domingo, 28 de agosto de 2011

La Dama (IV Parte y final)

Y decidió confiar los secretos de su alma.
Se arrodilla ante ella y esta la obsequia con una sonrisa que dibuja su boca perfecta.
No sabe el tiempo que estuvo allí, cuando decide salir de la ermita el hombre desde la puerta la mira complacida.
Y cerrando la puerta del pequeño templo guarda de nuevo la llave bajo la pesada piedra. Las ovejas que guardaba el hombre se acercan a Davinia y la obsequian con un dulce valar.
Cuando baja la pendiente de la montaña henchida de felicidad indescriptible, no puede pensar solo sabe que cree flotar en el ambiente como el humo de una hoguera en verano
Ahora su vida parecía estar encarrilada desde que vio a la Virgen que le hizo saber sin palabras que en este universo nada es al azar.
La llegada al pueblo es agitada para su corazón. Mientras salta por la abrupta montaña como una cabra montesa salvando obstáculos, siente que su mente se encuentra trastornada.
No acierta a entender lo que ha visto, no llegando a distinguir si el rayo que ilumino la sagrada figura de la Virgen era casualidad de la naturaleza o era divino.
Cuando llega al pueblo busca con ansiedad a alguien con quien compartir la experiencia vivida en la montaña.
Pero no hay nadie en el poblado, se encuentra desierto y parece desolado, el corazón se le encharca de sangre dejándola lívida de temor por verse sola en medio de no sabe donde y cree que de nuevo la han “abandonado a su suerte”.
Cuando de repente se oye un tumulto de mujeres y hombres que se acercan hacia ella vestidos con sus mejores galas y todos quieren tocarla con devoción.
Davinia no puede creer lo que está pasando =ahora la creen una diosa =.
Todo es demasiado fuerte para ella y decide huir al llegar la noche.
La luna llena ilumina los caminos cuando sale del pablado huyendo de los supersticiosos.
En la agitación de la carrera sin rumbo fijo nota en sus hombros que unas manos fuertes y seguras la elevan hacia las nubes.
La sensación que siente es placentera, desde lo mas alto =todo es tan pequeño he insignificante = que la reconforta y hace feliz.
Sigue estando entre las nubes cuando de repente un enorme cráter incandescente aparece ante ella que siente que la atrae como un imán contra su voluntad, pero no sirve de nada resistirse.
Conectó el mecanismo de su mente para no pensar, no quería morir asada como piedra de lava, pero va bajando cada vez más ya cae empicada hacia lo más profundo del abismo.
Cuando cierra los ojos creyendo que es el final de todo, aparece una cornisa rocosa, que hace que no llegue al fondo, justo cuando ocurre Davinia ya no esperaba mas que la muerte …Cuando unas manos poderosas la elevan de nuevo …la mente se le paralizo por unos minutos inconsciente de lo que le estaba sucediendo.
Cuando salio del cráter un viento duro como la madera seca la tumba boca arriba en la mullida hierva de un bello prado.
Un torrente de preguntas aparecen en su dolida mente, cuando ve ante ella una impresionante piscina rocosa de las que se forman en las montañas, creyó estar en el paraíso.
Después de reaccionar sumerge su cuerpo en las transparentes aguas y nada hasta llegar a la plenitud del relajamiento.
Cuando sale del agua sacude su melena mojada incrédula por estar en un sitio mágico.
Mira a su alrededor y todo es perfecto, las flores son de múltiples colores que embellecen el paisaje haciendo que el sueño fuera pura poesía.
Se quedo dormida … no sabe cuanto tiempo permaneció tumbada en tan idílico lecho, cuando una nube oscura tapa sin permiso el sol rutilante, quedando la campiña oscura, tenebrosa mientras la alfombra floral desaparece acorrucándose dentro de sus pétalos.
El frío se hace helador el viento empieza a silbar embravecido. Davinia se tiene que refugiar entre unas rocas, mientras una voz ronca le dice, tienes que buscar a tu marido, tú eres la culpable de todo.
La oscuridad, la soledad, ya nada le asusta ya tanto como aquella voz, que la acusaba del mal de su marido.
Después de meditar sentada entre las rocas resguardada del mal tiempo, le entro un sopor quedándose dormida.
Por la mañana despierta en Nueva York sentada en una elegante cafetería de la Quinta Avenida ante una humeante taza de café y una exquisita ensaimada recién hecha.
