miércoles, 29 de junio de 2011

El estanque (III parte)

Dos empleados del casino se acercan solícitos para que el dinero lo ingrese en su banco yo encantado acepto y decido quedarme en las Vegas.
Me compro un apartamento de lujo en la avenida principal conozco a una mejer bellísima.
Los días discurre con alegría y desenfreno, desde las Vegas a Nueva York y por primera vez en mi vida veo en Nueva York un extraordinario espectáculo de ballet clásico en el Metropolitas Opera House, a los pocos días presenciaba y acompañado de la misma mujer que sin darme cuenta me estaba enamorando, y con el mismo entusiasmo que la anterior representación me deleitaba con la orquesta filarmónica en Nueva York, una vez más invito a Linda la bella coreana al City Music Hall este es el teatro mas grande de los Estados Unidos su lujo y dimensiones nos cautivó y volvimos para la gran fiesta que dieron en Navidad.
Un sábado decidimos Linda y yo descubrir nuevos horizontes y nos fuimos a Lower East Side la segunda avenida mas grande y famosa por su variedad de restaurantes entramos en un tibetano con su suelo de cristal por donde transcurría el agua repleta de peces de colores el techo cubierto de guirnaldas todo lo que veíamos y vivíamos nos parecía maravilloso el amor hacia que todo se magnificase.
Nunca imagine que un desierto fuera un oasis con mas litros de agua convertidas en champaña y ríos de luces de neón y convertir la noche en día
Cuando llevo un tiempo entre lujos y despilfarros decido volver a mi casa, y de nuevo me encuentro caminando por el angosto camino, y pensativo y goloso cojo una rica mora que relucía bajo los rayos del sol, su sabor me trae muchas evocaciones, mi abuela solía hacer pastel de mora cada vez que alguno de nosotros cumplíamos años.
Sigo con mi pensamiento y el claxon de un automóvil me despierta de mi ensoñación miro hacia atrás y veo con sorpresa que era Linda la bella muchacha que un día de suerte en el casino conocí y desde entonces nunca mas se separo de mi hasta el día que decidí regresar a España, pero perece que ella no se resigno y aquí la tenia vestida de cowboy dispuesta a vivir en el campo y no alejarse de mi nunca mas.
La sorpresa fue muy agradable y apoyándose en mí despidió al taxista y nos cogimos de la mano y seguimos nuestro camino mirándonos sin hablar.
Llegamos a la casa y como siempre la verja abierta y la vereda que conduce a la casa cubierta de hojarascas que hacen imposible ver el pavimento de pizarra primorosamente azul cuando esta limpio.
Entramos en la casa y como si nunca hubiera estado fuera entro en la cocina y enciendo el hornillo y cogiendo una olla de porcelana la lleno de agua y con unas hierbas que allí había leo la aplicación sirve para curar heridas y en grandes letras FRESNO eran cosas de mi abuela.
Me quito los zapatos y los calcetines y echando en una palangana el agua caliente meto los pies cansados y me quedo relajado y de nuevo me vienen los recuerdos de mi niñez, mientras Linda inspecciona la casa.
Al anochecer enciendo la chimenea del salón le cuento la historia de mi vida a Linda con una copa de whisky en la mano cuando agotados decidimos ir a la cama Linda quiso descansar en la habitación donde había dormido mi abuelo Linda al abrir su cama en el embozo ve una rosa roja marchita la coge y con sorpresa una espina se le clava en la palma de la mano y de esta brota un hilillo de sangre que mancha la colcha amarillenta por el tiempo, alarmada llama a José y este quitándole importancia busca en el botiquín algo que la pueda curar como no encuentra nada decide buscar en la cocina alguna hierva que solía usar la abuela, después de desinfectar la herida busca una venda que aparece en el cuarto de baño y vendándole la mano parece solucionarse todo mas tarde duermen dulces sueños como niños.
Ala mañana siguiente el azul del cielo es claro y brillante el olor del sarmiento la brisa que mece los olivos hace que los sentidos despierten hacia un mundo irreal.
Todo va de maravilla José esta encantado con Linda a su lado y por haber decidido esta dejarlo todo por él.
Sin desayunar bajan al pueblo a comprar viandas saludan a sus vecinos curiosos y cuando llega la hora de la comida deciden comer en el bar del pueblo, contratamos a una jovencita para que nos ayudase en las tareas de la casa, y una vez que la despensa estuvo llena nos sentamos en el salón a charlar de lo acontecido, la mano de Linda empieza a hincharse el dolor es insoportable pero no quiere alarmar a José y empiezan a comentar lo que han vivido en el pueblo y deciden pasar el día siguiente en la finca. Un hombre de aspecto rudo llama a la puerta y se ofrece como labriego es aceptado sin preguntar y desde entonces era el que vigilaba los viñedos y limpiaba la linda vereda que desde la verja llevaba hasta la casa.


