domingo, 30 de enero de 2011

El Engaño

- ¿Lalo…, decías algo? - preguntó Amalia.
- Solo mascullaba entre dientes - replicó Lalo intentando esbozar una sonrisa sin moverse del sillón donde estaba sentado.
- Pareces un leñador con ese atuendo - dijo Amalia.
-¿Te gusta?- dijo irónico Lalo.
Amalia con su vestido de color azul parecía una llamativa salpicadura de color en la penumbra de la habitación. Dejó de sonreír y lo miró orgullosa.
- Siempre creí que tenías mejor gusto. Desde que dejamos nuestra relación te has vuelto un poco zafio.
- Mira, ya hacía tiempo que esperaba me hablaras con claridad de una vez por todas - dijo furioso.
- Hablando de otra cosa, a mí me parece que si a ti te funciona esto de mentir en el tribunal…
Lalo, al cabo de unos instantes se volvió de nuevo a Amalia.
- Solo quería ayudar.
Amalia le cogió de una mano y se la oprimió con suavidad.
- Gracias por tu buena intención pero pienso pagar mi deuda con la justicia
yo solita.
Y saliendo hacia la Audiencia los dos jóvenes se miraron con complicidad.
Más tarde avanzaron por el estrecho pasaje de acceso a la sala de juicios.
El delito no había sido otro que la misión hercúlea de querer engañar al banco para que no se quedase con la hacienda de la familia.
Pero como siempre, este juicio fue alargándose hasta sumirse en una desolada calma.

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