El vestuario que lucia era esplendido su cuerpo lo envolvía un maravilloso vestido rojo de Valentino, los zapatos de Manolo Blanick. Todo en ella en esos momentos era perfecto.
Pero todavía no sabe que es lo que hace en Nueva York en una cafetería de moda encaramada en un taburete y mirando el reloj como si estuviera esperando a alguien.
Un joven alto y atractivo muy bien vestido la saluda con familiaridad y suma cortesía, Davinia le tiende su cuidada mano mientras el caballero se sienta a su lado, hay un pequeño silencio entre los dos hasta que el hombre con maestría rompe este con un. Ya era hora que llegaras te has retrasado dos semanas.
Davinia no acierta a comprender el reproche, pero le obsequia con una hueca sonrisa.
El la invita a su apartamento y ella acepta encantada, van caminando por encontrarse cerca, el la coge de la mano como si se conociesen de toda la vida. Atraviesan un puente que Davinia al mirar el agua cree que va a desfallecer.
Cuando llegaron a la puerta del edificio, subieron la escalinata hacia la puerta principal. Era como todos los edificios del barrio, grande y de color gris plata como una caja de caudales, con suelo de mármol y techos altos con una gran araña de cristal en medio del vestíbulo.
Un portero uniformado les saluda amablemente preguntándole si ya se encontraba mejor. De nuevo una sonrisa ficticia afloro en sus labios.
Al entrar se sorprendió al ver lo lujoso del apartamento, este estaba repleto de flores por doquier, en la entrada, en el salón y hasta un ramo de rosas rojas encima de la mesita de centro.
Cuando se acomoda en uno de los blancos sillones, el salón se ilumina apareciendo gentes extrañas de las habitaciones que la felicitan efusivamente. De nuevo esa sonrisa hueca que ya afloraba sola de su boca.
Después de la agradable reunión que se prolongo hasta las dos de la madrugada Davinia se encuentra con la mirada de tres hombres que ansiosos quieren que les cuente con detalle la experiencia que había vivido.
Davinia mira hacia la puerta del salón y ve aterrada como un hombre alto y de complexión fuerte guarda la puerta para que no pudiera salir nadie del salón.
No supo como pudo empezar el interrogatorio de parte de esos hombres, formulaban preguntas sin sentido para ella, pues no tenia respuestas, los hombres empezaron a impacientarse mientras Davinia solo pensaba en la forma de salir de allí.
Se levanta con decisión y pide por favor le indiquen donde esta el baño, el hombretón la acompaña hasta la puerta y espera a que ella salga.
Una vez dentro del baño piensa como salir de allí sin ser vista, se encuentra muy aterrada, no conoce a ninguno de esos hombres. No sabe que es lo que está haciendo allí, mira y no hay ninguna ventana por donde escapar. De nuevo unas manos de hierro como garfios la elevan hasta perder la conciencia.
Y otra vez como en un sueño se ve sola en una montaña pensando en lo que había vivido en Nueva York con esos hombres extraños para ella
Una voz suave le susurra al oído ¿Cómo estas?
Los ojos de Davinia se abren desmesuradamente busca con desesperación la figura de su esposo pero no lo encuentra Esta en su casa y su alcoba esta llena de extraños, todos parecen sollozar, un hombre fuerte la hace incorporarse de la cama y le pone en el regazo una alianza.
Ahora su futuro de nuevo le pareció que pendía de un hilo y pensó _la suerte suele ser de todo o de nada _
Y una suave calma la invadió mientras miraba a las gentes extrañas, se tumbo de nuevo en su lecho, y mirando por la ventana el verde follaje se quedó dormida.
Mientras, sueña con las cosas más pequeñas, que pudiesen ser espejos secretos de los más grandes misterios.

jueves, 11 de agosto de 2011

La Dama (III parte)

Todo era una gran pesadilla porque cuando el sueño aparece no deja tregua ni sosiego para el soñador.
Tampoco podía quejarse se encontraba entre gentes extrañas pero hospitalarias aunque no tuviera muy claro como comunicarse con ellos.
Una noche de luna llena y cuando el mar oscuro, al movimiento de las olas estas se reflejan en mil partículas haciendo que la superficie brille como una gran mina de diamantes pulidos, Davinia sale a pasear por la playa, sus pasos son lentos como los latidos de su corazón que empieza a estar cansado, su mente parece estar vacía ya no puede pensar en nada …
Se acerca al barco y ve como la puerta que baja al camarote oscila suavemente no hace viento, la brisa es suave, mira de nuevo ensimismada y una mano larga y afilada se aferra a la puerta y la cierra de un golpe seco.