.............continuará...

jueves, 23 de junio de 2011

El estanque (II parte)

Un día cuando mi padre viajaba en el tren, por asuntos de la finca y angustiado por que no le habían salido bien los negocios de pronto en el vagón en el que el viajaba hubo una trifulca en el que se vio envuelto las pistolas y las navajas aparecieron mi padre atemorizado se escondió debajo de un asiento hasta que llego la policía, en la angustiosa espera algo le callo en la cabeza lo cogió y lo guardo sin saber que era, mas tarde cuando llego a casa y se lo enseño a mi madre esta lo guardo con avaricia hasta que vinieran tiempos mejores su ambición hizo que mi padre no dijera nada a la policía y lo guardo bajo llaves dentro de una cajita roja(la que ahora tengo en mis manos)quemándome como si fuera un hierro incandescente.
La prensa sensacionalista se hizo eco de un robo en la casa de los embajadores de Turquía y hubo un gran revuelo en la pequeña localidad, buscaban unos atracadores de la casa solariega en el Ampurdán.
Mi padre ajeno a todo lo que estaba pasando y sin querer enterarse siguió con su trabajo sin apreciar que estaba siendo observado muy de cerca por un hombre desconocido y que a este al mismo tiempo le seguía la policía tocándole los talones, después de una exhaustiva investigación los sospechosos ya estaban controlados solo había que esperar el momento y las pruebas suficientes para detenerlos,
Un día en que la niebla espesa y pertinaz y que hacia que la visibilidad fuera casi nula, una mujer del pueblo alta y fuerte y con cara de pocos amigos nos reúne en la puerta del colegio a mi y mis hermanos y llevándonos a su casa permaneciendo allí tres días en régimen de cuartel, pues nunca decía nada solo nos ponía la comida en la mesa y desaparecía para volver a recoger el servicio de la mesa, fueron tres días interminables y sin saber el porque estábamos allí, mi madre nos había dejado con una mujer extraña y además era antipática mi hermano el mayor nos miraba con temor en sus ojos de niño pero nunca nos dijo nada.
Mientras mi casa se llenaba de policías y ambulancias en el estanque de la finca había dos cadáveres una de ellos era el de mi padre el otro lo estaban investigando, mas tarde se supo que era el delincuente que andaban buscando hacia tiempo y que le la policía tenia el rastro de mi padre para que le dijera donde estaba el diamante.
Esto paso que estando un día mi padre drenando el fondo del estanque, un hombre se le acerca y apuntándole con una pistola lo intimido hasta hacerlo caer al agua perdiendo el equilibrio y mi padre cae en las cenagosas aguas al verlo en el agua con una enorme estaca lo hunde hasta que lo ahoga mi abuelo que lo ve se va a por su rifle y con un tiro certero abate al desconocido no intenta sacar a su hijo pues ya inerte flota como un corcho a la deriva con el mismo palo que permanece en la orilla separa al delincuente de su hijo, y llamando a la comandancia de policía se entrego, pero lo acusaron de las dos muertes, por eso nunca mas salio de la cárcel, mientras su hija guardaba con celo el objeto culpable por el cual había muerto mi padre.
Ahora lo tengo en mis manos y me quema tanto que sabiéndolo culpable de que mi juventud no fuera tan alegre como el de cualquier adolescente me dirijo con paso firme hacia este odioso y maloliente estanque mi intención es tirarlo al fondo del estanque que fue la tumba de mi padre por eso mientras este estuviera ahí siempre me lo recordaría así que decidí llamar a mis hermanos para decidir que hacer con la piedra, me dieron la callada por respuesta y entonces decidí ir a un perista. Pensé es la oportunidad que siempre soñé irme lejos de esta odiosa casa cuando con temor llego a la oficina del perista le doy la piedra para que la examine y este para mi sorpresa lo tasó en un millón de dólares, se lo comunico de nuevo a mis hermanos y ellos no quisieron saber nada de esa fortuna que tan desafortunada fue para todos desde que murió nuestro padre.
Hago las maletas y sin pensarlo saco un pasaje para Nueva York quiero que mi vida empiece de nuevo sin mirar hacia atrás.
Y en un avión de las líneas aéreas norteamericanas me dirijo a Nueva York, en esos momento todavía no savia que es lo que iba a hacer pero el dinero seguía quemando en mis manos, aterrizo en la ciudad de los rascacielos en el aeropuerto J F K y me embarco en una líneas regulares. Que me lleva a las Vegas estado de Nevada, cuando llego todo me deslumbra en una explosión de luces y colores, las gentes de todas las razas, grandes limusinas prodigan por las avenidas deslumbrantes mujeres cargadas de joyas, casi no puedo creer lo que estoy viviendo y pienso (quizás como pensó mi madre) el dinero lo puede todo.
Entro en el casino por la puerta principal y un portero uniformado me cede la entrada con suma cortesía entro y el salón enorme repleto de gentes que se ignoran me sobrecoge, me siento en una mesa donde una ruleta da vueltas casi sin parar y pongo dos mil dólares al trece rojo, todos se acercan curiosos la ruleta gira y el crupier con voz seria canta trece y rojo y me arrojan un montón de fichas que abrazo con sorpresa, me emociono y vuelvo a jugar una y otra vez, pero la suerte ya no es la misma estoy perdiendo casi todo ya solo me quedan mil dólares me retira de la ruleta y me voy a otra mesa que sin saber que juego era pongo los mil dólares a una sola carta sorpresa… sale premiado con el bote sigo jugando y sin saberlo desbanco la caja.

