sábado, 30 de julio de 2011

La Dama (II parte)

A la mañana siguiente el sol sale desafiante presumiendo de su disco de oro al rojo vivo. Mientras Davinia se encuentra desvalida tumbada en la cama del camarote perdiendo la noción del tiempo.
Ya no hay ni una gota de agua en los bidones, sus piernas empiezan a flaquear. Solo espera que el Altísimo haga un milagro.
De pronto el barco choca violentamente contra un acantilado haciéndola saltar de la cama al suelo, se levanta apresuradamente de él y sale a cubierta y ve estupefacta un islote salvador, en su pecho no cabe más alegría.
Al salir a cubierta la recibe en su cuerpo una fina sílice que es mortal como una lluvia de alfileres de acero.
Con rapidez frenética saca de un baúl de emergencia un conjunto de corchos enfilados a modo de rosario y las echa al mar para que le sirvan de boya, después descuelga una pequeña barca y una vez en el agua sube a ella y ayudándose de un remo llega ilesa a la playa.
Se tiende en la arena aguijoneada por el viento sintiéndose segura sin ningún balanceo hasta perder la conciencia quedando profundamente dormida por el agotamiento.
Un murmullo la hace despertar unos hombres de raza negra la miran con curiosidad.
Davinia abre los ojos y al ver como la miraban el grupo de indígenas sonrió asustada -, creyó estar soñando- los hombres la invitan a que los sigua. El viento sacudía el camino con una nube de polvo y arena.
La llevan a una choza hecha de barro y paja con el suelo de tierra, mas tarde se encuentra ante la choza del jefe de la tribu que vestido de ceremonia la recibe con cara sonriente, le ofrece como bienvenida un cuenco de leche fresca y unos robustos gusanos blancos envueltos en hojas verdes, como el mejor manjar.
Los mira agradecida sin falta de temor bebe la leche con verdadero deleite, los nativos mas importantes allí reunidos esperan con curiosidad la reacción de la mujer ante tan rica ofrenda, pero ella sabedora de que tiene que respetar las costumbres de sus anfitriones toma las hojas en su mano y con disimulado apetito se come uno a uno hasta quedar la verde hoja vacía de gusanos.
La tribu parece encantada con la reacción de Davinia y la obsequian con sus bailes y cantos ancestrales
Al otro día amanece radiante de sol y temperatura agradable cuando oye un tumulto acercarse a ella, ve venir con sorpresa a un hombre blanco de aspecto saludable y barba blanca entre los indígenas. Al verlo su cara se desencajo por la sorpresa Todos rieron con ganas al ver la reacción de ella, sin comprenderla.
El hombre se acerca a Davinia y la saluda en correcto castellano, el hombre en un impulso la abraza causando asombro en los presentes.
Después de hablar un rato a solas los indígenas los llevan a una cabaña que parece que sea para invitados especiales, una vez dentro les obsequian con sendos cuencos de leche acompañado esta vez por escarabajos hechos a la brasa.
Antes de empezar a degustar el extraño manjar el hombre se presenta como Francisco de Cacíres contándole a continuación sus avatares por el mar, que observa Davinia ya la tribu se la sabia de memoria.
No podía creer que fuera el famoso científico que un día desapareció de su laboratorio de la calle de Alcalá madrileña Cuando estaba a punto de descubrir la vacuna contra el sida.
Aunque también se dijo por las comidillas científicas que su descubrimiento lo había vendido a una potencia extranjera para su propio beneficio.
Por entonces se hicieron muchas conjeturas al respecto de su desaparición llegando a tener titulares en todos los periódicos, unos decían que se creía que había sido secuestrado por unos agentes contrarios a que se descubriera la vacuna. No obstante se sabía que había unas notas importantes guardadas en algún lugar, que había que buscar. Un silencio periodístico hizo que mas tarde nunca mas hablaran de el.
Aquella noche de nuevo Davinia oye estando acostada en su camastro las risas de la hiena que de nuevo le hiela la sangre de sus venas, mira hacia la puerta de la choza y ve un hombre de estatura considerable que la mira sonriente enseñando sus dientes ennegrecidos y desapareciendo al instante.
Mira hacia el camastro y el cuerpo relajado de su compañero de choza le hace pensar que todo podía ser un mal sueño.
Por la mañana cuando se despierta se mira asombrada el brazo al ver que tenía una herida igual a la que tenía en el barco el día en que naufragó.
Un fuerte dolor de cabeza la hace dudar de su capacidad mental.
Se sienta en el camastro y espera con preocupación como afrontar el nuevo día la nostalgia le hace añorar su casa de la alta Extremadura.
