jueves, 29 de diciembre de 2011

Naufragio

Desde mi isla veo venir una galera, el corazón me salta en el pecho de alegría desde que un mal día tuve que salir de España con mi familia hacia las colonias de tierra firme. Cuando estábamos en alta mar unos piratas ingleses nos abordaron echando los garfios por la borda para robarnos toda la mercancía que llevábamos desde Sevilla.
Estoy aquí solo, pues toda mi familia murió en la refriega, y yo caí al mar sin saber nadar. Gracias a un baúl que me sirvió de bajel pude llegar a esta isla de aguas transparentes de color turquesa.
Llevo aquí más de dos meses pues cuento cada amanecer en el tronco de un árbol seco y he aprendido el arte de la pesca, lo cual agradezco al Altísimo, porque por ello no he muerto de hambre.
La nao que se acerca a mi isla trae una tripulación joven y cantarina por lo que yo intuyo desde mi atalaya. Desde que la divisé tumbado en la arena blanca contemplando el horizonte - porque no había otra cosa que contemplar- corrí todo lo aprisa que pude hacia lo alto de la colina desde donde se podía otear el norte y el sur.
Me encaramé en un viejo cañón que allí abandonado estaba y espere con impaciencia lo que había de acontecer. Cuando la nao envaró en la arena, sus hombres sacaron herramientas y con premura empezaron a limpiar la quilla del barco repleta de moluscos y caracoles marinos haciendo que esta fuera más lenta por su excesivo peso.
Así estuvieron tres días distraídos en su quehacer, por las tardes y al anochecer se ponían a cantar baladas que me hacían añorar mi vida en Toledo de donde un día salió mi familia huyendo de la inquisición.
Al tercer día y cuando confiado estaba de que no eran piratas, una mano de hierro se posa en mi hombro y con voz ronca me ordena presentarme ante su capitán que me interrogó concienzudamente sobre el porqué de mi estancia en tan solitaria isla.
Les conté mi historia y me creyeron.
Más tarde me enrolaron en la tripulación no sin antes reírse de mis calzones y de mi chambergo de color azul y su gran presilla dorada, sin omitir mis preciosas botas por encima de las rodillas. Cuando me asignaron mi trabajo para pagar mi pasaje, éste no era muy agradable pero lo hacia con alegría por ser un chico despierto (limpiar la cubierta de algas y demás porquerías). Esperaba que llegáramos a algún puerto donde hacer fortuna y poder volver a España
También me ocupaba de que no hubiera ratas en la bodega ya que se comían la mercancía. Todo fue llevadero hasta que llegamos a la isla Sta. Catalina, allí todo fue diferente, pero eso es otra historia.

VIVENCIAS NAVIDEÑAS

Recuerdo cuando era pequeña y mi madre solía hacer dulces por Navidad. Elaboraba deliciosas roscas que con su aroma inundaban la casa despertando nuestra gula.
Mi madre también hacía polvorones ¡Oh los polvorones!
Aquella tarde y después de terminar la deliciosa tarea de hornear los dulces y poner, como era de costumbre cada año, la bandeja en lo alto del aparador del comedor-por cierto, que siempre estaba cerrado-en un descuido de mi madre, mi hermano mayor entró sigilosamente como un cazador furtivo en pos de su presa. Yo como siempre tras de él.
Vi como mi hermano se encaramaba encima de una silla, y como si de un ciego se tratara, palpaba con la punta de sus dedos el techo del mueble hasta conseguir el motivo de su gula. De repente, una ahogada respiración me sobresaltó. Mi hermano, mi querido hermano, empezó a cabecear con la boca abierta invadida por el hermoso polvorón, mientras su mirada tenía una fijeza casi fósil.
Mi madre acudió presta al oír mis gritos y, al ver lo que estaba sucediendo, lo solucionó con un simple vaso de agua.
Mi querido hermano no volvió a comer polvorones.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Felicitación Navideña

Mis queridos lectores:
Este año estoy de nuevo con vosotros para desearos felicidad y armonía en vuestras vidas, que este año que empieza seamos un poquito más solidarios con los que nos necesitan.
Además deseo que mis relatos sirvan para que paséis un rato agradable.

FELIZ NAVIDAD PARA TODOS

Teresa

lunes, 19 de diciembre de 2011

Presentación del libro "Yo no leo"

Queridos lectores de Los Relatos de Teresa:

La presentación de YO NO LEO fue el sábado pasado, como ya anunciaba en el blog.


No estuvimos todos los escritores (era imposible reunirnos a los 21) pero fue una presentación fantástica llena de buen humor.

Nos mandaron hacer un listado con 10 cosas que odiábamos, las cuales utilizaron para llamarnos al escenario y leer uno de nuestros relatos, muy original.

El local MARÍA MANDILES estaba hasta arriba de gente, no se cabía.

Aquí publico unas fotos del evento, espero que os gusten.

Gracias a RUMOR VISUAL, a SANTI Y DIANA, por esta oportunidad.


Teresa.




lunes, 12 de diciembre de 2011

Presentación del libro "Yo no leo"

Queridos lectores de Los relatos de Teresa, el próximo sábado 17 de diciembre a las 20:30 horas se presenta en el Pub María Mandiles en C/ Sergio Sánchez nº 7 el libro “YO NO LEO” de la Editorial cacereña RUMOR VISUAL. Participamos 20 escritores con 10 microrelatos cada uno.

Os esperamos.

sábado, 10 de diciembre de 2011

La herencia (III Parte y final)

El corazón y comencé la disertación, como saben todos ustedes, ya se puede hacer una operación con videoendoscopio, una pequeña cámara de precisión nos hace manejar el bisturí pudiéndose ver la operación con exactitud.
Después de mi disertación que resulto con gran éxito, encontré una Nanni en una prestigiosa revista de demandas de empleo, era hispana de Colombia llamada Antonia que acepto el trabajo de buen grado para cuidar a mi falso hijo. Todo marchaba sobre ruedas después de tanta angustia.
Una mañana al entrar en el hospital veo mucho revuelo las enfermeras y cirujanos se movían con rapidez por los pasillos cerca de los quirófanos, había una emergencia por el movimiento del personal debía ser alguien muy especial.
Entre en la sala de vestuario para ponerme la bata, y el segundo de cirugía se dirigió a mi para darme ordenes pues me esperaban con urgencia en el quirófano numero tres para una intervención urgente.
Me vestí con rapidez y entro en la sala de desinfección mientras me dan el diagnostico del paciente todos me miraban con cara de circunstancias, miro a uno de los que me miraban así y pidiendo una explicación, me dijo el anestesista ya ha hecho su trabajo solo te esperábamos a ti. Con precisión empecé la operación.
Fueron cinco horas interminables, el paciente no parecía haber cuidado mucho su salud, pero mi habilidad como cirujano era la perfecta en estos casos, decían que mis manos hacían a veces milagros.
Cuando finalizo la operación todo parece ser un éxito. Mientras la enfermera de quirófano espera que el paciente se recupere de la anestesia un estertor convulsivo hacia sonar la alarma, de nuevo el paciente es metido en el quirófano, el diagnostico –fallecimiento a las- catorce horas -.
Todos los que intervinieron en la operación salieron asustados del quirófano, pregunte, desconcertado por saber de donde venia la intranquilidad y me quede atónito al saber el motivo del desconcierto sanitario –era capo de la droga -, y había muerto en mis manos. Ahora la gran familia mafiosa me pediría explicaciones. El corazón se me acelero dejando mis brazos y piernas sin fuerzas. También supe en esos momentos que el fallecido era el padre del bebe que yo tenía en mi casa, los nervios me retorcieron las entrañas. Alguien dice esta gente es muy peligrosa va a por todas, ya tenían con seguridad mi nombre puesto en su lista negra.
Por la noche llego a mi casa y esta está vacía y toda alborotada todos los libros por el suelo y el ordenador en el suelo roto, se veía claramente que había habido un registro ¿pero qué buscaban?. Llamo con ansiedad a Antonia pero nadie me contesta estaba solo y el bebe había desaparecido.- Me invade una tremenda angustia.-
Salgo de la casa y enloquecido voy a casa de Eloisa, su puerta esta abierta, con estupor veo que ella tampoco esta en la casa y el apartamento esta igual de revuelto que el mío. Ya no se si siento terror o pánico porque un sentimiento extraño se ha apoderado de mi.
-No se adonde ir -.Deambulo por las calles solitarias, entro en una cafetería, y me doy cuenta que no había comido nada desde el desayuna de la mañana, me siento en lo alto de un incómodo taburete y pido un sándwich de carne, cuando me estoy llevando el bocado a la boca veo por el espejo que hay frente a mi, al mismo hombre que un día vi. En el parque cuando estaba con el bebe. El bocado se me atraganta y antes de que hiciera un gesto para bajarme del taburete, dos hombres me ponen sus manos en mis hombros quedándome paralizado –eres el medico que ha operado a Carlos-.Mi voz tembló de terror y dije con monosílabos ¡si¡, una sonrisa desagradable apareció en la cara del mas alto, y dándome una palmada en la espalda, me dijo con sarcasmo –has hecho un gran trabajo – nos has evitado muchos problemas…Pero en medio de aquel modo de hablar y después del torbellino vivido, sentí una terrible cólera y estuve a punto de decirles, iros a la mierda –hijos de puta -.
Pero me limite a mirar con una falsa sonrisa. Salí de la cafetería. Mi cabeza me repetía una y otra vez mi prestigio desde ahora estará en entredicho. Y me entro una profunda desesperación.
Mientras bajaba las mugrientas escaleras de metro sin llevar rumbo fijo pues solo quería que mis pensamientos dejaran de torturarme.
Voy de nuevo al hospital y me dirijo a la zona de seguridad donde tengo aparcado mi coche. Era asombroso lo que veían mis cansados ojos, un hermoso lazo de color rojo lucia en el techo de mi coche, de mi frente prelavan gotas de sudor, igual que resbalan por la mascarilla en una operación difícil.
En ese instante descubrí como puede cambiar la vida en unos instantes.
Eloisa no daba señales de vida, no cogía el teléfono desde el día que le pedí que me ayudara con el bebe, estaba claro que ya no quería nada conmigo, mi desolación era completa. El jefe de sección de cirugía empezó a preocuparse por mi comportamiento ante los pacientes, mi carácter cambió por completo haciéndome un huraño insoportable, la eficacia de la que siempre había hecho gala parecía haber desaparecido Desde que ella no quiso saber nada de mi comprendí que era lo mejor que me había ocurrido en la vida.
En una operación normal y de las que no surgen complicaciones, me Cinti mal anémicamente y tubo que terminar la intervención el cirujano adjunto...
Mas tarde paseo sin rumbo cargado de desolación por una calle repleta de gente. En una cafetería de lujo y tras los cristales veo a Eloisa, su cara desprendía felicidad, su acompañante tenía sus manos entrelazadas con las suyas. De la sorpresa me quedé extasiado durante unos minutos sin reaccionar. Cuando ella cruzo su mirada con la mía desaparecí a toda prisa calle abajo. Decido irme de Nueva York el teléfono dejo de sonar, nadie me llamaba para impartir conferencias. En el hospital me dieron una baja indefinida por no estar en condiciones de volver a operar.
Tumbado en el sofá del apartamento suena la puerta, dudo en abrir, con desgana abro la puerta, y ante mi estaba una Antonia sonriente con el bebe,-yo abro la boca como un pez en una pecera cogiendo oxigeno.- lo deposito en mis brazos, y emocionado besé su carita sonriente. Antonia me da las gracias, ese niño era el hijo de su hermana y que gracias a mi el estaba vivo.
Cuando los despido apoyado en el quicio de la puerta y mientras veo como se alejan hacia el ascensor, tomo la decisión de volver a mi casa de España.
Ahora tumbado en la cama de la habitación de mi casa Cacereña, sueño con las cosas que he vivido en este maravilloso palacio. Siendo un niño siempre me gusto descubrir nuevas habitaciones que para mi estaban vedadas. Pero había una puerta que siempre me intrigó y hasta llego a obsesionarme ahora que soy responsable de mis actos decido explorarla. Detrás de una tupida cortina de terciopelo color granate y al lado de un cuadro de tamaño considerable de un hombre vestido de canónigo con un enorme anillo en la mano derecha me llama la atención, lo toco por casualidad y, la magia se hace realidad una puerta se abre ante mis ojos veo un largo corredor interior, que lleva a una estrecha escalera de caracol, en mi ansiedad por saber, me fijo en detalles de mi recorrido, las paredes pintadas de color salmón estaban descascarilladas, el pasa manos de la escalera estaba cubierto por un espeso polvo y había en el ambiente un denso olor a humedad a sitio cerrado.
Doblando a la derecha otra escalera aparece ante mi, sigo avanzando y subo, de repente me sobrecogen amenazantes golpes retóricos sobre mi cabeza, es el reloj de la torre de la iglesia que sonaba, en ese mismo instante en el corazón se me mezclaron círculos de sangre donde se cuajan los misterios de encuentros y desencuentros, de las vivencias de otras épocas.
Inmóvil, me siento en la fría y sucia escalera hasta poner mis liadas ideas en orden. La escalera sube mas arriba hasta la torre del homenaje, el panorama desde allí puede ser interesante, pero no me atrevo a subir.
El corazón me aletea desesperado, el terror contrae mi estómago, resecando mi garganta y haciendo temblar mis piernas. De pronto se abre ante mí una alta y ancha puerta de madera adornada con tachuelas oxidadas por el tiempo. La empujo y veo con sorpresa que estoy en otro palacio y lanzo un histérico grito.
Oigo pasos… parecen acercarse, pero al instante desaparecen tras una puerta oculta tras un espejo rococó, estoy asustado y apunto de perder la razón,-dentro de esa habitación está mi padre vestido con uniforme del ejercito, dando órdenes tras una mesa de despacho a tres hombres también uniformados.
En la pared tras su sillón hay un retrato de mi padre con la reina Isabel La Católica.
Me pellizco los brazos… y no estoy muerto, mi padre vive.
Juana al oír los gritos ahogados que salían de mi garganta trémula entra en mi habitación y con complacencia me da una taza de chocolate caliente, me repongo en unos minutos de las sensaciones vividas, y veo como una sombra alargada recorre el breve trayecto que hay desde mi habitación hasta la biblioteca.
Una sonrisa forzada sale de la boca de Juana.
Lo complejo se vuelve simple cuando se puede ver o tocar.