............. continuará ....

martes, 21 de junio de 2011

El Estanque (I parte)

Dejo mi Suzuki todo terreno, aparcado en un recodo del camino y subo a pie por la pedregosa vereda cubierta de retamas y zarzales repletos de jugosas moras. Todo está en estado salvaje. Las paredes de piedra que confinan el camino aparecen en estado lamentable y están casi derruidas, pero a pesar de todo yo sigo mi camino ansioso de llegar a mi casa tantos años añorada. Un perro con aspecto cansado y solitario acompaña mis pasos y camina junto a mí: Ni siquiera ladra, sólo me mira de vez en cuando.
Se divisa la casa, está estática, sin vida, vacía. No muy lejos, el estanque cenagoso y solitario, me recuerda las tardes de verano cuando con mis hermanos solía bañarme.
De esto hace ya más de veinte años y ahora, frente a la casa, todo me parece diferente, más pequeño que en mis recuerdos. Los viñedos a los pies de la casa hacen filas como los soldados en un cuartel y los olivos coronan un montículo desde donde se divisa el pueblo. Allí mi padre hizo construir un mirador que le llamábamos “el mirador del cielo” porque mi madre decía que si alargabas las manos lo podías tocar.
Separo las hojas secas que taponan el umbral de la casa y abro con decisión pero con respeto porque mi corazón se desboca. Observo la escalera empinada y sus peldaños desiguales. Por un instante no me parece mi escalera, el zaguán aparentaba haber menguado y todo me parecía muy extraño.
Subo a la alcoba que ocupaban mis padres y todo estaba igual. La chimenea a un lado de la habitación mantenía los mismos adornos de siempre, aquellos que a mí nunca me dejaron tocar. Allí estaba la cajita de color rojo que mi madre cerraba celosa con una llave que llevaba colgada del cuello.
Salgo del dormitorio y me invade la curiosidad por saber qué es lo que puede haber dentro de la misteriosa caja roja que mi madre guardaba con tanto celo.
Me voy a la cocina y recuerdo el olor a pan recién horneado que solía hacer mi abuela, el frite de cordero que tanto le gustaba a mi padre y me imaginé el chisporreteo que hace la carne en el sofrito.
Sigo mi ruta por las estancias de la casa como si fuera un turista ávido de descubrir cosas nuevas.
Entro en la habitación de mi hermano mayor estaba igual que siempre. Todo en orden. El barco con que jugábamos en el estanque parecía estar esperando que lo utilizasen, allí también estaba el balón, los patines, la raqueta de tenis con la que jugábamos a veces con pequeñas piedras haciendo el gamberro…
Mi vida ha viajado tiempo atrás porque todo lo veo con extraordinaria nitidez, salgo a la calle y me siento en el poyete que precede a la puerta de la casa, y otra vez la dichosa cajita roja que tanto me obsesionaba, cobra de nuevo mi interés por saber que había dentro, subo la escalera decidido y busco algo con lo que pueda abrirla y encuentro en un cajón del cuarto de baño una lima con la que hago palanca y abro lo que tanto me obsesiono cuando era niño.
En un pequeño saquito de terciopelo y cerrado con una cinta de color verde había, oh sorpresa una pequeña piedra que brillaba como una estrella en una clara noche de verano tan hermosa que mis pupilas se dilataron de emoción nunca mis ojos habían visto nada parecido.
Mis padres obsesionados con el hallazgo empezaron a distanciarse tanto que nunca entes habían discutido y empezaron ha llevarse mal por todo, de la noche a la mañana cambio en el ambiente de la casa, mis padres llegaron a mirarse con odio cuando creían que nadie los veía, las risas estaban prohibidas por mi madre y esta nos miraba como si fuéramos extraños a mis hermanos y a mi, mi abuelo ya no jugaba con nosotros la casa bonita que siempre fue ahora se me antojaba fea y desagradable, desde entonces y cada día soñaba con escapar a un sitio lejano para nunca mas volver
En mi cabeza de niño nunca comprendí porque una tarde de otoño y cuando regresaba del colegio, unos señores con sombrero negro se llevaban a mi abuelo, subiéndolo a un coche y esta con una sonrisa que mas bien parecía una mueca nos decía adiós.
Mi madre nunca nos dijo nada, y cuando preguntábamos por el su respuesta era siempre la misma, ha tenido que ir de viaje al extranjero por un trabajo muy importante y que pronto regresaría, pero eso no paso y nos empezamos a hacer mayores y nunca jamás mis hermanos y yo volvimos a preguntar por el.
Ahora con la piedra en la mano me vienen muchos recuerdos escondidos en mi pequeña cabeza y mis piernas se agitan como las hojas de un árbol en una brisa suave
Mi madre mujer altiva, y poseída de su belleza siempre le gusto el lujo era la mujer mas bonita y mejor vestida cuando bajaba al pueblo, mi padre nunca le quitaba ningún capricho y le gustaba exhibirla como un preciado trofeo. EL abuelo que vivía con nosotros dejaba vivir.


.......... continuará........

domingo, 12 de junio de 2011

El Viaje (III parte y final)

