sábado, 10 de marzo de 2012

EL JARDIN

Estoy sentada en el ocaso de la tarde en mi pequeño jardín repleto de evocaciones. Miro el pino que una Navidad plantó mi padre en medio de un florido parterre para poder adornarlo en la Navidad del año siguiente. A su lado, También hay un platanero larguirucho presumiendo de sus hojas de plata.
Ese día lo recuerdo como un día muy divertido. Toda la familia colaboró en tan magno acontecimiento sobre todo para nosotros, los pequeños de la casa.
Un ruido extraño me hace estremecer, algo parece arrastrarse tras la tapia del jardín, miro pero no veo nada mi corazón se desboca, cuando me sereno, de nuevo empiezo a recordar, aquí había un árbol, ya no está…lo habrá abatido algún vendaval, hace tantos años…era una niña cuando empezamos a venir toda la familia a pasar las vacaciones.
Un silbido aterrador me hace volver la cabeza, una enorme serpiente encrespada me mira belicosamente, me quedo inmóvil casi no puedo respirar de la impresión, el temor se apodera de mi, cierro los ojos, y al volver a mirar ya no estaba, entro en la casa presa de una gran excitación y oigo un susurro, escucho expectante y al instante siento una grata sorpresa al saber que era la radio que emitía una lánguida melodía, con gesto impulsivo le doy al botón de apagado, pero enseguida me doy cuenta que no estaba conectada.
Mi corazón se aceleró y subo al piso superior de la casa y una luz tenue se escapa por la rendija de la puerta entreabierta del cuarto de baño, las piernas me flaquean salgo corriendo de nuevo al jardín la precipitación me hace difícil respirar porque sentí que el aire me faltaba. Ahora la copa del platanero sobresalía entre una incipiente niebla, como misteriosas formas surgidas de la nada. Donde antes creí ver un almendro, solo hay hierbajos que creciendo en desorden.
De repente el almendro, surge de nuevo ante mis ojos agitando sus ramas, haciendo un ruido tenebroso, estoy sola siento que algo me está ocurriendo, las ramas del almendro parecen querer abrazarme se mueven como si fueran brazos humanos. Ya es entrada la noche hay luna llena y con su luz mercurial ilumina el pequeño jardín haciéndolo mágico, las sombras que proyecta desde lo alto con su resplandor son fantasmagóricas siento que un miedo terrible se apodera de mi.
El ruido de un coche alivia mi pesar, al fin llega alguien a casa, atravieso el zaguán, y abro la puerta principal confiada, allí estaban mis hijos y mi marido con un complejo equipo electrónico, y me cuentan entusiasmados que lo habían probado haciendo figuras chinescas a las afueras del jardín y que parecían verse fantasmas. Dicen las niñas entusiasmadas
Aquella noche cene sin apetito todo lo ocurrido me sobrepasaba.
¡Y la radio encendida…y la luz del cuarto de baño!
Desde aquella noche nunca más pude dormir ni descansar en aquella casa.
Por la mañana, cuando entro en el salón había un libro encima de la mesa abierto, leo con curiosidad aterradora, y en él una nota que nunca olvidare, lo que me hicisteis tú y tus amigos cuando éramos unos adolescentes aun no se me ha olvidado. Firmado RR.

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