sábado, 3 de diciembre de 2011

La herencia (II Parte)

Paseando una preciosa mañana con el cielo azul exultante y temperatura agradable por la calle cincuenta y seis, vi ante mi aterrorizado como un coche de lujo negro con los cristales tintados abatía sin piedad a una mujer que llevaba un bebe en sus brazos. El terror me paralizo, las piernas me temblaban hasta el punto de tener que apoyarme en una sucia y desconchada farola, cuando reaccioné, fui hacia la herida y poniéndole mis dedos temblorosos sobre la carótida diagnostique su fallecimiento. Una bala le había partido la vena femoral en dos muriendo en unos minutos desangrada. El bebe que llevaba en sus brazos tenia sus ojos abiertos como pidiendo ayuda, sin emitir ningún sonido.
La gente pasaba de largo por la calle mirando el espectáculo de soslayo. Fueron momentos que la razón desapareció de mi mente no sabia que hacer estaba solo ante una mujer abatida a tiros para mi desconocida y había un bebe que me pedía que lo protegiera con su inocente mirada.
En un impulso arrebate de los brazos inerte de la mujer al bebe que se aferro a mi cuello con todas sus escasas fuerzas.
Me dirijo al hospital y pido a una residente pediatra haga un reconocimiento exhaustivo al bebe, siendo el diagnostico favorable. Cuando tuve de nuevo al bebe en mis brazos y viendo que nadie me pedía explicaciones, me lo lleve consigo a mi apartamento.
Aquella noche no pude dormir la terrible escena aparecía una y otra vez en mi pensamiento martirizándome, ahora tenía a un bebe que era para mi un desconocido bajo mi protección.
Por la mañana temprano me acerco al quiosco de prensa mas próximo a mi casa y lo repaso con detenimiento hasta encontrar lo que buscaba, en una escueta nota estaba la noticia. Una mujer de mediana edad había sido abatida en la calle cincuenta y seis en un ajuste de cuentas.
Se buscaba a un hombre joven que había desaparecido con el bebe de la victima. Siendo este el hijo de un importante capo de la droga colombiana.
Ese día llame al hospital aludiendo que había tenido fiebre muy alta durante la noche y no me encontraba acto para operar, por no encontrarme al cien por cien en mis facultades.
El bebe me sonreía…yo no sabia que hacer, después de leer la noticia en el periódico aumentaba mas mi intranquilidad.
Las tardes de mayo son espléndidas en Nueva York, el sol lucía en todo su esplendor, y decidí dar un paseo con el bebé por un parque cercano a mi apartamento. Con el bebé en brazos me senté en un banco, siempre intranquilo, por no saber que decisión tomar, cuando observe tras un robusto árbol a un hombre vestido de negro con unas enormes gafas oscuras tapando sus siniestros ojos que me observa distraído tras un periódico.
Con el bebé en brazos salgo del parque precipitadamente y pido un taxi a gritos que al instante acude a mi servicio, le doy la dirección del hotel Excelsior en la quinta avenida.
Entro directamente a la cafetería del hotel y pido un vaso de leche templada, el camarero me mira con desconfianza, brindándose para hacer el un biberón con leche de lactante. Yo no puedo fiarme de nadie todo me parece sospechoso desde que vi al hombre de negro en el parque.
Pido solo la leche y un refresco para mi, el bebe que aproximadamente tendría once meses, se bebió la leche en un instante demostrando que tenia mucha hambre. Poco después se quedó dormido plácidamente en mis brazos.
Yo no llegue a probar el refresco.
Salgo de nuevo ala calle para pedir otro taxi, como si fiera un fugitivo, y cuando estoy saliendo del hotel en la puerta giratoria veo al individuo que vi en el parque esta vez acompañado por otro hombre, ellos no me ven por no coincidir el la misma puerta de salida.
Me subo al taxi de un salto y le doy la dirección de mi novia. Eloisa una mujer atractiva y sin ganas de complicarse la vida,- joven como yo - por estar en un momento de pleno éxito en su profesión. No había un simposium ni tertulia que no la llamaran pues en su materia era sin duda una gran experta, las universidades empezaron a conocerla y aplicar sus métodos docentes revolucionarios, siendo la culpable de que las matemáticas fuera una de las asignaturas de moda.
Cuando estoy ante ella le cuento lo sucedido al ver la cara de extrañeza al verme con un bebé en brazos. Me pidió con frialdad que llevara el bebe a la policía pero yo pensaba que era demasiado tarde y muy difícil de explicar sabiendo de donde procedía el bebe. No conseguí convencerla para que me ayudara, se negó rotundamente.
Salí de su casa desolado, el estomago se me encogió como si quisiera estrangularme. Nunca pensé en la respuesta negativa de Eloisa.
Ya en mi casa estoy sentado en mi salón y siento que me invade un gran desasosiego, fríamente pienso que me he metido en un callejón sin salida.
Llamo a la portera de mi edificio y le propongo cuidar al bebé dándole un suculento honorario, que cuide del niño mientras yo me encuentre ausente por mi trabajo en el hospital. M e sorprendió que aceptara sin hacer preguntas, y al día siguiente intranquilo me voy a trabajar. Ya en el hospital no puedo concentrarme mis firmes manos tiemblan sin poderlo evitar.
Desde el mirador del quirófano veo como el Dr. Justin hace una operación sencilla para mí. Cuando termina dirige la mirada hacia arriba y mirándome a mí, con un gesto me pide que lo espere, una vez juntos me pregunta si estaba para mi bien hecho lo de la fibrilación dentro del abdomen del paciente antes de suturar. L o mire con cara de despiste, -no había prestado atención a la operación. El Dr. con prepotencia y desaire dio la media vuelta quedándome desconcertado.
Un prestigioso medico compatriota de Cangas de Onís, se acerco a mi visiblemente preocupado preguntándome qué me pasaba y yo no supe que decir, solo mi cara desprendió una sonrisa vacía. Los demás médicos empezaron a susurrar a mis espaldas.
Llego a casa con precipitación la portera me esperaba para decirme que no podía quedarse ningún día mas con el bebe, le ofrecí el doble, le suplique, pero ella no acepto diciéndome que no quería problemas.
Encontré una guardería para que lo cuidaran mientras yo preparaba mi disertación pero tenia que darles la afiliación del bebe, una angustia me estrangulo la garganta hasta que oí que solo lo podía quedar unas horas.
Esa semana estaba siendo muy complicada, tenia que dar una conferencia en el Ateneo sobre cardiología que era mi especialidad. El auditorio estaba a rebosar, mi fama de buen cardiólogo había llegado mas lejos de lo que yo pensaba. Cuando subí al estrado los asistentes se pusieron en pie aplaudiendo mi entrada a modo de bienvenida.

.............. continuará...

martes, 29 de noviembre de 2011

La herencia (I Parte)