Me fui directo al Bósforo y me embarque en una galera repleta de ovejas y carneros. Como tenia el don de no ser visto entre en la cocina del barco y me atiborre de todo hasta hartarme para perplejidad del cocinero que se encontró con las viandas mermadas, después descanse placidamente hasta zarpar.
Con mi capa mágica puesta hice la travesía, vi desde la borda muchas maravillas que el mundo nos ofrece, en cada puerto las mercancías que se ofrecía era diferente y yo mirándolo todo sin ser visto Observaba como los marineros turcos gritaban a sus jefes haciendo que estos les dieran latigazos.
.Me movía a placer por todo el barco y los marineros empezaron a tener miedo porque nuca estaban las cosas en su sitio, un día y cuando un marinero tocaba su armónica me puse a su lado y canturree la canción, se llevo tal susto que salio corriendo sin parar por toda la cubierta.
Así empecé para pasar el ocioso tiempo haciendo pequeñas bromas hasta llegar a España.
Una vez en España me dirigí al Escorial siempre quise ver donde había vivido ese rey que sin yo querer me mandó al exilio. De nuevo me puse mi capa invisible y cuando me disponía a entrar dos alabarderos que guardaban la puerta se pusieron en posición firmes y levantando sus espada las cruzaron hasta casi rozar mi cara, me dieron tan grande susto que desistir de entrar, y ahora me veo a las puertas de mi casa después de deambular como un mendigo errante contándole mi vida a un extraño.
¿Cómo os llamáis anciano?
Diego de Becerra y Castro
¡………!
Yo lo mire con perplejidad. En mi familia se contaba la historia de un pariente que se fue a tierras de infieles con un encargo del rey para un prelado de Turquía.
Ahora estaba ante él…y le digo con voz entrecortada yo soy Diego de Becerra y Usía el anciano se puso de rodillas ante mi y beso la húmeda hierva al hallarse ante uno de sus descendientes.
Le invito a ir a la casa de la hacienda pero el no acepta a pesar de ser el dueño de todo, se sentía un intruso.
Lo convencí y lo lleve a la casa pero el me puso la condición de llevar su capa puesta y así solo sabría yo quien era. Lo aloje en unas de las estancias destinadas para invitados que se encontraban en desuso pero era confortable.
Todos los días se sentaba en la mesa con los dueños de la casa junto conmigo, Un día en los postres empecé la conversación de aquel pariente que se fue a tierras lejanas. El dueño se puso fuera de si.
¡Tu qué sabrás, respondió!
Si solo eres un acogido en esta familia.
El silencio se hizo patente hasta que Doña Clara empezó a reírse a carcajadas como una vulgar mujerzuela y entre chanzas, de mal gusto, empezó a recordar como se hicieron con la hacienda, quitándose de en medio a la familia Becerra con artimañas y mentiras, hasta que el rey los apresó a todos y donde encontraron la muerte la familia Becerra en las mazmorras del Escorial.