Cuando intenta subir al barco para saber que estaba pasando una mano fuerte y dura como un garfio la sujeta por un hombro, ella no mira hacia atrás, el miedo se lo impide, mientras se oía una jocosa risotada.
Se sienta en la arena no queriendo pensar y con suavidad se acaricia la melena despeinada mientras mira hipnotizada como las olas vienen y van a su ritmo como jugando al juego monótono de ver pasar los días y los años.
Ya a media noche de nuevo en la choza siente un temor inexplicable de Francisco de Cacíres, su forma de mirarla ya no es la misma de los primeros días en el que ella estaba en el poblado y esto la intranquilizó. Ya no quería compartir la choza con el, y mucho menos desde que lo vio levitarse de su camastro. No podía confiar en el, ahora cada vez que lo miraba le parecía un ser extraño (Qué sucedió para que un hombre en la cúspide de su carrera pudo desaparecer del mapa científico).
Esa pregunta machacaba una y otra vez la cabeza de Davinia.
El jefe de la tribu con algunos de sus guerreros salio de caza una mañana, mientras una serie de extrañas marcas luminosas se extendían como hilos de una cometa a lo largo del cielo como si fueran las alas de un ángel.
La caza fue fructífera llevando al poblado un enorme y suculento jabalí todos esperaban con expectación que el jefe empezara a comer de tan rico manjar, y éste después de su atracón se empezó a sentir mal, todos sonreían maliciosos por creer que había comido demasiado, pero a cada hora que pasaba su estado de salud empeoraba tanto que se llego a pensar en su muerte inminente.
El brujo no cesaba de hacer hechizos para salvar al moribundo, mas tarde decidió en el ocaso de la tarde, que el animal estaba maldito y que no debieron salir a cazar con las marcas luminosa que aparecieron aquella mañana en el cielo, eso fue un mal presagio que anunciaba una maldición y que el animal no lo podía comer nadie.
Después de hacer que toda su magia se volcara en el infectado animal hubo un silencio sobrecogedor solo interrumpido por una gran nube de mosquitos que se posaron en el jabalí sacrificado en presencia de toda la tribu, en unos momentos este se vuelve blanco como la nieve, mientras su cuerpo se va deshaciendo como la mantequilla al lado de un fuego. Desapareciendo al instante todo rastro del animal junto con la nube de mosquitos.
Francisco de Cacíres lo observa todo desde la atalaya de un montículo.
Davinia asustada por los acontecimientos vividos, se ve desvalida y se esconde tras unos matorrales desde donde ve todo el espectáculo. En silencio vuelve a la choza…
Una hora después redoblan los tambores anunciando al pueblo que el jefe estaba a salvo.
Davinia no sabe que pensar si lo que ha visto es magia o un milagro divino.
Ahora el jefe después de sentir la magia salvadora de su hechicero se encuentra sentado en la puerta de su choza luciendo la corona de laurel y su cetro de caña de bambú.
Con su cara pintada de blanco y azul recibía a todos sus súbditos para cantar cánticos rituales para dar gracias a los dioses por su recuperación.
La vida en aquella tribu empezó a ser cada vez mas extraña. Ya no pensaba ni tan siquiera en salir de allí, después de haber vivido tantas experiencias ya no sabia si se adaptaría de nuevo a la vida de la ciudad bulliciosa y mezquina en la que siempre vivió.
Una tarde el sol lucia como casi siempre con todo su esplendor, pero momentos mas tardes el cielo se cubre de nubes gris oscuro como un mal presagio.
Empieza a llover y la lluvia poco a poco va empapando la tierra hasta convertirla en un barrizal, la montaña que protege al poblado de los vientos esta demasiado mojada y la tierra empieza a ceder desmoronándose sobre el poblado cayendo parte de la montaña encima de las chozas.
El brujo de la tribu avisa del peligro, todos recogen sus enseres con rapidez y se encaminan hacia la playa, el panorama que presenta el mar es temerario también esta embravecido haciendo que las olas con sus bravíos lengüetazos cada vez mas violentos barra la playa de arena anegando toda posibilidad de pernoctar allí la tribu.
