viernes, 12 de julio de 2013

Siberia (2ª parte)


Pasaron dos días y ya con el equipaje en la puerta de su casa llama un taxi para que la lleve al aeropuerto de Barajas. Con lentitud  dudosa cierra la puerta de su casa en la emblemática calle de Caleros. El viaje Cáceres Madrid, casi se le hizo insoportable. Ya en la terminal de Barajas y después de dejar el equipaje en el mostrador de facturación, se dirige hacia las tiendas Duty Free ( tiendas libres de impuestos) donde espera la llamada para embarcar hacia Moscú, pasea por el recinto, mira curiosa uno de los escaparates, sus ojos al mirar ese objeto que tenía ante ella, se siente asustada como un pájaro en una jaula, ese objeto había sido el culpable de su desasosiego…

El altavoz, reclama su atención: Los pasajeros con el vuelo destino Moscú, se demora por la intensa niebla que hace en estos momentos imposibles el despegue, contrariada se apoya en las muletas, se siente indecisa, aquel objeto…

Una hora después, son llamados los pasajeros destino Moscú, para que se presenten en la puerta de embarque número 12. Con indecisión se dirige hacia el túnel que le conduce al avión, sus muletas al chocar con el metálico suelo del túnel parecía formar un eco extraño que retumbaba en la oquedad como algo siniestro a sus oídos, decide volver sobre sus pasos, pero una azafata sale de la nave para prestarle ayuda.

Ya no había marcha atrás, era hora de que afrontara todo lo sucedido.

Sentada y cuando la nave se encuentra a 1200 metros de altitud, los pies y las manos le empezaron a doler, era un dolor insoportable, que le anulaba los sentidos. De una pequeña cajita saca una pastilla, se la toma, esperando el efecto deseado, mira a su alrededor, y ve un pasaje variopinto agradable.  Se acomoda necesita dormir unos minutos, impidiéndoselo sus recuerdos, como aquellas cosas que aprendió de esos hombres en aquel poblado que entre todos habían construido un modelo de sociedad fundamentada en la solidaridad entre ellos, en aquel inhóspito terreno, en el cual y a pesar de sus extremas temperaturas eran felices. Y que nunca quiso entrar en los secretos de los dioses          .

También recuerda, aquellas cosas que aprendió en aquel poblado indígena, aquellos hombres solo tenían 1500 palabras para describir su dieta, en ella estaban incluidas las enfermedades, las partes del cuerpo, y hasta curiosamente el estado de ánimo de sus renos, que son tan importantes para su supervivencia, llegando a ser imprescindibles durante todos los meses del año, obteniendo de ellos ropa, alimento, y refugio en las noches en el caso que se pudieran perder en las inmensas y blancas llanuras de la tundra.

Desde el avión, y ya volando sobre Siberia, los paisajes desde el cielo conmueven por su belleza y por el encanto al mostrar la naturaleza en su estado más puro envuelto en un ambiente tan hostil para el ser humano. Ya desde las alturas, destaca un punto de color en la llanura, era Yamal situado al noroeste de Siberia cerca del mar Kara, donde con imaginación se pueden ver flotar como terrones de azúcar grandes bloques de hielo que se acercan sin prisas al golfo de Obi, lugar donde se encuentra el Mamut mejor conservado del mundo, hallado en sus fríos suelos. Allí se dirige Eugenia, a Yamal, que en occidente significa (fin del mundo). Al Este entre macizos montañosos se podía apreciar la grandeza del estrecho de Behring.

Camino de su destino, ya en tierra, se recrea admirando el hermoso y helado paraje desde un tren que serpentea ágil, cautivador, sin sospechar que todo aquello cualquier día sería su dura capa helada perforada, al estar amenazada por una rica explotación de gas, que tan solo esperaba una firma de los mandatarios moscovitas, para con ello conseguir que unos cuantos llenen sus bolsillos sin pensar en las graves consecuencias de un pueblo.

Cuando entra en el poblado, nota un movimiento igual al que ella vivió en el tiempo que estuvo allí, al ser escasa la luz solar los ingenieros y obreros esperan impacientes comenzar las excavaciones, en tiendas donde beben y ríen, mientras afuera reina la temperatura de 50ª bajo cero. Eugenia después de encontrar alojamiento, se dirige decidida hacia un bosque de coníferas, ante ella un enorme abeto se mece por la brisa haciendo parecer en la helada penumbra sombras que le hacen estremecer, se para, todos sus recuerdos vuelven a su cabeza mientras juega, la luz de la luna con las sombras de la noche haciendo temblar las ramas ante las heladas ráfagas de viento.

Una voz ronca la despierta de sus pensamientos, no temas le dijo en el dialecto Yamal, La justicia divina está preparada para triunfar sobre el poder, los ideales sobre la verdad, y el presente sobre el futuro. Tú fuiste victima por querer ser honesta, aquel hombre que te acompañaba no era bueno, quiso deshacerse de ti por querer impedir que diezmara mi pueblo. Y con voz queda le dijo, ven acércate no temas, solo escucha…en el silencio se podían oír gritos, lamentaciones, Eugenia da unos pasos atrás espantada, el hombre le dice ahí están todos los que se placen en hacer daño, tu prometido quiso que calleras en esta agujero, pero estaba escrito que tenía que ser él el que tenía que caer. De repente por aquel agujero empezó a salir un calor insoportable. El hombre permanece a su lado.

En aquella soledad pudo oír gritar a personas que sufrían. Todo lo que has oído ( dijo el hechicero) confirma la existencia del infierno, tal y como relata la biblia, estos lamentos solo pueden salir de los pozos perforados por las ambiciosas industrias petrolíferas.

Eugenia vuelve sobre sus pasos, el hechicero la detiene, le ofrece un objeto, ella lo mira…!sí! dijo lo guardaba porque sabía que volverías, esto fue lo que creíste que te mataría, y también el que ahora te salva de todas tus tribulaciones, ¿si lo deseas lo puedo tirar al pozo? Su silencio le hizo recordar, en la misericordia divina, cuando se miró los pies, los miró agradecida, ellos fueron también la causa de su salvación al quedar atrapados en una pequeña oquedad, cuando Amadeo tomó el impulso, para pincharla con el sacacorchos, llevaba tal furia, que salió despedido al no encontrar el cuerpo de Eugenia, pues ella cayó de espaldas atrapada por los pies, en ese mismo instante, solo tuvo que esperar ser rescatada, en la angustiosa espera los pies y las manos se le helaron, mientras el frio hizo enfermar sus extremidades. El hechicero le sonríe, cuando le pone en las manos, una vejiga de reno, con un ungüento.

Un mes después ya en su casa cacereña creyó en la magia del hechicero, sus pies y sus manos ya no eran tan torpes, esto le hizo ver que albergaba una fuerza tan grande que transcendía las leyes de la naturaleza y del entendimiento humano. Aquel sacacorchos de metal, se perdió junto con un pequeño maletín que dejó olvidado en el aeropuerto.

Pero en realidad ¿Quién era ese HOMBRE?

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