Diego de Becerra y Castro no podía salir de su asombro estaban en su casa en su hacienda con un par de desalmados de baja estopa que se hicieron con todo su patrimonio y aun se jactaban de ello.
Espero que le pasara la indignación y con un certero tirón al bordado he inmaculado mantel, hizo saltar toda la vajilla haciéndose añicos en el suelo. Los gritos que salieron de la garganta de los usurpadores fueron oídos por todos los que se encontraban en la casa pero nadie acudió.
Desde entonces por las noches, las puertas se abrían y cerraban solas como si estuvieran a merced de un vendaval, los criados aterrorizados por las cosas que estaban pasando en la casa empezaron a desaparecer diciendo por el pueblo que la casa estaba embrujada.
Una noche se oyó un alarido estremecedor mientras la lámpara de la alcoba escupía sus velas provocando un despertar terrorífico a los allí durmientes.
A la mañana siguiente en la mesa y cuando el matrimonio comía acompañado sin saberlo de mi amigo Diego de Becerra vieron con horror como una cuchara se movía desde la honda sopera hasta la boca del orondo comensal haciendo que sus ojos se abrieran desorbitados.
La señora lucia una gargantilla de perlas y brillantes que un día llevo su madre cuando se desposó, fue tan grande su indignación al verla puesta en ese pescuezo grasiento que acercándome a ella se la desabrocho cayendo con todo su peso en el plato de la sopa manchando el horrible vestido de encajes, con la consecuente situación de desconcierto. Los dos salieron corriendo por el comedor y nunca mas aparecieron por la casa por el pueblo se oyeron toda clase de comentarios una de ellas era que el espíritu de los Becerras estaba en la casa …
Cansado por lo acontecido don Diego de Becerra y Castro, se sentó en un pequeño escabel que había en el enorme salón y frente al hogar cuya llama temblorosa iluminaba el retrato de su padre, y mirándolo horrorizado pensó que él no había intervenido para nada en lo que estaba aconteciendo en la casa.
Y pensó pobres locos que no comprenden que los hombres pueden a veces cambiar el futuro… pero nunca el pasado.
Después de saber toda la vida del anciano yo le conté mi historia.
Pero eso es otra cosa.
Desde entonces vivimos los dos en esta bendita casa, mas tarde el rey nuestro señor enterándose de lo acontecido en el reinado de su padre nos recibió con honores a los dos Diegos de Becerra y nos dio licencia para poder vislumbrar las cosas de este miserable mundo.
Mi maestro el mago me dijo una vez sabiamente mantén los oídos bien abiertos vive con naturalidad propia de quien no espera nada importante no te metas en líos y confía en que la oportunidad que aguardas tarde o temprano vendrá sola a tus manos.

lunes, 6 de junio de 2011

El Viaje (II parte)

