sábado, 30 de julio de 2011

La Dama (II parte)

A la mañana siguiente el sol sale desafiante presumiendo de su disco de oro al rojo vivo. Mientras Davinia se encuentra desvalida tumbada en la cama del camarote perdiendo la noción del tiempo.
Ya no hay ni una gota de agua en los bidones, sus piernas empiezan a flaquear. Solo espera que el Altísimo haga un milagro.
De pronto el barco choca violentamente contra un acantilado haciéndola saltar de la cama al suelo, se levanta apresuradamente de él y sale a cubierta y ve estupefacta un islote salvador, en su pecho no cabe más alegría.
Al salir a cubierta la recibe en su cuerpo una fina sílice que es mortal como una lluvia de alfileres de acero.
Con rapidez frenética saca de un baúl de emergencia un conjunto de corchos enfilados a modo de rosario y las echa al mar para que le sirvan de boya, después descuelga una pequeña barca y una vez en el agua sube a ella y ayudándose de un remo llega ilesa a la playa.
Se tiende en la arena aguijoneada por el viento sintiéndose segura sin ningún balanceo hasta perder la conciencia quedando profundamente dormida por el agotamiento.
Un murmullo la hace despertar unos hombres de raza negra la miran con curiosidad.
Davinia abre los ojos y al ver como la miraban el grupo de indígenas sonrió asustada -, creyó estar soñando- los hombres la invitan a que los sigua. El viento sacudía el camino con una nube de polvo y arena.
La llevan a una choza hecha de barro y paja con el suelo de tierra, mas tarde se encuentra ante la choza del jefe de la tribu que vestido de ceremonia la recibe con cara sonriente, le ofrece como bienvenida un cuenco de leche fresca y unos robustos gusanos blancos envueltos en hojas verdes, como el mejor manjar.
Los mira agradecida sin falta de temor bebe la leche con verdadero deleite, los nativos mas importantes allí reunidos esperan con curiosidad la reacción de la mujer ante tan rica ofrenda, pero ella sabedora de que tiene que respetar las costumbres de sus anfitriones toma las hojas en su mano y con disimulado apetito se come uno a uno hasta quedar la verde hoja vacía de gusanos.
La tribu parece encantada con la reacción de Davinia y la obsequian con sus bailes y cantos ancestrales
Al otro día amanece radiante de sol y temperatura agradable cuando oye un tumulto acercarse a ella, ve venir con sorpresa a un hombre blanco de aspecto saludable y barba blanca entre los indígenas. Al verlo su cara se desencajo por la sorpresa Todos rieron con ganas al ver la reacción de ella, sin comprenderla.
El hombre se acerca a Davinia y la saluda en correcto castellano, el hombre en un impulso la abraza causando asombro en los presentes.
Después de hablar un rato a solas los indígenas los llevan a una cabaña que parece que sea para invitados especiales, una vez dentro les obsequian con sendos cuencos de leche acompañado esta vez por escarabajos hechos a la brasa.
Antes de empezar a degustar el extraño manjar el hombre se presenta como Francisco de Cacíres contándole a continuación sus avatares por el mar, que observa Davinia ya la tribu se la sabia de memoria.
No podía creer que fuera el famoso científico que un día desapareció de su laboratorio de la calle de Alcalá madrileña Cuando estaba a punto de descubrir la vacuna contra el sida.
Aunque también se dijo por las comidillas científicas que su descubrimiento lo había vendido a una potencia extranjera para su propio beneficio.
Por entonces se hicieron muchas conjeturas al respecto de su desaparición llegando a tener titulares en todos los periódicos, unos decían que se creía que había sido secuestrado por unos agentes contrarios a que se descubriera la vacuna. No obstante se sabía que había unas notas importantes guardadas en algún lugar, que había que buscar. Un silencio periodístico hizo que mas tarde nunca mas hablaran de el.
Aquella noche de nuevo Davinia oye estando acostada en su camastro las risas de la hiena que de nuevo le hiela la sangre de sus venas, mira hacia la puerta de la choza y ve un hombre de estatura considerable que la mira sonriente enseñando sus dientes ennegrecidos y desapareciendo al instante.
Mira hacia el camastro y el cuerpo relajado de su compañero de choza le hace pensar que todo podía ser un mal sueño.
Por la mañana cuando se despierta se mira asombrada el brazo al ver que tenía una herida igual a la que tenía en el barco el día en que naufragó.
Un fuerte dolor de cabeza la hace dudar de su capacidad mental.
Se sienta en el camastro y espera con preocupación como afrontar el nuevo día la nostalgia le hace añorar su casa de la alta Extremadura.