Un indígena alarmado da gritos despavoridos en la calle del poblado había entrado un enorme guepardo en el poblado y en su incursión por las chozas, en una de ellas había atacado a un niño, matándolo en el acto cuando puso sus garras en el.
El desconcierto reina entre los habitantes, los mas jóvenes salen de sus cabañas armados hasta los dientes con herramientas cortantes ¡había que abatir a la fiera!
Un nuevo grito la hace estremecer dirige su mirada hacia donde viene y ve con horror que la fiera está tras de ella, quieta estática con la mirada fija en su cuerpo y dispuesta para atacar.
La herida del brazo desapareció de nuevo.
.El terror la deja parada ante tanto acontecimiento y sin respiración, como si fuera una estatua esperando lo peor, cuando todo parece perdido, alguien a lo lejos emite un agudo silbido y la fiera obediente sale en busca del ruido.
Todos se miran asombrados. Davinia después de unos segundos y sin ni siquiera parpadear caigo al suelo desplomada en estado de shock.
Ya han pasado cuatro semanas y aun sigue en el poblado solo con la esperanza de que algún barco pase por allí aunque sea a la deriva.
Su barco varado en la playa parece aun a pesar de su deterioro esperar para emprender de nuevo el viaje, mientras lo mira una sonrisa amarga aparece en sus labios.
Francisco de Cacíres desde lo alto de un montículo arenoso la mira con una mirada extraña.
Por la noche de nuevo en la choza y cuando agotada se queda dormida le despierta un fuerte olor canela que la hace dar un salto en el jergón Francisco de Cacíres se estaba elevando como una nube azul transparente en medio de la choza, la sorpresa la queda paralizada solo mira la cara del científico que aparece con una sonrisa plácida.
En unos instantes después se quedo dormida.
Desde que se encontraba entre los indígenas los sueños eran cada vez mas fantasmagóricos y se sucedían cada noche que dejaba exhausta a Davinia hasta llegar a dudar cual era el sueño o la realidad.
Cada día como un ritual solía subir al barco para buscar algún indicio que pudiera dar alguna pista del paradero de Robert, la embarcación estaba vacía de todo aquello que se necesita para navegar y esto era muy extraño Robert siempre fue muy precavido en todo y nunca quedaría la bodega vacía de provisiones.
La sala de maquinas después de revisarla, a simple vista no parece tener ningún desperfecto, pero cosa rara tampoco había ni un barril de gasoil para una emergencia.
Sigue la inspección cuidadosamente todo y no entiende nada el motivo por el cual –todo esta perfecto pero nada funciona –
Por las mañanas al levantarse ve como unas sonrisas burlonas la miran.
El científico se levanta al alba para recoger flores y semillas para hacer medicinas _ nunca supe si a el también le prodigaban las mismas sonrisas todas las mañanas _.
Las noches eran largas, parecían cada vez más y más interminables en aquella choza, recordando su vida pasada.
Ya acostada a media noche se despierta con un sonido gorgoreante que sale de la respiración de Francisco de Cacíres. Escucha con atención y ve como éste intenta contener el llanto. Davinia meneo la cabeza con impotencia.
Cada noche se sucedían los sueños escabrosos, mientras en la oscuridad más tenebrosa se oían aullar a los coyotes en celo.
.Las imágenes en sus sueños de cuerpos mutilados por hombres malvados que masacraban sin piedad a los pueblos primitivos ya eran constantes.
Todos estos sueños le llegaron a obsesionar y empezó a odiar el silencio relativo de la noche solo perturbado por la vida salvaje que se movía a su alrededor.
Ella intentaba cada noche soñar despierta con su vida anterior haciéndola idílica en su fantasía, pero nunca llegue a conseguir, algo le inquieta entrándole un fuerte desasosiego. Cuando alzo la vista hacia la puerta de la choza vio unos ojos negros redondos, estáticos que la miran, el corazón se le encharcó de sangre dejándome las venas vacías
Se encontró de repente atrapada en el Aral Hamistigan. El lugar al que Dante dedicó el canto posterior a su legendario infierno o quizás se encontraba en el purgatorio, o muerta.
Estas conjeturas le vinieron a la cabeza mientras despertaba a la realidad, cuando tuvo conciencia de que se trataba
Era un pájaro negro de grandes alas con apariencia de un ser demoníaco que cuando dejo de mirarla alzó el vuelo dejándola aterrorizada. Una pluma negra y brillante se le desprendió de su cuerpo emplumado cuando, que voló por el reducido espacio de la choza.

