamal situado al noroeste de Siberia cerca del mar Kara,
donde con imaginación se pueden ver flotar como terrones de azúcar grandes
bloques de hielo que se acercan sin prisas al golfo de Obi, lugar donde se
encuentra el Mamut mejor conservado del mundo, hallado en sus fríos suelos.
Allí se dirige Eugenia, a Yamal, que en occidente significa (fin del mundo). Al
Este entre macizos montañosos se podía apreciar la grandeza del estrecho de
Behring.
Camino de su destino, ya en
tierra, se recrea admirando el hermoso y helado paraje desde un tren que
serpentea ágil, cautivador, sin sospechar que todo aquello cualquier día sería
su dura capa helada perforada, al estar amenazada por una rica explotación de
gas, que tan solo esperaba una firma de los mandatarios moscovitas, para con
ello conseguir que unos cuantos llenen sus bolsillos sin pensar en las graves
consecuencias de un pueblo.
Cuando entra en el poblado, nota
un movimiento igual al que ella vivió en el tiempo que estuvo allí, al ser
escasa la luz solar los ingenieros y obreros esperan impacientes comenzar las
excavaciones, en tiendas donde beben y ríen, mientras afuera reina la
temperatura de 50ª bajo cero. Eugenia después de encontrar alojamiento, se dirige
decidida hacia un bosque de coníferas, ante ella un enorme abeto se mece por la
brisa haciendo parecer en la helada penumbra sombras que le hacen estremecer,
se para, todos sus recuerdos vuelven a su cabeza mientras juega, la luz de la
luna con las sombras de la noche haciendo temblar las ramas ante las heladas
ráfagas de viento.
Una voz ronca la despierta de sus
pensamientos, no temas le dijo en el dialecto Yamal, La justicia divina está
preparada para triunfar sobre el poder, los ideales sobre la verdad, y el
presente sobre el futuro. Tú fuiste victima por querer ser honesta, aquel
hombre que te acompañaba no era bueno, quiso deshacerse de ti por querer
impedir que diezmara mi pueblo. Y con voz queda le dijo, ven acércate no temas,
solo escucha…en el silencio se podían oír gritos, lamentaciones, Eugenia da
unos pasos atrás espantada, el hombre le dice ahí están todos los que se placen
en hacer daño, tu prometido quiso que calleras en esta agujero, pero estaba
escrito que tenía que ser él el que tenía que caer. De repente por aquel
agujero empezó a salir un calor insoportable. El hombre permanece a su lado.
En aquella soledad pudo oír
gritar a personas que sufrían. Todo lo que has oído ( dijo el hechicero) confirma
la existencia del infierno, tal y como relata la biblia, estos lamentos solo
pueden salir de los pozos perforados por las ambiciosas industrias petrolíferas.
Eugenia vuelve sobre sus pasos,
el hechicero la detiene, le ofrece un objeto, ella lo mira…!sí! dijo lo
guardaba porque sabía que volverías, esto fue lo que creíste que te mataría, y
también el que ahora te salva de todas tus tribulaciones, ¿si lo deseas lo
puedo tirar al pozo? Su silencio le hizo recordar, en la misericordia divina, cuando
se miró los pies, los miró agradecida, ellos fueron también la causa de su
salvación al quedar atrapados en una pequeña oquedad, cuando Amadeo tomó el impulso,
para pincharla con el sacacorchos, llevaba tal furia, que salió despedido al no
encontrar el cuerpo de Eugenia, pues ella cayó de espaldas atrapada por los
pies, en ese mismo instante, solo tuvo que esperar ser rescatada, en la
angustiosa espera los pies y las manos se le helaron, mientras el frio hizo
enfermar sus extremidades. El hechicero le sonríe, cuando le pone en las manos,
una vejiga de reno, con un ungüento.
Un mes después ya en su casa
cacereña creyó en la magia del hechicero, sus pies y sus manos ya no eran tan
torpes, esto le hizo ver que albergaba una fuerza tan grande que transcendía
las leyes de la naturaleza y del entendimiento humano. Aquel sacacorchos de
metal, se perdió junto con un pequeño maletín que dejó olvidado en el aeropuerto.
Pero en realidad ¿Quién era ese
HOMBRE?
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