En Abril las mañanas de Extremadura, son alegres, luminosas y muy especiales para pasear, por su clima cálido y su sol transparente
Ahora me encuentro en Cáceres, donde nací y viví mi niñez junto a mi numerosa familia.
Hoy paseo por el parque de Cánovas evocando tiempos pasados, respirando el aroma floral de sus jardines. A los pies de la estatua del insigne Salmantino-Extremeño de adopción Gabriel y Galán. Un joven dormita tendido en el suelo en el mullido césped, vestido a la última moda juvenil, con media cabeza rapada y la otra media enredada en tirabuzones enmarañados como cuerdas deshilachadas, exhibiendo su ropa interior estampada como si fuera un cinturón de piel.
Después de un placentero paseo matinal me dirijo a mi casa, entro por el arco de la Estrella, una de las entradas principales de la Ciudad Monumental del Cáceres antiguo.
Atravieso la plaza de Sta. María, y desde allí, miro con arrobo mi casa como si acabara de descubrirla, y extasiado ante su maravillosa fachada de estilo plateresco rematada en su corona con una espectacular puntilla.
Mi casa palacio fue herencia de mis antepasados que fueron hombres Hidalgos.
Miro hacia el norte y luce con orgullo su matacán como si esperara algún ataque Almohade. Esta misma fachada exhibe múltiples balcones que hacen de la calle a la que se asoman un cansino ascenso lleno de hermosura.
Empujo la pesada puerta de mi casa señorial y la de más antiguo abolengo en la época de Isabel La Católica. Atravieso el zaguán y abro con suavidad la enrejada puerta de hierro que guarda el patio, entro y miro sus enormes arcos de estilo Peristilo. En el centro un pozo duerme el sueño de los justos quedando solo para dar frescor al recién llegado en las tardes calurosas de hastió, que rodeado de grandes macetones con plantas de pilistras lo hacen un conjunto muy acogedor.
Subo las escaleras de piedra de granito hasta el primer piso es un precioso claustro, decorado con ricos muebles antiguos y bellos tapices en las paredes.
Entro en la habitación de mi anciana madre las paredes de sus aposentos están tapizadas con ricas telas de raso estampadas con rosas de color carmesí y estando repletas de cuadros de la época blanco-oscuro. En una pequeña mesa de ébano una fotografía de mis padres del día de su boda. Unas pisadas se acercan a la puerta, una doncella entra y deposita junto a mi madre un frasco de píldoras y un vaso de agua. Después de estar con ella unos minutos, le doy un beso en la frente y la dejo seguir observando desde su mirador la sierra de La Mosca, donde se encuentra el Santuario de la patrona la Virgen de la Montaña.
Me dirijo a mi habitación y la miro como si fuera la primera vez, nunca había reparado en las cosas que tenía y que había atesorado en mi niñez.
Cojo un pequeño cochecito de madera y estaño, una lágrima se escapó de mis ojos resbalando hasta mojar el juguete. En la pared un armario empotrado con puertas de acristaladas a cuarterones están todos los juguetes que tanta ilusión dieron a mi vida.
L a orla de estudiante universitaria, estaba colgada de la pared con matrícula de honor.
Siempre pensé que la facultad de medicina había reconocido mi esfuerzo premiándome con matrícula de honor, el mayor galardón que se puede dar a un estudiante. Me miro las manos y me tiemblan.
Me tumbo encima de la cama y repaso mi vida cuando aun cuento cuarenta años.
En la facultad de medicina de Salamanca siempre fui un alumno de los más destacados, mi porvenir estaba asegurado como cirujano y además era el primer miembro de mi familia que estudiaba una carrera y yo me sentía orgulloso por ello, mis hermanos estaban acostumbrados a vivir de las rentas.
Todo en la facultad para mi fue fantástico llegando a conocer a una joven gaditana, alta graciosa y tremendamente bella que era tan brillante como yo pero en matemáticas. Primero nos conocimos como amigos formando parte de una intelectual pandilla, mas tarde nos hicimos novios, siendo nuestro amor dulce y sosegado como una melodía. Eloisa era la mujer perfecta para un medico.
Llego el día soñado en el que terminamos las carreras los dos el mismo año y decidimos irnos a Nueva York para especializarnos en nuestras respectivas materias.
El comienzo no pudo ser mejor aunque cada uno vivía en diferentes apartamentos por estar nuestros trabajos en diferentes estados.
Nos veíamos siempre que nuestra apretada agenda nos lo permitía, hablando por teléfono cada hora, así fue como aceptamos nuestra nueva forma de amarnos.
Yo empecé a trabajar en el hospital Monte Sinaí Ella en la universidad de Columbia.
Yo Iñigo de Zuluaga y Caleros de la Sierra me especialice en cardiología, durante los cursos que realice, solo recibía felicitaciones de mis compañeros y profesores, en una clase donde dábamos practicas el profesor me pidió hacer un diagnostico sobre un enfermo terminal siendo para mi un éxito apoteósico, diagnosticándole algo que ninguno supo ver, se trataba de una arteriopatia cerebral autosónica dominante con infartos subcorticales y arteriosclerosis.
El enfermo aunque muy deteriorado con mi tratamiento logre que viviera unos mases más lo suficiente para ver y conocer a su primer nieto.
Fui el primero en operar con la técnica de mínima invasión, haciendo de este modo que el paciente se recupere antes.
Maneje con agilidad el bisturí observando las imágenes del videoendoscopio que se reproduce en la pantalla. Mas tarde di muchas conferencias, ya me consideraban en mi profesión como un fuera de serie.
Eloisa mi novia empezó como yo a cosechar éxitos muy pronto empezó a dar conferencias y la llamaban cariñosamente Eudicles, por ser el que descubriera las matemáticas, la materia que goza de un prestigio indiscutible –aunque también sea la culpable de muchos fracasos escolares que vienen de no saber razonarlas-.
Sus clases en la Universidad de Columbia eran amenas ágiles y actas, por lo tanto más constructivas y aprovechando con naturalidad la potencia de la tecnología informática que se le brindaba.


............... continuará ...

domingo, 20 de noviembre de 2011

El torbellino del poder (III parte y final)

Estos dos amigos y aguerridos luchadores de la justicia, piensan que los gobernantes de las Naciones, deben tener una especial preparación, desde su juventud, para así poder desempeñar los altos cargos que el pueblo les exige y necesita, para crear prosperidad y así vivir todos en armonía. Destacando especialmente una asignatura a estudiar. Que ellos están al servicio de las naciones, y no para engordar sus bolsillos.
En el apartamento de la avenida, la prestante Dama de la ventana, sonríe. La terrible vengadora, la que pedía a gritos, que el testimonio del que ella era garante, tenía que ser para todos los que con su comportamiento, deshace la convivencia de los pueblos.
Pues todos esos hombres son culpables de dolores y soledades.
Cecilia estaba allí en medio del salón esperando con su contorno difuminado, por el intenso resplandor del sol de mediodía. Esperó en vano a su hijo pero ella sabia que había cumplido con su misión, y así lo comprendió.
Nadie pudo ser arrestado por la policía, (publica el diario local) se cree que los dirigentes del clandestino edificio salieran camuflados entre el desconcierto del caos.
Ese edificio nunca más volverá a guardar secretos mal manipulados. Pues las águilas de acero a la orden de Narciso y Mateos destruyeron todo aquello que se encontraba en el edificio que pudiera ser nocivo para el ser humano, con sus garras esparcieron ácido corrosivo, tan letal que hicieron que ellas también fueran destruidas.
La ventana de Cecilia del apartamento hace días se encuentra cerrada. En un hueco del falso techo del cuarto de baño, cuatro hombres aun vestidos con los monos de seguridad, se debaten entre la vida y la muerte inhalando al respirar el “perfume” que ellos mismos fabricaron para conseguir su ambición.
Un año después, ningún vecino de la casa donde vivió Cecilia, sospechaba que la furgoneta de color azul que se encontraba aparcada abandonada y llena de polvo en el garaje nº 7, era la causante de que esos hombres, subieran por voluntad propia hacia su prisión.
Cecilia, después de cumplir con su misión, como miembro del comité, se retiró para descansar a una pequeña isla del cálido mediterráneo.
Mientras el apartamento hacia tiempo se encontraba cerrado sin que nadie se acercara a el. Ya las gentes en las calles paseaban confiados después de elegir nuevos gobernantes honestos y cumplidores de su deber sirviendo solo al ciudadano la delincuencia fue exterminada con una justicia justa, y todos pudieron sonreír con confianza en el futuro. Una noche del apartamento nº 13, unos operarios de la recogida de basuras sacan unas bolsas putrefactas, que los basureros una vez en el camión trituran inmediatamente.

viernes, 28 de octubre de 2011

El torbellino del poder (II parte)

El edificio se encuentra ubicado frente a un pequeño y coqueto teatro de principios del siglo XX, la marquesina del teatro, está siempre iluminada con estridentes luces de neón de color magenta, para llamar la atención de los peatones informándoles cada día de las obras que allí se representan. Esa distracción favorece al enigmático edificio haciéndolo pasar inadvertido, para el peatón es tan simple que no se percata que carece de ventanas, la única abertura, es una entrada disimulada con una puerta estrecha de metal al oeste del edificio, por la que los bomberos al llegar al siniestro se ven imposibilitados para entrar con las herramientas necesarias. Ante la incapacidad de entrar por la extraña puerta, los bomberos despliegan desde sus coches iluminados como un carrusel de ferias, con innumerables luces parpadeantes, unas enormes escaleras por la parte norte del edificio, pero cuando llegan a la cubierta del edificio éste tampoco tiene terraza, careciendo de puerta alguna, el edificio se presenta ante los bomberos como un cubo infranqueable.
De repente una gran explosión hace temblar a los curiosos, que salen despavoridos de las inmediaciones del siniestro lugar. Cuando todo es confusión, se produce el caos y en medio de todo el jaleo, nadie percibe que con la honda expansiva, se ha derrumbado uno de los muros del edificio, quedando al descubierto una gran pared de cristal.
El policía, observa desorientado ante lo que está viendo, y ante las gentes enloquecidas, siente como la sangre se le hiela, cuando por su lado pasa un séquito fantasmal que sale del edificio. Su boca se abrió para poner orden en el caos, pero su voz sonó como la de un reptil sibilante y temblorosa. Cuando en el cielo aparecen envueltos en humo y fuego una extraña bandada de águilas con alas de metal y enormes garras.
Un viento racheado y fastidioso, atenaza a los curiosos en la cara, como queriendo que fueran castigados.
Mientras las extrañas aves entran en el edificio sin romper el cristal que hace de muro.
Una sirena de aviso sale de dentro del edificio, perforando la noche con su alarido.
Cecilia, mientras espera con ansiedad una llamada de teléfono. La noche dentro de su apartamento se le antoja negra como una mancha de tinta, pero por la ventana seguía filtrándose una claridad de otro mundo rojiza y fluctuante.
El carillón de una campana de la iglesia cercana, volvía a repicar una y otra vez con un tañido estridente que repercute en la cabeza de Cecilia hasta parecer estallar.
El policía consternado, se desabrocha la chaqueta y su cuerpo gordo y grasiento es como una vela barata, que parece deshacerse por el sudor, resaltando en su rostro reluciente una cicatriz en el pómulo derecho de la cara, producido por una pelea de delincuentes que en el ejercicio de su profesión tuvo que mediar Desde entonces había sido relegado a otros servicios menos arriesgados como el de hacer de conserje en la comisaría. Ejerciendo en la calle solo en casos extremos o falta de personal. Dándose desde entonces a la gran vida.
Aquel día la llamada de auxilio, en la cual se comunicaba que un edificio en medio de la ciudad estaba ardiendo, le obligó a salir con los demás compañeros para poner orden.
De repente, al verse ante la magnitud de lo que estaba aconteciendo, tuvo una repentina y atormentada visión, en la que se vio así mismo como un idiota, ya a su edad le faltaban facultades para poder desarrollar bien su trabajo. Mientras se siente vapuleado por el gentío allí aglomerado, sus manos se aferraron fuertemente al cinturón rayando el pánico, cuando su superior se acerca a el para darle órdenes, al verlo le pareció que practicaba, como si éste fuera un actor del espectáculo. Y ante el solo pudo decir que ya había perdido la facultad de poner orden, y que su idea nunca fue el verse involucrado en la fatalidad de la muerte, bajo la cabeza avergonzado como cuando la luz harapienta del ocaso se clava como un puñal en los pulmones, interceptando la respiración. Minutos después se dirige a la comisaría para dar su parte de lo sucedido.
Camino de casa, y cuando caminaba meditabundo entre la enloquecida y trastornada muchedumbre, recuerda todo lo que ha visto, y tembloroso creyó, que un infortunio acechaba, y que este iría germinando con la rapidez de las mas horribles maldiciones si esos hombres que habitaban en ese misterioso edificio seguían teniendo el poder y la magia que él había presenciado. El mundo podía ser barrido de la faz de la tierra. Y susurrando en voz baja, en todas partes del mundo, hay hombres, que ven cosas que desean, y creen que pueden apoderarse de ellas, sin tener en cuenta el precio que tienen que pagar los demás en la lucha sucia por el poder. Este triste presagio, hizo temblar su obeso cuerpo.
La luna joven, se había hundido tras la tierra, dejando tras de sí algunas estrellas esparcidas con las que alumbrarse.
Cuando llegó a su casa, la palidez del policía era impresionante y bajo su uniforme color azul, su cuerpo tenía la helada rigidez de los cadáveres. Desde esa noche nunca más volvió a dormir con tranquilidad.
Entre la multitud destacan dos hombres que vestidos con monos y caretas protectoras entran en el edificio.
Los hombres una vez dentro, no se asombran por lo que ven, el fuego no ha destruido el interior del edificio al estar protegido por el muro de cristal. Enseguida descubren un arsenal de armamento químico. Comentando entre ellos que solo un alto oficial podía asesorar a las autoridades civiles para su fabricación a espaldas del Comité Internacional de Gandia, Hace tiempo se sospechaba de quien podía ser.
Siendo, este escurridizo individuo buscado por estos dos hombres por todo el mundo, hacia tiempo se suponía por confidencias fidedignas que se encontraba en la ciudad de Norba y dentro del edificio siniestrado desde hace dos años, oculto por sus seguidores.
Después de un exhaustivo registro, los dos hombres encuentran un componente muy buscado por el equipo al que representan, que se encuentra pegado a la pared de cristal y camuflado en forma de mural, en el que está gravada una fórmula secreta llamada La Placa, de la que se sacan unos átomos, que esparcidos en el perímetro elegido por seres destructores, produce en el ser humano que aspira este extraño vapor una reacción de desinhibición total, que en los innumerables mítines que dan ciertos políticos corruptos que solo desean el poder, hacen que enloquezcan sus acólitos, haciéndolos obedecer fielmente a todo lo que se predica desde la tribuna.
Los biólogos hace tiempo buscaban en vano esa formula, que se cree está vinculada con la destrucción de los seis elementos que componen la vida.
La avaricia desencadenada es tal, que estos individuos luchan por tener un puesto en la política, sin pensar que ellos también pueden ser destruidos. Pero en su osadía llegan hasta la inmoralidad de no saber conducir a los países por la senda del bienestar y la prosperidad de los pueblos, impidiendo con su gula, que todos los hombres tengan la oportunidad de trabajar para poder vivir con dignidad. Pero ellos solo se preocupan de amasar grandes fortunas.
Por eso, Mateos y Narciso siempre lucharon para que esta locura colectiva mundial termine para siempre. Haciendo que los gobernantes de este bello planeta sean honestos y luchen al unísono por el bienestar de los pueblos.