.......... continuará ....

jueves, 21 de julio de 2011

La Dama (I parte)

El pequeño barco, de veinte metros de eslora se mece al son de las olas. Mientras Davinia desde su camarote miraba el horizonte pensativa por el ojo de buey y percibe la lluvia en el cielo gris perla. Como se espera en las tardes de finales de primavera presagian la inminente llegada del verano.
Davinia es una mujer joven y sofisticada amante del lujo, esposa de un hombre de negocios prósperos y enamorada de ella misma. Su alto ego la hace insoportable fuera de su círculo de amistades.
Un roce liviano como el ala de una mariposa la hace reaccionar y un escalofrió le recorre la espina dorsal.
Está sola desde las doce de la mañana, después que su esposo Robert tuviera una acalorada discusión con el patrón del barco. Poco después se despidió de ella y desapareció de su lado sin una explicación en una lancha fuera borda.
Ha esperado todo el día a que él regresara al barco… pero llega la oscura noche que tanto aterra a Davinia encontrándose sola y desolada.
Se encuentra cansada y desilusionada por el comportamiento de Robert. Nunca hasta ahora había tenido celos del patrón del barco –hombre enjuto donde destacaba una cabeza descomunal para su flaco cuerpo -.Pero de carácter alegre.
Ella nunca le vio a Guillermo ningún encanto. Tampoco le había dado motivos a su marido para que dudara de sus sentimientos y mucho menos para dejarla sola fondada en el mar a merced de las olas. Pero Robert desde algún tiempo parecía verlo todo confuso.
A Davinia la cabeza le daba vueltas hasta creer enloquecer.
A ella nunca le gustó el mar y mucho menos navegar –pues solo lo hacía para presumir de barco y competir con sus amigas.
Ahora se ve sola en un barco que no sabe manejar, anclado en un espigón en medio de un pequeño embarcadero abierto al mar y a cinco kilómetros de la costa.
Se toma un calmante para restar su ansiedad, y al quedarse mas tranquila decide irse a la cama. Después de acostarse en su mullida cama de su lujoso camarote, se queda profundamente dormida.
Pasan unas horas y oye entre sueños una risa de hiena en sus oídos, como si esta viniera de de las profundidades más tenebrosas de una pesadilla –Se intranquiliza -, pero sigue acostada en la cama sin atreverse a mover ni un solo músculo de su cuerpo.
Mira el techo y sus ojos parpadean con fuerza al percibir una extraña figura que se mueve rítmicamente encima de su cabeza.
Un escozor en el antebrazo derecho le hace notar que tiene una profunda herida que rezume sangre sin parar.
Se levanta de la cama en un estado frenético, y sus pies rozan el suelo de roble encerado que en su contacto –siente un escalofrió y unas ganas tremendas de ir al baño-era el terror que sentía- a pesar de todo, esto le hizo sonreír como si fuera una niña pequeña y olvida por unos momentos su angustia.
Sube a cubierta para respirar una bocanada de aire fresco, y una mancha ensangrentada de grandes dimensiones aparece ante ella al lado de la s escaleras en la cubierta, se asusta tapándose los ojos con horror, para que más tarde sus temblorosas manos cayeran lasas en los costados de su trémulo cuerpo después de ver la visión. Se encuentra sola su marido no esta, el capitán también ha desaparecido, sin dejar rastro…
Mira de nuevo con temor alarmada. Ahora la sangre como si fuera por arte de magia ha desaparecido delante de sus narices.
Davinia intenta tranquilizarse pensando que pudiera ser una broma de su cerebro por encontrarse tan nerviosa.
Pero su corazón le dice que puede ser una tragedia ocurrida mientras ella dormía.
Con un movimiento repetitivo se atusa una y otra vez su enmarañada melena teñida de un color indefinido.
Se mira el brazo alarmada, y la herida antes sangrante también ha desaparecido, Un rubor de rabia e impotencia mancha de color púrpura sus pálidas mejillas haciendo tambalearse.
Baja al camarote y apoya su mano temblorosa en el respaldo de un sillón orejero de piel que había delante de la mesa escritorio de su marido. Nota al tocarlo algo viscoso al tacto, retira la mano con presteza y mira con recelo, pero no ve nada pasa de nuevo la mano para cerciorarse y el sillón está limpio como si lo acabaran de fregar.
Se pellizca un brazo para saber si esta soñando demostrándole el dolor percibido que estaba más despierta que nunca y esto le empieza a preocupar seriamente.