La galera cuando estaba en alta mar empezó a zozobrar el oleaje era cada vez más fuerte el viento parecía que iba a partir el palo mayor los marineros en cubierta no dejan de vocear.
Estuve encerrado en la lúgubre bodega del barco muchos días hasta llegar a Estambul. A todos los que nos llevaban presos nos bajaron por una rampa de la galera con grilletes en pies y manos
En un improvisado mercado nos pusieron a la venta. Un otomano con barba blanca y aspecto bondadoso, se fijó en mí y, después de mirarme meticulosamente, con un ademán de su mano pasé a ser su esclavo. Un eunuco que estaba a su lado recibió ordenes para que me llevara a su casa, anduvimos por callejuelas laberínticas con un intenso olor a especias, los pies me dolían hasta llenarse de llagas por no estar acostumbrado a andar descalzo, yo miraba con admiración esa extraña tierra bella y diferente, pensando que quizás nunca más saldría de allí, pasamos junto al acueducto de Valeus donde toda su población era musulmana, y por las murallas bizantinas, donde en un recodo del camino de la estrecha calle apareció una casa de piedra que abrió sus puertas para que entrásemos el eunuco y yo.
Un patio de bellas columnas me hacia evocar mi lejano hogar unos ostentosos divanes tapizados con ricas telas otomanas de color carmesí se prodigaban bajo las arcadas “era el lugar más fresco de la casa “.
Después de caminar por un largo pasillo me encierran en una habitación oscura y con un intenso olor a moho, y pienso, ¡que pena de mi vida!, así pasaron unas cuantas horas llenas de incertidumbre hasta que me llevaron a presencia del anciano. Estaba sentado en una bella silla de madera y de alto respaldo, ante el una gran mesa donde reposaba una calavera y una palmatoria de bronce con una gruesa vela encendida, los cortinajes de terciopelo azul oscuro daban a la estancia suntuosidad, mezclada con un halo de misterio.
El anciano tras la mesa me miró inquisitivamente como si quisiera estudiar mi anatomía, mi cuerpo joven se encogió como si quisiera protegerse de un peligro inminente, después de un largo silencio, que me pareció eterno, me pidió que fuera su discípulo, porque ahora eres mío joven cristiano. Yo perplejo no sabia de que estaba hablando yo solo sabia que tenia una misión que cumplir para Felipe II rey de España
Pero mi vida ahora no valía nada, era solo un cautivo.
Como me estaba retrasando con mi misión, quizás alguien echara en falta mi llegada al saber de mi retraso, sobre todo el Sr. Obispo de la Basílica de San Salvador de Chora en Estambul en donde tenia que recoger esa maldita bolsa que ni siquiera sabia su contenido.
Pero eso no podía contárselo a nadie era una misión secreta, cuantas veces en mi soledad pensaba una y otra vez que quizás al percibir mi retraso mandarían a otro emisario para rescatarme y así sin preguntar donde había estado me llevaría a España a pesar de mi fracaso.
Durante algún tiempo ya no pensaba en España mi desilusión era tan grande que deje pasar los meses espantándome los recuerdos.
El anciano, ahora mi señor, de nombre Moisés empezó con muchas prisa a enseñarme todo lo que sabia sobre magia blanca donde era un experto, a veces tenia sesiones hasta de doce horas seguidas, para mi era agotador, pero yo era un alumno muy aventajado, y quería aprender todo para poder salir cuanto antes hacia algún barco que me hiciera regresar junto a mi padre así cada día tomaba mucho interés a todo lo que me enseñaba era tan interesante que pensé que quizás con toda la sapiencia que me estaba transmitiendo podría llegar hasta mi objetivo, a mi Toledo de donde nunca debí salir.
Después de algún tiempo y de aprender todo lo que tenia que aprender una mañana el eunuco que servia a mi señor me despierta alarmado, el amo había aparecido muerto en su despacho abrazado a una calavera. Después de pensar que hacer decidimos acostarlo en su cama y lo pusimos en posición de dormido.
Mas tarde y con gran pesar el eunuco me aconsejo que saliera de la casa cuanto antes porque seguramente el asesino aun se encontraba en la casa esperando tener la oportunidad para acusar a alguien, y yo era el mejor candidato por pasar largas horas con el.
Para salir de la casa me puse una larga capa negra que mi maestro me había enseñado a usar y así pude escapar sin ser visto.
Mi primer impulso era el ir a ver al Sr. Obispo a Salvador de Chora pero mi instinto me dijo que podía ser demasiado tarde.

.............. continuará