...............continuará...

domingo, 16 de octubre de 2011

El torbellino del poder (I parte)

Cecilia, se encontraba inmersa en sus pensamientos como siempre, mirando por la ventana de su apartamento, el parque que se mostraba en esos momentos exento de flores y con el pavimento alfombrado de hojas marchitas dejando desnudos a los frondosos árboles.
Siempre que mira el solitario jardín, piensa que debía haber delegado hace tiempo sus funciones como miembro del comité. Pero esto hubiera sido para ella, como una claudicación, cuando siempre había admirado la audacia y sagacidad de los componentes de su equipo por saber aprovechar con acierto las avanzadas corrientes que llegaban del mundo entero.
Suena el timbre del teléfono, y sobresaltada, lo coge insegura después de hacerlo sonar unas cuantas veces.
Una voz inconfundible, le hace reaccionar con alegría, habla con su hijo unos minutos mientras se acerca a la ventana para ver como éste, en la calle y desde el jardín la saluda con la mano.
Su preocupación se desvanece al verlo tan jovial y acompañado por un joven de su equipo. Espera que suban, esos minutos que pasan hasta que llaman a la puerta del apartamento, siente su corazón estrangulado por la incertidumbre, y hace que su pensamiento la torture con la misma letanía, la de que nunca debió venir a vivir a la ciudad de Norba, y mucho menos ocupar el apartamento de su antiguo compañero, después de haber muerto en extrañas circunstancias.
Por la mañana al despertar, una hermosa luz aparecía en el horizonte de la madrugada, bañando los tejados de un placentero silencio. Su hijo y compañero de equipo, ya no se encuentran en la casa, no hacía falta que dejaran nota alguna, ella sabia bien cual era su misión. Más tarde se toma una taza de café como siempre en solitario y aún adormecida, ve tras los cristales, como fueron despertando poco a poco los sonidos, primero los trinos de los gorriones que alborotados se desperezan ante su ventana entre las ramas de los arbole.
El inconfundible ruido metálico de las persianas que se suben, inundando de claridad las adormecidas alcobas.
Cecilia, siente un gran desasosiego pensando que quizás ya no esté a la altura de las circunstancias.
Ella, no cree vivir en una ciudad cualquiera, vive en la ciudad de Norba, donde nació, y que después de una larga ausencia, le traen recuerdos de los años de su niñez: ya no recuerda a nadie, y nadie la saluda por la calle las pocas veces que abandona su apartamento y su ventana que le sirve de atalaya.
Por eso cada día, mira el parque una y otra vez, y ve pasar las gentes como en un escenario de color gris, y donde los niños de un pasado no tan lejano, jugaban y lloriqueaban por ocupar el único columpio existente, y cuando el viento soplaba con la brisa del noroeste, hacía temblar de frío, en el deshabitado jardín el columpio se mecía vacío, y en su chirrido metálico parecía gemir de soledad.
Ahora dos hombres han llegado a la ciudad, dos hombres que se han forjado en territorios hostiles, donde han padecido, culpas, pecados, y sufrimientos
Mateos y Narciso, salen del apartamento de Cecilia al alba, escudriñan la ciudad, hasta localizar su objetivo, mas tarde pasean por el centro como dos turistas más, haciendo fotos por doquier con una cámara que solo ellos saben el poder potencial que tiene.
Pero en la aparente y plácida ciudad, unos cuantos vecinos del señorial barrio del Rosal, se congregan en un cine abandonado y clandestinamente, para organizar una vigilancia permanente en el barrio, a consecuencia de estar viviendo una ola de comportamiento anormal en la población, que genera un pánico cerval, lo mismo en la noche que por el día...
El hijo de Cecilia y su compañero, no han vuelto al apartamento. Desde hace días Cecilia duerme mal, y en la larga madrugada, se asoma de nuevo a su ventana. La calle está solitaria, todo parece estar en orden, aun es temprano, solo un par de bancos rotos denuncian que los delincuentes esa noche tampoco habían dormido.
Luego, como en un juego de ruidos y siempre a la misma hora, cada mañana, los motores de los coches y camionetas de reparto, a tope de mercancías, pasan raudos la avenida para llenar con sus mercancías, las estanterías vacías de las tiendas aún cerradas.
Llega de nuevo la noche, y para ella es un día más, como siempre monótono, tras su ventana, limpiando una y otra vez con la manga de su chaqueta el vaho adherido al cristal producido por su aliento.
Es otoño y ya araña con su herrumbre el cielo que aguarda la caída de la tarde, para que el terror dé comienzo al amparo de la oscuridad. Antes de acostarse Cecilia, como siempre da el último vistazo a la calle con triste nostalgia.
Un resplandor en el horizonte, la alerta, y le hace abrir la ventana, mientras su corazón se desboca. En un instante, un intenso olor a quemado inunda sus fosas nasales haciéndola estornudar. Con ansiedad contenida, saca la cabeza por la ventana y ve con asombro, como un edificio del otro extremo de la avenida, arde como una tea gigante iluminando la oscuridad de la noche, de repente el humo se extiende por la avenida deparando un panorama espectral.
Cecilia, confusa y al mismo tiempo esperanzada, coge el teléfono móvil y lo guarda en el bolsillo de su chaqueta, esperando una llamada liberadora.
En unos momentos, la calle se convierte en un hervidero de ambulancias, coches de policías, y los imprescindibles bomberos. Los transeúntes se multiplican como por arte de magia, corriendo despavoridos en todas direcciones ante la ignorancia de lo que estaba aconteciendo, que a Cecilia desde su atalaya le pareció ver a las gentes tintes grotescos y hasta rocambolescos mientras hacían aspavientos al mirar el cielo teñido de rojo púrpura.
Las ambulancias, con frenética carrera se hacen paso con dificultad haciendo sonar sus estridentes sirenas, aturdiendo los oídos, hasta llegar al edificio siniestrado. La avenida a cada momento se ve mas concurrida, las gentes, llegan como riadas por las calles adyacentes, de los barrios mas apartados, la mayoría son gentes habidas de espectáculo, y las menos preocupadas por la proximidad de sus hogares al foco del incendio.
Un policía gordo se abre paso entre los curiosos para acercarse al lugar del siniestro, en ejercicio de su profesión, pero un humo cada vez más intenso se lo impide, su deber es despejar el lugar de curiosos, de repente parece inmerso en una suerte de trance cabeceando repetidas veces, mientras su mirada se fija en sus compañeros que sentados en el suelo esperan una ambulancia que salvadora los reanime con oxigeno. Aterrado ante la visión, y cerró los ojos, bajo las cejas pobladas y carnosas, donde destacaba una nariz afilada.

............ continuará ............

martes, 4 de octubre de 2011

La Inglesa (III parte y final)

Después de ver el espectáculo (una revista musical muy entretenida de las de moda) me invita a cenar a el restaurante que hay en el mismo teatro, todo era como si estuviera en una nube flotando y no quería bajar nunca de ella. Un hombre elegante nos espera sentado en la mesa, se levanta cortes para saludarme y los tres comenzamos a cenar sumidos en una conversación amena he intranscendente.
En los postres un muchacho se acerca a mi esposo y le entrega un sobre, miro con disimulo y me sorprende que este tenga los bordes dorados igual que el que yo recogí del buzón de casa hacia dos días.
Pregunto con disimulado desinterés y con una mirada penetrante me contesta, son cosas de trabajo, no debes preocuparte.
Salimos los tres del restaurante sin volver a articular palabra alguna, y un silencio se estableció entre nosotros que se me antojo como si pasara algo negro y profundo en el cual estábamos atrapados sin solución. Nos despedimos del amigo de mi esposo y no hablamos en el trayecto a casa.
Mi mente en la soledad iba anotando recuerdos y ahora repaso los hechos a los que he llegado en este estado de incertidumbre constante.
Las causa de los conflictos de mi esposo no eran nuevos venían desde lejos y yo siempre estuve ciega.
Por la mañana cuando desperté el ya no estaba en la cama, no anduve buscando por la casa, sabia que ya nunca volvería a ella.
No fui ese día a trabajar después de encontrar una nota encima de su escritorio, la cual decía que le había surgido un viaje urgente, que pronto regresaría. Los meses pasaron sin saber nada de el.
Intento serenarme entreteniendo mi tiempo libre en hacer limpieza el los armarios. Cuando uno de los trajes de mi esposo cae de su percha al suelo arrastrando con ella una americana, al recogerla del suelo noto algo duro y anormal en el forro aguzando mi curiosidad, nerviosa me atreví a descoser el forro para ver de que se trataba tanto misterio, cuando atónita cojo en mis nervosas manos un folio endurecido por un cartón que en el dorso leo con estupor una hilera de códigos en clave y números ininteligibles para cualquier profana en la materia menos para mí.
Mis manos temblaron, eran números de cajas fuertes de bancos de Inglaterra, después de sosegarme guardé de nuevo el documento en su sitio y coso con primor el forro y lo dejo en su lugar.
Cada día que pasaba mi desasosiego iba en aumento. Cuando salía a la calle creía ver que me estaban siguiendo, creo que me volví esquizofrénica.
Alos niños los matricule en un colegio internos para que no sufrieran con mi estado de nerviosismo, mi angustia me hizo caer en una profunda depresión, me atemorizaba el ruido de una gota de agua caer en la porcelana del lavabo, el ruido de el claxon de un coche me hacia brincar.
Fui a la consulta de un psicólogo, sentí que tenia que pedir ayuda para serenarme y borrar mis miedos que cada día eran más. Después del tratamiento aunque nunca llegue a decirle la raíz de mis pesares, me serené y con mi seguridad recientemente adquirida, un día me acerque al kiosco de la prensa y me compre todos los periódicos de mi país, me acomode en el salón y reviso todas las noticias las cosas que pasaron y todas lo que me había perdido estando fuera de mi querida Inglaterra.
Leo con detenimiento y en un articulo pone una reseña para mi terrorífica, había sido atracado el banco Nacional londinense por valor de diez millones de libras esterlinas en lingotes de oro, sus accionistas han retirado sus depósitos, en la bolsa ya no se cotizan sus acciones, el banco ha entrado en una profunda crisis que lo lleva a la bancarrota.
Se busca a uno de los presuntos culpables aunque se cree estar sobre la pista fuentes fidedignas dicen que se encuentra en España acompañado por su esposa y sus tres hijos. Los periódicos se me cayeron al suelo mis piernas temblaban mis carnes se estremecieron como si estuviera preparándose para proteger el cerebro del sufrimiento que de nuevo se me avecinaba.
Cuando me sereno, cojo del armario el traje de mi hasta entonces esposo, descoso de nuevo el forro del traje y con su contenido me fui a un banco donde alquilé una caja privada donde deposité los documentos, hasta llegar el momento de revelarlo ante un juez.
Recojo de nuevo la casa y me voy al colegio para recoger a los niños, ahora había que empezar una nueva vida pero sola.
Ya no me importaba donde se encontrara mi esposo ahora solo quería estar a salvo de todo aquello con mis hijos.
Salimos de Madrid una mañana de primavera tan hermoso que parecía reírse de mi desgracia. Y de nuevo con nuestro pequeño coche cargado con todo lo necesario y el traje sospechoso de mi esposo, aunque ya vació de contenido...
Salimos por la carretera de Extremadura, la autovía era segura, pero en mi intranquilidad me parecía que todos los coches nos seguían, cuando llegamos a Trujillo sin ninguna novedad. Nos desviamos, no quise entrar en la ciudad de Trujillo, quizás en otra ocasión tendría el placer de conocer su historia.
Nos desviamos de nuevo como siempre había hecho mi esposo por una carretera comarcal que llega hasta Guadalupe, después de escasos kilómetros de la salida de Trujillo, llegamos a campo despejado y elegí al azar un camino rural, y esta es la historia.
Aquí estamos los niños y yo esperando con temor que venga alguien y me acuse de un delito que por supuesto no he cometido.
Yo Renato después del relato que acababa de escuchar por la boca de la señora me quede atónito, cuando reacciono le pregunto solo por curiosidad por la americana de su esposo que tenia esos documentos, y ella serena respondió que antes de salir de Madrid los había puesto a buen recaudo, para cuando sus hijos fueran mayores hicieran con ellos lo mas conveniente ya que ellos eran victimas indirectas de algo que nunca cometieron.
Y me entra la curiosidad de preguntar ¿de qué coméis?
De la caza con la necesidad todo se aprende, respondió.
Pero estando tan alejados de la civilización ¿tus hijos serán unos incultos?
Ya saben tres idiomas y todos los días les doy clases de matemáticas y literatura.
Insistí ¿tenéis libros?
-Como puedes enseñar sin ellos.
Y se acerca a un baúl de piel que tiene debajo de unos cartones y protegido con unas laminas de hojalatas.
-Esta es mi escuela.
Y señalando a los niños estos son mis aventajados alumnos, y entre risas -nunca faltan a clase.
Serian las nueve de la noche cuando la dejo en soledad y con su tristeza, Mientras el sol crepuscular en el horizonte me da la espalda, cuando bajo el camino las tenues sombras doradas se alargan pareciendo las encinas grandes monstruos amenazantes, pero sigo bajando la montaña repleta de panorámicas y mi corazón encogido.
Cuando llegue a casa esa noche no pude conciliar el sueño la imagen de esa hermosa mujer parecía seguirme.
Al día siguiente me fui a la biblioteca y me leí todos los periódicos pasados de su hemeroteca inglesa en uno de ellos decía Milord de Winter y su esposa Miladi de Giles han desaparecido de su domicilio junto con sus tres hijos pequeños, se buscan por toda Inglaterra, el río Támesis ha sido dragado pues se especula que iban en una embarcación de recreo, la familia da una fuerte recompensa a quien de una pista fiable de su paradero.
Era ella –tenía que ser ella -.
, los tres niños la narración todo coincidía.
Tenia que decírselo, tenía que subir de nuevo a la montaña y decirle que su familia la estaba esperando.
después de pensarlo dos noches enteras de intensa incertidumbre, una mañana me encamine de nuevo hacia la montaña, ya en la cima me extraño no ver la cabra atada al tronco del árbol, vagaba suelta, mire con ansiedad pero allí no había nadie.
Habían vuelto a huir, y no les pude decir que eran muy queridos en su familia.
Seria su destino huir eternamente para parar donde…
Años después repasando la hemeroteca de los diarios ingleses, sentí un estremecimiento Micheli de Giles y sus hijos han perecido en un accidente de coche en la campiña inglesa.
Entre tanto y a la misma hora en una casa de campo inglesa una lagrima asomo en los ojos de la inglesa, después de tantas vicisitudes y peligros que había corrido ahora se encontraba leyendo en la prensa, la escueta nota que decía que ella ya no existía.