Decide darse una ducha fría para templar los nervios y se viste apresuradamente para salir cuanto antes del barco.
Ya vestida decide salir y busca las llaves quedar cerrado el camarote pero no están en su bolso ni tampoco en su sitio habitual. No puede dejar el barco abierto, solo quedaría a merced de cualquier caco sin escrúpulos que pasara por allí.
Nerviosa sigue buscando la llave, levanta los cojines del sofá, todos los rincones los mira con detenimiento y la luz de encendido del horno le llama la atención se acerca a desenchufarlo y ve con horror que la llave está dentro pero no la puede coger. La intenta tocar y estaba incandescente, al momento ve como ante sus ojos se derrite como un bombón de chocolate.
El mar empieza a rizarse y la pequeña embarcación se tambalea, en una tenebrosa penumbra. De repente se desencadena una gran tormenta acompañada de gran oleaje, los vientos llegan hasta ciento cincuenta kilómetros hora, los rayos caen del cielo como los cohetes en una noche de feria
Davinia asustada y sorprendida no sabe que hacer, cuando una fuerte sacudida hace chocar al barco contra el murete del pequeño muelle haciendo soltar el amarre atrayendo al barco mar adentro envuelto en el infernal oleaje, dejándolo a merced de las gigantescas olas y los rayos con su luminosidad alumbran la oscura tempestad.
En medio del oleaje que casi la arrastra al mar, se va directa al timón desesperada coge la palanca y con una pericia sacada de su miedo intenta dominar el barco desafiando los elementos adversos que en esos momentos esta viviendo.
El viento huracanado cada vez aumenta más su terrible rugido, haciendo que las cubilleras se desaten dejando la cubierta llena de cuerdas.
El barco no deja de cabecear, la proa no cesa de bajar y subir como si fuera un tío vivo.
De pronto una cabilla del timón se parte haciendo que el timón de vueltas como una ruleta en pleno juego.
Davinia sacude la cabeza incrédula.
Después de intentarlo todo para pedir ayuda por radio y no encontrar respuesta baja a la cabina y busca con ansiedad algo que pudiera llamar la atención a alguna embarcación o patrullera que navegara por allí, pero en la cabina no encuentra nada. Allí no hay ni una sola bengala o cohete de fogueo ni tan siquiera la caja donde debían estar guardadas.
Se dirige esperanzada a la cajonera, pero no solo no encuentra nada sino que la ve vacía de maletas esto aumenta su desconcierto ¿quien se había llevado las maletas?
Robert la ha abandonado a su suerte en la mar que tanto temía.
Un torrente de preguntas sin respuesta le viene a la mente-.
Una brecha de agua aparece en cubierta, tiene que arreglarla para no hundirse, con la rapidez mental que la caracteriza recuerda haber visto una vez como arreglaba la tripulación en una emergencia, una avería similar.
Mas animada baja a la bodega y busca un rollo de estopa, lo encuentra y sube con rapidez las escaleras hasta cubierta y consigue tapar la brecha, ahora tiene que buscar brea o arcilla para que la estopa no se deshaga.
De nuevo baja a la sala de maquinaria y encuentra una lata de brea, la coge y al instante se da cuenta que el motor de la nave esta parado la maquinaria no emite ningún sonido. Se sienta encima de la lata de brea para pensar, pero no puede un golpe de mar la hace caer al suelo.
El barco ahora está más que nunca a la deriva.
La noche de nuevo se acercaba sin haber hecho acto de presencia el sol en todo el día.
Mas tarde las nubes cansadas de vaciar agua se van retirando.
Una luna tímida en el ocaso del día se asoma como una daga amenazante.
Poco después el mar empieza a serenarse pero Davinia se encuentra en medio de la nada. Tapa la estopa con la brea y el agua deja de manar, a pesar de su desconsuelo se siente bien por haber arreglado la avería, ahora solo tiene el pequeño barco como refugio pero el motor no funciona.
La jornada siguiente amaneció entre nubes y claros.
Los bidones de agua potable están vacíos la sed empieza a hacer mella en su organismo, la comida también escasea.
La despensa está vacía, solo una lata de judías parecía adornar la despensa todo es muy extraño, sin agua ni previsiones la única comida que Davinia odiaba era esa odiosa lata de judías.
Desde pequeña, su la tía Pepa mujer de corazón duro como una piedra siempre la ponía como plato fuerte, a esa hora siempre se acordaba de su madre echando de menos sus ricas natillas con galletas.