Todos ante el panorama desolador en el que se encontraban y desconcertados, el ruido aterrador de los truenos acompañados de rayos maximizaba el ruido de las olas embravecidas del mar.
El pequeño barco seguía varado en la playa aguantando las envestidas de las olas encontrándose maltrecho y sin timón, la popa también había desaparecido.
Davinia ante el barco con la mirada perdida pensó nunca mas volveré a navegar y una mueca amarga salio de su boca.
Después de la terrible tormenta se vio caminando entre el barro con la tribu buscando un nuevo asentamiento. Todos de nuevo aceptaron su compañía y la de Francisco de Cacíres.
Caminaron unas cuantas jornadas buscando la orilla de un río que fuera caudaloso para poder pescar y cerca de un bosque que estuviera repleto de caza para el sustento de la comunidad.
Ya agotados de tanto caminar y sin apenas comida una tarde alguien gritó aquí hay un animal herido…
El sitio era perfecto había agua dulce un bosque repleto de floración y no muy lejos una cala perfecta para guardar las canoas después de salir a pescar.
Sentí que una nueva vida empezaba para mí y comencé a aprender las costumbres de las mujeres de la tribu, que cada vez me aceptaban como una de ellas.
Mi vida empezó a ser placentera, haciendo juegos al anochecer a la luz de las calidas hogueras.
Pero por las noches seguía con los sueños terroríficos que no me dejaban descansar.
Una rara epidemia broto en la tribu, nadie sabia de donde procedía por lo tanto no se sabia como curarla. El brujo hacia toda clase de hechizos para combatirla, pero solo el profesor y yo sabíamos que se trataba de la gripe Española, cada día que pasaba se contagiaba uno mas mientras los demás huían de los contagiados dejándolos aislados en el bosque abandonados a su suerte.
Después de ver el caos en el que se estaba convirtiendo la tribu Davinia habla con Francisco de Cacíres para que haga algo para atajar la infección, el profesor no parece querer colaborar. Pero Davinia quiere ayudar y se va al monte a buscar eucaliptos, romero y otras hierbas importantes para la descongestión de los pulmones.
Por la tarde a la puerta de su choza Davinia cuece unas hojas de eucaliptos y uno a uno le hace que inhale el vapor que desprende su cocción tapándole la cabeza con una piel de lobo para que sudaran.
Algunos no pudieron aguantar la tos persistente y perecieron, pero la mayoría de ellos se salvaron para satisfacción de Davinia.
Francisco de Cacíres una mañana desapareció del poblado sin dejar rastro alguno
Yo me sentí aliviada por su marcha pero con grandes dudas sobre él.
Mientras el sol descendía trazando la curva de la tarde y desde la epidemia gripal que padeció el pueblo Davinia estaba considerada como una nueva hechicera esto no le satisfacía en absoluto al brujo de la tribu, y empezó entre ellos una guerra fría inaguantable para ella.
Estando en la orilla del río mojando sus cansados pies, mira distraída hacia el monte que está frente a ella y ve sorprendida una vieja ermita, lo piensa dos veces y se va hacia ella trepando entre hojarascas y retamas, cuando jadeante llega hasta ella la mira embobada, es pequeña pero se parece mucho a la arquitectura española y eso la hace soñar...
Ante la puerta ve a un hombre de tez blanca vestido de negro sentado junto a ella cuidando de un rebaño. La dulzura del rostro del hombre la hace sentirse segura.
Pregunta - ¿Qué imagen se venera aquí?
El hombre contesta amable.
“La Virgen de Fátima “
Nunca hasta entonces se había emocionado al oír el nombre de Fátima. Y con amabilidad le pide que le abra la puerta y el hombre mirándola sonriente levanta una pesada piedra sacando de debajo de ella una llave de hierro de grandes dimensiones.
Abre la puerta y veo que desde dentro todo es oscuridad y telarañas, tan solo un reclinatorio se conserva con su tapicería de terciopelo color granate en mejor estado de uso, los bancos aparecían todos rotos.
Miro hacia todos lados y allí no había mas que desolación y abandono =no Había ninguna imagen para venerar, pero en su angustiosa soledad, empezó a rezar con devoción.
De pronto una gran luminosidad entra por un viejo ventanuco inundándolo todo Como un halo de luz aparece una Virgen pequeña vestida de blanco con un manto azul como el color del cielo en primavera.

..............continuará.....