Un indígena alarmado da gritos despavoridos en la calle del poblado había entrado un enorme guepardo en el poblado y en su incursión por las chozas, en una de ellas había atacado a un niño, matándolo en el acto cuando puso sus garras en el.
El desconcierto reina entre los habitantes, los mas jóvenes salen de sus cabañas armados hasta los dientes con herramientas cortantes ¡había que abatir a la fiera!
Un nuevo grito la hace estremecer dirige su mirada hacia donde viene y ve con horror que la fiera está tras de ella, quieta estática con la mirada fija en su cuerpo y dispuesta para atacar.
La herida del brazo desapareció de nuevo.
.El terror la deja parada ante tanto acontecimiento y sin respiración, como si fuera una estatua esperando lo peor, cuando todo parece perdido, alguien a lo lejos emite un agudo silbido y la fiera obediente sale en busca del ruido.
Todos se miran asombrados. Davinia después de unos segundos y sin ni siquiera parpadear caigo al suelo desplomada en estado de shock.
Ya han pasado cuatro semanas y aun sigue en el poblado solo con la esperanza de que algún barco pase por allí aunque sea a la deriva.
Su barco varado en la playa parece aun a pesar de su deterioro esperar para emprender de nuevo el viaje, mientras lo mira una sonrisa amarga aparece en sus labios.
Francisco de Cacíres desde lo alto de un montículo arenoso la mira con una mirada extraña.
Por la noche de nuevo en la choza y cuando agotada se queda dormida le despierta un fuerte olor canela que la hace dar un salto en el jergón Francisco de Cacíres se estaba elevando como una nube azul transparente en medio de la choza, la sorpresa la queda paralizada solo mira la cara del científico que aparece con una sonrisa plácida.
En unos instantes después se quedo dormida.
Desde que se encontraba entre los indígenas los sueños eran cada vez mas fantasmagóricos y se sucedían cada noche que dejaba exhausta a Davinia hasta llegar a dudar cual era el sueño o la realidad.
Cada día como un ritual solía subir al barco para buscar algún indicio que pudiera dar alguna pista del paradero de Robert, la embarcación estaba vacía de todo aquello que se necesita para navegar y esto era muy extraño Robert siempre fue muy precavido en todo y nunca quedaría la bodega vacía de provisiones.
La sala de maquinas después de revisarla, a simple vista no parece tener ningún desperfecto, pero cosa rara tampoco había ni un barril de gasoil para una emergencia.
Sigue la inspección cuidadosamente todo y no entiende nada el motivo por el cual –todo esta perfecto pero nada funciona –
Por las mañanas al levantarse ve como unas sonrisas burlonas la miran.
El científico se levanta al alba para recoger flores y semillas para hacer medicinas _ nunca supe si a el también le prodigaban las mismas sonrisas todas las mañanas _.
Las noches eran largas, parecían cada vez más y más interminables en aquella choza, recordando su vida pasada.
Ya acostada a media noche se despierta con un sonido gorgoreante que sale de la respiración de Francisco de Cacíres. Escucha con atención y ve como éste intenta contener el llanto. Davinia meneo la cabeza con impotencia.
Cada noche se sucedían los sueños escabrosos, mientras en la oscuridad más tenebrosa se oían aullar a los coyotes en celo.
.Las imágenes en sus sueños de cuerpos mutilados por hombres malvados que masacraban sin piedad a los pueblos primitivos ya eran constantes.
Todos estos sueños le llegaron a obsesionar y empezó a odiar el silencio relativo de la noche solo perturbado por la vida salvaje que se movía a su alrededor.
Ella intentaba cada noche soñar despierta con su vida anterior haciéndola idílica en su fantasía, pero nunca llegue a conseguir, algo le inquieta entrándole un fuerte desasosiego. Cuando alzo la vista hacia la puerta de la choza vio unos ojos negros redondos, estáticos que la miran, el corazón se le encharcó de sangre dejándome las venas vacías
Se encontró de repente atrapada en el Aral Hamistigan. El lugar al que Dante dedicó el canto posterior a su legendario infierno o quizás se encontraba en el purgatorio, o muerta.
Estas conjeturas le vinieron a la cabeza mientras despertaba a la realidad, cuando tuvo conciencia de que se trataba
Era un pájaro negro de grandes alas con apariencia de un ser demoníaco que cuando dejo de mirarla alzó el vuelo dejándola aterrorizada. Una pluma negra y brillante se le desprendió de su cuerpo emplumado cuando, que voló por el reducido espacio de la choza.

.......... continuará ....

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