.............. continuará...

jueves, 14 de julio de 2011

El estanque (V parte y final)

Me siento a los pies de la cama donde Linda descansa me fijo y su cara ya no me parece la misma esta rara una mueca en su boca me hace estremecer su dulzura ha desaparecido la miro mas de cerca y sus ojos de color de azabache transmiten una gran tristeza, le cojo las manos y las tiene frías como el témpano me sobrecojo y cuando alzo la mirada veo reflejada una rosa sangrante en el cabecero de la cama salgo aterrorizado de la habitación y salgo al porche para coger algo de aire, todo me parece extraño tanto que creo voy a volverme loco.
Ya no me apetecía besar sus mejillas rosadas ni sus sonrosados labios.
Una sombra se desliza doy un salto de pavor y me encuentro al labriego que había contratado, ya no me acordaba de el, me tranquilizo y este me da las buenas noches, saludo con una mano pues no me salen las palabras y me siento en una butaca, allí me quedo dormido y cuando despierto alguien me había tapado con una manta, miro hacia un lado y Linda estaba allí resplandeciente como si no le hubiera pasado nada la noche anterior y con su sonrisa habitual me ofrece un café caliente, yo no le digo nada ni tan siquiera como se encuentra su mano lucia sin vendas, yo me toco el cuello y lo siento dolorido no se que pensar, quizás mi mente cansada me este jugando una mala pasada.
Linda y yo charlamos un rato de nimiedades y nos retiramos para vestirnos de nuevo y recibir a los invitados.
La mayoría estaban hospedados en un hotel rural que había reservado para la ocasión porque todos no cabían en la finca.
El día amaneció radiante se veía hasta el horizonte infinita desde el mirador del cielo, alguien solicito y cortes regala un ramo de rosas rojas a Linda esta las acepta con recelo y en la primera ocasión las tira por un pequeño acantilado cercano no paso nada la fiesta estaba llegando a su fin y cuando de nuevo el labriego me da una carta la abro y en ella había una hoja de papel de color sepia una rosa marchita, la guardo en el bolsillo del pantalón y siento un tremendo pinchazo y un hilo de sangre me mancha las botas camperas, mi cuerpo se estremece, y cuando todos se despiden después de un día magnifico me retiro a mi habitación me ducho y cuando estoy secándome con la toalla descubro que esta tiene también gravada una rosa roja, no se que hacer llamo a Linda y le cuento lo que me había pasado, Linda no hace ningún comentario y yo le pido que pase la noche conmigo pues no quería estar solo, aquella noche los dos abrazados nos quedamos dormidos y así pudimos descansar.
A el día siguiente no podía mover la pierna el hinchazón no me lo permitía, decidí no ir al hospital, me tomaría la medicina que le había recetado el medico a Linda ella había mejorado, y pensé que quizás a mi me pasaría lo mismo.
Los días después de la fiesta fueron monótonos pues nos quedamos los dos solos en la finca la chica de servicio había librado unos días después del ajetreo de la fiesta.
Yo no me encontraba bien y Linda cuando creía que no la miraba la encontraba con los ojos puestos en el horizonte, esto no me parecía nada normal desde el día en que Linda encontró la rosa que fue el día en que llegamos no habíamos gozado de mucha felicidad, la casa me empezó a obsesionar el jardín pletórico de bellezas de color se me antojaba gris y reseco tampoco Linda era la misma, o quizás sea yo porque ya dudaba si vivía el pasado o el presente todo en mi cabeza estaba confuso.