domingo, 18 de septiembre de 2011

La Inglesa (II parte)

Una tarde que aun resplandecía el sol llegamos a Barcelona, nos alojamos en un hotel llamado El Pacense de dos estrellas, la habitación se encontraba en semipenumbra porque las ventanas desvencijadas impedían poder abrirse, los vecinos de pasillo hablaban dando voces. La situación fue tan insostenible que enseguida empezamos a buscar un sitio donde vivir y que fuera asequible a nuestro bolsillo.
Después de dos días de búsqueda y al atardecer y agotados de tanto caminar encontramos un pequeño apartamento en el viejo barrio Gótico cerca de la catedral del Mar. Cuando la vi tan hermosa erguida, sentí en mi interior como si quisiera la piedra oscura darme protección.
Y entre por primera vez desde la huida en una iglesia católica, y rece hasta que las rodillas no aguantaron más el peso de mi cuerpo. Mi esperanza empezó a renacer.
Una tarde, los niños y yo osamos pasear por las Ramblas y admiramos sorprendidos los innumerables puestos de flores de todos los colores que llenaban el paseo, inundando con su aroma el ambiente. Las casetas de libros repletas de títulos sugerentes que hacían desear soñar.
Todo era fantástico los niños gozaron con el espectáculo que ofrecían las floristas vociferando su mercancía.
No había una pareja de enamorados que ella no adornara su mano con una rosa y un libro y el en la solapa un rojo clavel,
Era el día de San Jorge el día más memorable de la rosa y el libro en Barcelona.
Paseamos con parsimonia regocijándonos en el espectáculo y admiramos el majestuoso teatro Del Liceo. Estaba radiante después de ser reconstruido de un pavoroso incendio.
Cuanto añoraba volver a ver alguna representación operística, vestirme de gala y saludar con la cabeza a mis envidiosas vecinas de platea.
Pasaron dos semanas y un domingo mis hijos y yo fuimos a pasar el domingo al parque temático Tibidabo, de nuevo parecíamos una familia normal, a pesar de que mi marido nunca tuviera tiempo para acompañarnos, nos llegamos a acostumbrar a su ausencia.
Los niños empezaron a disfrutar igual que todos los de su edad, por lo tanto yo también empecé a serenar mi alma.
Así un día y otro nos empezamos a integrar en la sociedad barcelonesa.
Una mañana gris en el que amenazaba lluvia y cuando regreso de hacer la compra en el mercado próximo a mi casa, una mano de hierro se posa en mi hombro susurrándome cerca del oído en ingles que donde estaba mi marido el corazón se me desbocó haciendo que las palpitaciones se notasen en el temblor de mis labios, el pulso se paro cuando veo a dos individuos mas tras de mi con mirada de pocos amigos que esperaban mi respuesta.
Con la bolsa de la compra en un acto reflejo le doy con ella en la cara a uno de los dos individuos que estaban pegados a mi espalda acto seguido salgo corriendo a toda la velocidad que me permitían las piernas y camuflándome entre las gentes me meto en la primera boca de metro que veo, y me subo de un salto al ultimo vagón.
Me mezclo entre las gentes sin dejar de mirar a todas partes y nadie repara en mi agitación a excepción de dos ancianos que me miraron con ojos comprensivos.
Me bajo en una estación repleta de viajeros en hora punta en que las gentes regresan a los hogares después de una larga jornada de trabajo.
Yo no sabia donde me encontraba aun no dominaba la ciudad, todo era nuevo para mi, miro de nuevo angustiada a mi alrededor y siento tranquilidad al ver que nadie me sigue por unos instantes me relajo y miro la hora del gran reloj de la estación que chivato me dice la hora, de nuevo la angustia se apodera de mi y mi contrito corazón empieza a latir desbocado. Mis hijos con la huida se habían borrado de mi mente, y ahora estarían solos esperándome a la salida del colegio, sin conocer a nadie …cogí un taxi a pesar de tener pocos recursos y llego a la puerta del colegio agotada por la ansiedad, y mis hijos esperan sonrientes en la puerta con sus mochilas a la espalda.
Los obsequio con un abrazo impetuoso como si no los viera hacia años, y los niños sonríen al ver mi demostración de amor.
Llegamos a casa y como siempre les pregunto ¿Cómo les ha ido el día? y el mas pequeño me obsequia con una golosina que saca de un paquete repleto de todas clases de chulerías, y al ver mi asombro, el mayor me cuenta que se lo han dado unos señores amigos de papa y querían que les dejásemos donde vivíamos, yo disimule mi ansiedad y viendo que la piel se me erizaba -les digo – ¿se lo dijisteis?
- No mamá, no nos acordamos del nombre de la calle y nos equivocamos con la casa de Paris y le dimos ese numero, luego me di cuenta que me había equivocado. ¡No te enfades mama! no volverá a pasar ya soy mas mayor.
Y además intentando tranquilizarme diciéndome que eran amigos de papa y que solo querían saber donde vivíamos.
Yo creí morir sabían donde estábamos y el colegio de los niños, creí volverme loca ahora mis hijos peligraban y seguía sin saber el porqué.
El tiempo que transcurrió hasta que mi esposo llego a casa se me hizo eterno,
Era todo tan tremendamente difícil para mi que no se me alcanzaba la manera de salvar tanto escollo, enseguida que estuvo delante de mi a solas le cuento lo sucedido, el palideció dejando caer las llaves que aun tenia en las manos Por la noche y cuando el esporito descansa oigo como unos pies descalzos se arrastran por el comedor, paralizada por el espanto mi cuerpo no dejo mover ningún músculo, así estuve todo lo que quedaba de noche. Por la mañana al entrar en el comedor solo quedaba un aroma de perfume masculino
.No tuve que preguntar nada y obediente y sin fuerzas en las piernas recogí todo lo aprisa que pude, nuestros escasos enseres y de nuevo volvimos a la carretera.
Los niños no protestaban, solo se miraban unos a los otros como si se interrogaran, un escalofrió me recorrió la espalda al pensar ¿y si mis hijos se revelan? -¿Qué iba a pasar con ellos? estas preguntas sin respuestas ocasionadas por una terrible angustia me martilleaba en la cabeza.
Después de parar una y mil veces por las averías que producía el viejo coche, llegamos con dificultad a la ciudad andaluza de Almería. Nos dirigimos al Lejía con un clima benigno y en donde los emigrantes eran abundantes, llegando de todas partes del norte de Europa y de África para la recogida del tomate y hortalizas como temporeros.
Pensamos que allí nos podían dar trabajo y descansar de tanto viaje. A el día siguiente buscamos trabajo entre los contratistas y no fue muy difícil encontrar, sin preguntar de donde veníamos. Mi esposo y yo entramos a trabajar al día siguiente de nuestra llegada nos incorporamos a una cuadrilla que recogía tomates todo fue muy duro, pero al menos teníamos para comer y pagar el cutre alojamiento.
Cuando terminamos la recogida del tomate de nuevo nos entró el desasosiego pero nos contrataron de nuevo para la recogida de la remolacha éramos la misma cuadrilla y ya no fue tan difícil a pesar que por las noches nos dolían todos los huesos.
Así pasaron tres meses de mucho trabajo pero termino la temporada y de nuevo tuvimos que emprender viaje. Esta vez hacia Madrid, como ya teníamos algo de dinero allí nos pareció que la vida nos podía sonreír de nuevo.
Empezó para nosotros una vida mas sosegada, yo encontré trabajo de traductora en una importante agencia de viajes, mi esposo lo encontró en la embajada Holandesa al menos eso fue lo que me dijo.
Buscamos casa a las afuera de Madrid y encontramos un pequeño apartamento pero coquetón en San Sebastián De Los Reyes. No tardamos en comprar un coche pequeño, pero al menos era nuevo.
Y todo pareció ser real de nuevo, algunas noches íbamos hasta el centro al teatro cuando había una buena obra en cartelera, salíamos algunas veces a cenar con los nuevos amigos que eran encantadores, mis vestidos volvieron a ser de marcas prestigiosas, los niños disfrutaban en su nuevo colegio. En el invierno esquiábamos en la sierra de Guadarrama donde alquilamos un apartamento para la temporada de esquí.
En verano aunque no nos atrevíamos a acudir a ninguna playa de moda disfrutábamos con las invitaciones de amigos a sus piscinas privadas.
Ya estaba casi todo lo malo olvidad, hasta que mi esposo empezó de nuevo a viajar, nunca estaba en casa. El dinero que necesitaba me lo mandaba por mensajero, mi vida de nuevo empezó a ser intranquila y en soledad. Cuando osaba llamar a casa hablábamos como dos desconocidos yo no quería preguntar por no irritarlo y aun así me recriminaba que me había vuelto histérica.
El tiempo transcurría lento y espeso para mí como aceite de candil y por las noches observaba largas horas la blanca luna. Desde la soledad de mi alcoba.
Yo tenía muy malos presagios.
Una mañana cuando recodo el correos en el buzos de mi casa veo un llamativo sobre con bordes dorados, me sorprendió pero a pasar de producirme desasosiego no me atreví a abrirlo, venia a nombre de el, y como últimamente se alteraba por lo mas mínimo yo no quise saber la incógnita que guardaba el sobre y lo puse encima de la mesa de su despacho hasta el día en que osara venir a casa.
Un jueves por la tarde abre la puerta del apartamento después de estar ausente tres meses, y casi sin preguntar como estábamos los niños y yo, me presenta ante mi una caja rectangular de papel charol, la abro y dentro había un vestido primoroso, me dice que me lo ponga que es importante para el que lo acompañe al teatro de la opera me visto no sin muchas ganas por ver la actitud de solemnidad con lo que me lo había dicho, pero como siempre obedezco, yo creía que ese era mi destino.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

