miércoles, 5 de enero de 2011

El Abuelo

Carlota, después de cerrar la puerta de la calle con llave, se sienta en su mullido sillón. Unos minutos antes de cenar el sueño parecía vencerla.
Ahora se encontraba desvelada y no quería pensar. Estaba cansada de todo, la vida no le sonreía, ni tan siquiera le hacía una mueca.
Vivía sola en una casa extremadamente grande para ella que parecía querer engullirla.
Su abuelo, un día le contó que en tiempos de guerra, la casa fue usada como cuartel general de las tropas Carlistas.
Pero de eso hacía tanto tiempo…
Ella nunca hizo caso de las leyendas que se contaban por el pueblo.
Cuenta la historia que de Extremadura salieron 110 caballos con 40 infantes mandados por Mariano Peco para fortalecer al bando Carlista. Al cabo de varias jornadas llegaron a Galicia donde las constantes descargas de fusiles se alternaban con la carga de bayonetas.
Los caballos extremeños galopaban por la arena blanda de la playa, a pesar de no estar acostumbrados. Había órdenes de interceptar un barco que venía de Londres cargado con un arsenal de municiones.
Los jinetes eran valientes y aguerridos soldados que iban hacia el mar a través de las tinieblas rasgadas por las sombras de la luna.
La niebla flotaba etérea sobre las ciénagas.
De repente aparece una turba de tenues fantasmas envueltos en ropas transparentes bajo la abrumadora luz del anochecer.
Carlota se estremece en su mullido sillón. Cuando despierta se siente como si ese sueño lo hubiera vivido en realidad.
Despacio y confusa se va hacia la cómoda y abre un cajón, coge un libro viejo, raído y con un intenso olor a moho.
Abre sus páginas del libro y lee una y otra vez. Es un libro de magia y nigromancia. que guardaba su abuelo con celo. Interesada curiosa y sorprendida lo estudia a fondo llegando a convertirse en una experta en dichos arcanos.
Hasta llegar a desvelar uno de los secretos mejor guardados por sus antepasados. El rey Carlos había sido el padre de su bisabuelo.

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