Una noche y cuando el insomnio hacia mella en mi veo como el labriego paseaba por la vereda de pizarra que conduce a la puerta principal de la casa lo oigo desde mi bacón hablar con alguien y señalando la casa colgó el teléfono móvil y lo tiro con furia al suelo y lo pisoteo, me quede sorprendido de semejante actitud, desde que observe esa escena me obsesione y decidí marcharme de la casa, inmediatamente se lo comunique a Linda y ella intento persuadirme de lo contrario pero yo cada día que pasaba estaba mas decidido vendería la finca y volvería a Nueva York donde fui tan feliz.
Mi herida había cicatrizado pues me paso igual que a Linda me cure de la noche a la mañana, pero desde entonces yo no me veía el mismo, me empezó a gustar todo aquello que antes odiaba la obsesión por lo bello desapareció, al mirador no quería subir la piscina de aguas transparentes se volvieron verdosas con una capa de asquerosa nata grisácea producto de las hojas muertas, ya las golondrinas no bajaban con su jolgorio trinar en grupos a beber de ella el almendro que daba sombra a los bañistas estaba reseco y ya no daría mas flores blancas se había marchitado.
Todo empezó como por arte de magia a deteriorarse yo mismo me veía como si fuera un viejo Linda había perdido su encanto su bello pelo de color azabache era blanquecino sus ojos rasgados lucían casi cerrados su tipo antes esbelto aparentaba veinte kilos de mas, todo se deterioro en muy poco tiempo cuando quisimos salir de la finca ya no podíamos no teníamos fuerzas en las piernas, la chica de servicio nunca mas apareció por la casa que damos solos en medio de la nada el único que quedaba era el labriego ese que un día llego y se quedo sin yo preguntarle de donde venia.
Una tarde otoñal y cuando los árboles se desnudan para estrenar un nuevo ropaje en la primavera entro en el salón de la casa me siento cansado en un sillón frente a la chimenea miro con detenimiento el cuadro que frente a mi esta encima de la chimenea, nunca había reparado en el pero ahora mirándolo con detenimiento el retrato de mi abuelo y veo los ojos de este acusadores, un temblor me recorre el cuerpo y bajo la mirada a la chimenea el chisporreteo de la leña al arder me haca ver una caja mis manos temblaron de terror era la caja roja miro con temor de nuevo el retrato y los ojos de mi abuelo parecen acusarme de algo muy grave, no sabia que hacer no podía moverme del sillón en donde estaba sentado las fuerzas me habían abandonado, miro hacia un lado y veo a Linda en estado indolente la miro de nuevo y con horror la veo desmadejada los brazos caídos hacia los costados la boca abierta..,y yo me siento atrapado como una mosca en la tela de una araña.
Estaba muerta subo la mirada de nuevo hacia el retrato y una sonrisa sádica se refleja en los labios de mi abuelo pero yo no me puedo mover sigo estando atado al maldito sillón, la carta con la rosa roja todavía la tenia en el pantalón y me quema la pierna el dolor es horroroso no lo puedo soportar mi abuelo ya no sonríe, ríe a carcajadas.
El rostro pálido de cadavérico de Linda me asusta y empezó a nublárseme la vista.
Desde el cuadro echan a mis pies una rosa repleta de espinas yo no la cojo estoy muy asustado.
La puerta del salón se abre y el labriego acercándose a mi recoge la rosa y me la da, es suya señor y me la da mientras mira de soslayo el retrato de mi abuelo el corazón en ese momento me falla y cuando mi alma flotaba en el ambiente esperando me condujese a mi nueva morada, veo con estupor como mi abuelo juega con el labriego una partida de mus.
En ese momento creo haber resucitado o lo que quiera que sea la vida después de la muerte oigo a mi abuelo habla como un alma muerta mientras a mi me llevaba una suave corriente ascendente y placentera y arriba una mano blanca con una herida en medio me llamaba en susurros de extramundo.

jueves, 7 de julio de 2011

El estanque (IV parte)