La Inglesa (I parte)

Después de buscar paisajes paradisíacos y no encontrar nada que me satisficiera, salí de la carretera y aparqué mi coche junto a una vereda cercana a la sierra de las Villuercas cacereña que se me antojó prometedora, subo el estrecho y serpenteante camino flanqueado por una pared de piedra, repleta de cantos sueltos que al pisarlos producían un polvo que llegaba hasta las fosas nasales, haciendo que estornudase con frecuencia.
Con mi transistor a cuestas escuchaba abstraído la radio, conmovido por las noticias impactantes por su magnitud de catástrofe, que estaban sucediendo en una ciudad andaluza. Tropiezo con una piedra suelta, más grande que las demás que iba esquivando, fue el choque tan virulento, que la puntera de mi bota se despegó.
Busco algo para arreglar el desaguisado y poder seguir andando y cojo una tira vegetal que estaba a mi alcance y cuando estoy en la tarea de la reparación de la bota, un silbido agudo penetra en mis oídos que me estremece, en esos momento siento como si se me parara el corazón, allí delante de mi a unos escasos metros dos enormes culebras, negruzcas, estaban enroscadas verticalmente. Se estaban apareando.
Los animales al ver interrumpido su coito silban de modo aterrador, la sangre se heló en mis venas, cuando sus punzantes ojos me miraron inquisidores.
Mi teléfono sonó inoportuno y las dos fieras no quitaban sus ojos de mi persona, quería salir corriendo pero mis piernas no me respondían, el terror me tenía paralizado, eran las dos demasiado grandes y el camino muy estrecho, la pared de piedra me asfixiaba.
Un conejo salvador cruza la estrecha calleja saltando de pared a pared, las dos bichas salen tras el y con la rapidez del rayo una de ellas se lo traga, hinchándosele el vientre como si estuviera preñada.
Mas tarde desasosegado y nervioso llego a la cima… y oteando el horizonte, pienso que ha valido la pena la penosa subida. Lo que desde allí se divisaba era exactamente lo que yo necesitaba para mi trabajo de fotógrafo panorámico.
Me tumbo a descansar en la mullida alfombra de flores silvestres y separo las ramas que me impiden más amplia visión y observo atento lo que la floresta tenía oculta con tanto celo me pongo en pié de un salto y se podía ver un gran árbol que protegía con sus anchas hojas una choza hecha de ramas hojarascas y cartones.
Entusiasmado con la belleza que me brindaba la naturaleza saco mi atril y coloco el teleobjetivo sin reparar en una hermosa mujer vestida con harapos, que me miraba con curiosidad, tras ella tres niños desnutridos como ella se esconden entre las piernas de su delgada madre.
Me presento y ella me contesta con acento inglés, replicando a mi saludo, con voz inquisitoria pero a la vez amable me pregunta ¿Qué es lo que hago en su casa?
Mi sorpresa me deja sin habla, sus modales refinados y su belleza me desconciertan ¿Qué es lo que podía hacer una mujer educada en plena montaña y con tres niños pequeños?
Cuando me calme, le comento que estaba haciendo un trabajo para mi revista, no se sorprendió, solo me pidió que no la fotografiase ni a ella ni a los niños. No quería que nadie supiera que estaban allí.
Les pregunte por curiosidad que donde estaba su casa y alargando el brazo me indicó la chabola que antes descubrí hecha de ramas hojarascas y cartones, una cabra guardaba la entrada atada al árbol que los protegía del sol ardiente extremeño, unos cuantos bidones oxidados llenos de agua era todo su patrimonio.
Simpatizo con ella y hablamos en ingles que domino a la perfección después de estudiar durante dos cursos en un colegio de Irlanda.
Obsequio a los niños con golosinas que llevaba en mi macuto y la hermosa mujer se relajó
A raíz de su relajamiento, todo fue saliéndome según mis deseos, el motivo por el cual, una mujer había elegido vivir casi a la intemperie en una montaña inhóspita donde el aire azota sin piedad, y en absoluta soledad, con hijos pequeños a merced de las inclemencias del tiempo y el peligro de animales en estado salvaje
Cuando de repente, la señora se sienta en una pequeña roca y mirándome, su voz sonó de repente de modo gutural, como si algo la obligase a relatar su triste historia.
Yo soy inglesa comenzó a hablar, (mientras los tres niños juegan a perseguir un gazapo de conejo pequeño) y me tengo por una persona sensata ¡replicó! pero no creo que sea por vivir recluida en esta montaña, he tenido que someterme desde que estoy aquí a una severa disciplina que me hace aprender a tener buen juicio y paciencia.
De todos modos si quiere que le cuente la historia de mi vida, lo mejor será que de un salto atrás de dos años
Cuando estaba en mi tierra vivía en una mansión Victoriana heredada de mis abuelos maternos, todo era felicidad en mi matrimonio, éramos la pareja perfecta mi marido y yo nos quisimos con locura, teníamos tres hijos maravillosos, pero una mañana y cuando la niebla empezaba a levantar, mi esposo y yo desayunábamos como era habitual, cuando una llamada de teléfono hace que mi marido palidezca al oír el comunicado.
Sale con el teléfono en la mano del comedor y se dirige corriendo hacia la alcoba volviendo a entrar en el comedor con un portafolios en la mano ¡yo no entiendo nada! me ordena con voz imperativa que recoja todo lo de valor que se pudiera meter en un bolso de viaje, y sin mas explicaciones me dice que levante a los niños que se encontraban dormidos en la cama. Tenemos que salir de viaje inmediatamente, yo acaté sus órdenes igual que un soldado a su capitán.
Cuando estuvimos listos los niños y yo con mi maletín de mano en donde llevaba las joyas heredadas de mis padres.
Empezamos nuestra nueva vida en un coche de alquiler dejando en el garaje nuestro flamante Jaguar.
Así recorrimos muchos kilómetros, cambiando de coche constantemente.
Mi locura febril por no saber que estaba pasando me hizo enmudecer.
Viajamos hasta llegar a la estación de Heathrow, donde sacamos un billete de tercera para no llamar la atención. Cuando nos acomodamos en el vagón el olor a pescado y a humanidad era insoportable, unos hombres a nuestro lado comían con devoro un bocadillo que rezumía grasa amarillenta, el viaje fue rocambolesco.
Poco después en un aeropuerto de provincias que no puedo recordar su nombre embarcamos rumbo a Paris aterrizamos en el aeropuerto de Pompidou.
En Francia mi marido pareció tranquilizarse en el transcurso del tiempo que duró el viaje, desde Londres hasta Paris fue para mi una semana eterna pues no cruzamos ni una docena de palabras.
Los niños se abrazaban asustados -son tan pequeños-.
Ya en Paris buscamos en una agencia inmobiliaria un pequeño apartamento en un barrio discreto.
Al fin teníamos una casa sin ruedas decían los niños alborozados.
Y conseguimos el sosiego que tanto deseaba. Mientras mi esposo salía de casa por las mañanas y aparecía al anochecer, yo me encargaba de educar a los niños.
El dinero de la venta de las joyas empezaron a escasear y decidí escolarizar a los niños para poder buscar trabajo decidida cogí un autobús que me llevo a la calle Clorungo en Sain Queen en el distrito dieciocho y allí encontré un enorme rastrillo llamado Las Pulgas. No me fue difícil encontrar trabajo en una casa de anticuarios - en ese momento me alegre de mi licenciatura en arte - me admitieron de prueba por unos días hasta ver como se me daba el trapicheo de comprar y vender.
Todos los domingos por las mañanas me metía en el ensordecedor bullicio de ese maravilloso mercado.
Disfrutaba mucho de mi nuevo trabajo vendiendo mercancías tan peculiares que yo estaba asombrada aprendiendo a vender hasta las cosas mas extrañas he inimaginables.
Empecé a ser feliz de nuevo.
Una tarde mi marido entro en la casa en estado de shock, explicándome no sé que cosa extraña que como siempre no explico con claridad, y salimos de nuevo corriendo sin saber adonde ir y emprendimos de nuevo la huida a no sabíamos donde. En la escapada paramos a comprar un coche en un concesionario de coches usados, compramos uno viejo y destartalado, barato, por mediación de los amigos que había conocido en el mercado de Las Pulgas.
Por la mañana emprendimos una nueva ruta atravesando los Pirineos camino de España, con mucha dificultad por las intensas nevadas que cayeron por aquellos días.
Por unas carreteras estrechas y accidentadas, pero de bello paisaje impresionable.
Llegamos a Andorra, todo era precioso pero el clima frío nos hizo desistir de quedarnos y además era pequeña la población y no podíamos pasar desapercibidos.
Y así seguimos nuestro deambular. Siempre por carreteras secundarias.
Yo no sabía ni me atrevía a preguntar ¿Qué pasaba?
Solo me reconfortaba el pensar como había sido mi vida anterior, de despilfarros cenas multitudinarias, viajes, criados, joyas, mi casa….
Todo pertenecía al pasado, pero me consolaba el haberlo disfrutado con alegría, hasta que llego ese fatídico día en el que sin saber el porqué empezó nuestra huida hacia lo desconocido.

domingo, 28 de agosto de 2011

La Dama (IV Parte y final)

Y decidió confiar los secretos de su alma.
Se arrodilla ante ella y esta la obsequia con una sonrisa que dibuja su boca perfecta.
No sabe el tiempo que estuvo allí, cuando decide salir de la ermita el hombre desde la puerta la mira complacida.
Y cerrando la puerta del pequeño templo guarda de nuevo la llave bajo la pesada piedra. Las ovejas que guardaba el hombre se acercan a Davinia y la obsequian con un dulce valar.
Cuando baja la pendiente de la montaña henchida de felicidad indescriptible, no puede pensar solo sabe que cree flotar en el ambiente como el humo de una hoguera en verano
Ahora su vida parecía estar encarrilada desde que vio a la Virgen que le hizo saber sin palabras que en este universo nada es al azar.
La llegada al pueblo es agitada para su corazón. Mientras salta por la abrupta montaña como una cabra montesa salvando obstáculos, siente que su mente se encuentra trastornada.
No acierta a entender lo que ha visto, no llegando a distinguir si el rayo que ilumino la sagrada figura de la Virgen era casualidad de la naturaleza o era divino.
Cuando llega al pueblo busca con ansiedad a alguien con quien compartir la experiencia vivida en la montaña.
Pero no hay nadie en el poblado, se encuentra desierto y parece desolado, el corazón se le encharca de sangre dejándola lívida de temor por verse sola en medio de no sabe donde y cree que de nuevo la han “abandonado a su suerte”.
Cuando de repente se oye un tumulto de mujeres y hombres que se acercan hacia ella vestidos con sus mejores galas y todos quieren tocarla con devoción.
Davinia no puede creer lo que está pasando =ahora la creen una diosa =.
Todo es demasiado fuerte para ella y decide huir al llegar la noche.
La luna llena ilumina los caminos cuando sale del pablado huyendo de los supersticiosos.
En la agitación de la carrera sin rumbo fijo nota en sus hombros que unas manos fuertes y seguras la elevan hacia las nubes.
La sensación que siente es placentera, desde lo mas alto =todo es tan pequeño he insignificante = que la reconforta y hace feliz.
Sigue estando entre las nubes cuando de repente un enorme cráter incandescente aparece ante ella que siente que la atrae como un imán contra su voluntad, pero no sirve de nada resistirse.
Conectó el mecanismo de su mente para no pensar, no quería morir asada como piedra de lava, pero va bajando cada vez más ya cae empicada hacia lo más profundo del abismo.
Cuando cierra los ojos creyendo que es el final de todo, aparece una cornisa rocosa, que hace que no llegue al fondo, justo cuando ocurre Davinia ya no esperaba mas que la muerte …Cuando unas manos poderosas la elevan de nuevo …la mente se le paralizo por unos minutos inconsciente de lo que le estaba sucediendo.
Cuando salio del cráter un viento duro como la madera seca la tumba boca arriba en la mullida hierva de un bello prado.
Un torrente de preguntas aparecen en su dolida mente, cuando ve ante ella una impresionante piscina rocosa de las que se forman en las montañas, creyó estar en el paraíso.
Después de reaccionar sumerge su cuerpo en las transparentes aguas y nada hasta llegar a la plenitud del relajamiento.
Cuando sale del agua sacude su melena mojada incrédula por estar en un sitio mágico.
Mira a su alrededor y todo es perfecto, las flores son de múltiples colores que embellecen el paisaje haciendo que el sueño fuera pura poesía.
Se quedo dormida … no sabe cuanto tiempo permaneció tumbada en tan idílico lecho, cuando una nube oscura tapa sin permiso el sol rutilante, quedando la campiña oscura, tenebrosa mientras la alfombra floral desaparece acorrucándose dentro de sus pétalos.
El frío se hace helador el viento empieza a silbar embravecido. Davinia se tiene que refugiar entre unas rocas, mientras una voz ronca le dice, tienes que buscar a tu marido, tú eres la culpable de todo.
La oscuridad, la soledad, ya nada le asusta ya tanto como aquella voz, que la acusaba del mal de su marido.
Después de meditar sentada entre las rocas resguardada del mal tiempo, le entro un sopor quedándose dormida.
Por la mañana despierta en Nueva York sentada en una elegante cafetería de la Quinta Avenida ante una humeante taza de café y una exquisita ensaimada recién hecha.
El vestuario que lucia era esplendido su cuerpo lo envolvía un maravilloso vestido rojo de Valentino, los zapatos de Manolo Blanick. Todo en ella en esos momentos era perfecto.
Pero todavía no sabe que es lo que hace en Nueva York en una cafetería de moda encaramada en un taburete y mirando el reloj como si estuviera esperando a alguien.
Un joven alto y atractivo muy bien vestido la saluda con familiaridad y suma cortesía, Davinia le tiende su cuidada mano mientras el caballero se sienta a su lado, hay un pequeño silencio entre los dos hasta que el hombre con maestría rompe este con un. Ya era hora que llegaras te has retrasado dos semanas.
Davinia no acierta a comprender el reproche, pero le obsequia con una hueca sonrisa.
El la invita a su apartamento y ella acepta encantada, van caminando por encontrarse cerca, el la coge de la mano como si se conociesen de toda la vida. Atraviesan un puente que Davinia al mirar el agua cree que va a desfallecer.
Cuando llegaron a la puerta del edificio, subieron la escalinata hacia la puerta principal. Era como todos los edificios del barrio, grande y de color gris plata como una caja de caudales, con suelo de mármol y techos altos con una gran araña de cristal en medio del vestíbulo.
Un portero uniformado les saluda amablemente preguntándole si ya se encontraba mejor. De nuevo una sonrisa ficticia afloro en sus labios.
Al entrar se sorprendió al ver lo lujoso del apartamento, este estaba repleto de flores por doquier, en la entrada, en el salón y hasta un ramo de rosas rojas encima de la mesita de centro.
Cuando se acomoda en uno de los blancos sillones, el salón se ilumina apareciendo gentes extrañas de las habitaciones que la felicitan efusivamente. De nuevo esa sonrisa hueca que ya afloraba sola de su boca.
Después de la agradable reunión que se prolongo hasta las dos de la madrugada Davinia se encuentra con la mirada de tres hombres que ansiosos quieren que les cuente con detalle la experiencia que había vivido.
Davinia mira hacia la puerta del salón y ve aterrada como un hombre alto y de complexión fuerte guarda la puerta para que no pudiera salir nadie del salón.
No supo como pudo empezar el interrogatorio de parte de esos hombres, formulaban preguntas sin sentido para ella, pues no tenia respuestas, los hombres empezaron a impacientarse mientras Davinia solo pensaba en la forma de salir de allí.
Se levanta con decisión y pide por favor le indiquen donde esta el baño, el hombretón la acompaña hasta la puerta y espera a que ella salga.
Una vez dentro del baño piensa como salir de allí sin ser vista, se encuentra muy aterrada, no conoce a ninguno de esos hombres. No sabe que es lo que está haciendo allí, mira y no hay ninguna ventana por donde escapar. De nuevo unas manos de hierro como garfios la elevan hasta perder la conciencia.
Y otra vez como en un sueño se ve sola en una montaña pensando en lo que había vivido en Nueva York con esos hombres extraños para ella
Una voz suave le susurra al oído ¿Cómo estas?
Los ojos de Davinia se abren desmesuradamente busca con desesperación la figura de su esposo pero no lo encuentra Esta en su casa y su alcoba esta llena de extraños, todos parecen sollozar, un hombre fuerte la hace incorporarse de la cama y le pone en el regazo una alianza.
Ahora su futuro de nuevo le pareció que pendía de un hilo y pensó _la suerte suele ser de todo o de nada _
Y una suave calma la invadió mientras miraba a las gentes extrañas, se tumbo de nuevo en su lecho, y mirando por la ventana el verde follaje se quedó dormida.
Mientras, sueña con las cosas más pequeñas, que pudiesen ser espejos secretos de los más grandes misterios.

jueves, 11 de agosto de 2011

La Dama (III parte)

Todo era una gran pesadilla porque cuando el sueño aparece no deja tregua ni sosiego para el soñador.
Tampoco podía quejarse se encontraba entre gentes extrañas pero hospitalarias aunque no tuviera muy claro como comunicarse con ellos.
Una noche de luna llena y cuando el mar oscuro, al movimiento de las olas estas se reflejan en mil partículas haciendo que la superficie brille como una gran mina de diamantes pulidos, Davinia sale a pasear por la playa, sus pasos son lentos como los latidos de su corazón que empieza a estar cansado, su mente parece estar vacía ya no puede pensar en nada …
Se acerca al barco y ve como la puerta que baja al camarote oscila suavemente no hace viento, la brisa es suave, mira de nuevo ensimismada y una mano larga y afilada se aferra a la puerta y la cierra de un golpe seco.
Cuando intenta subir al barco para saber que estaba pasando una mano fuerte y dura como un garfio la sujeta por un hombro, ella no mira hacia atrás, el miedo se lo impide, mientras se oía una jocosa risotada.
Se sienta en la arena no queriendo pensar y con suavidad se acaricia la melena despeinada mientras mira hipnotizada como las olas vienen y van a su ritmo como jugando al juego monótono de ver pasar los días y los años.
Ya a media noche de nuevo en la choza siente un temor inexplicable de Francisco de Cacíres, su forma de mirarla ya no es la misma de los primeros días en el que ella estaba en el poblado y esto la intranquilizó. Ya no quería compartir la choza con el, y mucho menos desde que lo vio levitarse de su camastro. No podía confiar en el, ahora cada vez que lo miraba le parecía un ser extraño (Qué sucedió para que un hombre en la cúspide de su carrera pudo desaparecer del mapa científico).
Esa pregunta machacaba una y otra vez la cabeza de Davinia.
El jefe de la tribu con algunos de sus guerreros salio de caza una mañana, mientras una serie de extrañas marcas luminosas se extendían como hilos de una cometa a lo largo del cielo como si fueran las alas de un ángel.
La caza fue fructífera llevando al poblado un enorme y suculento jabalí todos esperaban con expectación que el jefe empezara a comer de tan rico manjar, y éste después de su atracón se empezó a sentir mal, todos sonreían maliciosos por creer que había comido demasiado, pero a cada hora que pasaba su estado de salud empeoraba tanto que se llego a pensar en su muerte inminente.
El brujo no cesaba de hacer hechizos para salvar al moribundo, mas tarde decidió en el ocaso de la tarde, que el animal estaba maldito y que no debieron salir a cazar con las marcas luminosa que aparecieron aquella mañana en el cielo, eso fue un mal presagio que anunciaba una maldición y que el animal no lo podía comer nadie.
Después de hacer que toda su magia se volcara en el infectado animal hubo un silencio sobrecogedor solo interrumpido por una gran nube de mosquitos que se posaron en el jabalí sacrificado en presencia de toda la tribu, en unos momentos este se vuelve blanco como la nieve, mientras su cuerpo se va deshaciendo como la mantequilla al lado de un fuego. Desapareciendo al instante todo rastro del animal junto con la nube de mosquitos.
Francisco de Cacíres lo observa todo desde la atalaya de un montículo.
Davinia asustada por los acontecimientos vividos, se ve desvalida y se esconde tras unos matorrales desde donde ve todo el espectáculo. En silencio vuelve a la choza…
Una hora después redoblan los tambores anunciando al pueblo que el jefe estaba a salvo.
Davinia no sabe que pensar si lo que ha visto es magia o un milagro divino.
Ahora el jefe después de sentir la magia salvadora de su hechicero se encuentra sentado en la puerta de su choza luciendo la corona de laurel y su cetro de caña de bambú.
Con su cara pintada de blanco y azul recibía a todos sus súbditos para cantar cánticos rituales para dar gracias a los dioses por su recuperación.
La vida en aquella tribu empezó a ser cada vez mas extraña. Ya no pensaba ni tan siquiera en salir de allí, después de haber vivido tantas experiencias ya no sabia si se adaptaría de nuevo a la vida de la ciudad bulliciosa y mezquina en la que siempre vivió.
Una tarde el sol lucia como casi siempre con todo su esplendor, pero momentos mas tardes el cielo se cubre de nubes gris oscuro como un mal presagio.
Empieza a llover y la lluvia poco a poco va empapando la tierra hasta convertirla en un barrizal, la montaña que protege al poblado de los vientos esta demasiado mojada y la tierra empieza a ceder desmoronándose sobre el poblado cayendo parte de la montaña encima de las chozas.
El brujo de la tribu avisa del peligro, todos recogen sus enseres con rapidez y se encaminan hacia la playa, el panorama que presenta el mar es temerario también esta embravecido haciendo que las olas con sus bravíos lengüetazos cada vez mas violentos barra la playa de arena anegando toda posibilidad de pernoctar allí la tribu.
Todos ante el panorama desolador en el que se encontraban y desconcertados, el ruido aterrador de los truenos acompañados de rayos maximizaba el ruido de las olas embravecidas del mar.
El pequeño barco seguía varado en la playa aguantando las envestidas de las olas encontrándose maltrecho y sin timón, la popa también había desaparecido.
Davinia ante el barco con la mirada perdida pensó nunca mas volveré a navegar y una mueca amarga salio de su boca.
Después de la terrible tormenta se vio caminando entre el barro con la tribu buscando un nuevo asentamiento. Todos de nuevo aceptaron su compañía y la de Francisco de Cacíres.
Caminaron unas cuantas jornadas buscando la orilla de un río que fuera caudaloso para poder pescar y cerca de un bosque que estuviera repleto de caza para el sustento de la comunidad.
Ya agotados de tanto caminar y sin apenas comida una tarde alguien gritó aquí hay un animal herido…
El sitio era perfecto había agua dulce un bosque repleto de floración y no muy lejos una cala perfecta para guardar las canoas después de salir a pescar.
Sentí que una nueva vida empezaba para mí y comencé a aprender las costumbres de las mujeres de la tribu, que cada vez me aceptaban como una de ellas.
Mi vida empezó a ser placentera, haciendo juegos al anochecer a la luz de las calidas hogueras.
Pero por las noches seguía con los sueños terroríficos que no me dejaban descansar.
Una rara epidemia broto en la tribu, nadie sabia de donde procedía por lo tanto no se sabia como curarla. El brujo hacia toda clase de hechizos para combatirla, pero solo el profesor y yo sabíamos que se trataba de la gripe Española, cada día que pasaba se contagiaba uno mas mientras los demás huían de los contagiados dejándolos aislados en el bosque abandonados a su suerte.
Después de ver el caos en el que se estaba convirtiendo la tribu Davinia habla con Francisco de Cacíres para que haga algo para atajar la infección, el profesor no parece querer colaborar. Pero Davinia quiere ayudar y se va al monte a buscar eucaliptos, romero y otras hierbas importantes para la descongestión de los pulmones.
Por la tarde a la puerta de su choza Davinia cuece unas hojas de eucaliptos y uno a uno le hace que inhale el vapor que desprende su cocción tapándole la cabeza con una piel de lobo para que sudaran.
Algunos no pudieron aguantar la tos persistente y perecieron, pero la mayoría de ellos se salvaron para satisfacción de Davinia.
Francisco de Cacíres una mañana desapareció del poblado sin dejar rastro alguno
Yo me sentí aliviada por su marcha pero con grandes dudas sobre él.
Mientras el sol descendía trazando la curva de la tarde y desde la epidemia gripal que padeció el pueblo Davinia estaba considerada como una nueva hechicera esto no le satisfacía en absoluto al brujo de la tribu, y empezó entre ellos una guerra fría inaguantable para ella.
Estando en la orilla del río mojando sus cansados pies, mira distraída hacia el monte que está frente a ella y ve sorprendida una vieja ermita, lo piensa dos veces y se va hacia ella trepando entre hojarascas y retamas, cuando jadeante llega hasta ella la mira embobada, es pequeña pero se parece mucho a la arquitectura española y eso la hace soñar...
Ante la puerta ve a un hombre de tez blanca vestido de negro sentado junto a ella cuidando de un rebaño. La dulzura del rostro del hombre la hace sentirse segura.
Pregunta - ¿Qué imagen se venera aquí?
El hombre contesta amable.
“La Virgen de Fátima “
Nunca hasta entonces se había emocionado al oír el nombre de Fátima. Y con amabilidad le pide que le abra la puerta y el hombre mirándola sonriente levanta una pesada piedra sacando de debajo de ella una llave de hierro de grandes dimensiones.
Abre la puerta y veo que desde dentro todo es oscuridad y telarañas, tan solo un reclinatorio se conserva con su tapicería de terciopelo color granate en mejor estado de uso, los bancos aparecían todos rotos.
Miro hacia todos lados y allí no había mas que desolación y abandono =no Había ninguna imagen para venerar, pero en su angustiosa soledad, empezó a rezar con devoción.
De pronto una gran luminosidad entra por un viejo ventanuco inundándolo todo Como un halo de luz aparece una Virgen pequeña vestida de blanco con un manto azul como el color del cielo en primavera.