Un día un coche SEAT mil quinientos de los años setenta sube la vereda y aprovechando la rotura de una pared de piedra entra el coche por ella cuando lleva un trecho un tronco de árbol talado entra de lleno por el medio del vehículo y rompe el cárter en un enorme encontronazo, el coche se paraliza, y el hombre de sombrero de paja y cinta negra se tiene que apear del coche y se acerca a la casa con sigilo acechando para coger al dueño por sorpresa, pero el ruido en pleno campo adquiere una gran dimensión el ruido es tan perceptible que cojo mis prismáticos y ojeo con escrúpulo el entorno y veo a un hombre acercarse a la casa haciendo ziszás por el maizal, alerto a la policía del pueblo y mientras espero que aparezca la benemérita, una oportuna serpiente venenosa le muerde la pierna quedándolo paralizado yo espero a la policía y esta llega pronta y acercándose al individuo lo encuentra inconsciente entre las hiervas, y llevándolo al hospital mas cercano le depuran la sangre con transfusiones, mas tarde lo detienen por intromisión a la propiedad privada, todo queda para mi igual que antes pero solo en apariencia por que de mi se apodera la incertidumbre.
El sueño ya lo tengo interrumpido me da miedo la oscuridad las puertas las cierro a la puesta de sol Linda no entiende la actitud de José pero acata sus ordenes con sumisión de mujer enamorada, los días pasaban sin sobresaltos y después de unos días todo volvió a la normalidad.
Linda después del pinchazo que sufrió con la espina de la misteriosa rosa, no se encontraba bien la fiebre empezó a hacer mella en ella y su tez blanca y transparente se torno cetrina robándole su encanto.
José decide llevarla al hospital y después de un reconocimiento exhaustivo y pruebas bacterianas no le encontraron nada, regresaron a casa y con la medicación que le receto el medico pareció mejorar, por la noche y cuando se acostaba en la cabecera de la cama aparecía una rosa roja que ella nunca vio pero sus sueños no volvieron a ser reparadores, solo descansaba cuando sentada en la butaca del salón después de la comida del medio día dormía la siesta, José la observaba y no entendía el porque había cambiado tanto ya no era la muchacha alegre que conoció en una noche de desenfreno, y para animarla un día esplendido de mayo decidí dar una gran fiesta, como hice reforma en la casa y me quedaron espectaculares llame a mis amigos de Nueva York todo estaba deslumbrante en las habitaciones lucían cortinas traídas del mismo Paris los muebles antiguos se restauraron el estanque se convirtió en una esplendida piscina con cenador adosado todo había quedado perfecto.
El día de la fiesta llego y los invitados llegados de casi todos los estados de Norteamérica en donde tantos amigos coseche quedaron sorprendidos por el paisaje tan agreste y al mismo tiempo pletórico de olores y colores, desde el mirador del cielo se divisaba un inmenso campo de la flor de la banda haciendo que el campo pareciera una inmensa alfombra.
La música suena alguien se acerca a mi como anfitrión y me agradece la velada.
Después de la suculenta cena compuesta por ibéricos extremeños comienza el baile, Linda como siempre elegante y discreta hizo las delicias de los asistentes con su encanto personal.
Una luz tenue se refleja en las aguas tranquilas de la piscina, la observo desde la terraza y me adentro por el sendero para averiguar que es lo que pasa y cuando me acerco a la piscina, una mano de hierro me aprieta el cuello y me hace doblar el cuerpo y me sumerge la cabeza en la piscina los ojos casi se me salen de las orbitas alguien se acerca y con voz ronca pregunta (‘quien anda ahí‘), el desconocido sale corriendo y cuando el individuo ve flotar mi cuerpo me saca del agua y con gran precisión me hace la respiración boca a boca y yo empiezo a respirar aunque con dificultad, una vez recuperado el hombre desapareció, cuando ya me hube recuperado y sin que nadie me viera subo a mi cuarto y me cambio de traje volviendo a la fiesta.
Esta siendo un éxito los invitados ríen gozan y beben a placer pero Linda finge estar bien pero una aureola de color violeta en la palma de la mano hace que su sonrisa sea fingida, la fiebre empieza a hacer mella en ella y sus palidez a pesar del maquillaje es notaria, alguien le pregunta con malicia sobre su descolorida cara y ella sonríe con estudiada coquetería yo después del incidente en la piscina me encuentro nervioso el cuello me duele, la traquea después de estar aprisionada casi no me deja tragar, pero tengo que estar en mi puesto haciendo felices a los invitados.
Un revuelo hacen que todos vallan hacia la floreada terraza Linda había sufrido un desvanecimiento alguien le toma el pulso y sugiere que la lleven a su alcoba, una vez allí se tranquiliza le doy un sedante y se queda dormida los invitados empiezan a retirarse son las cinco de la mañana y tenemos una comida en el mirador del cielo a las tres de la tarde.

....... continuará ........