..............continuará.....

sábado, 30 de julio de 2011

La Dama (II parte)

A la mañana siguiente el sol sale desafiante presumiendo de su disco de oro al rojo vivo. Mientras Davinia se encuentra desvalida tumbada en la cama del camarote perdiendo la noción del tiempo.
Ya no hay ni una gota de agua en los bidones, sus piernas empiezan a flaquear. Solo espera que el Altísimo haga un milagro.
De pronto el barco choca violentamente contra un acantilado haciéndola saltar de la cama al suelo, se levanta apresuradamente de él y sale a cubierta y ve estupefacta un islote salvador, en su pecho no cabe más alegría.
Al salir a cubierta la recibe en su cuerpo una fina sílice que es mortal como una lluvia de alfileres de acero.
Con rapidez frenética saca de un baúl de emergencia un conjunto de corchos enfilados a modo de rosario y las echa al mar para que le sirvan de boya, después descuelga una pequeña barca y una vez en el agua sube a ella y ayudándose de un remo llega ilesa a la playa.
Se tiende en la arena aguijoneada por el viento sintiéndose segura sin ningún balanceo hasta perder la conciencia quedando profundamente dormida por el agotamiento.
Un murmullo la hace despertar unos hombres de raza negra la miran con curiosidad.
Davinia abre los ojos y al ver como la miraban el grupo de indígenas sonrió asustada -, creyó estar soñando- los hombres la invitan a que los sigua. El viento sacudía el camino con una nube de polvo y arena.
La llevan a una choza hecha de barro y paja con el suelo de tierra, mas tarde se encuentra ante la choza del jefe de la tribu que vestido de ceremonia la recibe con cara sonriente, le ofrece como bienvenida un cuenco de leche fresca y unos robustos gusanos blancos envueltos en hojas verdes, como el mejor manjar.
Los mira agradecida sin falta de temor bebe la leche con verdadero deleite, los nativos mas importantes allí reunidos esperan con curiosidad la reacción de la mujer ante tan rica ofrenda, pero ella sabedora de que tiene que respetar las costumbres de sus anfitriones toma las hojas en su mano y con disimulado apetito se come uno a uno hasta quedar la verde hoja vacía de gusanos.
La tribu parece encantada con la reacción de Davinia y la obsequian con sus bailes y cantos ancestrales
Al otro día amanece radiante de sol y temperatura agradable cuando oye un tumulto acercarse a ella, ve venir con sorpresa a un hombre blanco de aspecto saludable y barba blanca entre los indígenas. Al verlo su cara se desencajo por la sorpresa Todos rieron con ganas al ver la reacción de ella, sin comprenderla.
El hombre se acerca a Davinia y la saluda en correcto castellano, el hombre en un impulso la abraza causando asombro en los presentes.
Después de hablar un rato a solas los indígenas los llevan a una cabaña que parece que sea para invitados especiales, una vez dentro les obsequian con sendos cuencos de leche acompañado esta vez por escarabajos hechos a la brasa.
Antes de empezar a degustar el extraño manjar el hombre se presenta como Francisco de Cacíres contándole a continuación sus avatares por el mar, que observa Davinia ya la tribu se la sabia de memoria.
No podía creer que fuera el famoso científico que un día desapareció de su laboratorio de la calle de Alcalá madrileña Cuando estaba a punto de descubrir la vacuna contra el sida.
Aunque también se dijo por las comidillas científicas que su descubrimiento lo había vendido a una potencia extranjera para su propio beneficio.
Por entonces se hicieron muchas conjeturas al respecto de su desaparición llegando a tener titulares en todos los periódicos, unos decían que se creía que había sido secuestrado por unos agentes contrarios a que se descubriera la vacuna. No obstante se sabía que había unas notas importantes guardadas en algún lugar, que había que buscar. Un silencio periodístico hizo que mas tarde nunca mas hablaran de el.
Aquella noche de nuevo Davinia oye estando acostada en su camastro las risas de la hiena que de nuevo le hiela la sangre de sus venas, mira hacia la puerta de la choza y ve un hombre de estatura considerable que la mira sonriente enseñando sus dientes ennegrecidos y desapareciendo al instante.
Mira hacia el camastro y el cuerpo relajado de su compañero de choza le hace pensar que todo podía ser un mal sueño.
Por la mañana cuando se despierta se mira asombrada el brazo al ver que tenía una herida igual a la que tenía en el barco el día en que naufragó.
Un fuerte dolor de cabeza la hace dudar de su capacidad mental.
Se sienta en el camastro y espera con preocupación como afrontar el nuevo día la nostalgia le hace añorar su casa de la alta Extremadura.
Un indígena alarmado da gritos despavoridos en la calle del poblado había entrado un enorme guepardo en el poblado y en su incursión por las chozas, en una de ellas había atacado a un niño, matándolo en el acto cuando puso sus garras en el.
El desconcierto reina entre los habitantes, los mas jóvenes salen de sus cabañas armados hasta los dientes con herramientas cortantes ¡había que abatir a la fiera!
Un nuevo grito la hace estremecer dirige su mirada hacia donde viene y ve con horror que la fiera está tras de ella, quieta estática con la mirada fija en su cuerpo y dispuesta para atacar.
La herida del brazo desapareció de nuevo.
.El terror la deja parada ante tanto acontecimiento y sin respiración, como si fuera una estatua esperando lo peor, cuando todo parece perdido, alguien a lo lejos emite un agudo silbido y la fiera obediente sale en busca del ruido.
Todos se miran asombrados. Davinia después de unos segundos y sin ni siquiera parpadear caigo al suelo desplomada en estado de shock.
Ya han pasado cuatro semanas y aun sigue en el poblado solo con la esperanza de que algún barco pase por allí aunque sea a la deriva.
Su barco varado en la playa parece aun a pesar de su deterioro esperar para emprender de nuevo el viaje, mientras lo mira una sonrisa amarga aparece en sus labios.
Francisco de Cacíres desde lo alto de un montículo arenoso la mira con una mirada extraña.
Por la noche de nuevo en la choza y cuando agotada se queda dormida le despierta un fuerte olor canela que la hace dar un salto en el jergón Francisco de Cacíres se estaba elevando como una nube azul transparente en medio de la choza, la sorpresa la queda paralizada solo mira la cara del científico que aparece con una sonrisa plácida.
En unos instantes después se quedo dormida.
Desde que se encontraba entre los indígenas los sueños eran cada vez mas fantasmagóricos y se sucedían cada noche que dejaba exhausta a Davinia hasta llegar a dudar cual era el sueño o la realidad.
Cada día como un ritual solía subir al barco para buscar algún indicio que pudiera dar alguna pista del paradero de Robert, la embarcación estaba vacía de todo aquello que se necesita para navegar y esto era muy extraño Robert siempre fue muy precavido en todo y nunca quedaría la bodega vacía de provisiones.
La sala de maquinas después de revisarla, a simple vista no parece tener ningún desperfecto, pero cosa rara tampoco había ni un barril de gasoil para una emergencia.
Sigue la inspección cuidadosamente todo y no entiende nada el motivo por el cual –todo esta perfecto pero nada funciona –
Por las mañanas al levantarse ve como unas sonrisas burlonas la miran.
El científico se levanta al alba para recoger flores y semillas para hacer medicinas _ nunca supe si a el también le prodigaban las mismas sonrisas todas las mañanas _.
Las noches eran largas, parecían cada vez más y más interminables en aquella choza, recordando su vida pasada.
Ya acostada a media noche se despierta con un sonido gorgoreante que sale de la respiración de Francisco de Cacíres. Escucha con atención y ve como éste intenta contener el llanto. Davinia meneo la cabeza con impotencia.
Cada noche se sucedían los sueños escabrosos, mientras en la oscuridad más tenebrosa se oían aullar a los coyotes en celo.
.Las imágenes en sus sueños de cuerpos mutilados por hombres malvados que masacraban sin piedad a los pueblos primitivos ya eran constantes.
Todos estos sueños le llegaron a obsesionar y empezó a odiar el silencio relativo de la noche solo perturbado por la vida salvaje que se movía a su alrededor.
Ella intentaba cada noche soñar despierta con su vida anterior haciéndola idílica en su fantasía, pero nunca llegue a conseguir, algo le inquieta entrándole un fuerte desasosiego. Cuando alzo la vista hacia la puerta de la choza vio unos ojos negros redondos, estáticos que la miran, el corazón se le encharcó de sangre dejándome las venas vacías
Se encontró de repente atrapada en el Aral Hamistigan. El lugar al que Dante dedicó el canto posterior a su legendario infierno o quizás se encontraba en el purgatorio, o muerta.
Estas conjeturas le vinieron a la cabeza mientras despertaba a la realidad, cuando tuvo conciencia de que se trataba
Era un pájaro negro de grandes alas con apariencia de un ser demoníaco que cuando dejo de mirarla alzó el vuelo dejándola aterrorizada. Una pluma negra y brillante se le desprendió de su cuerpo emplumado cuando, que voló por el reducido espacio de la choza.

.......... continuará ....